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25 décembre 2008

El socialismo del siglo XXI
¿Fin del socialismo falsificado ?

par Luis Mattini

 

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Nunca escuchamos a los franceses, por ejemplo, hablar del socialismo roberspierriano, ni a los ingleses de socialismo cromwelleriano, o a los italianos de socialismo mazziniano, figuras claves en la afirmación de esos estados nacionales. Eso debe ser porque los europeos saben que el Estado Nacional, es una institución propia del capitalismo. Ah ! y de paso recordemos que el nacionalismo -y su antípoda el socialismo- son inventos europeos.

Por eso resulta, al menos curioso, escuchar hablar de "revolución bolivariana" unido a la idea de "socialismo del siglo XXI". ¿Quiere decir socialismo bolivariano ? ¿Miranda, Washington, Bolivar, San Martín, Francia, Artigas, O’Higgins, etc no fueron europeos nacidos en América constructores de Estados Nacionales ? Lo que resulta más curioso es que el único de los destacados de América al que se le puso su nombre a un país, Bolivar, no se aplicó a su tierra natal, Venezuela, sino a fabricación de un Estado Nacional en una de las regiones de mayor cultura aborigen : Bolivia.

Lo peor es que ni siquiera resulta novedoso, sino más bien preocupante. Porque el socialismo se empezó a corromper con la aplicación de adjetivos. La primera "traición" fue aditarle "nacional", digo "traición" no como insulto, sino porque el socialismo es internacional por definición, porque sus fundadores pensaron, con justa razón, que el socialismo sólo seria posible eliminando las fronteras nacionales. Encerrado en esa fronteras absorbido por el capitalismo. Marx concibió posible el despliegue pleno del socialismo sólo cuando el capitalismo haya agotado su capacidad de desarrollo.

Por ende todos los partidos socialistas de la época eran internacionales. Las organizaciones obreras de Europa todas eran internacionalistas hasta 1914. Esto es perfectamente conocido. Lo que no es un hecho demasiado divulgado es que los Estados Unidos consideraban a Alemania como el único rival capaz de disputarles el liderazgo mundial y que la forma de detenerla sólo podía ser militar. Precisamente el enfrentamiento militar contra Alemania sería un formidable potencial movilizador de energías sociales, incluido el nacionalismo, para montar su industria ligada a lo bélico y la base de su poderío y de su transformación en imperialismo.

En cambio nos han enseñado hasta el cansancio que el Kaiser germano no era nene de pecho representando, al romanticismo de las "germanias medioevales", sino a uno de los capitalismos más pujantes y competitivos, cuando le trabaron el acceso a colonias, creó el primer ejército permanente moderno y lanzó la elocuente frase "Tiene la palabra el camarada máuser". Y estalló la llamada primera guerra mundial en 1914 ; definida por Lenín y Rosa Luxemburgo como una guerra entre imperialistas, por lo tanto llamaron a los obreros de los países en conflicto a no ir al frente y transformar la guerra en revolución socialista.

Pero los partidos socialistas, emborrachados de chovinismo y se aliaron cada uno a su burguesía en "defensa de la patria". Había que aplastar al malo de la película, el "imperio" Alemán. Los partidos socialistas herederos de lo mejor de la cultura occidental, compraron el tramposo discurso yanqui, quienes se presentaban ante el mundo a si mismos como lo "nacional democrático", frente al "imperio nacionalista". A partir de allí, oh paradoja, para uso de la plebe, incluidos nosotros, digo, los argentinos que sufríamos el yugo económico inglés y el resto de América, Alemania, la cultura que había fundado el comunismo pasó a ser sinónimo del único nacionalismo imperial, el único "malo" del mundo. Franceses, ingleses y estadounidenses dejaron de ser imperialistas. Para no enredarnos en tiempos, recordemos que todo esto se sucedía muchísimo antes del surgimiento de Hitler y el nazismo. Además no siempre se tiene en cuenta que el Estado "totalitario" de Bismark fue mucho más social que el estado "democrático" de los Estados Unidos.

Así, bajo la consigna "por un mundo mejor" los socialistas franceses e ingleses, bajo del mando de los capitalistas ingleses, francesas y rusos, luego estadounidenses, se lanzaron a la carnicería contra los socialistas alemanes que defendían, con igual saña chovinista, la necesidad de la expansión del flamante capitalismo alemán. La gran paradoja, la clase obrera más consciente, politizada y organizada del mundo, cada una dando la sangre por sus patrones.

Pero en medio de la carnicería, Lenín y los bolcheviques, lograron el propósito de transformar la guerra en revolución. Estalló la revolución rusa, cuyo primer decreto fue firmar la paz con Alemania y puso toda la esperanza de su futuro en el triunfo de la inminente revolución alemana, que abriría el periodo de las revoluciones socialistas en el mundo. Los bolcheviques estaban convencidos de ello, convencidos que el socialismo sólo sería posible en el ámbito internacional.

Alemania vencida por los aliados era ahora realmente peligrosa porque de esa derrota podría surgir la revolución. Y surgió nomás, pero fue aplastada, paradójicamente por la alianza del socialismo alemán con su burguesía. Rosa Luxemburgo asesinada y el flamante partido comunista alemán (la natural alternativa a la traición socialista) destrozado.

En tanto la Unión Soviética, era hostigada por los ejércitos aliados apoyando a las fuerzas contrarrevolucionarias. Finalmente, gracias a la descomunal energía de los rusos liderados por Lenin y Trotsky, aplastaron la resistencia interna. Sin embargo la Unión Soviética quedó agotada, acorralada por el mundo capitalista, después de la derrota de la revolución alemana que significó la derrota de la revolución mundial.

Es entonces Lenín, desde el gobierno revolucionario se vio obligado a tomar una serie de medidas antisocialistas llamada NEP (nueva política económica) y afirmó que el socialismo no puede ser posible sin el triunfo de la revolución mundial ; por lo tanto la Unión soviética quedó estancada en un -según sus textuales palabras- Capitalismo de Estado (Obras completas T33 pag,47).

Mientras Lenín enfrentaba la realidad con esa honestidad que le atravesó la vida, que le hacia llamar a las cosas por su nombre y él admitía que el sueño del socialismo se había detenido en un Capitalismo de Estado, acumulando fuerzas a la espera de la revolución mundial en un futuro impreciso, el resto de los socialistas del mundo empezaron a tomar distancia de la experiencia rusa y adjetivar, dando paso a los inventos del siglo veinte a saber : ingleses, franceses y escandinavos, inventaron la llamada "democracia social" ; italianos y alemanes destaparon el "socialismo nacional" y , pocos años después, -muerto Lenín, exiliado Trotsky-, Stalin inventó el "socialismo en un sólo país", supuestamente basado en otro invento suyo, el "marxismo leninismo" y que adquirió el nombre de "soviético" dirigido por el partido comunista.

Así fue como el mundo conoció tres modelos de socialismos de los cuales se desprenden numerosos submodelos.(entre otros el Israelí en los Kibuts, el yugoslavo, los socialismos teocráticos como el de Corea, la vía chilena al socialismo, la vía cubana, etc) La mayoría de ellas legitimas experiencias que han dado lo suyo a la cultura socialista, pero ninguna está autorizada a considerarse universal.

Se podrá decir que es incorrecto incluir al nazismo y al fascismo como uno de los tres antecedentes, ya que la Alemania de Hitler era capitalista. Pero aquí no estamos hablando, al menos todavía, de calidad, y a esta altura de los hechos podemos constatar que la Unión Soviética no superó la categoría de Capitalismo de Estado y los países gobernados por la socialdemocracia Escandinavia, Francia, o recientemente España, etc., son claramente capitalistas.

Por otro lado Mussolini fue miembro del partido socialista y se decía discípulo de Lenín. Asimismo los textos de Hitler, donde habla del socialismo "nacional" como una creación de las tribus germánicas y lo diferencia del socialismo internacional, más allá de sus exabruptos antisemitas, y más allá de su vocación de dominación y sus perversidades, no son diferentes a los de otros socialismos nacionales que hemos conocido sobre todo en América.

Aquí se habló del socialismo de los Incas o de los Mayas, por ejemplo. El terrorismo, el racismo, el genocidio y el antisemitismo criminal del nazismo, el grosero y humillante populismo del fascismo, fueron modos aberrantes de conducir proyectos que se llamaron a sí mismo socialistas, y que de hecho tenían en su seno políticas mucho más sociales que los países cultores del liberalismo.

Bien, independientemente que nos queden simpatías, nostalgias, odios o espanto, por estos regímenes que se llamaron socialistas, lo sólido, lo que sirve para llamarnos la atención y prevenirnos, es que un siglo de historia ha demostrado que no es posible el socialismo en un solo país. Lo que demostró este siglo es que las formas nacionales del socialismo fueron formas de acumulación capitalista, independientemente si unos fueron sistemas más justos y otros terriblemente represivos. Todo fue capitalismo porque el capitalismo se define, no por el sistema de administración política, sino por la estructura productiva.

La razón de ser, la esencia, la fuerza, la potencia y la creatividad del capitalismo es la ley del valor y sus "aledaños" el salario. Hasta ahora ninguna revolución pudo con ellos, a pesar de que el Che, cuya honestidad intelectual empardaba a Lenín, advirtió en forma precoz sobre el tema, polemizando con los soviéticos. La actual China es el ejemplo rotundo del triunfo de la ley del valor.

Mientras los sistemas productivos no tiendan a eliminar la ley del valor y el salario tendremos capitalismo.
Y, desde luego, estas consideraciones no significan negar el enorme mérito de quienes desarrollaron ensayos sociales y gobiernos más justos que otros, como lo es Cuba, como lo fue Allende en Chile, lo fue Perón, o intenta ser Chávez. Sólo que es menester recordar que si no aprendemos a llamar las cosas por su nombre, las consecuencias suelen ser irreparables.

Sin dudas que Chávez es un fenómeno político muy interesante y significa una fisura en la cadena imperialista. Venezuela tiene todo el derecho del mundo a elegir la forma de vivir que desee. Pero, al menos los que estamos afuera, al menos los que pertenecemos a otras experiencias, tenemos que poner especial atención a la relación del discurso de Chávez con lo hechos. En particular los argentinos que conocemos muy bien las ventajas y limitaciones del socialismo nacional. Recordemos que Perón, en nueve años, de 1946 a 1955, el mismo lapso que Chávez, en lo social hizo mucho más de lo que habló. Y eso que Perón fue un orador excepcional, solo igualado por Fidel Castro.

Hoy no existe socialismo alguno. Sigue siendo un sueño de emancipación humana. Lo que queda claro es que, como "sistema", el único sistema mundial posible es el capitalismo. Digo, como una unidad centralizada. Porque queda claro también que toda centralización tienen sus ventajas, pero acarrea, subordinación, dependencia y ahoga la libertad. El socialismo sólo podrá ser posible no sólo como "antisistema" sino como "asistema", como "no-sistema". El socialismo no será la resultante de la homogeneidad, sino su contrario, la combinación de la multiplicidad. Dicho más claro y esquemático : el socialismo no será federación de naciones, ni una única nación mundial, el socialismo será algo así como las no-naciones, no -estado... como la multiplicación de millares de grupos humanos diversos, colectivos, no homogéneos, asumiendo que el otro es mi otro yo diferente.

Esto ya está ocurriendo en muchísimos puntos del mundo incluida Argentina, esto lo podremos ver si bajamos la mirada de las alturas, de los grandes Luna Park de la política y la deslizamos debajo de la superficie, si superamos los prejuicios acumulados en el siglo veinte por las llamadas "ciencias sociales", que no nos dicen como son las cosas sino como deberían ser. Si tomamos aquellos estimulantes hechos que, en mi caso, hemos participado, como eso, como experiencia existencial y nos borramos de la cabeza la pretensión de verdades universales "objetivas" dictadas por la protección paternal de la trascendencia, para adoptar aquellas signadas por la ontología asumida, como acción inmanente que surge de la conciencia de intemperie.

Pero no podemos imaginar mucho más, porque nuestra experiencia alcanza plenamente para ver cómo no será, pero es insuficiente para saber cómo será. Y esa, que puede ser tomada como una preocupante incertidumbre, es precisamente el factor más estimulante, porque como no sabemos cómo será, tendremos que crearlo. Allí la imaginación será dueña y señora.

La Fogata. Argentina, 18 de diciembre de 2008.

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