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Reivindicación de la acción política de los ciudadanos
Vandana Shiva, médico y escritora india, fundadora del Movimiento Democracia Viva, ha formulado un lúcido diagnóstico sobre la política en nuestros días : "La globalización neoliberal ha arrebatado la soberanía al pueblo para dársela a las grandes empresas por medio de Estados militarizados. Gobiernos de todo el mundo traicionan los mandatos que los llevaron al poder". El clamor generalizado contra la guerra contra Irak y la respuesta de unos cuantos gobernantes muestran la verdad del aserto de Shiva y desenmascara a gran parte de políticos profesionales del Norte.
José María Aznar, presidente del Gobierno español, habla ante un público de pensionistas en algún lugar de España. Un joven interrumpe el discurso desde la grada con gritos de "¡No a la guerra !". El joven es abucheado, golpeado, silenciado y expulsado. Aznar, impasible el ademán, comenta : "Debemos dar gracias de vivir en un país donde se permiten gestos contra la guerra". ¡Se permiten ! La traición lingüística inconsciente del presidente del gobierno español ilustra más que cualquier argumentación el secuestro de la democracia de los ciudadanos por la mayoría de la clase política dirigente.
En el inicio del siglo XXI, se vive una agonía de la democracia representativa en la que se pretende reducir a los ciudadanos (depositarios de la soberanía y de los que emanan los poderes del Estado) al papel de meros espectadores menores de edad, comparsas de rituales electorales.
El sistema de partidos ha devenido insuficiente, injusto y antidemocrático, porque los partidos, en el mejor de los casos, se han convertido en organizaciones electorales controladas por unos pocos y que viven, o aspiran a vivir, de cargos públicos dotados de privilegios. Es decir, los políticos profesionales hoy detentan el poder. (Detentar : retener algo que manifiestamente no le pertenece ; retener y ejercer ilegítimamente algún poder político o cargo público). La democracia parlamentaria ha sido aguada, descafeinada : ya no funciona ni cumple sus fines. Los teóricos representantes de los ciudadanos son en realidad funcionarios del partido de turno ; esos políticos profesionales consideran y conciben el poder como un privilegio, no como un servicio.
Según el Jornal do Brasil los diputados brasileños se han aumentado el sueldo y sus ingresos, junto con dietas, pagos de celular y de otros gastos, son ya de 260.000 dólares anuales. Esto ocurre en un país en el que hay más de cuarenta millones de pobres que pasan hambre y los diputados aún no se han puesto de acuerdo para aprobar un salario mínimo de 900 dólares anuales. El sueldo de un diputado es 280 veces superior al salario mínimo.
En España, los bancos, que no se caracterizan por su generosidad, perdonaron entre 1997 y 1999 más de 19 millones de dólares de créditos a los principales partidos políticos, según ha denunciado el Tribunal de Cuentas. ¿A cambio de qué ? Los miembros del Gobierno francés, surgido de las elecciones legislativas del verano pasado, cobrarán un 70% más que el anterior Gobierno por una cuestión -dicen- de "dignidad republicana".
Son políticos que no sirven a los ciudadanos sino que se benefician del poder. Con razón, Adela Cortina, catedrática de Filosofía de la Universidad de Valencia, afirma que "uno de los grandes desafíos del siglo XXI es que la gente que tiene poder, tenga también ética" Y añade : "Cuando la ética llegue al poder será la salvación de la Humanidad".
Otro frente en el que disminuye y se agota la democracia es el de la necesidad de la ’gobernabilidad’, proclamada como una verdad inmutable. En nombre de la ’gobernabilidad’ las leyes electorales rompen el principio ’un ciudadano, un voto’, distorsionando los resultados electorales y pudiendo establecerse mayorías absolutas parlamentarias que no lo son de votantes. La mayoría absoluta y la gobernabilidad encandila a los Gobiernos en nombre de la eficacia, cuando en realidad constituyen una forma autoritaria de gobernar
A la vista de ese panorama, en el Foro Social Mundial de Porto Alegre se ha iniciado el debate de cómo reinventar los partidos políticos porque, además, se han mostrado incapaces de plantar cara a la globalización neoliberal destructora y no han sabido satisfacer las necesidades de los ciudadanos. Por eso es urgente recuperar a marchas forzadas el debate público de ideas y proyectos, métodos de control del poder y la participación de los ciudadanos en la marcha de la república, en el logro del bien común. Recuperar la política frente a la tiranía de lo económico y contra el privilegio excluyente de los políticos profesionales. Recuperar la acción política de los ciudadanos, que hagan oír voz, protestas y propuestas. Porque a cada protesta ha de suceder una propuesta, una puerta abierta de respuestas para ese otro mundo que sabemos es posible. Sin propuestas, las denuncias y protestas pueden quedarse en agua de borrajas. Y sin denuncias ni protestas, no nos toman en serio. Ya Aristóteles, Maquiavelo, Rousseau propusieron que la participación de los ciudadanos en la república, lo que afecta a todos, se hiciera con apasionamiento.
Acaso haya que hacer política sin aspirar al poder, y menos aún a los privilegios del poder, apostando por la sociedad de ciudadanos en la que los elegidos como representantes que deban dedicarse a la acción política no puedan ejercer el poder como privilegio y sí como servicio. La política es demasiado importante para dejársela a los políticos. Y no se puede confiar a los líderes o presuntos líderes la imprescindible tarea de cambiar las cosas : cambiar las cosas sólo es posible desde abajo hacia arriba ; desde todos y cada uno de los espacios de vida ciudadana cotidiana, porque la construcción del bien común es el objetivo prioritario de la política, no garantizar los intereses particulares, aunque deben armonizarse ambos fines.
La democracia no es la meta de llegada, es el punto de partida. Qué fatigoso tener que proclamar siempre lo que es obvio.
Xavier Caño Tamayo
Escritor y periodista
Agencia de Información Solidaria
Correo : xavicata@wanadoo.es