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5 août 2008

La fantasía kirchnerista sigue vaciando a la Argentina.

 

Los corrillos políticos aseguran que, pasado el pico de la crisis con el campo enriquecido, la presidenta de la Nación retomaría la iniciativa de un acuerdo del Bicentenario. El mismo tiene muchos límites de clase.

Por Emilio Marín
La Arena
, 4 de agosto de 2008

En los meses previos al 25 de mayo el gobierno nacional hizo esfuerzos por lograr el consenso de instituciones para que firmaran un borrador del Bicentenario. La intención primigenia era juntar las firmas de entidades empresariales y también las agropecuarias, con más la segura adhesión de la CGT de Hugo Moyano, para dar a conocer la iniciativa. La iban a presentar como asentada en la pata empresarial, la pata sindical y el gobierno como garante político.

La prolongación del lock out liderado por la Sociedad Rural y demás socios postergó ese plan. Pasado el chubasco, o eso creen en Balcarce 50, parece llegado el momento de poner ese tema en la consideración de los interesados. El Ejecutivo apunta a presentarse en mayo de 2010, ante los reyes de España, de visita a su vieja colonia, como la representación de un país encolumnado atrás de Cristina Fernández.

Abrochar esa coincidencia, con seducción y medidas conducentes en lo económico-social, será la tarea de Sergio Massa, Florencio Randazzo y Carlos Fernández, además de la misma mandataria. Que lo logren o no, es otra cosa. Por ejemplo, están bastante lejos de conseguir las firmas de Luciano Miguens y su heredero en la Sociedad Rural, Hugo Biolcati. Los popes de la Federación Agraria, CRA y Coninagro lucen tan esquivos como aquellos.

Y una cosa conlleva a la otra : la Unión Industrial Argentina, que acudió a la cita de tiempo atrás con la jefa de Estado y puso el ’gancho’ al preacuerdo, planteó que es imprescindible la participación ’del campo’. Habrá que ver qué hace su titular, Juan Carlos Lasturain, representante de Techint, si al final la gauchocracia decide boicotear el proyecto. ¿Mantendrá su firma la UIA ?

El texto sujeto a cambios plantea unos pocos objetivos correctos y de contenido social. A saber, habla de ’impulso de políticas salariales y de otros mecanismos que mejoren la distribución del ingreso, y de pleno empleo con trabajo decente’. Más adelante propone ’reducir a la mitad las actuales tasas de desocupación, empleo no registrado y pobreza’ e ’incrementar hasta el 50 por ciento la participación de los asalariados en el PBI’. Incluso plantea disminuir la brecha entre el producto bruto geográfico per cápita entre las provincias más ricas y las más rezagadas.

¿Quién, fuera de los defensores del neoliberalismo más salvaje que hablaron de ’provincias inviables’, podría estar en contra de esos enunciados ? El problema es que, por las fuerzas empresarias y gremiales en que piensa apoyarse la presidenta, en vez de ser metas pueden ser mera expresión de anhelos, inalcanzables en la realidad.

La UIA y Techint

La Unión Industrial estampó su firma al borrador. Pero es dudoso que la mantenga si sus colegas estancieros se mantienen empacados. El titular, Juan Carlos Lascurain, defendiéndose de que había dejado en soledad a la Sociedad Rural, publicó su opinión favorable a este sector en ’Carta de Lectores’ de medios gráficos del 30/7. Allí sostuvo que la UIA había planteado desde el inicio del conflicto su defensa del ’incuestionable rol del campo en el desarrollo nacional’ y que ’un acuerdo institucional con vistas al Bicentenario es impensable e imposible sin la participación activa del sector agropecuario’. Mejor defensa de la Rural, imposible de concebir.

El monopolio que está detrás de la UIA es Techint, presidido por Paolo Rocca. Para tener una idea cabal del poderío del holding, hay que poner las cifras de su facturación en Argentina y el mundo : 59.554 millones de pesos en 2007. Así lo detalló la revista Mercado, ’Las mil que más venden’, junio de 2008.

Ese fue el volumen de ventas de Tenaris, Ternium, Techint y Tecpetrol, entre otros tentáculos del pulpo de acero que aprovechó en Argentina la piñata menemista para apoderarse de Somisa por poca plata y en Venezuela de Sidor (ahora nacionalizada por Hugo Chávez).

Tenaris, por ejemplo, agrupa a 8 fábricas de aquí y del mundo, y ganó 6.100 millones de pesos el año pasado. Ternium unía al trío de Siderar, Sidor e Hylsamex, pero por la baja inflingida por el chavismo dejó de ser el ’Tres eterno’. Ya cobrará alguna otra presa siderúrgica por allí.

Esa es la clase de monopolios que está detrás de la Unión Industrial, la misma que se empecina en no pagar buenos sueldos a los metalúrgicos. El año pasado y el actual la paritaria con la UOM fue una de las últimas en firmar. Según la patronal abonaba sueldos muy elevados... ¿De dónde saca la presidenta que con ese socio empresarial habrá distribución del ingreso e ’impulso a políticas salariales’ ? ¿Habrá olvidado que la UIA fue entre 1993 y 1999, con las presidencias de Jorge Blanco Villegas y Claudio Sebastiani, el artífice de las leyes de flexibilización (léase precarización) laboral ?

No son cosas del pasado. La conducción actual de la entidad es el ’dream team’ empresarial con Luis Betnaza (también de Techint), Cristiano Rattazzi (Fiat), Miguel Acevedo (Acindar), Adrián Kaufman (Arcor) y el especialista en legislación antilaboral, Daniel Funes de Rioja. Un vice se fue con licencia como embajador en Francia : Luis Ureta Sáenz Peña, de una automotriz gala.

¿Banqueros del pueblo ?

El 18 de junio pasado, en el acto durante el conflicto con la oligarquía sojera y terrateniente, la presidenta recordó que ’hace cien años este país era el principal productor de carne y trigo y exportaba todo mientras los argentinos se morían de hambre y los obreros eran apaleados y fusilados’.

Esa referencia histórica, acertada y objetiva, resulta contradictoria con que el gobierno haya gestionado la firma de la Asociación de Bancos de Argentina (Adeba), para el Acuerdo del Bicentenario. Es que los directivos de esa entidad, que por entonces agrupaba también a los bancos extranjeros ahora escindidos en ABA, clamaron en los últimos años por una represión inclemente contra asalariados y desocupados.

Sin necesidad de ir más atrás en el tiempo hasta la dictadura, solamente con retroceder hasta la crisis del 2001, se verá que los titulares de aquella cámara unificada de banqueros, como Eduardo Escasany (Banco de Galicia) y Manuel Sacerdote (Boston) fueron peticionantes de la represión contra los piqueteros. Hubo varios muertos por las balaceras de la policía y la Gendarmería, en Ushuaia, Plaza Huincul, General Mosconi, Corrientes, Plaza de Mayo, Rosario y estación Avellaneda.

Lo hacían con el argumento de que los desocupados ’habían cortado las rutas’. Ese discurso se esfumó cuando los que obturaron todo el tránsito fueron los sojeros y ganaderos.

Escasany no contribuyó a la creación de empleo ni al aumento del producto bruto pues la ’patria financiera’ llevó al país al abismo de 2001. Y lejos de pagar por ello, el Banco de Galicia se alzó con adelantos y préstamos del Banco Central por 5.000 millones de dólares. Gracias a ese salvataje, el año pasado el Galicia facturó 3.165 millones de pesos ; la rentabilidad fue a sus controlantes privados. El banco ubicó a Antonio Garces, como vice 1º de Adeba.

El presidente de esa entidad es Jorge Brito, del Macro-Bansud. La fantasía kirchnerista lo clasifica como ’burguesía nacional’, aunque esa entidad reportó una utilidad de 424,3 millones de pesos en 2006, con una mejora del 61,5% frente a 2005. Cuenta con 300 sucursales y reportó un patrimonio neto de 2.315 millones en 2006. Facturó 1.771 millones de pesos en 2007, lo que equivalió a superar en 31,2 por ciento su marca del año anterior. Junto a otras ganancias, derivadas de su inversión inmobiliaria en Puerto Madero, el Macro vendió por 2.954 millones de pesos, ubicándose como el holding número 14 del ranking de empresas.

El director ejecutivo de Adeba es Norberto C. Peruzzotti, que propuso a la dictadura de Videla implementar el voto calificado : un banquero valía mil votos, un empleado uno.

Brito (Macro) y Rocca (Techint) acompañaron en setiembre de 2006 a Néstor Kirchner en su incursión por la Bolsa de Nueva York. Sus compañías cotizan allí. Ellos están para un pacto con Wall Street y no para un acuerdo del Bicentenario que conmemore a los patriotas y la Revolución de Mayo.

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