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8 mars 2005

Peligro de desestabilización de América del sur con Bolivia.

 

Este análisis puede llevarnos a ver de qué manera la política extranjera de los Estados Unidos y de Europa apoyaría los intereses de sus multinacionales presentes en el continente, creando una zona de guerra civil permanente a la colombiana, puede impedir el progreso de la unión del movimiento bolivariano con el MERCOSUR. Si bien Bolivia es un problema mayor para toda América latina. Paz y gas, un solo compromiso, sí, pero con el pueblo boliviano.

Carlos Debiasi
El Correo

Por Martín Granovsky
Pàgina 12 Buenos Aires, 8 de marzo del 2005

La primera razón : tener un vecino inestable siempre es un tema doméstico, no diplomático.

La segunda razón : la Argentina [1] quiere explotar menos gas propio y comprar más gas en Bolivia, y viene negociando mayor seguridad en la provisión y mejores tarifas para una cantidad que debería llegar a los 20 millones de metros cúbicos por día en el 2007 [2]. La cifra actual es de la tercera parte.

No sólo la Argentina tiene esperanzas en el gas boliviano. También Uruguay. Y Brasil, a través de la estatal Petrobras, ya se convirtió en un gran jugador dentro de Bolivia, donde genera un cuarto de la recaudación fiscal. Incluso Paraguay depende de la estabilidad boliviana. Si el rico departamento de Santa Cruz llegara a desgajarse del resto y eso redundara en una guerra de secesión, ningún vecino quedaría al margen.

La situación es tan compleja que no quedará resuelta ni siquiera si hoy o mañana el Congreso rechazara la renuncia del presidente Carlos Mesa.

A diferencia de Eduardo Duhalde en la transición argentina desde la crisis del "que se vayan todos" y la devaluación, Mesa no es jefe de ningún partido político. A diferencia de Kirchner, carece de estructura prestada. La fuerza con la que fue electo vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Losada, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, tiene parlamentarios pero ningún peso político en la calle.

En las últimas elecciones, las municipales de diciembre, el MNR obtuvo sólo el 6,6 por ciento. El Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que en los últimos años cogobernó alternativamente con el MNR o la derecha del fallecido Hugo Banzer, sacó poco más, el 7%.

El partido más representativo es el Movimiento al Socialismo del líder cocalero Evo Morales. Pero la crisis no se resolvería siquiera si Mesa optase por regalarle la política al MAS : no representó el 80% de los votos sino el 20,9 % en las presidenciales del 2002 y el 18,4 en las últimas municipales.

El resto del electorado quedó repartido entre las 341 agrupaciones ciudadanas y los 63 pueblos indígenas, dos categorías que compitieron por primera vez en la historia el año pasado. Sin embargo, no tienen una representación nacional unificada.

"Esperemos que los dirigentes políticos bolivianos alcancen un consenso nacional", dijo ayer Richard Boucher, vocero del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Boucher tenía razón. Siga o no Mesa, parece inviable toda salida política si no hay un compromiso que abarque a Morales. Inviable para Mesa, para Morales y para el fragmentado sistema político boliviano, que ya no tiene partido hegemónico como un peronismo y agrega al descrédito de la clase política un nivel de pobreza del 73 por ciento y una tensión de identidades indígenas diversas que representan el 62 por ciento de la población.

La pregunta es si Boucher incluyó a Morales en su razonamiento. Si Washington mantuviera su política del 2002, la respuesta sería inquietante. En su momento el embajador Manuel Rocha, que antes fue encargado de negocios de los Estados Unidos en la Argentina, dijo en público que nadie debía votar al cocalero e insinuó que tenía relaciones con el narcotráfico y el terrorismo.
Conviene retener un dato : los Estados Unidos cuentan con mil funcionarios en Bolivia.

Cualquier salida política que excluyese a la primera minoría de Morales, apoyado por el venezolano Hugo Chávez, no sólo dejaría sin una pata importante a las instituciones bolivianas. También haría ingobernable a Bolivia. Se llevaría a cabo, así, una profecía autocumplida.

Por un lado, los Estados Unidos aplican la doctrina de su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, según la que el mayor peligro viene de los llamados "espacios ingobernados", es decir sin Estado, como la selva colombiana en manos de las FARC.

Por otro, si la obstinación local e internacional impidiese un acuerdo razonable, toda Bolivia se convertiría en un espacio primero ingobernable y luego ingobernado.

En 2003, durante la crisis, la Argentina primero apostó a Evo y luego a la estabilidad política, que en buena medida se logró por gestiones de buenos oficios de la Argentina y Brasil.

Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva construyeron una buena relación personal con Mesa, con quien acaban de encontrarse en la asunción de Tabaré Vázquez en Uruguay.

Esa cercanía los obligará a responder algunas preguntas que le pondrán contenido real a su compromiso con Bolivia.

¿Jugarán fuerte, quizás otra vez con ayuda de la Iglesia boliviana, para lograr un compromiso social y político entre Mesa, Morales y el resto de los dirigentes que se traduzca en la prometida constituyente y la discusión de cuánto alcance tienen las autonomías ?

¿O aceptarán salir del paso para ingresar a la irrealidad de un período presidencial hasta el 2007, como quedó estipulado en el 2003 por el pánico estadounidense a una victoria de Morales ?

Gas y paz suenan parecido. Si la Argentina y Brasil quieren los dos al mismo tiempo deberán trabajar con mucho respeto por el pueblo boliviano pero con la certeza de que, sin solución en serio, una explosión en El Alto les dolerá más que un cimbronazo en Tucumán y otro en Porto Alegre.


EL CONFLICTO PONE EN PELIGRO
LA ESTABILIDAD ENERGETICA DEL CONO SUR

Por Cledis Candelaresi
Pagina 12 8 de marzo del 2005

Todo se desinfla sin el gas boliviano

Bajo la hipótesis de que los disturbios en Bolivia devinieran en la interrupción del suministro de gas desde ese país, es muy factible que la Argentina suspenda la exportación de ese carburante a Chile. Si la situación persistiera a mediano plazo, el nuevo gasoducto del NEA que planeaba construir Techint para succionar más combustible desde el subsuelo del Altiplano debería ser reemplazado por otras alternativas, quizá más costosas y complejas, como la de importar por vía marítima el gas natural licuado desde lejanos destinos como Arabia Saudita o Indonesia. También Brasil tendría que revisar su actual ecuación energética, que en parte hoy se apoya en el gas que le compra a aquella nación.

Después de Venezuela, Bolivia tiene la cuenca gasífera más importante de Sudamérica. Una riqueza muy superior a su demanda interna, que los bolivianos necesitan sí o sí realizar a través de sus exportaciones. Lo que hoy desgarra a ese país es, justamente, definir en qué condiciones se hace esa operación y quién aprovecha un negocio cuyos protagonistas son las petroleras ubicadas en distintos lugares de la frontera : Repsol (Andina de Bolivia), la brasileña Petrobras y la francesa Total.

La Argentina hoy le compra cerca de 4 millones de metros cúbicos por día a un valor que promedia 1,35 dólar el millón de BTU, precio superior al que se les paga a las productoras que operan localmente, pero inferior al que los bolivianos le cobran a Brasil. La pretensión expresada por los funcionarios del hasta ahora renunciado Carlos Mesa era subir aquel precio a 2 dólares, lo que dio lugar a una discusión con la Argentina que debería clausurarse por escrito antes del invierno, cuando la demanda local aumenta.

Pero cuando se termine el gasoducto del NEA, que ni siquiera empezó a licitarse, la importación desde Bolivia debería subir a 20 millones de metros cúbicos diarios para atender la necesidad que, se estima, la Argentina tendrá dentro tres años. Si esa provisión no está garantizada, o si no está claro a qué precio se puede comprar el producto -algo que no sólo depende de la negociación binacional sino de la ley de Hidrocarburos que debe sancionar el Parlamento boliviano-, tampoco tendría sentido embarcarse en una obra cotizada en 1200 millones de dólares. En tal caso, la Argentina quizá tendría que pensar en que sus usinas térmicas funcionarán con fuel oil, bastante más caro.
Chile ya está tomando medidas para hacer esa adaptación en sus generadoras, temeroso de que la Argentina vuelva a restringirle el suministro de gas como hizo el año pasado. Días atrás, un espontáneo ministro de Planificación declaró que, ante un eventual faltante, el recurso más a mano que tiene la Argentina es volver a recortar sus exportaciones al país trasandino, lo que dio lugar a un pedido de explicaciones por la vía diplomática. Julio De Vido no dijo otra cosa que la verdad, también válida para el caso en que el país se viera privado del gas boliviano.

La cuestión es todavía más compleja a mediano plazo y desnuda el singular perfil energético de la región. Según recuerda el especialista Jorge Lapeña, a principios de los años ’90 la Argentina tenía reservas para treinta y cinco años, mientras que hoy no tiene más que para doce o trece. Si no se invierte en exploración, y si ésta no es exitosa, el país pasará de ser exportador a importador neto.

La Argentina compra, pero también vende gas, y por eso integra junto a Bolivia el bloque exportador. Uruguay, Chile y todavía Brasil importan. Pero si siguen sus exploraciones exitosas, la nación gobernada por Lula puede cambiar rápido de status, alcanzando el autoabastecimiento. Sólo que por ahora le es más caro producir su propio gas que traerlo desde Bolivia, siempre a través de una firma de su bandera como Petrobras.

Notas :

Notes

[1Mejor dicho : las multinacionales extranjeras. El Correo

[2Gas tres veces màs caro que la producción nacional argentina. El Correo

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