Los ojos del país y la lupa del periodismo estuvieron posados sobre el comicio santafesino. Hubo una victoria ajustada del socialismo, una derrota kirchnerista y un avance de la derecha macrista, que salió segunda.
A favor de la elección en Santa Fe hay que decir que tuvo una alta participación, del 73 por ciento de un padrón de 2,4 millones de electores. En un país donde el voto es obligatorio sólo en los papeles, ese nivel de concurrencia merece destacarse. Por lo general, años atrás esa marca se reservaba para presidenciales y a veces ni siquiera éstas llegaban al 70 por ciento.
Por segunda vez los santafesinos usaron la boleta única. Fue otro avance de la democracia pues asegura que todos los partidos políticos estuvieran en todas las mesas de votación. La existencia de boletas de cada agrupación se prestó casi siempre a que los partidos con fiscales en todos los circuitos, o los votantes de aquellos, se robaran boletas de los partidos menores, que no tenían forma de fiscalizar la infracción ni de reponer en el acto la papelería. Ahora están todos, sí o sí.
El 7 de agosto próximo la boleta única debutará en la elección de Córdoba y quizás tenga inconvenientes propios de un debut. Pero la experiencia de la provincia gobernada por Hermes Binner demuestra que se debe apostar a la boleta única.
Postergados.
No es una panacea para todos los límites que tiene la democracia. Estos dependen de otros factores más difíciles de remover en una democracia que no llega a ser plenamente participativa en un sistema capitalista dependiente. Pero es un buen avance, mucho más en un distrito como el que votó el domingo, donde anteriormente el peronismo y el radicalismo, sobre todo el primero, gobernó muchas veces usufructuando el perverso sistema de la « ley de lemas ».
En ese tiempo la suma de todos los candidatos de un partido, el PJ, aún con profundas diferencias entre sí, permitía postergar a otro que presentaba un candidato único, el Partido Socialista, aún cuando éste hubiera terminado primero en votos.
Otra cosa positiva a destacar fue que los tres candidatos con chances de ganar, esto es Antonio Bonfatti (Frente Progresista Cívico y Social), Agustín Rossi (Frente para la Victoria) y Miguel Torres Del Sel (Unión PRO Federal), aceptaron participar de un debate televisivo. El mismo fue organizado por Canal 5 de Rosario, Radio la Ocho y el diario La Capital. Hubo cruces, polémica y algunas chicanas, pero con un nivel básico de respeto.
Así la democracia salió ganando porque para una cierta cantidad de electores pudo dejarle razones para confirmar o cambiar su sufragio. Lamentablemente ese nivel de tolerancia no fue posible en la Capital Federal por negativa de Mauricio Macri, a quien la investigación judicial de Ariel Lijo sospecha de ser el ghost writer (escritor fantasma) de la campaña sucia contra Daniel Filmus. Tampoco en Córdoba habría un debate de los candidatos más importantes porque José Manuel de la Sota, del PJ, no aceptó, al menos por ahora. La Universidad Nacional de Córdoba y los Servicios de Radio y Televisión (Canal 10) lo harían con el resto de los aspirantes a la gobernación, sin él.
Números.
El resultado final para gobernador fue en Santa Fe de 38 por ciento para Bonfatti, 35 para Del Sel y 22 para Rossi. Estos guarismos desairaron a las encuestadoras ; no fueron un mero error técnico en más o menos 2 puntos. Esos sondeos decían en forma coincidente que ganaba Bonfatti, pero por una diferencia más amplia. Y hasta los días previos estimaron que su contrincante mayor era Rossi, que llegaría segundo. Si bien hubo un preaviso de que Del Sel venía en ascenso, no se vaticinó que pudiera ocupar la segunda posición postergando al actual jefe del bloque K de Diputados por tantos puntos.
Incluso cuando hubo terminado la votación y se llevaba escrutado el 20 por ciento de las mesas, la información era que el Midachi macrista punteaba el comicio. Después esta tendencia se revirtió y a la medianoche Bonfatti y Binner pudieron festejar una victoria apretada.
En esos discursos sobró alegría. El triunfo tiene su razón de ser en la buena gestión de Binner como intendente de Rosario y en cosas positivas realizadas luego a nivel de la provincia. Los socialistas tienen muchas limitaciones pero en comparación con la gestión de peronistas como Carlos Reutemann y Jorge Obeid, sacan ventaja.
Una traición.
Rosario, y no Santa Fe, fue la clave de la exigua victoria del Frente Progresista. En esa ciudad la candidata a intendente Mónica Fein, diputada nacional, acumuló casi un 50 por ciento de los sufragios y otorgó a Bonfatti esa diferencia que precisaba para superar al cómico macrista.
Los socialistas no tuvieron votos de sobra. Al contrario, les faltaron en cotejo con cuatro años atrás, cuando Binner colectó 48 por ciento. Ahora tuvieron 10 puntos menos. ¿Por qué ? Varios de éstos se fugaron hacia Del Sel ; hubo radicales y lilitos que optaron por votar directamente por el candidato de Macri.
Ricardo Alfonsín y Elisa Carrió habían llamado en Capital a sufragar por el líder del PRO en el ballottage del 31 de julio. Muchos de sus votantes ya habían actuado de ese modo en la primera vuelta. ¿Qué podía tener de raro, entonces, que radicales santafesinos y del ARI, votaran por el payasesco candidato de Unión PRO Federal ?
Ese era un gesto amistoso hacia Macri, con la esperanza de que éste los beneficie en sus candidaturas presidenciales. Y de paso limaban a Binner, que es un competidor en octubre y con el cual rompieron las relaciones (la fórmula Alfonsín-Binner murió antes de nacer).
La primera traición fue la de radicales y otros socios de Binner, que le pusieron su voto al PRO. La baja en el caudal socialista le provocó que perdiera la mayoría legislativa : Bonfatti debería lidiar con una Legislatura opositora.
La otra traición.
Que "Chivo" Rossi haya sido desplazado al tercer lugar, con el 22 por ciento de los votos, tiene mucho que ver con la traición de un amplio sector del justicialismo santafesino.
La expresión más clara de esa maniobra fue el senador Reutemann, quien no había colaborado en absoluto con la campaña de Rossi y le dio el golpe en los últimos días. Fue cuando declaró : « yo soy peronista, no kirchnerista ». Era la señal abierta de que su sector no pensaba sufragar por el candidato de un peronismo supuestamente unido tras las internas abiertas y obligatorias. De allí había salido la fórmula del FPV-PJ que en esa oportunidad fue la más votada de todos los partidos.
Reutemann, del peronismo menemista y duhaldista, y a la vez fuerte productor sojero y agropecuario, no había cambiado de opinión política. Estaba en contra del « modelo nacional y popular » del que presume el cristinismo y que en Santa Fe encarnaba Rossi. En 2008 y 2009 éste fue denigrado por los productores sojeros en los cortes de rutas. En cambio, « Lole » iba con sus motos de alta cilindrada por las rutas para alentar los « piquetes de la abundancia » a seguir en su negativa a pagar más retenciones por exportación de la soja.
El senador es un político ladino, que no actúa de frente, y quiere preservarse como político del justicialismo tradicional. A diferencia suya, Eduardo Duhalde se ubicó repetida y públicamente del lado del PRO, con el que hizo una alianza de distrito. Lo suyo no fue bajo cuerda ni con mensajes crípticos. Lisa y llanamente trabajó para que Del Sel hiciera la mayor elección posible.
Con esos votos de origen peronista y los ya mencionados de radicales y lilitos, el invento de Macri se dio el lujo de llegar segundo y meterle nervios al búnker de Bonfatti-Binner en las primeras horas del conteo.
Responsabilidad.
Rossi admitió su derrota. Pudo haber imitado a Filmus y decir que en 2009 sacó sólo el 9 por ciento de los votos y ahora el 22. No hubiera alcanzado para cambiar el resultado adverso. Trató de asumir toda la responsabilidad y que no fuera ni una parte hacia la presidenta de la Nación. Ya demasiado eran las cargadas contra ella entre las huestes del PRO y en el acto socialista, donde se cantaba « para Cristina que lo mira por TV ».
La pobre cosecha de Rossi en cambio se revirtió en la lista de legisladores provinciales, ganada por María Eugenia Bielsa, con el 35 por ciento. Está clarito que muchos votantes peronistas votaron por ésta y no por aquél.
Ya bastante injusto había sido Binner que en su discurso de la medianoche se victimizó con que « a Santa Fe nunca le dieron ni un alfiler ». La victoria no habilita decir macanas. La verdad es que Nación sí cumplió con la provincia y financió muchas obras.
El más feliz de todos era Del Sel, que había cerrado su campaña como « Tota », con minifalda, en el living de Susana Giménez. El cronista termina aquí sus reflexiones, para no tentarse de parafrasear a Fito Páez, en este caso sobre más del 35 por ciento de santafesinos que votaron ese engendro.
La Arena. La Pampa, 26 de julio de 2011