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El ministro de Economía utilizó la tribuna de la Conferencia Anual de la UIA para apoyar a su equipo económico, cuestionado por la demora en el canje de la deuda. También sostuvo que la negociación con el FMI puede dilatarse, lo que implica que se seguirá pagando sin reembolsos del organismo. Y apuntó a los críticos del exterior afirmando "No hay razón para dejarse señalar con el dedo más allá de lo conveniente".
Por David Cufré
Página 12, 26 de noviembre 2004
A Roberto Lavagna le llegó el día de estar a la defensiva. El traspié con el canje de la deuda le dio una oportunidad a sus adversarios dentro del gabinete, como Alberto Fernández y Julio De Vido -quienes, a su vez, no se llevan nada bien- para caerle encima, mientras que sus rivales del exterior tampoco desaprovecharon la ocasión. El ministro de Economía utilizó la primera oportunidad que tuvo para responderles a unos y otros, con tono y gestos desafiantes, como para disimular su circunstancial debilidad. Fue ayer, en el acto de clausura de la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina. Lavagna fue allí acompañado por su principal colaborador, Guillermo Nielsen, para demostrar que no piensa sacrificarlo, tal como le sugirieron desde la Casa Rosada. Además, abrió interrogantes sobre la negociación con el FMI.
"Quiero rendirle mi homenaje y mi reconocimiento al equipo que me está ayudando acá y en el exterior, que está haciendo incondicionales esfuerzos para concluir la reestructuración de la deuda", expresó Lavagna, con toda la intención de demostrar que su continuidad en el Gobierno está atada a la de Nielsen. Este último funcionario ingresó al amplio salón del hotel de Pilar adonde se realizó la conferencia cuando el resto de las autoridades nacionales y empresarias ya estaban sentadas en sus lugares. Un ligero murmullo acompañó sus pasos hasta que se sentó en la mesa principal, rápidamente movilizada para hacerle lugar. Nadie lo esperaba, pues su cargo como secretario de Finanzas le da poco contacto con el mundo de la producción.
Antes del jueves pasado, día en que empezó a desmoronarse la estrategia del Palacio de Hacienda para canjear los bonos en default, era impensado que alguien pudiera amenazar la estabilidad del equipo económico. "Ya van a ver cuando se conozcan las 300 páginas del prospecto (con la propuesta a los acreedores), que ha sido calificado como de enorme calidad técnica", les dijo Lavagna a los cuatrocientos empresarios presentes, siguiendo con los elogios a Nielsen. Sus colegas/contrincantes en el gabinete no están tan satisfechos, y así se lo hicieron saber a Néstor Kirchner.
El principal problema del Gobierno por las demoras para salir del default son los pagos al FMI. Lavagna reconoció ayer -tal como anticipó Página/12 el último martes- que la relación con el organismo quedará en suspenso mientras continúe la pulseada con los bonistas. Lo hizo en respuesta a una consulta del público.
"Qué ocurrirá con las negociaciones con el FMI que deben empezar en enero ?", fue la pregunta, leída por un locutor.
"Deben no, no necesariamente", aclaró el ministro. Luego dijo que es "una posibilidad" que comiencen ese mes, pero recordó que "el acuerdo que teníamos con el Fondo era suspender las revisiones trimestrales mientras durara la oferta de reestructuración". El aplazamiento del canje "no altera la relación con el FMI", agregó. Finalmente, dijo que "probablemente habrá que esperar hasta el 17 de enero" para iniciar las gestiones de un nuevo acuerdo.
El hecho de que "no se altere la relación con el FMI" implicaría mantener las condiciones actuales. Desde que se suspendió el convenio, en julio pasado, la Argentina pagó puntualmente cada vencimiento con los organismos internacionales, salvo los que podían postergarse un año con el FMI porque así lo permitían las cláusulas contractuales de los préstamos.
Una alta fuente del Palacio de Hacienda indicó a este diario que el Gobierno intentará iniciar las negociaciones con el Fondo una vez abierto el canje, sin esperar a su resolución el 25 de febrero. Sin embargo, es altamente improbable que Rodrigo Rato y el Grupo de los Siete países más poderosos se presten a acordar con Argentina antes de que se sepa cuántos acreedores aceptaron la propuesta de reestructuración. De hecho, con el cronograma anterior del canje, el nuevo programa con el FMI iba a negociarse en enero y no en diciembre. Si Argentina no quiere soportar la presión de Washington, como dice Lavagna, entonces deberá resignarse a posponer todo hasta marzo. En ese caso, la opción de pagar a los organismos le costará al Estado 1851 millones de dólares y 2331 millones si el arreglo se demora hasta fines de abril.
Lavagna buscó restar dramatismo a la situación. Recordó que el crecimiento económico de 2003 y el de este año se lograron "a pesar del default", con "ahorro interno", y remarcó que la economía puede seguir por ese camino un tiempo más. También hizo un repaso de su propia gestión, en un mensaje a sus críticos. Se remontó al corralito y al caos imperante en abril de 2003 y llegó a la expansión del "17 por ciento" de los últimos dos años.
Después de defender a Nielsen y a sí mismo de los ataques internos, el jefe de Hacienda confrontó con sus críticos del exterior. "Muchos de los países que hoy nos señalan con el dedo han tenido a lo largo de la historia varios sucesos de default más graves que el nuestro", disparó. "Argentina está por debajo de la mitad de la tabla de los países que cayeron en default, así que no hay razón para dejarse señalar con el dedo más allá de lo conveniente", remarcó. A su juicio, "la salida que ofrece la Argentina no es distinta" a la que propusieron otros países en el pasado. De paso, aprovechó para repetir que "la oferta (a los acreedores) es inamovible". Por último, Lavagna citó el editorial publicado anteayer por el diario británico Financial Times, que "podría resumirse en cuatro palabras : tienen que pagar más". "Han llegado hasta el hueso, ya ni siquiera hablan de endulzar la oferta, que para nosotros significaría amargarla", reprochó, recuperando su clásica ironía.
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¿De que caja saldrán los dólares ?
Por Claudio Zlotnik
Página 12, 26 de noviembre 2004
La demora en el canje de la deuda abrió juego a las especulaciones. Algunas de ellas refieren a la relación de fuerzas dentro del propio Gobierno. Otras, a si se mantendrá la estrategia de seguir pagándole al FMI, como hasta ahora, mientras no haya acuerdo con los acreedores. Y en caso de que la respuesta a esto último sea afirmativa, ¿de dónde saldrán los recursos para girar a Washington ? El acceso a esos billetes podría desencadenar una pelea entre Roberto Lavagna y Martín Redrado.
La clave de esa última pulseada está escrita en la Carta Orgánica del Banco Central, que rige el funcionamiento de la autoridad monetaria. En su artículo 20 pone límites a los préstamos del Central al Tesoro Nacional. Actualmente ese tope se encuentra en unos 13.800 millones de pesos. Un informe de la consultora MVA Macroeconomía estimó que al Central le queda un resto de sólo 2400 millones de pesos.
El "sólo" tiene que ver con que ese monto alcanzaría nada más que para cubrir los pagos a los organismos hasta fin de año. A lo sumo, el primer compromiso de 2005. Ese el tope. El dilema que ahora se le presenta a Lavagna es qué hacer una vez que llegue ese momento. Y de dónde sacar la plata si pretende continuar con los giros.
Durante el primer trimestre del próximo año, la Argentina debe afrontar 1851 millones de dólares con los distintos organismos por los vencimientos de capital e intereses. Desde que se congelaron las relaciones con el Fondo, desde Washington dejaron de reembolsarse los pagos. Y parece improbable que el organismo cambie su postura ahora, cuando no se cerró el acuerdo con los acreedores.
En la city observan, a su vez, que el superávit fiscal no alcanzaría para cubrir los vencimientos. Los observadores recuerdan que, en los primeros meses de 2005, Economía deberá hacer frente a unos 400 millones de dólares por los vencimientos de la deuda emitida después de la declaración de default, y cuyos pagos se encuentran en situación normal.
Frente a esta situación, en el microcentro prevén una pulseada entre Economía y el Central para flexibilizar el tope existente. Sería una manera, poco ortodoxa, para poder seguir extrayendo de las reservas los dólares para cumplir con el FMI, el Banco Mundial y el BID. Cabe recordar que el ministro ya había tenido varios choques con Alfonso Prat Gay por el mismo tema. Experto a la hora de especular, un financista mencionó la posibilidad de utilizar los 1000 millones de dólares que Economía tiene guardados para pagarles en efectivo a los acreedores y darse un margen de tiempo para recuperarlos por alguna vía.
Más allá de la ingeniería financiera que se elabore, los financistas creen que la postergación del canje dejó más debilitado al Gobierno, y en particular al ministro de Economía. Los operadores hicieron hincapié en lo costoso que resultará esa prórroga si, en efecto, se decide seguir pagándoles a los organismos sin que éstos devuelvan el dinero, tal como ocurrió hasta ahora.
En los bancos consultados por este diario, mencionaron también que al ministro le será difícil recomponer la relación con Washington, por lo menos hasta antes de que finalice la operación. Al respecto, afirman que, en los canjes de deuda, los acreedores suelen adherir recién al final del proceso, lo que le impedirá a Lavagna mostrar buenos resultados antes de que se vengan los vencimientos encima.
Si bien los financistas descartan, al menos por ahora, un impacto negativo sobre la economía, ponen en duda que el Gobierno pueda cumplir con el nuevo cronograma. Básicamente porque todavía no logró acordar con ningún banco, lo que a su vez sigue demorando la aprobación de los entes reguladores internacionales. Por último, varias fuentes destacaron una cuestión humana : el agotamiento que tendrían algunos miembros del equipo económico ligados a esta operación. No es un hecho menor ante la colosal tarea.
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LA OPINION DE EMPRESARIOS Y ECONOMISTAS
No pasa nada, si no se atrasa otra vez
Los empresarios, tanto de la UIA como de la Sociedad Rural, relativizaron el impacto de la postergación del canje de deuda. Sin embargo, las evaluaciones entre los economistas no son coincidentes. Estas fueron las principales opiniones escuchadas ayer :
– Miguel Kiguel, ex subsecretario de Financiamiento : "Este tipo de tropiezos o de atrasos han sido la regla más que la excepción en otros canjes de deuda, tanto en países como en empresas locales. Uno quisiera que el trámite fuera más rápido porque las circunstancias actuales son buenas, pero un retraso de un mes no es un tiempo significativo para un canje tan importante como es el argentino".
– Daniel Artana, economista de FIEL : "Lo que complicó la historia fue la baja del Bank of New York y lo que ocurrió en Italia. Frente a esos sucesos, lo mejor era postergar el canje. Dados estos problemas, no había alternativas. Así como hoy Argentina tiene un contexto bastante favorable para el canje, el riesgo es que eso se complique para enero, aunque no lo creo. Cuando el proceso se torna problemático se pueden complicar los porcentajes de admisión, aunque no creo que pase".
– Alberto Alvarez Gaiani, presidente de la UIA : "Debemos reconocer la firmeza y convicción demostrados por el Gobierno en la negociación de la deuda, condición indispensable para volver a integrarnos al conjunto de naciones merecedoras de financiamiento e inversión externa".
– Luciano Miguens, presidente de la Sociedad Rural Argentina : "Negativo es sin duda cualquier postergación, pero el ministro explicó que era necesaria. Si fuera por otras dificultades sí sería preocupante. Esperemos poder conseguir en marzo lo que esperábamos para ahora".
– Mercedes Marcó del Pont, economista, FIDE : "Se están exagerando los costos que esto tiene para la Argentina. El país, sin haber reprogramado la deuda, sigue generando empleos y funcionando activamente. Necesitamos patear hacia adelante la negociación con el Fondo Monetario. Sería sentarse a negociar en debilidad si la Argentina no avanzara en la reprogramación del default, pagando cash los vencimientos que tiene por delante con el FMI".
– Claudio Lozano, diputado, economista de la CTA : "La postergación complica más el panorama porque abre la puerta a una mayor presión acreedora y a que la Argentina deba mejorar aún más su propuesta. No comparto el enfoque con que se encaró la renegociación porque el Gobierno, en lugar de dividir a los acreedores, terminó juntando a todos en nuestra contra. Al considerar al FMI como acreedor privilegiado, todos cuestionan a la Argentina para que mejore la oferta, que de hecho ya fue mejorada sustancialmente".
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