Accueil > Empire et Résistance > Homenaje póstumo a Edward Said
Acabo de enterarme de que Edward W. Said ha fallecido. Antes de leer cómo enmarcarán su necrológica los medios de comunicación predominantes, quiero decir algo : hoy el mundo ha quedado mucho más vacío.
Por Mickey Z
ZNet, 5 de octubre del 2003
Hace casi una década, escribí una reseña sobre The Pen and the Sword (La pluma y la espada), una recopilación de las entrevistas de Said con David Barsamian, publicada por Common Courage Press.
Si bien el tiempo transcurrido hace que algunas de las referencias hayan quedado desfasadas, el mensaje sigue siendo idéntico al que escribiría hoy.
Transcribo a continuación aquella reseña en un humilde intento de agradecer el trabajo y el espíritu de Edward W. Said, fuente de verdadera inspiración :
"La cultura popular enseña a la mayoría de los estadounidenses a considerar a los árabes terroristas fanáticos, aunque ineptos-. Los palestinos, según esa concepción convencional, quizá no sean los más fanáticos entre los árabes, pero son sin duda los más ineptos. Otro de los grupos silenciados en este país es el de los disidentes políticos. En una sociedad en la que H. Ross Perot pasa por ser un intruso renegado, son raras las ocasiones en que la verdadera disidencia sea tema de discusión." Así pues, ¿qué puede decirse sobre Edward W. Said, un auténtico disidente político que fue a nacer en Jerusalén cuando la ciudad se encontraba aún en Palestina ? Un intelectual que experimentó el dolor de verse arrancado de su hogar y obligado a abandonar su patria. ¿Dónde se escucha su voz ? A primera vista, la condición de catedrático en Humanidades en la Universidad de Columbia de Said y su autoría de libros como Orientalism y Culture and Imperialism (Orientalismo y Cultura e Imperialismo) encubren la verdadera dimensión de su marginación. Sólo tras leer esta recopilación de entrevistas realizadas por David Barsamian, cofundador de Alternative Radio, uno percibe hasta qué punto se ha ocultado la visión de Said. Se han documentado (aunque no lo suficiente) sus aportaciones para ampliar el debate sobre el papel de la cultura en el avance del imperialismo. Sin duda, Culture and Imperialism señala con dedo acusador hacia objetivos ignorados durante largo tiempo, como Albert Camus y Jane Austen. Sin embargo, cuando Said da más que pensar y que sentir dirige su tremendo intelecto hacia temas tales como el papel de Israel en el caos de Oriente Próximo y la complicidad tácita de la prensa y de los contribuyentes estadounidenses en dicho papel. Así pues, lo que David Barsamian saca a flote en las sagaces entrevistas de "La pluma y la espada" son los sentimientos que se dejan vislumbrar más allá del pensamiento intelectual.
Puesto que Israel (e incluso Arafat) se ve colmado de alabanzas casi a diario por "acabar" con la violencia, resulta casi catártico escuchar a Barsamian planteando las cuestiones difíciles y oír a Edward Said hablando sobre ellas.
Said describe lo indescriptible sin concesiones, a pesar de las amenazas de muerte que ha recibido por parte de ambos bandos de la contienda ambas partes de la contienda, a pesar de que hace poco se le ha diagnosticado leucemia y a pesar de tener que enfrentarse con medios de comunicación que critican menos a Israel que los propios periódicos israelíes.
Al hablar sobre la ceremonia en la que se firmó el tratado y que ha recibido tanto bombo, Said comenta :
"La ceremonia en sí, si uno la veía, como hice yo mismo, me pareció de bastante mal gusto. Aunque me habían invitado a asistir, rechacé la invitación porque, para mí, no era motivo de celebración, sino de duelo.
En primer lugar, estaba Clinton, como un emperador romano que reúne en su corte imperial a dos de sus reyes vasallos y hace que se den un apretón de manos frente a él. Después, el desfile de personalidades estelares a las que se invitó. Y después, lo más penoso de todo, fueron los discursos.
El primer ministro Rabin pronunció un discurso que parecía un discurso palestino lleno de angustia, un discurso al mejor estilo Hamlet, marcado por la ansiedad e incertidumbre, la pérdida y el sacrificio. . Al final, incluso, terminé sintiendo pena por Israel.
El discurso de Arafat, en cambio, había sido escrito por hombres de negocios y fue por lo tanto el discurso de un hombre de negocios, al más puro estilo de un contrato de alquiler. La verdad es que fue bastante espantoso. Y como ni siquiera pronunció una palabra sobre los sacrificios del pueblo palestino, ni siquiera dedicó una palabra seria al pueblo palestino, pensé que se trataba de una ocasión terriblemente triste. Y tuve la impresión de que su discurso, la ocasión, la ceremonia, todo, parecía estar en consonancia perfecta con el contenido del tratado que, al fin y al cabo, hace de los palestinos un pueblo subordinado y dependiente de los israelíes, que continuarán controlando Gaza y Cisjordania en el futuro inmediato." A mí me resulta igual de triste contemplar una sociedad que carece de una voz tan bien razonada como la de Edward W. Said. Cuando Barsamian le pregunta por su futuro, la respuesta de Said resuena con emoción controlada :
"Intento no pensar demasiado en el futuro. Hay que seguir adelante. Pero, en general, me siento mucho mejor con respecto a mí mismo, mi situación y mi salud. En realidad son factores que se complementan entre sí. Creo que el gran desafío consiste en no permitir que el futuro se convierta en el centro de cada momento, en dejarlo a un lado y en seguir con lo que tienes entre manos.
Siento que tengo mucho que decir y que escribir, y sólo quiero dedicarme a hacerlo." Todo aquel que esté interesado en fomentar una estructura social más equitativa, le debe a Edward W. Said -y a sí mismo- el no permitir que sus valerosos esfuerzos hayan sido en vano. Incluso aquellos que quizá no estén de acuerdo con sus disertaciones, pueden beneficiarse de "La pluma y la espada", un libro de una calidad y una importancia inusitadas.
Puede ponerse en contacto con Mickey Z. mediante mzx2@earthlink.net.
NOTA : El Correo de la Diaspora Argentina y el equipo de traductores de ZNet Español desean expresar su pesar por la desaparición de Edward Said.