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La cuestión de Ucrania ha suscitado temores existenciales en Occidente, así como fuertes indicios de rusofobia.
Está bien claro que Biden le tiene pánico a los precios récord de la gasolina en Estados Unidos. Esta es probablemente la cuestión más crucial de la política interior estadounidense. Se ridiculiza su repetida frase « Es la subida de precios de Putin » (los precios del gas habían subido un 30% incluso antes de Ucrania).
Su « guerra » anterior contra los combustibles fósiles y la restricción de la producción nacional han vuelto a perseguirle en las encuestas.
La guerra financiera sin cuartel de Biden contra Rusia no ha conseguido aplastar el rublo, pero ha provocado incendios en todos los sectores energéticos. Tanto es así que Washington liberó petróleo de la reserva estratégica de Estados Unidos y se apresuró a buscar en todo el mundo (incluida en la sancionada Venezuela) una oferta suficiente al margen para hacer bajar los precios del crudo. Pero en vano. El JCPOA está paralizado por la oposición del Congreso, y esta semana la gasolina ha alcanzado nuevos máximos en Estados Unidos.
Se sabe que Biden está irritado y decepcionado con Riad y Abu Dhabi por negarse a atender sus llamados o a acordar un aumento de la producción de petróleo, tanto para frenar la marea de los altos precios internacionales como (igualmente importante desde la perspectiva de Estados Unidos), para reducir los crecientes ingresos de Rusia procedentes de estos altos precios.
Los funcionarios saudíes y emiratíes, por su parte, están decepcionados con los dirigentes estadounidenses por su falta de atención a la región y, según ellos, por la reducción del paraguas de seguridad estadounidense, que antes era un « logro » indiscutible. Mohammad bin Salman (MbS) se siente aún más ofendido por la frialdad de Biden hacia él tras el asesinato de Khashoggi.
Así lo hizo casi todo el colectivo de política exterior y de seguridad de Estados Unidos que llegó a Abu Dhabi para dar el pésame por la muerte del emir Jalifa. El lote. La delegación encabezada por la vicepresidenta Kamala Harris incluía a Blinken, Lloyd Austin, el enviado del clima John Kerry y el director de la CIA Bill Burns. A primera vista, la actuación fue un poco « exagerada », porque fue mucho más allá de las exigencias del protocolo.
Sin embargo, la presencia de Lloyd Austin y del director de la CIA Burns en la delegación de Harris fue especialmente interesante. No sólo son los ejes de la estrategia de Biden de « sangrar a Rusia », sino que también están íntimamente relacionados con la noción de una OTAN global.
Los dos Estados del Golfo se oponen a la diplomacia estadounidense con Irán y han exigido un « paraguas » de seguridad formal que proteja sus intereses, en caso de que Biden firme un nuevo acuerdo del JCPOA con Teherán.
Por supuesto, Biden quiere más petróleo y que los Estados dejen de trabajar con Rusia en el formato OPEP+ sobre todo. Sin embargo, si Riad y Abu Dhabi se pusieran de acuerdo para bombear más petróleo y deshacerse de Rusia en la OPEP+ -un gran « si »- el reto sería identificar qué podría ofrecer Washington como paraguas de seguridad.
Las garantías formales de seguridad de Estados Unidos tipo Artículo 5 de la OTAN -que Arabia Saudí y los EAU exigen- están fuera de lugar por una serie de razones estratégicas y políticas, sobre todo porque otros países -Qatar y otros- seguramente plantearán exigencias similares.
De ahí la nueva « idea » de Estados Unidos de establecer una OTAN casi global, aunque con geometría variable, que no requiera que todos los Estados de la OTAN acepten una aplicación más amplia del Artículo 5. Esto se está promocionando en el sudeste asiático mientras Biden intenta reunir aliados para que apoyen a Estados Unidos contra China. Al parecer, Japón y Taiwán también buscan garantías de seguridad.
El barrilete fue lanzado a ambos flancos de Biden, en Oriente Medio y en Asia. ¿Y cuál es el problema ?
Es Ucrania. La ayuda militar de EEUU a Ucrania está siendo considerada por Washington como un modelo para un Artículo V suavizado. La lección, señalan los funcionarios estadounidenses, es que no es necesario un pacto formal de defensa con Estados Unidos para que los Estados reciban una ayuda de seguridad generosa, eficaz e inmediata en una crisis militar, como demuestra Ucrania.
Ah, sí. Es cierto que Ucrania ha recibido una ayuda militar masiva de la OTAN. Desde 2014, la OTAN ha entrenado según los estándares de la OTAN, y ha equipado a un ejército ucraniano de un cuarto de millón de hombres. Los instructores de la OTAN han estado presentes durante todo el proceso, y los asesores de la OTAN han supervisado los preparativos de búnkeres profundos y altamente fortificados en el Donbás, al oeste de la línea de contacto. (El asalto se anticipó cuando Moscú recibió información sobre el plan operativo de Kiev y su fecha de ejecución).
Pero ahí está el problema : Ucrania es un caso muy especial (quizás el caso Taiwán podría considerarse el equivalente a el de Ucrania), pero otros no lo son. Europa y Estados Unidos no invirtieron tanto en la sigilosa OTANización de Ucrania sólo para proporcionar un « paraguas » en caso de lluvia. Lo hicieron por un profundo deseo de infligir a Rusia una humillación, un colapso económico y un cambio de régimen concomitante.
La cuestión de Ucrania suscitó en Occidente temores existenciales (así como profundas tensiones de rusofobia) que ninguna emergencia comparable podría haber suscitado. Los líderes occidentales proclamaron abiertamente que « el orden liberal estaría terminado, si Putin ganase ».
Un sentimiento comparable de movilización y urgencia occidental no preocuparía a los Estados del Golfo -o quizás incluso a « Israel »- si sus intereses se vieran amenazados. Con Ucrania, Occidente está luchando -por delegación- en otra ronda de una guerra europea anterior que se remonta a mucho tiempo atrás.
Dejando a un lado las circunstancias excepcionales y el hecho no menor de que la guerra con Rusia está lejos de haber terminado, ¿por qué los estados confiarían en garantías tan efímeras (fluidas) de que en una emergencia podrían recibir (según el modelo ucraniano) armas en ‘préstamo’, inteligencia y asesoramiento de fuerzas especiales, pero no botas de la OTAN sobre el terreno ?
En fin, el objetivo de la visita era separar a los líderes de los Estados del Golfo de Rusia. ¿Y por qué querrían hacerlo los Estados del Golfo ? Tienen intereses comunes con Rusia, entre ellos mantener un precio del petróleo estable y elevado.
Alastair Crooke* para Al-Mayadeen
Original : « ¿Una OTAN de geometría variable ? ¿De verdad ? »
Al-Mayadeen. Líbano, 29 de mayo de 2022.
Traducido del francés para « El Correo de la Diaspora » por : El Correo
El Correo de la Diáspora. París, 1° de junio de 2022
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