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19 janvier 2020

Hacia una democracia comunicacional

par Nora Merlín

 

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Karl Marx, en Las Tesis sobre Feuerbach (1845), más precisamente en la tesis 11, concluye que « Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo ». El pensador alemán afirmaba que la filosofía si no se convertía en una práctica transformadora, no servía para nada.

Durante los oscuros años del gobierno neoliberal, la oposición necesitó un tiempo para comprender los mecanismos utilizados por el poder para imponer el plan neoliberal y hechizar la subjetividad. En ese tiempo, el campo popular pudo desentrañar las operaciones mediático judiciales, el uso de las fake news y el lawfare, pudo constatar la instalación de afectos como la angustia, el miedo y el odio para disciplinar, y comprender una de las estrategias centrales utilizadas por el poder : invisibilizar los intereses empresariales y transformarlos en « el bien común », « la República » y « los valores democráticos ». La subjetividad aprendió a interpretar los mensajes comunicacionales de los medios corporativos, que buscan colonizar el sentido común, y descubrir los intereses que hay detrás de las declaraciones y promesas de los dirigentes de Cambiemos, que se burlaron y engañaron a sus votantes.

Una vez que se comprendieron las tácticas de guerra utilizadas por el poder y se visibilizaron sus intereses encubiertos por las técnicas de marketing y autoayuda, cualquiera se volvió capaz de discernir los intereses y negocios privados detrás de un relato republicano, que se manifestaba en contra de la corrupción.

El discernimiento y la subsiguiente asunción colectiva del mismo posibilitaron la transición a las consecuencias prácticas y transformadoras. Comprensión o discernimiento y organización del campo popular fueron dos operaciones políticas centrales empleadas por la oposición que condujeron al triunfo del Frente de Todos en las urnas.

Discernimiento de los intereses del poder, construcción y organización del lazo militante y de las consignas asumidas colectivamente, fueron acciones determinantes en la política. La organización de la unidad, es decir de las fuerzas nacionales y populares que se oponen al neoliberalismo, continúa siendo la mejor jugada para contrarrestar al poder neoliberal. Entendemos que la organización no es sólo un medio para conseguir fines, sino también la construcción de los fines mismos.

La actual democracia muy debilitada por la saliente gestión neoliberal, que se orientó por la concentración del poder, requiere del fortalecimiento de las instituciones así como de mecanismos de regulación que sean capaces de limitar, distribuir y desconcentrar. No solo los dirigentes, sino también el pueblo deberá generar defensas contra el poder del mal que continúa actuando silenciosamente, desestabiliza y ataca. Los dos agentes, pueblo y Estado, tendrán que profundizar en el discernimiento y la organización de una unidad cada vez más amplia y en la invención renovada de algunas de sus prácticas políticas.

Por ejemplo, ya se comprendió que el monopolio de la información y de la verdad perjudican a la democracia, resultando el derecho a la información y la pluralidad de voces fundamentales para su funcionamiento. La Ley de Medios promulgada en el 2011 por el gobierno de Cristina, establecía normas para el funcionamiento y la distribución de licencias de los medios de comunicación. Fue modificada por un decreto de Macri, apuntando a morigerar el carácter antimonopólico de la ley, en beneficio de los grandes grupos, en particular de Clarín.

En resumidas cuentas, actualmente no hay democratización de la palabra pública o, dicho de otro modo, Clarín continúa siendo dueño de los diccionarios. ¿Cómo hace lo social, sin Ley de Medios, para defender la democracia y construir mecanismos que limiten el monopolio de la palabra y permitan el discernimiento de la verdad ?

Si aplicamos a la situación nacional el axioma marxista, la célebre tesis 11, habiendo interpretado los mecanismos que utiliza la corporación mediática para colonizar la subjetividad, el pueblo está frente a una encrucijada política : sin Ley de Medios deberá encontrar en las fuerzas sociales mecanismos capaces de funcionar como límite o dique en función del derecho constitucional a la información.

Es momento de transformar desde abajo la realidad construida por la corporación mediática. Habrá que pasar a una acción que consista en una presión colectiva en torno a la consigna del derecho a la información verídica.

Inventar un Observatorio Interdisciplinario, una herramienta de regulación democrática y popular sin dogmatismos ni partidismos, será una de las prioridades de la política nacional para resucitar la democracia.

Nora Merlin* pour El Destape

El Destape. Buenos Aires, 19 de enero de 2019.

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