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La reunión de los presidentes Eduardo Duhalde y Luis Inácio Da Silva, en Brasilia, para revisar la actual macroeconomía común y el relanzamiento del Mercosur, ha sido asaltada sin previo aviso. El domingo 11 de enero, Robert Zoellick, Jefe de la Oficina de Representación Comercial de los Estados Unidos, informó que antes de diciembre de este año, 5 de los 7 países que conforman el istmo centroamericano, quedarán enrolados en un bloque comercial con Norteamérica. ’Un Acuerdo de Libre Comercio (ALC) ... un gran salto en su ambicioso plan de crear una zona semejante al Nafta que abarque todo el hemisferio occidental’, reseñó una nota central de The New York Time.
Un ALCA chiquita
Los cinco países elegidos para el experimento son Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Juntos representan el 1,2 por ciento del producto territorial agregado del continente y el 0,6 por ciento del territorio. Con el 7,8 por ciento de la población de Latinoamérica y El Caribe, estas sociedades mantienen el ingreso per capita más bajo, después de Haití, Belice y Paraguay; la expectativa de vida no pasa de los 55 años para el hombre y 57 para la mujer, excepto el caso de Costa Rica. Las clases medias de alto consumo no pasan del 5% de los habitantes de las ciudades. Ninguna de esas economías produce petróleo, otros minerales ni energía; el 81 por ciento de sus PBI nacionales está compuesto por la producción de plátano, banana y café. En ninguno de los cinco países existen productos, ramas o servicios que se superpongan, o choquen, con la oferta comercial de los Estados Unidos. No es el caso de Chile con sus frutas, hortalizas y pescados, por ejemplo.
Estos datos podrían hacer creer que se trata de un mal negocio para Norteamérica. Pero no es así. Reducido el asunto a su estricta factura comercial (al final veremos lo político y diplomático), el próximo bloque comercial con los centroamericanos será significativo para EE.UU. Actualmente los cinco países del Istmo le venden a los consumidores del norte unos 11 mil millones de dólares anuales en productos agrícolas, y le compran casi 9 mil millones en bienes diversos de media y alta tecnología. Un buen negocio a pesar del déficit de 2 mil millones a favor de los centroamericanos. De todas maneras, las exquisitas banana, el delicioso café y los excelentes plátanos de Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras hay que comprarlos en algún lugar del mundo. Más aún: Un informe técnico de la Comisión de Bienes y Servicios del ALCA, producido en Panamá en agosto de 2002, señala: ’Proyectado a cinco años, una unificación tarifaria con Centroamérica podría multiplicar por dos el comercio actual’. Sin duda. Sólo faltaría agregar un dato: la producción agrícola centroamericana depende en más del 60% de los préstamos e inversiones directas de firmas norteamericanas, desde 1991. Digamos, un NAFTA ampliado, o, si lo queremos ver de otra manera, un ALCA chiquita.
Un mensaje, tres destinos
En ambos casos, el inminente acuerdo comercial entre Norteamérica y Centroamérica, cumplirá tres funciones.
Primero, planta la bandera del ALCA en la única zona del hemisferio donde puede hacerlo sin resistencia de ningún tipo. Ya lo expresó Robert Zoellick el 12 de enero: ’Esto es más que una negociación comercial. Es un plan para fortalecer la democracia y promover el desarrollo en una región que ha tenido poco de ambas cosas’.
Hasta 1989, los estados centroamericanos, excepto Nicaragua y la diminuta Belice, fueron básicamente compradores de pertrechos militares para enfrentar guerras civiles y revoluciones. Desde ese año, con el derrumbe definitivo del nacionalismo sandinista, la historia centroamericana se dio vuelta. Sus nuevas democracias bananeras reconstruyeron el antaño ’patio trasero’, pero de una manera más avanzada: ahora el paking se llama bloque comercial.
En segundo lugar, el sólo anuncio del bloque comercial es una luz roja que cierra el paso al díscolo Estado Bolivariano de Venezuela. Su gobierno había comenzado a ganar influencia desde el año 2000 con preferencias comerciales, facilidades a la inmigración, planes turísticos regionales y petróleo a bajo precio. El 3 de diciembre de 2001, fue fundada en la Isla de Margarita la AEC, Asociación de Estados del Caribe, con Chávez al frente, un verdadero puente de unidad entre las dos subregiones: el Istmo y el Caribe.
Finalmente, el Mercosur y Brasil, juntos y separados, son los principales destinatarios del mensaje de la Oficina Comercial de EE.UU., a pesar de lo que piensa el Canciller costarricense, que en agosto de este año, declaró que habrá ALCA con Brasil o sin él. El Mercosur es el tercer bloque comercial del planeta. No hay ALCA posible sin Brasil y el Mercosur. Esto lo comprende bien Norteamérica. Por eso comienza por donde es posible.
El Estado norteamericano, preocupado y ocupado centralmente en Medio Oriente, Asia menor y en su recesión interna, quiere consolidar a América latina como su resguardo comercial estratégico. Por eso salta la Unión Europea: ’Es obvio que estamos en una fuerte competencia, nuestro acuerdo con México llegó tarde, no queremos perder otra vez, especialmente no con el Mercosur’.
Cuando dijo esto el representante comercial de la UE en Washington, estaba develando la simpleza de que el ALCA no se reducirá a Centroamérica y sus diminutos mercados. El objetivo es Brasil y el Mercosur, juntos o separados.