El creador del detective Pepe Carvalho conversó telefónicamente desde Barcelona con este cronista. Habló de todo, sin privarse de nada : desde el lobby de las empresas españolas en la Argentina hasta el populismo del que hace gala Eduardo Duhalde.
Por Pablo Chacón
¿Qué tipo de fantasmas cree usted que resucitaron todo este último tiempo en España respecto de la Argentina ?
Bueno, como era de prever, los tópicos sobre la ingobernabilidad económica y metafísica de los argentinos, pobres seres maltratados por infinitas clases de corrupciones, ’...y eso que es un país tan rico, y con tanta tierra’, y todo esa cantidad de cosas establecidas por la sabiduría más reaccionaria del sentido común. La crisis social e ideológica del radicalismo y de los peronismos realmente existentes agudizaron la sensación de última estación, de posible golpe militar. Esa es la visión más generalizada. Acaso ahora, una vez que se definan las candidaturas, todo eso sea un recuerdo. Porque así de consistentes son las ’visiones’.
¿Cuál es su opinión sobre el senador Eduardo Duhalde ?
A mi juicio, Duhalde sólo responde a una de las posibles (e infinitas) lecturas del peronismo. El peronismo, según entiendo, es un inmenso poliedro en el que cabe desde un neoliberal como Menem hasta sindicalistas de corte criptoanarquista. Pero no hay que olvidarse que el momento más violento y decisivo de la actual crisis, allá por diciembre del 2001, fue desencadenada, entre otros factores, por las masas en la calle, manifestándose bajo una rúbrica que los sociólogos llamarían ’rebelión primitiva’...
¿Cómo la relaciona con Duhalde ?
Sólo un populista como Duhalde podía intentar encauzar la protesta sin recurrir a una ley de excepción y a la violencia. De todas formas, los problemas de la Argentina no están resueltos ni mucho menos ; no hay por qué no pensar en una repetición de hechos de violencia si algunos sectores muy beneficiados durante el decanato menemista no bajan las pretensiones. Tampoco hay que olvidar que el fordismo se inventó en un día de fiesta, durante la semana.
Las presiones de las empresas españolas (y de las otras) afectadas por la devaluación, además de lógicas eran judicialmente válidas. Ahora bien, ¿era necesario tanto despliegue de figuras, Felipe González, el canciller Piqué, los llamados telefónicos diarios de Aznar a Duhalde, etcétera, etcétera ?
(risas)...Hay que reconocer que la penetración del capital extranjero en la Argentina (y el español entre ellos) se hizo en las mejores condiciones, en condiciones ideales para los inversores. Pero tampoco puede olvidarse el papel nefasto del capitalismo argentino, de las empresas argentinas, más interesadas en colocar su dinero en el extranjero que en invertirlo o reinvertirlo en el país. Se sabe, está en su lógica, que todo inversor tiene alma de predador, pero los argentinos no tienen piedad ni con sus compatriotas...Volviendo a su pregunta : el volumen de negocios españoles en la Argentina es importante, evidentemente no como para exportar un batallón de lobbystas, pero sí como para que los políticos españoles demuestren preocupación y algo más por esos intereses.
Desde el retorno de la democracia en 1983, la clase dirigente argentina es como un elenco estable que cambia de puestos y partidos pero siempre está. En esas condiciones, ¿puede salirse del pozo ?
Mire, yo no soy futurólogo, pero como decían algunos senadores que en Italia respondían al ex primer ministro socialista (Bettino) Craxi, ’la democracia es un sistema caro’. Así justificaban su corrupción y el financiamiento ilegal de sus partidos, necesitados de fondos para mantener sus aparatos burocráticos y concurrir, de tanto en tanto, al mercado electoral. La democracia, como se ha dicho tantas veces, es el menos malo de los sistemas políticos inventados a la fecha, pero últimamente padece una fuerte crisis de amaneramiento en los países desarrollados y otra, mucho más grave, en los no desarrollados. El sistema democrático, según creo, está hecho a la medida de una garantía, la estabilidad económica : es decir, que el capital pueda seguir acumulando. Si el capital puede acumular, respeta la democracia. Si no, llama a los militares, viste a sus propios hijos con camisas negras y los lanza al combate para recuperar la hegemonía. Es cierto que los sectores populares pueden corregir las cosas mínimamente con sus votos, pero los mecanismos de persuasión, alineación, la democracia formal, burguesa (si se me permite la palabra), no los debilita sino que los refuerza ; y el mercado es el instrumento de su validación.
¿Y entonces ?
Y entonces queda la democracia participativa, un sistema más o menos alternativo que debería ser sometido de manera constante a la vigilancia de la sociedad civil, a través de un asociacionismo externo, y que de ninguna manera excluya a las formaciones políticas tradicionales. Siempre queda alguien que vale la pena.
La globalización finalmente, ¿no está llevando las cosas en esa dirección ?
No necesariamente. Y la Argentina es un ejemplo de lo contrario. Los países latinoamericanos han sido insertados en la globalización no como globalizadores sino como globalizados. De hecho, la actual crisis de su país es el efecto de los desastres que ya hace unos años afectó al sudeste asiático. El mismo Felipe González me anunció que el huracán nacido en el sudeste asiático empezaría barriendo el MERCOSUR (sic). Es la condición para que ese huracán, una vez que llega a Ginebra, Davos, Washington o París, ya sea una inofensiva corriente de aire.