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5 mars 2003

La burgesia democratica de la Argentina

 

Un análisis sobre la estructura de las clases sociales en la Argentina. Un debate que todavía no se ha cerrado.

Por Alejandro Fiorito
La Insignia , marzo 2003

Desde principios del siglo XX, las tareas de "democratización del Estado" recayeron históricamente en una franja de capitalistas industriales y rurales que contrapesaban la influencia dominante de una burguesía terrateniente y una burguesía financiera externa. Fue el apoyo de otra clase social y una coyuntura internacional marcada por la desconexión internacional -que brindaba la II Guerra Mundial-, lo que permitió la irrupción de una fuerza política distinta.

La llegada del peronismo plasmó una nueva relación de fuerzas en la Argentina, que permitió a muchos pequeños y medianos empresarios lograr una acumulación de capital. Una porción de esta burguesía de diverso y rezagado origen, es la que con el tiempo creció y se diferenció del resto, hasta el punto de desconocer sus objetivos en favor del mercado interno y aliarse -hacia el último cuarto del siglo pasado- con su otrora enfrentada burguesía terrateniente y financiera externa.

¿Qué provocó ese proceso ? Muchas y muy ricas son las explicaciones dadas a lo largo de la historia, pero no abarcaríamos aquí ese desarrollo. Sin embargo se puede tomar un determinante muy importante en relación con el tema que nos ocupa : aquel que ubica al movimiento peronista como uno de los más desarrollados en comparación con otros nacionalismos populares de Latinoamérica. Su fuerza "equilibradora" o de "empate", hizo poner en prioridad a los trabajadores y sus derechos, materialmente avalados por recursos que provenían de la renta agrícola y ganadera. Plasmado en la Constitución de 1949, los derechos laborales de los asalariados llegaron a su techo dentro del momento capitalista argentino. Esto era posible debido a una redistribución interburguesa entre el campo y la ciudad. Es decir que vía modificaciones en los tipos de cambio, se tomaban los ingresos por exportaciones agroganaderas y se financiaban las indispensables importaciones de la industria y así el sostenimiento del salario industrial por encima de sus niveles de productividad. Queda en claro que estos niveles salariales no eran necesarios y que sólo fueron posibles por la existencia de una organización política que tomó las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores.

Pero la forma política desarrollada como populismo era el límite que los trabajadores no superarían ; el lado burgués de ese movimiento estaba en manos de una clase burguesa "parásita" del Estado (o lumpenburguesía, como tan bien definió André Gunder Frank), y por tanto detentaba la posibilidad de redistribuir fiscal y monetariamente, los ingresos por exportaciones agropampaeanas -que sí eran competitivas internacionalmente-. Por lo tanto, el control estatal era decisivo para cualquiera de las dos partes. Las elecciones libres permitía el triunfo de un sector ; los golpes militares, el del otro.

La evolución política de este movimiento tras el golpe de 1955, continuó con un "reformismo tortuoso" en el que oscilaban institucionalmente períodos democráticos intercalados con formas de gobierno dictatoriales. De la Constitución de 1949 solo quedó el artículo 14 bis, como tibia sombra de la relación de fuerzas a la que había llegado la clase obrera dentro del marco capitalista. Esta alternancia de formas de gobierno no evitó además una transformación mediante la acumulación de capital de un sector de la burguesía que continuó creciendo. Con origen distinto al de la burguesía terrateniente de fines del siglo XIX, se habían formado nuevos complejos industriales al amparo de la actividad "redistributiva" estatal ; ejemplo de ello son grupos como Perez Companc, Fortabat, Bulgheroni, Greco, Trozzo, Sasetru, (algunos acabarían siendo eliminados en 1976 con el "Proceso de Reorganización Nacional" en la figura representante de la vieja burguesía agroganadera : Martínez de Hoz) [1].

Los holdings de empresas "tradicionales" eran para entonces : Bagley, Terrabusi, Tornquist, Bunge y Born, Benberg, Garovaglio y Zorroaquin, etc. Se impusieron en dicho proceso junto con una burguesía financiera internacional y algunos grupos que fueron coincidiendo en los objetivos : invertir en el mundo, donde la Argentina tiene cada vez menos relevancia. Sólo una empresa, Techint, posee intereses en la fabricación de tubos sin costura, aunque las principales empresas que los fabrican están en Italia, Japón, Brasil, etc. La Argentina no es su casa matriz, sino sólo una vidriera desde donde usar canales políticos y diplomáticos para el fluir de los negocios. Al día de hoy ese proceso se ha exacerbado con las privatización de las empresas públicas y las políticas emanadas del ’Consenso de Washington’.

Las cenizas del Fénix Lo que en los 80 con algún criterio empírico -y con fundamentación de los costos a pagar por parte de la población asalariada- era sostenido por Marcelo Diamand [2], es hoy una burda parodia que idealiza una clase burguesa inexistente en cuanto tal, como eje director de objetivos nacionales, de defensa de su mercado basado en la inserción internacional de la ubicación de sus productos industriales. No es otra cosa que el plan Fénix, que mas allá de tecnicismos, la supone al igual que la "Carta a los argentinos" de De la Rua y al igual que los discursos de todos los presidentes posteriores, cuando nos hablan a los ciudadanos de reactivación productiva, industrial, o simplemente cuando nos hablan de bajar el desempleo.

Corren las fantasías con la emulación del PT paralelas a la pretendida semejanza de la burguesía paulista con la AEA, de reciente creación. Y a decir verdad se vuelve difusa la diferenciación, en tanto la confluencia de objetivos en este núcleo empresario, se comporta hoy homogéneamente parasitario del Estado. El auge de flujos de inversiones externas directas, que llegó en 1999 al 8,4% del PIB, (promedio en los noventa de 2,5%), se debió exclusivamente a la toma de oportunidades de "negocios fáciles", dichos flujos ya han desaparecido y hoy nos podemos reír con un sabor agridulce, de toda la tinta gastada en sesudos informes de "gurúes" de la city, que aseguraban la sostenibilidad de los mismos luego de las tan cacareadas "reformas". El estudio de las relaciones entre la inversión bruta interna fija (IBIF), las inversiones externas directas (IED) y el producto bruto interno (PIB), nos muestra que en la última década, y en particular en su segunda mitad, el aumento de las IED desplazó y no incrementó las IBIF, como sí había ocurrido en países de este asiático.

Esto marca dos situaciones :
1) el ingreso de IED se ubicó en sectores ya desarrollados por medio de fusiones y adquisiciones, y no en ampliación de actividades, o
2) el carácter rentista de los capitalistas locales, hizo que ante la menor oferta, vender grandes empresas con origen familiar.

Sólo continúa, con reducción en sus rentas un sector agroexportador, que no puede generar empleo para sus 40 millones de habitantes y que los condena a la pobreza de la mano de sus "empleados gestionadores de negocios" de la casa Rosada y del Congreso.

En este año se ha producido en gran parte de la población la posibilidad de tomar conciencia de que la actividad productiva debe tomarse desde los trabajadores so pena de seguir igual. Históricamente el carácter rentístico de la burguesía tradicional, destiñó su ventajismo a toda otra posterior burguesía que llegara a estas tierras, sea con origen en talleres crecidos bajo el ala de la sustitución de importaciones, o posteriores llegadas de empresas transnacionales ante posteriores procesos de apertura externa. Estas últimas han sido tan rapaces como las primeras, no medrando en coimear, utilizar "precios de transferencia", evadir impuestos, adulterar servicios, etc. y toda otra actividad reñida con la "ética del capitalismo" presente en el discurso legitimizador del sistema. En realidad las empresas transnacionales también cobran una renta, no ya de las ventajas comparativas de la fertilidad relativa de la pampa húmeda, sino por el hecho de localizarse en la Argentina : "si ustedes quieren autos, paguen el sobreprecio" sería su oferta.

El mero hecho de limitarse a decir que roban, como lo hace el neoprogresismo, podría llevar a falsas soluciones, en tanto pensar aquí una burguesía vernácula que se comportara como dicen los manuales de economía, es un oxímoron y una utopía eunuca desde el comienzo. Cualquier grupo de poder capitalista en Argentina reprodujo el comportamiento voraz y "no sustentable" por todos conocido. No es poco probable que ese comportamiento continúe brotando que cual aftosa, nunca obtengamos el título de "país libre de lumperburguesía" (con o sin vacunación).

La crisis actual evidencia todas estas características de nuestras clases dominantes, fundamentalmente debido a que la renta diferencial agropecuaria que sostenía hasta hace algunas décadas los niveles salariales mas altos en la región, niveles de desocupación del 6%, la existencia de un sector industrial no competitivo internacionalmente, ha comenzado a acercarse a cero. Por ende, toda actividad se ha vuelto más arriesgada, y de golpe nuestros "capitanes de la industria", se han visto en el brete de quedar "desnudos" ante la población empobrecida, como aquel emperador del cuento de Andersen : solo que en este caso el niño que lo señala está desde diciembre del 2001 en las calles "casi" sin nada que perder.

Notas

Notes

[1Fernando Hugo Azcurra, "La nueva alianza Burguesa en Argentina", ed. Dialéctica, (1988)

[2Diamand, "El péndulo Argentino ¿Hasta Cuando ?", Centro de Estudios de la Realidad Económica, (CERE), (1983)

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