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26 septembre 2010

Una mirada desde Estados Unidos

Menos prensa, más corrupción

par Paul Starr

 

La cobertura de noticias no es lo único que la prensa nos ha proporcionado.Los periódicos han ofrecido al público poderosos medios de control del Estado y ahora este control está en peligro. Si consideramos a la prensa como el cuarto poder, el fin de la era de los periódicos implica un cambio en nuestro propio sistema político. Los periódicos han ayudado a controlar tendencias corruptas tanto en el gobierno como en el mundo empresarial.
Si queremos evitar una nueva era de corrupción vamos a tener que invocar ese poder de otra forma. Las nuevas tecnologías no sustituyen las viejas responsabilidades.

Menos prensa, más corrupción

Los periódicos han sido una parte tan integrada en la vida cotidiana, central para la política, la cultura y los negocios, y poderosa y lucrativa por derecho propio, que es fácil olvidar que son una invención histórica extraordinaria. Desde mediados del siglo diecinueve, los periódicos han producido noticias en abundancia por un precio asequible para los lectores y sin necesidad de recibir subvenciones directas. Más que ningún otro medio, los periódicos han sido nuestros ojos para vigilar el Estado, nuestra forma de controlar abusos privados, es decir, nuestro sistema de alarma cívico. Cierto es que a menudo han fallado y no han cumplido dichas funciones tan bien como podrían haberlo hecho. Sin embargo, ahora se está cuestionando si podrán seguir cumpliendo su cometido fundacional. Antes de que golpease la recesión, la industria periodística ya estaba enfrentada a una amenaza mortal por la extensión de internet, las caídas en la circulación y en los ingresos por anuncios y una disminución a largo plazo de la lectura, dado que el hábito de comprar el periódico a diario se difuminaba entre una generación y otra. La recesión ha intensificado estas dificultades, lanzando a los periódicos a una caída en picado de la cual algunos puede que no se recuperen y otros saldrán siendo una mera sombra de lo que fueron en el pasado. La devastación ya es sustanciosa. En el diario Los Angeles Times, el efecto acumulado de los recortes ha provocado la reducción de su plantilla de periodistas a la mitad , y eso fue antes de que su empresa titular, Tribune, se declarara en quiebra. Otras empresas aplastadas por las deudas, la cadena McClatchy, que incluye publicaciones como The Sacramento Bee, The Miami Herald y otros veintiocho periódicos más, despidió a una cuarta parte de su plantilla durante 2008 [1]. el año pasado. Y no sólo se están reduciendo las empresas de medios altamente endeudadas por apalancamiento.

Los periódicos también están reduciendo su número de páginas, la amplitud de cobertura de las noticias, varios tipos de características y la entrega a domicilio de las ediciones impresas. En todo Estados Unidos, mientras
se precipitaban los beneficios de la prensa, -a finales de 2008 las ventas habían
caído un 25% respecto a tres años antes- parece que a las editoriales
les faltó tiempo para deshacerse de periodistas y secciones de sus diarios.
Y aún queda por sufrir. Según una predicción hecha en diciembre por Barclays
Capital, los ingresos por publicidad bajarían un 24,5% en el período
2009-2010. Incluso el diario The New York Times, cuya liquidez ha disminuído
y aumentado se deuda, no podrá escapar a la enorme contracción que se
está extendiendo por todo el sector.
¿Nos debería preocupar ?
Algunos observadores, que confían en las bendiciones de la tecnología, rehúsan
lamentarse por la desaparición de los gigantes tradicionales del periodismo,
en base a que sus problemas se los han causado ellos mismos y
que tienen pocas consecuencias para el bienestar general. Desde este punto
de vista, sin considerar si los periódicos se adaptan con éxito a internet,
se desarrollarán nuevas y mejores fuentes de noticias online, que ocuparán
cualquier hueco que dejen los periódicos. Otros son tan críticos con los
grandes medios tradicionales que consideran la situación económica de la
prensa es un castigo justo. ¡Que sufran esos desgraciados !
Este tipo de respuestas no tienen en cuenta las realidades inmediatas y
las ramificaciones completas de la crisis que amenaza la prensa escrita. Casi
todos los medios informativos, exceptuando los online, están igualmente retrocediendo.
En concreto, a nivel urbano, regional y estatal, el crecimiento
de internet está lejos de compensar el declive existente en los demás medios.
A pesar del desarrollo de otros medios, es un hecho que los periódicos
en época reciente han seguido siendo los que contaban con mayor número
de periodistas y quienes produjeron la mayor parte de las historias informativas
originales en las ciudades de todo el país.
Tom Rosenstiel, el director del Project for Excellence in Journalism del
Pew Research Center’s, comprobó que un periódico metropolitano medio
llevaba, en 2006, unas setenta historias al día, contando con las secciones
nacional, local y de negocios –cien si añadimos las secciones de deportes
y estilo-, mientras que el noticiario de media hora de la televisión incluye
sólo diez o doce. Al tiempo que las noticias locales de la televisión suelen
centrarse en crímenes, incendios y atascos de tráfico, los periódicos cubren
la mayoría de los asuntos públicos. Distintos estudios han demostrado repetidamente
que las noticias emitidas por televisión siguen la agenda establecida
por los periódicos, repitiendo con frecuencia los mismos temas,
aunque con menor profundidad.
Ciertamente hay una gran profusión de opiniones online, pero hay pocos
reportajes y muchos menos aquellos que están sujetos a la comprobación de
hechos propia del rigor periodístico. Salvo los recopiladores de noticias como
Google News—que se vinculan a artículos de publicaciones que siguen teniendo
la mayor parte de su volumen de las ventas de la prensa impresa—los
sitios de noticias más visitados están orientados a audiencias especializadas.
Ninguna iniciativa online ha logrado generar aún una corriente de ingresos
suficiente como para poder financiar un periodismo que sea comparable a la
producción de noticias impresas que los periódicos han generado.
Sería una tontería tratar de predecir si alguna vez internet apoyará
el periodismo de interés general hasta un nivel comparable al de los periódicos.
La realidad es que los recursos del periodismo están desapareciendo
ahora de los medios tradicionales a mayor velocidad que a la
del desarrollo de los nuevos medios. Por tanto, la crisis financiera de la
prensa puede unirse a la crisis de legitimidad de los medios. La prensa
está siendo atacada ferozmente, tanto desde la izquierda como desde la
derecha, por sus numerosos pecados, reales o imaginarios, por lo que
aún va a tenerlo más difícil en una época de dificultades económicas.
Y mientras se retrae frente a las presiones financieras, Rosenstiel dice,
“una mayor parte de la vida norteamericana ocurrirá en las sombras. No sabremos lo que está pasando.”

Los peligros de la ausencia de información periodística

La cobertura reducida de las noticias afecta al control de la acción de gobierno.
No se trata de una simple proposición especulativa decir que hay
más probabilidad de que florezca la corrupción cuando los que estén en
el poder tengan menos visibilidad mediática. El Banco Mundial redacta
un índice anual de corrupción política en el mundo, basado en encuestas
a empresarios. En un estudio publicado en el año 2003, en The Journal of
Law, Economics, and Organization, Alicia Adsera, Carles Boix y Mark Payne
examinaron la relación entre la corrupción y la circulación de los diarios
por habitantes, midiendo la difusión y la libertad de prensa. Al analizar el
desarrollo económico, el tipo de sistema legal y otros factores, hallaron una
fuerte asociación : a menor circulación libre de la prensa en un país, mayor
es su índice de corrupción. Usando otros factores de medición, descubrieron
una relación similar entre Estados de la Unión : a menor circulación
de noticias, mayor corrupción. Otro análisis publicado en 2006, llevado a
cabo por los economistas Matthew Gentzkow, Edward L. Glaeser y Claudia
Goldin, sugería que el crecimiento de una prensa más orientada a la
información puede haber sido un factor en la reducción de la corrupción
gubernamental en los Estados Unidos.
Tales estudios no pueden demostrar una conexión causal ni predecir
los efectos de una menor cobertura informativa en el futuro, pero hay otras
cuestiones para poner de manifiesto dicha preocupación. Los periódicos están
reduciendo las redacciones y el número de empleados que permiten al
público hacer un seguimiento tanto del Gobierno como del mundo empresarial,
y algunos periódicos han despedido a periodistas veteranos que han
sacado a la luz pública escándalos de envergadura. Cuando los periódicos
eran fuertes no solo tenían mayor capacidad de inversión en proyectos de
investigación a largo plazo, sino también para resistir la presión de políticos
y empresarios para que supriman de sus páginas las historias que les
eran desfavorables. Aún siendo todo lo imperfectos que son, los periódicos
han sido las instituciones que han liderado el sostenimiento de los valores
del periodismo profesional. Es más probable que una prensa económicamente
sostenible sea también una prensa éticamente comprometida.
Y mientras que el nuevo entorno digital está más abierto al periodismo
ciudadano y a la libre expresión de opiniones, también lo está al periodismo
mercenario. Hay pocos indicadores claros en internet que permitan
distinguir los blogs y sitios web que reciben financiación para promover
determinados puntos de vista, de aquellos sitios informativos que operan
independientemente basándose en las reglas profesionales del periodismo.
Por lo que el peligro no es solamente la mayor corrupción del gobierno y del
mundo empresarial, sino también la degradación del propio periodismo.

El periodismo y el futuro de la democracia

Si los medios tradicionales son insuficientes para sostener el periodismo profesional,
¿qué modelos existen para sostener las funciones públicas esenciales
que tradicionalmente ha llevado a cabo la prensa ? ¿Cómo encajan estas alternativas
en el nuevo entorno digital ? Para poder responder a dichas preguntas
prácticas, se necesita primero formular una cuestión más teórica. Se suponía
que internet, junto con otras nuevas tecnologías, debía ofrecernos una gran
abundancia de información, lo cual en muchos aspectos ha sido así. Pero si
uno de sus efectos es la reducción de la producción de noticias recogidas profesionalmente,
quizá deberíamos entender el marco emergente de la sociedad
y política postindustriales de una forma algo diferente.
Durante los últimos trescientos años, los periódicos se han podido desarrollar
y crecer en parte porque sus lectores casi nunca han pagado íntegramente
sus costes de producción. Desde el siglo dieciocho hasta mediados del
siglo diecinueve, muchos periódicos eran políticamente subvencionados, directamente
por los gobiernos o a través de partidos políticos. Después, cuando
se expandieron los mercados de consumo, los periódicos no solo vendían
noticias a los lectores, sino también lectores a los anunciantes. Y cuantos más
anunciantes conseguían, menos dependientes eran de unos pocos.
La clave del surgimiento de periódicos independientes y poderosos en
Estados Unidos durante el siglo XIX y principios del XX fue su papel como
intermediarios del mercado, es decir como conexión entre un gran número
de vendedores (anunciantes) y compradores en un área local. Ese papel
requería cambios de contenido, lenguaje y diseño, para atraer un público
más amplio, que incluía como lectores a mujeres, de clase trabajadora e inmigrantes.
En vez de estar estrechamente enfocados en política y negocios,
los periódicos se preocuparon en presentar un mayor número de secciones.
El resultado fue una sucesión de innovaciones editoriales en la cobertura
de deporte, crimen, entretenimiento y vida en comunidad, y la adición de elementos como las entrevistas, los cómics y las columnas de cotilleo.
La cobertura de la política y empresa cambió igualmente, dado que los
periódicos presentaban cada vez más color, contexto y análisis en vez de
reimprimir largos discursos políticos o simplemente hacer crónica de los
eventos, un cambio que se intensificó una vez que la radio y posteriormente
la televisión acapararan gran parte de la transmisión de noticias.
Aunque el auge del periodismo de radio y televisión cambió el negocio
de la prensa, no la dañaron porque los periódicos mantenían sus ventajas
locales al ofrecer información a los lectores, y ser la conexión entre anunciantes
y consumidores en una ciudad. A principios del siglo XX era una
industria diversificada y altamente competitiva, pero décadas más tarde,
los periódicos se consolidaron, y a pesar de que muchos periódicos desaparecieron,
los que lograron sobrevivir llegaron a obtener enormes beneficios.
No hay quien mejor haya explicado por qué los periódicos se hicieron tan
lucrativos que el inversor Warren Buffett. En su informe anual de 2006 a los
accionistas de Berkshire Hathaway, Buffett escribió que, hasta la llegada de
internet, los periódicos habían sido la forma más sencilla de generar grandes
ingresos que existía en América. Como dijo un editor no demasiado
brillante : “debo mi fortuna a dos grandes instituciones americanas : el monopolio
y el nepotismo.” Ningún periódico que fuese el único de la ciudad,
incluso siendo malo e ineptos sus gestores, dejaba de obtener beneficios
desbordantes.

Los elevados beneficios del sector tenían fácil explicación. Durante la
mayor parte del siglo XX los periódicos eran la primera fuente de información
para el público americano. Ya se tratara de deportes, finanzas o política,
los periódicos mantenían el reinado. Igualmente importante era que sus
anuncios resultaban ser la forma más simple para encontrar oportunidades
de empleo o conocer los precios de la compra en tu supermercado local.
La inmensa mayoría de las familias, por tanto, sentían la necesidad de leer
el periódico a diario, pero lógicamente no querían comprar más de uno. Los
anunciantes preferían el periódico de mayor circulación y los lectores querían
el periódico con más anuncios y páginas de noticias. Esta circunstancia
sometió a la prensa a la ley de la jungla : la supervivencia del más fuerte.
Por ello, cuando dos o más periódicos existían en una gran ciudad –hace
un siglo era la regla general-, aquél que vendía más ejemplares se convertía
en el único ganador. Una vez desaparecía la competencia, había libertad
para establecer los precios de la publicidad y de los ejemplares. Normalmente,
tanto los precios para los anunciantes como para los lectores, se
incrementaban cada año y los beneficios entraban a espuertas. Para sus dueños, era el paraíso económico.

Si hay un factor que destaca en cuanto a la actual crisis financiera de
la prensa es simplemente que internet ha minado el papel del periódico
como intermediario en el mercado. Los anunciantes no necesitan apoyarse
en las noticias para llegar a los consumidores y los consumidores tienen
otras formas para indagar sobre productos y rebajas. Los periódicos tampoco
son capaces de reproducir en internet la posición de monopolio que
han disfrutado durante décadas recientes, como único superviviente de un
área metropolitana, y por ello han dejado de tener el poder de establecer
los precios de los anuncios, que Buffett describe como “cielo económico.”
Craigslist, eBay y otros muchos sitios ofrecen alternativas y ninguno de
ellos debe asumir el coste de la producción de noticias.
Además los consumidores no necesitan pagar para leer las noticias online.
Los periódicos han podido sacar dinero a ambas partes con sus versio nes impresas : cobrando cantidades altísimas a los anunciantes y cobrando
muchísimo a la vez. Pero online hay otras fuentes de noticias gestionadas
por estaciones de radio y televisión que nunca han cobrado a sus videntes
u oyentes. Por ello, los periódicos pierden tanto circulación como ingresos
por anuncios.
Para lograr más ingresos, otros sitios web de periódicos podrían seguir
el ejemplo del Wall Street Journal y cobrar por el contenido premium. Cierto
que las fuentes de noticias financieras siempre han podido fijar precios
superiores a otros medios informativos por el valor que los lectores del
mundo de los negocios y la economía dan a la información fidedigna, actualizada
al minuto. El problema para la mayoría de los periódicos es que
la restricción en el acceso a sus sitios web no solo les costaría ingresos publicitarios,
sino que potencialmente permitiría que otras fuentes de noticias
ocupar su papel online. De cualquier forma, ya sea regalando sus contenidos
o limitando su acceso, puede que estén cavando sus propias tumbas.
Las implicaciones de estos cambios afectan fuertemente al papel público
de los periódicos. El periódico supone una colección de distintas líneas de
negocio, representadas por sus diferentes secciones, desde las páginas de
noticias hasta los anuncios clasificados, y ha mantenido una visión de servicio
público gracias a que sus líneas de negocios generan beneficios para pagar
la producción informativa. En décadas pasadas, cuando los periódicos
eran fábricas de hacer dinero, sus propietarios podían permitirse el lujo de
hacer un periodismo de servicio público y algunos de ellos llevaron a cabo
ese cometido (otros, simplemente, extrajeron hasta el último centavo de sus
periódicos). Además la ley de Buffett de la jungla periodística, la “supervivencia
del más fuerte” favorecía un concepto amplio del alcance de un
periódico, atento a una amplia variedad de temas de interés humano. Los
incentivos actuales están trabajando en la dirección contraria, empujando a
los periódicos hacia una visión más restringida de su papel.
Y por si estas tendencias no fuesen lo bastante malas, los periódicos han
sufrido un declive acelerado de su circulación y número de lectores. Durante
el último medio siglo, la parte del público que sigue las noticias en
cualquier medio ha caído y los periódicos en particular, han acusado ese
golpe. El porcentaje de americanos que compra un periódico ha descendido
a la mitad del número existente en 1945, y el número absoluto de periódicos
vendidos ha ido bajando desde mediados de los ochenta. Según la ABC,
que audita la difusión en Estados Unidos, después de caer un 2% anual
en años anteriores, la circulación de prensa en 2008 era 5% inferior a la del
año anterior. Un estudio del Pew Research Center destaca que desde 2006
a 2008 la proporción de americanos que decían haber leído un periódico el
día anterior, tanto sólo impreso o impreso y online, descendió fuertemente,
del 38 al 30%. Los lectores que solo leen la web no cubren la diferencia. En
conjunto el número de lectores de prensa y online siguió cayendo del 43 al
40% del público.

No debe darse por muerta la prensa

Un medio que el 40% del público dice seguir leyendo, no debería ser declarado
muerto aún. La situación es también algo más complicada y más esperanzadora
de lo que sugieren estas tendencias. Probablemente, el número
total de lectores de los periódicos se ha estabilizado. En internet, mucha
gente lee temas informativos en blogs y otros sitios que reproducen estos
temas de la prensa, mientras que los “adictos a las noticias” entre nosotros están leyendo más noticias de más periódico, gracias a que internet facilita
el acceso a múltiples publicaciones. Algunos periódicos están ganando un
mayor alcance en sus ediciones digitales. Al estar ahora disponibles para
lectores de todo el mundo, los principales periódicos americanos, como The
New York Times, están siendo más leídos que nunca. Aunque aún no sepan
cómo hacer rentable tanto incremento en el número de lectores, al menos
tienen la perspectiva de poder sobrevivir en el futuro de la red.
En el otro extremo de la escala, algunos pequeños periódicos locales
también gozan de relativa buena salud, principalmente porque el diario
impreso sigue teniendo ventajas para los anuncios muy locales de las pequeñas
empresas. Los periódicos que parecen estar más amenazados por
las tendencias actuales son los de las medianas ciudades, que no atraen
cantidades sustanciales de lectores más allá de sus regiones. Algunos han
ido perdiendo circulación impresa a un ritmo dramático y, según un estudio
del Centro Shorenstein de Harvard, el tráfico en muchos de sus sitios
web ha sido nulo.

Ajustes necesarios para sobrevivir

Algunos de los críticos de las empresas se preguntan por qué no se ajustan
a los menores beneficios y siguen adelante. El problema es que las caídas
en circulación impresa y publicidad van a seguir, y si los periódicos tratan
de mantener el tamaño y el alcance de sus operaciones, quizá no tengan
ningún beneficio, ni siquiera cuando pase la recesión. Tampoco está claro si
pueden hacer ajustes a un ritmo adecuado mientras mantengan un número
de lectores suficiente para ser rentables.

Los inversores insatisfechos, que dudan que la industria tenga respuesta
alguna, hicieron descender las acciones de las compañías periodísticas
en 2008 un promedio del 80%. En algunos casos, la gerencia tiene gran
parte de culpa, porque las empresas se endeudaron fuertemente para hacer
adquisiciones a pesar de todas las señales de que se avecinaban problemas
serios. Ciertamente, hay algunos descalabros hechos a medida, como
el provocado por el magnate inmobiliario Sam Zell, que compró y destrozó
la empresa Tribune Company en un tiempo récord. Pero el colapso se extiende
a lo largo de toda la industria y muchos periódicos están ahora a la
venta por precios ínfimos y sin nadie interesado en comprarlos.
Tanto periodistas como inversores han perdido la esperanza de que los
periódicos, tal y como los hemos conocido, puedan hacer la transición a
un mundo híbrido de publicación impresa online. Al igual que los informativos
de televisión y las revistas semanales de noticias, los periódicos
han estado viviendo de audiencias de una cierta edad, que adquirieron sus
hábitos mediáticos en décadas anteriores. Hace un par de años, parecía que
aún podían confiar en ese grupo de lectores de prensa envejecido, como
apoyo transitorio hasta que los ingresos empezaran a brotar desde la red.
Pero los anuncios online siguen sumando sólo un 8% de las ventas publicitarias,
y su crecimiento se ha estancado a la vez que siguen hundiéndose
los ingresos de los periódicos impresos. El resultado es que los periódicos
están encogiéndose, no solamente en su número de páginas y periodistas,
sino en la dimensión más importante de todas : el alcance de su función
editorial.

La respuesta predominante en la industria ante las crecientes presiones
financieras ha sido concentrar los recursos periodísticos en la realidad más
cercana. En muchos periódicos, la cobertura en el extranjero fue lo primero en suprimirse : el número de corresponsales de prensa americanos bajó un 30% entre 2002 y 2006. En 2004, un proyecto del Pew Research Center para la Excelencia en el Periodismo determinó que las artícilos de portada sobre
asuntos extranjeros sumaban “el total más bajo que cualquier año que hayamos
estudiado jamás.” En un nuevo informe del Pew, de 2008, basado en
un amplio estudio entre responsables periodísticos, dos tercios dijeron que
sus periódicos habían reducido el espacio de la cobertura extranjera en los
tres años precedentes. Durante el mismo periodo, The Philadelphia Inquirer,
The Baltimore Sun y The Boston Globe cerraron sus últimas corresponsalías
en el extranjero. Mientras tanto, las divisiones de noticias de TV también
han cerrado sus oficinas –CBS, que en un momento llegó a tener hasta veinticuatro
oficinas extranjeras, ahora tiene seis-, lo cual disminuye aún más el
número de fuentes americanas de noticias internacionales.

Algunos dirán que no hay que preocuparse. Después de todo, incluso si
los periódicos y las cadenas de televisión americanos eliminan sus corresponsales
extranjeros, internet ofrece un acceso sencillo a medios de noticias
extranjeros, como hace la BBC y los sitios web de organizaciones internacionales.
Pero la disponibilidad no equivale a consumo. El lector medio, que
pueda haber tenido conocimiento de eventos mundiales en un periódico
local o en el telediario nocturno, probablemente no acuda a sitios de noticias
extranjeras en internet. Y no es algo positivo que, en un momento en
que los intereses económicos y de seguridad de Estados Unidos están tan
entremezclados con el resto del mundo, los medios informativos americanos
estén retirándose de la cobertura de acontecimientos internacionales.
Periódicos de todo Estados Unidos también están reduciendo su cobertura
política en Washington. Las oficinas Newhouse y Copley han cerrado
y cuando Tribune Company unió las delegaciones en Washington de Los
Angeles Times, Chicago Tribune y sus otros periódicos, redujo el total de periodistas
en dos tercios. Cox Newspapers, que solía tener treinta reporteros
en la capital para The Atlanta Journal-Constitution y sus otros dieciséis periódicos,
decidió cerrar su oficina en Washington.

Al igual que hay otras fuentes para seguir las noticias internacionales,
también existen otras para cubrir los asuntos que se debaten en Washington,
pero los periodistas de los diarios regionales ejercen un servicio especial
para sus lectores, supervisando a sus representantes en el Congreso e
informando sobre programas federales desde un ángulo local. Los reporteros
en Washington del The San Diego Union-Tribune ganaron un Premio
Pulitzer en 2006 por revelar la corrupción de republicano Randall “Duke”
Cunningham, pero esa misma corresponsalía ha sido cerrada.
El papel de perro guardián de la prensa regional es incluso más necesario
a nivel estatal, donde no hay nadie que ocupe ese lugar cuando dejan
de hacerlo los periódicos. En New Jersey, con trece reporteros a jornada
completa en Trenton, la capital del Estado, el periódico de Newark Star-
Ledger tenía en el año 2000 la mayor delegación de todos los periódicos
del país. Esa apuesta estaba relacionada con su estrategia de circulación
en todo el Estado y cumplía con una misión de servicio público. “Nos parecía,
o al menos me parecía a mí- dijo Jim Willse, el editor del periódico a
American Journalism Review en 2000- que es un papel muy importante, para
un periódico que se difunde en todo el Estado, observar cómo se gasta el
dinero público o cómo funcionan los departamentos, porque no hay nadie
más que lo haga.”

Pero, después de recortar en un 45% sus empleados, al The Star-Ledger
le quedan cuatro reporteros en Trenton en vez de trece. Gannett, que tiene seis periódicos en New Jersey, redujo sus reporteros en la capital del Estado de seis a dos. The New York Times había eliminado antes su delegación de tres personas en Trenton. En total, según la oficina del gobernador, el número de corresponsales en New Jersey, ha bajado de más de cincuenta a quince en la última década. Eso son muchos pares de ojos menos para controlar la gestión del Gobierno.

Otros Estados han observado la misma tendencia. En los anales de la
corrupción, últimamente Illinois ha competido fuertemente con New Jersey
pero, según Tom Massey, secretario de la sala de prensa del Capitolio en
Springfield, el número de reporteros a jornada completa en la sede gubernamental
de Illinois ha bajado de treinta y dos a veinticuatro en los últimos
tres años. Una encuesta del año 2000 contabilizó 543 reporteros cubriendo
los gobiernos estatales. En 2007, según Capitolbeat, asociación de corresponsales
en los gobiernos estatales, dicho número había bajado a 407 —y
fue “drásticamente inferior” en una nueva encuesta realizanda con posterioridad,
según Tiffany Shackelford, director ejecutivo de Capitolbeat. “Me
estoy preparando para lo peor. De nuestra junta de catorce miembros, tres
han perdido sus trabajos en los últimos cuatro meses.” Tampoco parece
probable que las informaciones online con ánimo de lucro vayan a cubrir en
breve este hueco en la cobertura de las state houses. La red de sitios informativos
estatales, Politicker Network, también fue clausurada.

De hecho, la preocupación por la cobertura de los gobiernos estatales,
por el repliegue de los periódicos en general, no se centra sólo en la reducción
del número de reporteros, sino en el deterioro de la calidad del
periodismo. Mientras se eliminan parte de las redacciones, desaparece
igualmente la contrastación interna de la exactitud de las informaciones
que se publican. Al despedir a periodistas con años de experiencia, los
diarios van perdiendo el conocimiento local y las relaciones con fuentes
de confianza, que esos profesionales habían ido construyendo, permitiéndoles
desvelar historias importantes. Los periodistas que la empresa dejó
marchar en el periódico The Star-Ledger —como uno de ellos, Dunstan Mc-
Nichol, me recordó— habían desvelado delitos cometidos por la agencia
financiera para la construcción de la escuela del Estado la privatización
del sistema de inspección pública de vehículos a motor. Hablando con un
grupo de jueces del Estado sobre las ramificaciones potenciales de la crisis
de la prensa, uno de ellos comentó con ironía que una periodista del
Star-Ledger, que había cubierto tribunales durante dos décadas, y hecho
un excelente trabajo, había aceptado su finiquito. “Ella sabe dónde están
enterrados todos los cadáveres” dijo el juez, a modo de metáfora, aunque
en algunos sitios de New Jersey hubieran tenido que pensárselo dos veces
para no tomárselo al pie de la letra.

Aparte de reducir la cobertura extranjera, nacional y estatal, los periódicos
también están reduciendo el espacio dedicado a la ciencia y las artes y
están despidiendo a periodistas especializados en ciencia y medicina, críticos
musicales y literarios. Pero hay un tipo de cobertura que los periódicos
han tratado de proteger, al menos durante las fases iniciales de los recortes.
Según el informe Pew de 2008, se han destinado más recursos a las noticias
locales. Lo que favorece el así llamado hiper localismo, y es que a los periódicos
les resulta más fácil acceder a las fuentes más cercanas. Pero puede
que esta estrategia no funcione comercialmente si significa descender en el
mercado. Al dedicar menos cobertura a un mundo más global y a la vida
cultural, se arriesgan a perder lectores entre la población relativamente
amplia que sí tienen esos intereses y serán menos atractivos para muchos anunciantes. El hiper localismo puede que esté a un pequeño paso de dejar
la redacción tan vacía que los diarios lleguen a asemejarse a los ejemplares
gratuitos que se distribuyen en los supermercados, en vez de a los periódicos
de antaño.
Los periódicos están adoptando otras medidas desesperadas. En un
movimiento muy publicitado, los dos periódicos de Detroit, que operan
conjuntamente, han reducido el reparto de suscripciones a domicilio a
los jueves, viernes y domingos. En los restantes días de la semana, aparte
de la versión online, los diarios aparecen con una edición reducida disponible
únicamente en los quioscos. Esto, sin embargo, podría empujar
a los suscriptores de la prensa impresa al consumo online, donde pueden
encontrar alternativas a la prensa local, y que jamás vuelvan a la edición
en papel. Los anunciantes usarán igualmente otras alternativas. Puede
que, a pesar de ello, otros de los aún llamados “periódicos diarios” dejen
de publicarse en papel a diario, y el fin de semana se convierta en el
último reducto de la versión impresa. Que New York Times promocione
una suscripción a domicilio sólo para los fines de semana, quizá sea una
muestra de lo que nos espera.
En estos momentos, para casi todos los periódicos sería un suicidio
eliminar por completo sus ediciones impresas y aparecer exclusivamente
online. Según las estimaciones de Rosentiel, del Pew Research Center, se
ahorrarían un 40% de los costes, pero perderían más del 90% de sus ingresos.
Como último recurso, algunos podrían dejar de publicar en formato
impreso y mantener una presencia esquelética en la red, pero muchos tienen
tantas deudas, tantas obligaciones en concepto de pensiones y otros
costes heredados, que probablemente no puedan dar ese paso, sin entrar
en bancarrota. El periódico The Christian Science Monitor ha anunciado que
dejará de imprimirse a diario2 y que, salvo una edición impresa semanal,
estará solamente disponible online, pero el Monitor es un caso especial, no
tiene mercado local y está financiado por un iglesia.

El cierre de periódicos en el siglo XX dejó las ciudades con una única
cabecera. En las pocas áreas metropolitanas que mantienen un segundo
o un tercer diario, este proceso puede que se vuelva a reproducir. Por
ejemplo en Denver, donde el diario Rocky Mountain News cerró en febrero
de2009, y en Seattle, donde el Seattle Post-Intelligencer dejó de salir en
marzo del mismo año. Pero no falta mucho para que algunas grandes
ciudades pierdan su último diario y nadie sabe qué efecto tendrá eso. Los
periódicos que se desarrollen online probablemente no se parecerán a los
“voluminosos” periódicos metropolitanos que han aunado tantos intereses
diversos en una sola publicación. Es más probable que una serie de sitios
online especializados atiendan a distintos intereses. Si no hay sucesor
online del periódico diario antiguo, probablemente sea los sitios web de
las emisoras de radio o de los canales de televisión local los que ofrezcan
las noticias generales de la comunidad, pero esos sitios web carecerán de
una cobertura tan extensiva y de una audiencia tan amplia como la que tuvo el periódico impreso.

Muchas de las funciones que se vinculaban a un periódico, se están
desvinculando en sus ediciones online. Pero si los medios emergentes favorecen
el periodismo especializado, ¿cómo podrá llegar e influenciar el
periodismo de servicio público la amplia audiencia que tenían los periódicos ?
No se puede volver al pasado. Si van a proliferar medios de noticias
independientes, capaces de exigir responsabilidades al Gobierno, tendrán
que hacerlo en el nuevo escenario, no en el que existía antes.

Consolidación en internet

Una vez superado el auge de las empresas en internet, afortunadamente
los comentarios entusiastas sobre los milagros de la revolución de la información
dejaron de estar de moda. Pero la transformación social que se está
produciendo, y no cabe duda de que de hecho se está gestando, está fragmentando
los antiguos monopolios de comunicación y poder y generando
nuevas posibilidades para la libre expresión y las políticas democráticas.
Como ocurre en cualquier revolución, algunos de sus efectos no se anticipan, periódico local. Como resultado, en la medida en que internet sustituya a
los periódicos como fuente de noticias, pueden incrementarse las tendencias
que Prior ha identificado – mayor disparidad en el conocimiento entre
los que abandonan las noticias y los que son adictos a las mismas, así como
una mayor polarización ideológica, tanto entre el público atento a las noticias
como en los medios informativos.

Pero hay otra cara de la historia. Como Yochai Benkler comenta en su
brillante libro The Wealth of Networks : How Social Production Transforms Markets
and Freedom, la nueva economía de la información en red tiene algunas
ventajas destacadas para desarrollar los valores democráticos. Los antiguos
medios de masas del modelo industrial requerían grandes inversiones de
capital y facilitaban una plataforma para que hablasen al público un grupo
relativamente pequeño de personas, pero ahora el descenso en los costes de
los ordenadores y de la comunicación ha “puesto los medios materiales de
la producción informativa y cultural en manos de una parte significativa de
la población del mundo, más o menos mil millones de personas alrededor
del globo.” En vez de estar confinados a un papel pasivo, la gente corriente
puede contestar a los medios o evitarlos por completo y acceder a la conversación
pública.

Según Benkler, la nueva esfera pública también está desarrollando
mecanismos para filtrar la información según su fiabilidad y relevancia,
organizándola en caminos fáciles de navegar, y elevándola a niveles más
altos de debate público, al contrario de lo que dicen los críticos que se preocupaban
de que internet se convirtiera en una caótica torre de Babel o un
sistema polarizado de “habitaciones con eco”, como sugirió Cass Sunstein
en su libro Republic.com, al contrario que los antiguos medios de masas, el
nuevo entorno digital facilita la acción individual y cooperativa descentralizada,
organizada a menudo en base a una actitud abierta y voluntaria.
Benkler invierte mucha esperanza en este tipo de producción colaborativa
no-comercial, que ha generado nuevos medios sociales como Wikipedia,
que, sorprendentemente, a pesar de ser una enciclopedia, se han convertido
simultáneamente en un importante medio informativo al ser actualizado
con mucha rapidez.

Evidentemente, algunas de estas innovaciones son ambiguas : la gente
puede compartir ahora su desinformación al igual que sus conocimientos.
Emails con virus, Twitter y las redes sociales pueden ser usadas para extender
rumores y malicia a través de canales ocultos al público más amplio
y aislados de la crítica. Benkler tiene razón respecto a las importantes
ventajas que ofrece la nueva tecnología, pero no equilibra adecuadamente
los beneficios con las pérdidas que también está produciendo la emergente
economía en red. Entre otros, los problemas que Prior identifica, como son
el menor porcentaje de público que sigue las noticias y, quizá lo más importante,
el coste para las instituciones del periodismo profesional.
Hasta hace poco, en primera reflexión, internet parecía ser adictivo, ampliar
enormemente las oportunidades para la auto-expresión y el debate
público, mientras que los periódicos y otros medios antiguos seguían cumpliendo
sus funciones tradicionales, como financiar la mayor parte de los
reportajes originales dirigidos al gran público. Esa asunción de una feliz
complementariedad, ya no se sostiene. Al ocupar el papel del periódico
como intermediario en el mercado local, internet ha truncado los cimientos
económicos de la prensa. Sin duda esto supone ganar en eficacia, porque
los anunciantes ya no tienen que seguir pagando precios de monopolio
a los periódicos y ahora pueden usar alternativas más asequibles, como
y no todos son positivos, y lo que quizá sea más confuso, lo malo y lo
bueno frecuentemente están estrechamente relacionados.
Al incrementar enormemente las opciones de diversificación así como
de información, internet ha extendido el proceso que ya se inició cuando el
cable amplió el número de cadenas de televisión. Y si el politólogo Markus
Prior tiene razón, esa expansión de elección es en parte responsable de una
de las tendencias más preocupantes : una atención disminuida a las noticias
y un compromiso reducido con la vida cívica entre una parte significante
del público.

En las décadas iniciales de la televisión, hasta los años 70, como nos
recuerda Prior en su libro Post-Broadcast Democracy, los tres canales existentes
tenían una audiencia virtualmente cautiva cuando emitían las noticias
nocturnas en el mismo horario. Aunque mucha gente, al llegar a casa del
trabajo, hubiera preferido entretenimiento, veían las noticias nacionales
presentadas por Walter Cronkite, Chet Huntley o David Brinkley y conocían
algo de la política y de los eventos del mundo. Al desarrollarse la televisión
por cable y luego vía satélite, los espectadores podían optar por
programas más ajustados a sus preferencias. Según Prior, un amplio grupo
de espectadores, quizá tres de cada diez, abandonó las noticias por los programas
de entretenimiento, mientras que un grupo menor, quizá uno de
cada diez, empezó a ver más noticias y tertulias políticas en el momento en
que pudieron acceder a Fox News, CNN y MSNBC.

Como muestran los datos de Prior, el resultado ha sido una disparidad
creciente en el conocimiento político entre los que han abandonado las noticias
y los que son adictos a la información. Es más, el carácter del público
se ha transformado. Los espectadores que renunciaron a la información
a cambio de entretenimiento solían tener poca o ninguna fidelidad a un
partido, mientras que los adictos a la información tendían a ser muy partidistas
y, por ello, la audiencia de las noticias se ha vuelto más partidista
que antes. Los programas informativos por cable con una fuerte tendencia
ideológica han respondido ante este cambio y quizás hayan contribuido a
que se produjera.

El declive de los periódicos y el crecimiento de internet como fuente de
noticias pueden tener un impacto similar. Al igual que las audiencias orientadas
hacia el entretenimiento sabían lo que ocurría en el mundo, porque
no les quedaba otra elección que ver las noticias de las cadenas nacionales,
mucha gente que compraba el periódico por los deportes, las recetas, los
crucigramas, o los comics, aprendían algo del resto del mundo ya que, probablemente,
al menos leerían la portada. Por el contrario, en internet, no
necesariamente ven lo que sería noticia de portada en su ciudad, por lo que
es probable que cada vez estén menos informados sobre noticias y política
al reducirse la lectura de periódicos. Por otra parte, al igual que las audiencias
más partidistas tienen más cosas que ver por cable que en la televisión
terrestre, también tienen más que leer y discutir en internet que en el típico anuncios gratuitos en Craigslist, por ejemplo. Pero también existe un coste
para los valores democráticos al perder los periódicos su capacidad de
subvencionar de forma cruzada la información de servicio público. Los
abundantes beneficios que les permitían producir noticias como un bien
público, están desapareciendo.

La información como un bien público

En primer lugar, desde un punto de vista político, la información contribuye
a que la sociedad tenga un buen funcionamiento, en la medida en que
permite al público responsabilizar al gobierno y a otras instituciones de sus
actuaciones. En segundo lugar, la información es un bien público en el sentido
en que los economistas usan ese concepto. Cuando alguien consume
una caja de bombones, nadie más puede tenerlos, pero eso no ocurre con la
información. La información en sí en realidad nunca se agota, cualquiera
puede pasar la información a aquellos que no hayan pagado por recibirla,
y en el medio digital, la información se transfiere de manera muy sencilla.
Así, de forma instantánea, las noticias, en cierto sentido, se han convertido
en un bien aún más público que en el pasado, los derechos de autor protegen
solamente la forma de expresión, no la propia información.

Los mercados infra-producen bienes públicos porque los incentivos privados
son insuficientes para generar tanta producción de esos bienes como
habría si todos los consumidores tuvieran que pagar por ello. Aún así, durante
mucho tiempo, gracias a su papel de mediadores del mercado, los
periódicos han sido capaces de producir este bien público particular —información
noticiable, necesaria para controlar la acción del Gobierno- sobre
una base comercial. Pero esa forma de resolver el problema de la financiación
de la información para el público general está ahora llegando a su fin.
Según Benkler, las redes colaborativas no mercantiles creadas en internet,
representan una forma alternativa de producción de información como
bien público. Antes de que se creara Wikipedia, casi nadie podía suponer
que funcionaría tan bien como lo está haciendo. Pero tiene severas limitaciones
como fuente de sabiduría. Sus entradas, incluyendo temas informativos,
se reescriben de otras fuentes, y no pretenden ofrecer investigaciones
originales ni reportajes inéditos. Tanto la blogosfera como los recopiladores
de información son soluciones parasitarias, ya que se alimentan de los
medios informativos convencionales. Los periodistas ciudadanos contribuyen
desde el escenario de eventos alejados, pero los reportajes pueden ser
simple propaganda de terceros con sus propios intereses.

Las redes de voluntarios no pueden competir fácilmente con algunas
ventajas esenciales que los medios de gran escala y sus profesionales han
tenido. Tanto por la capacidad financiera para invertir en periodistas y redactores
experimentados y asignarles exclusivas y proyectos a largo plazo,
como un sistema bien establecido de normas profesionales que ha sido
fuente base de las buenas prácticas en la producción de noticias. Los nuevos
medios sociales añaden valor en la medida en que sean un suplemento
para el periodismo profesional. Pero no si suplantan a los profesionales,
porque será más difícil contrastar así los rumores incendiarios y la información
maliciosa.

Hace casi un siglo, en Liberty and the News, Walter Lippmann escribió :
“Las noticias del día, tal y como llegan a la redacción son una mezcla increíble
de hechos, propaganda, rumores, sospechas, pistas, esperanzas y
miedos, y la tarea de seleccionar y ordenar esa información es de los oficios más sagrados y sacerdotales dentro de una democracia. Dado que el periódico
es literalmente la Biblia de la democracia, el libro a partir del cual la
gente determina su conducta. Es el único libro serio que lee la mayoría de
la gente. Es el único libro que leen todos los días.”
Por supuesto que hace mucho tiempo que nadie diría en serio que el
periódico es la Biblia de la democracia ni que sus redactores ejercen un
poder sacerdotal. Pero el trabajo de separar los rumores de los hechos sigue
siendo tan vital como siempre. Aunque el periodismo diario pueda estar
perdiendo su base económica, no ha perdido su justificación.

De vuelta al problema central

Si los periódicos ya no pueden seguir financiando de forma cruzada el periodismo
de servicio público y si las formas de colaboración descentralizadas,
no mercantiles, no suponen un sustituto adecuado, ¿cómo se va a
pagar por ese trabajo ? La respuesta, si es que hay alguna, es que vamos a
necesitar más apoyo filantrópico para el periodismo del que nunca antes
hayamos necesitado.

Cuando una sociedad necesita bienes públicos, la solución, a menudo,
es lograr que el gobierno los subvencione o que, directamente, los produzca.
Pero si queremos una prensa independiente del control político, no se
puede admitir que el gobierno patrocine o saque de los apuros a determinados
periódicos. A finales del siglo dieciocho y en el siglo diecinueve, el
Gobierno federal apoyó a la prensa de una forma que los abogados especialistas
en la Primera Enmienda llamaron “punto de vista neutral” : mediante
tarifas postales baratas disponibles para todos los periódicos. Y desde 1960,
tanto el gobierno federal como estatales han ayudado a que las cadenas de
televisión públicas y las emisoras de radio se convirtieran en importantes
fuentes de noticias.

La radio pública ha sido un éxito particularmente notable. En un periodo
donde las emisoras comerciales de radio han abandonado la información,
la Radio Pública Nacional se ha convertido en el último refugio de los
reportajes originales en el dial. Pero tal y como destaca Charles Lewis, un
líder veterano en la investigación periodística, en Columbia Journalism Review,
las emisoras de radio públicas, a pesar de todo su excelente trabajo, no
han sido las que han llevado a cabo determinados importantes reportajes
de investigación. La dependencia de muchas emisoras locales de los fondos
gubernamentales del Estado, las hace vulnerables a la presión política, y
es improbable que llenen el vacío dejado por la bajada de la cobertura por
parte de los periódicos. Virtualmente cualquier propuesta de subvención
gubernamental para la prensa a día de hoy fallaría precisamente por los
mismos principios : la financiación por parte del gobierno federal o estatal
contiene demasiado potencial para la manipulación política. En otros
países, los gobiernos están subvencionando la prensa. En un esfuerzo por
ayudar a la prensa francesa, el presidente Nicolás Sarkozy anunció un programa
para ofrecer a la población de dieciocho años una suscripción gratuita
por un año a un periódico de su elección. En Estados Unidos, esto sería
una broma, aunque dependiendo de cuántos adolescentes eligieran alguno
de nuestros tabloides más subidos de tono, podría darle un significado añadido
al concepto de “medidas de estímulo”.

Otra forma de apoyar la producción de bienes públicos es a través de la
financiación proveniente de organizaciones privadas sin ánimo de lucro.
De hecho, recientemente se ha visto incrementado este tipo de apoyo ha cia el periodismo. Pero gran parte de la discusión sobre el periodismo sin ánimo de lucro ha obviado reconocer que esto puede provocar tres consecuencias distintas. La primera, aunque no necesariamente la más relevante,
es la conversión de los periódicos con un estatus comercial en periódicos
sin ánimo de lucro, como forma de preservar su papel de servicio público.
A menudo, el St. Petersburg Times de Florida, que es propiedad de una escuela
de periodismo, el Poynter Institud de Estudios Mediáticos, es citado
de forma erróna como modelo de este modo de abordar la financiación. De
hecho, el propio diario St. Petersburg Times ha obtenido beneficios, que han
sido usados para convertir el Poynter Institut en un reconocido centro para
la práctica del periodismo. Hoy en día, sin embargo, la cuestión no es si se
usan los beneficios de un periódico de forma filantrópica, sino si determinadas
organizaciones pueden apoyar periódicos que estan perdiendo dinero.
El grupo británico Guardian, propiedad del Scott Trust, se acerca más
a las demandas actuales. Usa los beneficios de sus filiales mediáticas que
generan beneficios para asegurar la supervivencia del diario The Guardian,
que ha perdido ingresos en los años pasados. Pero este modelo depende de
la existencia de filiales que generen beneficios para compensar las pérdidas
del periódico.

Antes de detener la impresión de un diario, los propietarios de algunos
periódicos en declive pueden intentar reconvertirlos en diarios sin ánimo
de lucro, con la esperanza de conseguir contribuciones que los mantengan
operativos. No me sorprendería que algunos periódicos tengan un núcleo
de devotos lectores que estarían dispuestos a pagar un precio más alto en
concepto de contribuciones desgravables que lo que ahora pagan en concepto
de suscripción. Pero ningún periódico ha intentado comprobar si esta
opción reuniría suficiente dinero para seguir con el negocio.

Además de la solución del periódico sin ánimo de lucro, hay un segundo
enfoque que es el apoyo filantrópico a determinados tipos de periodismo,
que se puede llevar a cabo través de múltiples vías, ya sean comerciales o
benéficas. El ejemplo más conocido de esta solución es ProPublica, que se
autodefine como “una redacción de noticias, independiente, sin ánimo de
lucro que produce periodismo de investigación con interés para el público.”
Desde junio de 2008, ProPublica publica online y también colabora en
algunos reportajes con periódicos como The New York Times. Las asociaciones
permiten a los periódicos reducir los costes de los reportajes de investigación
y a la vez dan acceso a ProPublica a la distribución masiva así como
a un control de calidad. De forma similar, la fundación Kaiser, que se centra
en las políticas de salud, ha empezado a emplear periodistas directamente
para crear un servicio de información sobre políticas de salud. Según Drew
Altman, el presidente de Kaiser, además de poner la información a disposición
de periódicos y de publicarlas online, el servicio establecerá asociaciones
con periódicos para temas particulares, que los medios podrán publicar
primero. Algunas otras fundaciones que se centran en áreas específicas de
la política podrían adoptar este enfoque como una forma para promocionar
la concienciación pública por los temas que les preocupan.

La gestión sin ánimo de lucro de los periódicos y la subvención filantrópica
de determinados tipos de periodismo están destinados a proteger
soluciones de periodismo de servicio público que de otra forma correrían
peligro. Pero hay un tercer uso de la gestión sin ánimo de lucro : apoyar nuevos
modelos de periodismo en el entorno online. Un buen ejemplo de este
enfoque es el Center for Independent Media, que según su director, David
Bennahum, recibe unos 4 millones de dólares anuales de setenta financia dores para apoyar sitios informativos políticos online en cinco Estados, así como uno dedicado a las noticias nacionales, The Washington Independent. Bennahum dice que “la clásica narración de los periódicos no es lo que
quieren los lectores [online]” y que los sitios financiados por su centro están
ejerciendo un tipo de periodismo que introduce a los lectores en el diálogo.
La noción de que el medio digital requiere una relación más directa
con “la gente, antiguamente denominada la audiencia,” es un argumento
común entre los periodistas online. Joshua Micah Marshall, fundador de
TalkingPointsMemo.com, que funciona sobre una base comercial, dice que
muchas de las historias de su sitio web surgen de ideas y sugerencias ofrecidas
por los lectores en miles de correos electrónicos diarios. Cualquier
pieza es producto de la información que entra y sale de su servidor ; una
publicación online puede abrir este proceso de forma productiva a cualquiera
que esté capacitado para y dispuesto a ayudar. A menudo, con la
participación de una red de colaboración, se incrementa el desarrollo de
las historias online, en lugar de que éstas sean escritas y publicadas sólo
cuando se hayan comprobado y redactado. Esto es totalmente distinto al
“periodismo ciudadano” y tiene el potencial para ser igual de riguroso que
las prácticas periodísticas tradicionales.

En las ciudades de todo el país, los periodistas están experimentando
distintas estrategias para construir sitios de web exclusivos de noticias,
para compensar las redacciones reducidas de los periódicos locales. Minn-
Post.com, en Minneapolis-St. Paul, es la más interesante de estas iniciativas
y espera atraer un amplio abanico de lectores y patrocinadores mediante la
cobertura de noticias de un espectro relativamente amplio, según su director
general y editor Joel Kramer. Pero su presupuesto anual de 1,3 millones
de dólares no puede afrontar una operación a la escala de un diario metropolitano,
con solo siete trabajadores. MinnPost.com confía especialmente en
periodistas freelance, muchos de los cuales han dejado el diario de St. Paul
Pioneer Press o el Star-Tribune de Minneapolis. Otro sitio de noticias metropolitanas
online sin ánimo de lucro, el VoiceofSanDiego.org, surgió en respuesta
a los escándalos en la ciudad y se ha especializado en periodismo de
investigación. Al igual que la radio pública, estas empresas obtienen dinero
a través de contribuciones de socios individuales y becas de fundaciones
locales, aunque no del Gobierno.

Dudando que alguna vez logren alcanzar la escala de los grandes periódicos
metropolitanos, Rosenstiel compara los sitios de noticias urbanas basadas
en la red con las competitivas revistas urbanas. Si una preocupación
principal es exigir responsabilidades al Gobierno, este tipo de periodismo
agresivo ejerce, ciertamente, una función valiosa y que merece ser apoyada.
Pero debido a sus bases económicas más limitadas, los sitios informativos
no lucrativos, probablemente no puedan ofrecer la cobertura ni podrán
ejercer la influencia de un periódico diario leído por la mitad de la gente
de una ciudad. Los grandes periódicos metropolitanos no emergieron sólo
porque las ciudades necesitaban diarios para informar a los ciudadanos, al
fin y al cabo, las ciudades suelen necesitar muchas cosas que nunca logran
desarrollar. Los periódicos proliferaron porque su papel de intermediarios
del mercado local les permitió generar considerables ingresos por publicidad
así como por circulación, lo cual les hizo ser fuertes e independientes.
Los sitios de información no lucrativos, a los que les falta una fuerte base
publicitaria en la que apoyarse, dependen de donantes para sobrevivir y
se arriesgan a ser destruidos por una simple demanda legal, por lo que es
improbable que lleguen a equiparar el poder tradicional de la prensa.

La sucesión de los periódicos

Puede que no haya sucesor, al menos no como los periódicos que conocemos.
El diario metropolitano puede ser una solución histórica peculiar,
cuyo tiempo ya ha pasado. Puede que no nos acerquemos al final de los
periódicos, sino al final de la era de los periódicos. Una larga fase en la
historia, donde los periódicos publicados en las grandes ciudades han sido
centrales tanto respecto a la producción de noticias como para la vida de
sus respectivas regiones metropolitanas.

Los periódicos metropolitanos han dominado la recopilación de noticias,
han establecido la agenda pública, han servido de foco de controversia
y se representan a sí mismos de forma creíble como símbolos y voces de
las ciudades cuyos nombres han llevado. Han intentado ser una fuente de
noticias para todos, atrayendo a gente a lo largo y ancho del espectro ideológico,
y ser extensos, ofreciendo a sus lectores todo aquello que fuese de
interés cotidiano para ellos. Algunos periódicos, un número menor que los
que existen hoy en día, sobrevivirán a la transición a la red pero, probablemente,
no poseerán la centralidad, ni la esfera de acción, ni la voz autoritaria,
ni mucho menos el monopolio sobre la publicidad metropolitana, como
han tenido hasta hoy los periódicos.

Los medios informativos emergentes en el entorno digital probablemente
estén más centrados en algunos aspectos y más fragmentados en otros. Los
lectores ya se están concentrando en torno a la prensa nacional. The New York
Times, The Wall Street Journal y The Washington Post parecen estar bien posicionados
para capitalizar el abandono de la cobertura internacional, nacional
y cultural por parte de la prensa regional. El probable cierre de algunos periódicos,
o el paso de la publicación impresa diaria a la de fin de semana, sólo
debería intensificar ese desplazamiento. En Europa, la prensa ha estado dominada
por los periódicos nacionales desde hace tiempo ; ahora los periódicos
norteamericanos se están moviendo en esa dirección.

Otra forma probable de concentración de medios informativos no tiene
precedentes ni es equiparable a ninguna otra. En internet, las antiguas divisiones
entre tipos de medios se están rompiendo. En vez de ofrecer solo
texto, los periódicos han empezado a facilitar audio y video, y a pesar de
las actuales regulaciones que limitan la propiedad cruzada de los medios,
parece que será cuestión de tiempo que existan combinaciones completamente
operativas entre los periódicos y las divisiones informativas de las
cadenas de radio y televisión.

También parece probable que los medios informativos emergentes se
fragmenten más por intereses y adhesiones a partidos. Al igual que la
prensa nacional de los países europeos suele estar definida por líneas ideológicas,
nuestros medios nacionales emergentes están tomando perfiles
marcadamente ideológicos. Y mientras muchas funciones tradicionales de
los periódicos se están derivando a sitios especializados, una mayor parte
de las noticias que leeremos será el fruto de redes descentralizadas en lugar
de organizaciones de noticias a gran escala.

Aquellos que tengan las habilidades y el interés por sacar ventaja de
este nuevo mundo de la información, deberían tener muchos motivos para
estar contentos. En vez de estar limitados al periódico local, ese tipo de lectores disfrutan, más que nunca, del acceso a un mayor abanico de publicaciones y discusiones. Pero sin un periódico local, o con uno reducido en secciones y páginas, mucha otra gente sabrá bastante menos de lo que pasa en el mundo. A día de hoy, es más, no parece que haya fuente alguna dis puesta a pagar por los reportajes de interés general que los periódicos están
abandonado. Las soluciones sin ánimo de lucro pueden ayudar a limitar
algunos de estos recortes, pero no es probable que compense la totalidad
de lo que se está perdiendo.
La cobertura de noticias no es lo único que los periódicos nos han dado.
Han ofrecido al público poderosos medios de control del Estado, y ahora
este control está en peligro. Si tomamos en serio la noción de los periódicos
como cuarto poder, el fin de la era de los periódicos implica un cambio en
nuestro propio sistema político. Los periódicos han ayudado a controlar
tendencias corruptas tanto en el Gobierno como en el mundo empresarial.
Si queremos evitar una nueva era de corrupción vamos a tener que invocar
ese poder de otra forma. Nuevas tecnologías no sustituyen viejas responsabilidades.

* Paul Starr es profesor de sociología en la Escuela Woodrow Wilson de la Princeton University (Estados Unidos)

Infoamérica. Numero 2 - 2010.

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Notes

[1Originalmente el artículo indicaba que “McClatchy ha recortado el número de sus reporteros en Washington a la mitad, aunque el recorte de personal ha sido sólo del 17%. Lamentamos el error.

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