Accueil > Empire et Résistance > Ingérences, abus et pillages > Sobre la desestabilización de América Latina y del mundo árabe
par
Toutes les versions de cet article : [Español] [français]
Venezuela, Bolivia, Brasil... la desestabilización de América Latina va de la mano con la del mundo árabe (Irak, Libia, Siria, Yemen, Sudán) en la medida en que estos dos bloques geopolíticos presentan fuertes convergencias por su posicionamiento estratégico y su homogeneidad sociocultural, fuera del mundo anglosajón.
Si la desestabilización abortada de Nicolás Maduro (Venezuela) respondió a la voluntad de Estados Unidos de castigar a un aliado privilegiado de Irán en América del Sur, la propulsión del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil es un intento de parasitar a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), el grupo de los cinco países líder del mundo multipolar emergente, del cual Brasil bajo Lula Da Silva era un miembro activo y atractivo.
La supremacía blanca estadounidense de Donald Trump está demostrando que no tolera la mezcla humana, y mucho menos el mestizaje. Con una población de 50 millones de personas de origen latino, teme un desbordamiento demográfico que pondría en tela de juicio la supremacía del poder WASP (White Anglo Saxon Protestant) debido al papel galvanizador de Hispaniland en la dinámica de la disputa por el orden mundial.
La construcción de un muro de apartheid entre Estados Unidos y México, ambos miembros de la misma zona de libre comercio del TLCAN, se inscribe en este contexto.
Lula Da Silva, metido en la cárcel por corrupción por un hombre más corrupto que él, Michael Temer, pero de derecha, pues el ex dirigente sindical adolece de defectos irremediables por ser, además, un Presidente mestizo de un Brasil mestizo.
En 2018, el mundo perdió 12 millones de hectáreas de bosques tropicales, el tamaño de Nicaragua, según un informe publicado a finales de 2019 por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), incluyendo 3,64 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios esenciales para el clima y la biodiversidad.
Según este informe anual de Global Forest Watch, 2018 se clasifica como el cuarto peor año en términos de deforestación de bosques tropicales, después de 2016, 2017 y 2014.
La situación podría empeorar en Brasil, ya que la deforestación en la Amazonia brasileña aumentó un 54% en enero de 2019, en comparación con enero de 2018, según la ONG Imazon, tras el ascenso al poder del presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro.
Cincuenta años después de la muerte del Che, un « golpe de Estado racista » derrocó a Evo Morales del poder, según el cineasta Jules Falardeau, autor de la película « Journal de Bolivia » que tuvo su estreno mundial en el 41 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, Cuba, en diciembre de 2019.
El golpe en Bolivia en realidad tenía como objetivo castigar la decisión de Evo Morales de ordenar la explotación industrial del litio, un material estratégico clave, y ampliar la esfera de influencia de Israel en América Latina.
Así también se va Evo Morales, un nativo, es decir, un auténtico « nativo americano » de un continente saqueado por el hombre blanco europeo, como los ancestros alemanes de Donald Trump.
De hecho, el objetivo de Estados Unidos es construir fortines israelíes sobre las puertas del imperio estadounidense para impedir que China lo eluda por el Cono Sur, de la misma manera que Europa fue eludida por África.
La elección del peronista Alberto Fernández el 27 de octubre de 2019 como presidente argentino en lugar del multimillonario Mauricio Macri ha reducido un poco la presión sobre Nicolás Maduro, quien ha estado sometido durante tres años a una operación de desestabilización a gran escala liderada por el ultra-halcón John Bolton.
Para derrocar al sucesor de Hugo Chávez, el cuartel general del Pentágono (USSOUTHCOM) a cargo de Centro y Suramérica había creado recursos de espionaje tecnológico (TECHINT - inteligencia técnica) para evaluar, analizar e interpretar información relativa al equipamiento de combate del ejército venezolano.
Estos son medios MASINT (Inteligencia de Medición y Firma) que reciben de forma remota vibraciones, presión y energía térmica producida por los sistemas de combate. También existen otros medios (ELINT) relacionados con las emisiones electrónicas de los sistemas de radar y radionavegación que equipan los sistemas de misiles tierra-aire, aeronaves y buques militares venezolanos.
Pero la mayoría de las herramientas de espionaje se utilizaban para interceptar redes de comunicaciones (COMINT). La Agencia Nacional de Inteligencia Electrónica (NSA) cuenta con una red llamada ECHELON, diseñada para interceptar y registrar el tráfico telefónico, de fax, de radio y de datos mediante satélites espía estadounidenses.
Sin embargo, el SEBIN, el pequeño servicio de contrainteligencia venezolano (SEBIN : Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) infligió una humillación a la CIA al infiltrar todos los grupos de la oposición con agentes leales al régimen de Caracas, sumado a una operación de intoxicación psicológica, incluyendo « filtraciones » a la CIA, sobre la intención de varios generales del círculo íntimo de traicionar al presidente Nicolás Maduro.
La « deserción » del general Manuel Figueira, jefe del SEBIN, la liberación de Leopoldo López de su arresto domiciliario y la puesta a disposición, por parte de Juan Guaidó, de un pelotón de militares pertenecientes al SEBIN, para tomar la guarnición de la Carlota en Caracas, más de 1.000 militares, fueron parte de la operación para envenenar a los agentes de la CIA con el fin de convencer a Washington del éxito del golpe de Estado.
Un segundo intento de invasión se produjo un año después, en mayo de 2020, luego de que Juan Guaidó llamara a un levantamiento del ejército, que había intentado en vano el 30 de abril de 2019 incitar a los cuarteles a rebelarse contra el presidente Nicolás Maduro.
El presidente venezolano mostró los pasaportes de los dos sospechosos, identificados como Luke Denman, de 34 años, y Airan Berry, de 41. Horas antes, la fiscalía venezolana acusó al líder opositor Juan Guaidó de reclutar « mercenarios » con fondos del país petrolero bloqueado por las sanciones estadounidenses, para fomentar un intento de « invasión » marítima del país.
El gobierno chavista acusa a Juan Guaidó de estar involucrado en conspiraciones contra el presidente socialista, con la ayuda de Colombia y Estados Unidos. Nicolás Maduro, por su parte, sigue contando con el apoyo del Estado Mayor del Ejército, pilar del sistema político venezolano, así como de China, Rusia y Cuba.
De hecho, las revueltas en Venezuela, Argelia, Sudán, Libia, Irak y Líbano buscan separar a la sociedad civil de las instituciones legales del poder para desmembrar los ejércitos nacionales. De la misma manera que, tras la implosión del bloque soviético, la OTAN intentó desmembrar las entidades federales (URSS, Yugoslavia) que consideraba un obstáculo para su expansión hacia el Este.
Donald Trump marcó su llegada al poder en 2016 con la implementación de la vil ley « Muslim Ban », que busca criminalizar a quienes desafían la hegemonía estadounidense en la esfera musulmana, principalmente Irán, su líder, y sus aliados Siria, Irak, Yemen y Líbano, favoreciendo relaciones pagadas con las petromonarquías del Golfo, beligerantes y belicistas, pero humillantemente impotentes para el liderazgo estadounidense.
Desde la retirada unilateral del acuerdo nuclear internacional con Irán, pasando por el reconocimiento unilateral de Jerusalén como capital de Israel, pasando por el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, hasta las sanciones internacionalmente ilegales contra el Hezbolá libanés, pasando por la luz verde a la anexión de asentamientos israelíes en Cisjordania ocupada, hasta el estímulo de una alianza entre las petromonarquías e Israel, Donald Trump pretende promover un « Islam de la Ilustración », invariablemente domesticado por el imperio israelí-estadounidense.
La destrucción de Libia y Siria se dirigió contra dos países con estructuras republicanas, aliados de Rusia y China, con recursos energéticos y sin deuda externa. Comparte el mismo objetivo : la destrucción de cualquier oposición a la globalización financiera según el modelo capitalista estadounidense. Iniciada por el economista Milton Friedman, de la Escuela de Chicago, la teoría fue altamente corrosiva en su aplicación a las economías del Cono Sur de América…
Antes de que la pandemia del coronavirus revelara la mistificación y los estragos de la « mundialización feliz ».
América Latina y el mundo árabe constituyen dos bloques que presentan una gran homogeneidad cultural.
Una situación que explica la guerra subterránea que libra Israel contra Hezbolá no sólo en Siria y Líbano, sino también en África y América, base de retaguardia de una guerra global.
<center
Aprovechando el contexto de crisis ideológica mundial ligada al derrumbe del comunismo soviético, en los años 1980 Estados Unidos impuso en América Latina el terrible « Consenso de Washington », un conjunto de medidas de inspiración liberal relativas a los medios para relanzar el crecimiento económico, especialmente en economías en dificultades debido a su endeudamiento, como las de América Latina.
En América Latina, la « década perdida », los años 1980, se caracterizó de hecho por una profunda crisis económica, una hiperinflación devastadora, un colapso social y una inestabilidad política.
La crisis de la deuda externa ha empujado a este subcontinente fuera de los mercados financieros, privándolo de inversión externa, con una transferencia neta (negativa) de recursos financieros, de casi 25 mil millones de dólares en promedio anuales, hacia el Norte.
Elemento constitutivo del capitalismo, sistema en sí mismo estructuralmente patriarcal, la deuda aparece como un instrumento neocolonial con consecuencias desastrosas para las poblaciones del Sur.
El « Consenso de Washington » se estableció debidamente entre las principales instituciones financieras internacionales con sede en Washington (el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional), en coordinación con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Inspirado en la Escuela de Chicago, incorporó las ideas del economista estadounidense John Williamson, discípulo del economista ultraliberal Milton Friedman.
El autor, decepcionado, se daría cuenta, diez años después, de que había sido malinterpretado (« el término se usa ahora como una caricatura de mi definición original », escribió en 1999).*
Cuando el contramodelo comunista prácticamente desapareció, las alternativas al « Consenso de Washington » lucharon por ganar terreno, pero surgieron algunos caminos tentativos que podrían describirse como una vía mixta entre los extremos del capitalismo no regulado y el comunismo, propuestos por los pos-keynesianos y los activistas antimundialización.
Así, en 2003, surgió un consenso contrapuesto dentro de las economías latinoamericanas víctimas de la crisis de 1982. Sin embargo, el Consenso de Buenos Aires tuvo poco impacto fuera del subcontinente. Actualmente se ve cuestionado por el regreso al poder de la derecha en la región.
En un contexto de crisis sistémica de la deuda en las economías occidentales, de ascenso de China al rango de potencia mundial, de instauración del yuan como moneda para liquidar las transacciones petroleras a través de la Bolsa de Shanghai y de desarrollo de una economía de trueque entre Rusia y sus vecinos de Oriente Medio (Irán, Turquía, Siria, Líbano), Estados Unidos, en fase de decadencia, se atrinchera en sus antiguos terrenos de caza en América del Sur y Oriente Medio.
El unilateralismo absoluto de Estados Unidos bajo Donald Trump marca el inicio del proceso de « descrédito » de la democracia de estilo occidental.
René Naba* para Madanïya
Madanïya. Marsella, 27 de octubre de 2025.
Traducido del francés desde El Correo de la Diaspora por : Carlos Debiasi
El Correo de la Diaspora. París, 28 de octubre de 2025.