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20 décembre 2003

Panorama político, económico y social argentino en diciembre 2003

par J. M. Pasquini Duràn

 

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PANORAMA POLITICO
Reparaciones

Los debates metodológicos entre el Ministerio de Economía y el Indec acerca de la estadística del desempleo no alcanzan para disimular la envergadura del problema : en el país más de cinco millones de personas tienen problemas de empleo, en una gama que va desde el desocupado completo hasta el ocupado parcial.

Hay jóvenes con tres décadas de vida que nunca tuvieron un trabajo o aprendieron un oficio y se cuentan por decenas o centenas de miles los que si mañana encontraran un empleo calificado no estarían en condiciones de desempeñarlo por deficiencias en la educación y la formación básicas. Las encuestas tampoco registran las penurias de los que trabajan, sometidos a la máxima precariedad, con horarios estirados sin derecho a pagos extras ni a los descansos semanales, remunerados en la mayor parte de los casos por sueldos que no alcanzan a cubrir las necesidades mínimas de una familia tipo, despojados de los derechos laborales que la clase obrera había conquistado durante el siglo XX.

Para describir las condiciones de trabajo y de vida de los más débiles, excluidos o incluidos, es preciso remontarse a los relatos clásicos de las primeras asociaciones proletarias y artesanales de fines del siglo XIX, por muy exagerada que parezca la comparación. No hay exageración que no tenga cabida en el relato vital de los pobres en la actualidad.

Sólo en este contexto puede considerarse el caso de los sobornos en el Senado en el año 2000 para aprobar la reforma laboral enviada por el Poder Ejecutivo, una ley que canceló de un solo envión medio siglo de conquistas obreras. De lo contrario, sin los efectos sociales del acto, el trámite podría confundirse con un asunto de moral individual, cuyos efectos dañarían en exclusividad el prestigio de las partes involucradas en el cohecho, pero sin más consecuencias.

No es así : los coimeados cobraron por causar daño a millones de conciudadanos y los sobornadores pagaron con idéntica o peor indiferencia hacia el destino colectivo. Extendido el significado en toda su amplitud, la Justicia se hará cargo del juicio y el castigo que permitan las evidencias, pero el Ejecutivo y el Legislativo están apelados a una obligación que ya no necesita esperar el fallo judicial.

Es urgente cancelar la ley surgida de aquella reforma para devolverles a los trabajadores los derechos secuestrados. Es la justicia mínima y posible, a pesar de que las tres centrales sindicales no han tenido el reflejo, hasta ahora, de concurrir a esa demanda con todo el empuje de que puedan ser capaces.

Habría que esperar, además, que la corporación política fuera capaz de limpiar la basura de sus salones interiores, pero es una expectativa vana. Tan ilusa o inútil como la de aquellos que al principio de estas dos décadas de democracia creían que las Fuerzas Armadas, si se les daba la oportunidad, podrían amputar de sus cuerpos los tumores malignos que crecieron en los años de plomo.

Igual que un símbolo de esa impotencia senil de la vieja política por ahí anda el ex presidente Fernando de la Rúa exhibiendo con impudicia sus excusas de lata, cuyo patetismo ni siquiera provoca carcajadas debido al trágico fraude de la voluntad popular que significaron sus dos años de gestión, no sólo el episodio del soborno. En paralelo, aparecen algunos pocos pero importantes miembros de aquel Ejecutivo que aprovechan la ocasión para restañar las heridas en sus propias imágenes, aunque para lograr el intento hacen caso omiso de las repercusiones económico-sociales de las políticas de ajuste, subordinadas al Fondo Monetario Internacional (FMI), del gobierno que los tuvo de coprotagonistas, entre ellas la mentada reforma laboral, pero antes hubo un impuestazo y un forzado descuento en los salarios de los empleados estatales, para no citar la lista completa de las defraudaciones.

Si nada o muy poco puede esperarse de la corporación política para limpiar las instituciones, tampoco los tribunales son de plena confianza. Ayer mismo, en el mediodía de la televisión, el presidente Néstor Kirchner sentenció sin vacilaciones : "Confío en la Justicia tanto como confía el pueblo". ¿Quiere decir que al final no pasará nada ?

Una respuesta apresurada puede ser tan equívoca como algunas interpretaciones de extremos contrarios acerca de lo que sucedió hace dos años, cuando las cacerolas expresaron a los golpes el infortunio popular. Para algunos, eso fue el "argentinazo" que habría puesto al pueblo en el borde de un proceso revolucionario aún sin consumar, mientras otros consideran que no pasó nada porque los que debían irse se quedaron. Lo más probable es que el análisis más verídico circulará entre esos extremos, siempre que se tenga en cuenta que los procesos políticos y sociales, a diferencia de las fotografías estáticas, requieren nuevas y múltiples miradas a medida que ocurren.

Así sucede, para hacer referencia, con el activo movimiento piquetero que en estos años ha modificado forma, figura y contenidos. Ya nadie puede considerarlo la reunión pasajera de los más desesperados que acudían a la única medida de fuerza que su situación les permitía, el corte de calles y rutas. Era un movimiento casi inorgánico, sin programa propio ni tareas muy claras, aparte de la protesta y la rebeldía. En el 2000 fue reconocido como aliado de las clases medias -"piquete, cacerola, la lucha es una sola"-, las mismas que hoy parecen molestas por la constante presencia de esa costumbre incómoda de interrumpir el tránsito cotidiano. En el interior del movimiento, que ya tiene jurisdicción nacional, se fueron perfilando agrupaciones diferenciadas por las distintas miradas de sus dirigentes sobre la hora actual y, por consiguiente, escindidos en diversas conductas para influir sobre esa realidad.

Al mismo tiempo, buena parte de esas comunidades organizadas realiza en su interior iniciativas comunitarias (desde huertas hasta fábricas de zapatillas) para elevar la calidad de vida de sus asociados y alguna, la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) por ejemplo, apura el paso para reconvertir las políticas de subsidios asistenciales en auténticas políticas de ingresos y la creación de nuevos empleos.

Mucho se especuló con la posibilidad de violencia durante los actos preparados para recordar lo que pasó hace dos años, pero el viernes transcurrió sin novedades de importancia a pesar de los augurios de repetición de saqueos en el conurbano, y quizá la jornada de hoy complete la conmemoración con pasión militante pero sin desbordes provocados por el rencor o por nadie, sin mencionar a los profesionales de la provocación. Los piqueteros, en general, tienen la oportunidad de mostrar madurez y templanza y, a la vez, ganarán en prestigio social y cultural. Al fin y al cabo, la evocación permite renovar el compromiso en la conciencia de todos con la demanda que sigue pendiente : que se vayan todos los que deben irse. Y, asimismo, que no vengan los que no deben, como el agregado militar que enviaba el gobierno uruguayo de Batlle, identificado por su labor de torturador en la clandestinidad del terrorismo de Estado rioplatense.

Por un lado, es otro episodio en las malas relaciones de Batlle y Kirchner, enfrentados por sus diferentes actitudes hacia los derechos humanos, pero también prueba que los conservadores no vacilarán, si tienen la oportunidad, en hacerles lugar a los monstruos en las posiciones amparadas por el Estado de la impunidad.

PANORAMA ECONOMICO
Nunca es triste la verdad

Por Alfredo Zaiat
Página 12, 20 de diciembre del 2003

En los años que José Alfredo Martínez de Hoz mandaba en el Palacio de Hacienda la idea brillante que tuvo la dictadura para maquillar la realidad fue la de crear un índice de inflación "descarnado" : eliminar la variación de la carne para que el promedio de precios no sea tan elevado. Otro hijo del Proceso, Domingo Cavallo, siendo ministro de Carlos Menem, inauguró la difusión de informes propios, bajo la supervisión de Juan José Llach, para relativizar el crecimiento de la desocupación que regalaba su criatura de la convertibilidad. Roque Fernández también intentó avanzar sobre las cifras del Indec. Ese virus denominado "no me gusta la realidad" no esquivó a Roberto Lavagna.

Ese virus inquieto tuvo una primera incursión cuando el ministro porfiaba con que había menos pobres que los que indicaba el organismo dedicado a elaborar las principales estadísticas nacionales. Su tesis, demolida por los especialistas, era que los pobres compran más barato y, por lo tanto, el valor de la canasta de bienes básica debería calcularse registrando los precios mínimos y no los promedios, como hace el Indec. Ahora, con las cifras del desempleo, se ahorró el esfuerzo de pensar una innovadora teoría y directamente frenó la difusión del informe con la nueva metodología de medición.

La estrategia fue torpe : se dio a conocer un engendro estadístico, que no tiene consistencia técnica, para sumar confusión. Y con un innegable propósito mediático : mostrar una cifra baja de la tasa de desocupación. En realidad, el desempleo ha caído pero el porcentaje de personas que no tienen trabajo es mayor de lo que se pensaba porque se ha mejorado la calidad del relevamiento, al recuperar en la encuesta formas ocultas de ocupación y de desempleo. Esto que es tan simple de comunicar como de entender ha sido manoseado en forma burda por Lavagna. En lugar de aprovechar la oportunidad de mostrar voluntad de transparencia, a la vez de presentar que las consecuencias desastrosas del modelo de los ’90 han sido aún peores, el ministro ha colocado al gobierno de Kirchner en el incómodo lugar de protagonizar el primer gran papelón de su corta administración.

En el Indec explican que la vieja encuesta dejó de realizarse y, por lo tanto, la "extrapolación, proyección e imputación" con la nueva para estimar la tasa de desocupación es de una debilidad técnica que obliga a descartarla. Como se enseña en cursos básicos de estadísticas, no es correcto mezclar peras con manzanas, salvo que se quiera hacer una ensalada para confundir. El 14,3% que ganó los titulares de algunos diarios e informativos de televisión y radio es una estadística "trucha". Puede ser que Lavagna se haya sentido satisfecho con el "éxito" de su intervención mediática de (des)informar. Pero no llegó a tiempo de frenar en Rosario la distribución de la nueva encuesta, que hoy Página/12 difunde con la colaboración de los periodistas de Rosario/12, que revela que la desocupación alcanzó al 16,3% de la Población Económicamente Activa. Ese porcentaje incluye a gran parte de los beneficiarios de planes Jefas y Jefes de Hogar como empleados, distorsión que viene de arrastre de anteriores relevamientos. Sin los planes, la desocupación "verdadera" supera el 20%.

Más sorprende esa maniobra cuando el Gobierno tiene un cuadro laboral complicado pero con una leve tendencia positiva. Existen mejores expectativas en relación con que ya no existe esa angustia paralizante a los despidos. Y también a que con una economía en crecimiento ha aumentado la posibilidad de conseguir empleo. De todos modos, la situación laboral es difícil puesto que esos nuevos trabajos se ofrecen en negro, en condiciones precarias y por bajos salarios. Pero se ha detenido la destrucción de empleo, que era una de las características dramáticas de los peores momentos de la crisis. Sin embargo, como en la segunda mitad de los ’90, el empleo formal muestra una evolución más lenta que la que se registra en el circuito en negro.

El especialista en temas laborales, Javier Lindenboim, explica en El mercado de trabajo en la Argentina en la transición secular : cada vez menos y peores empleos que "se verifica que cuando hay aumento de empleo asalariado éste se sostiene en trabajo desprotegido. Y cuando hay caída, la expulsión es predominantemente de puestos amparados". Ese dispar comportamiento no tiene que ver con que los costos laborales en la Argentina son mayores a los vigentes en otros países, como sostienen los economistas ortodoxos. Un reciente documento del Ministerio de Trabajo indicó que el nivel de las contribuciones patronales en la Argentina es uno de los más bajos de la región, después de Chile, y de varios de la Unión Europea.

Por más que se quiera forzar la realidad induciendo a los medios a (des)informar, el panorama laboral es tan inquietante y complejo que resulta casi imposible que la sociedad asuma que no hay problemas de empleo. Hace una década que la Argentina tiene una desocupación de dos dígitos : en 1994 superó el 10% y desde entonces, con pico de 21,5 en 2002, nunca volvió a un dígito. Esto implica que el país va camino a cumplir diez años con desocupación muy elevada, siendo el período más prolongado de este fenómeno de exclusión laboral en su historia económica moderna. Por ese motivo, más allá de las estadísticas, la resolución de la cuestión del trabajo es la demanda social prioritaria en la opinión pública, según un reciente estudio del Centro de Estudios Nueva Mayoría.
Pelearse con mediciones estadísticas es una mala estrategia y tratar de alterarlas, peor.

PANORAMA SOCIAL
El desempleo

Por Raúl Dellatorre
Página 12, 20 de diciembre del 2003

Indice cautivo huye de sus captores Una filtración terminó con el misterio impuesto por Lavagna sobre las cifras correspondientes a la nueva metodología de medición. Los desocupados son más, pero vienen disminuyendo fuerte. Suman dos millones 750 mil según el nuevo índice, más 870 mil beneficiarios de planes Jefas y Jefes registrados como empleados.
Un millón más de personas están en el mercado de trabajo, según las nuevas mediciones del Indec. La tasa de actividad es más alta de lo que se suponía, lo que también eleva el número de desocupados.

Gracias a una filtración involuntaria del Instituto de Estadística y Censos de Santa Fe, ayer se supo que la tasa de desempleo -que el Ministerio de Economía recién autorizó a difundir el martes próximo- alcanzó en el tercer trimestre al 16,3%. De acuerdo con la nueva metodología dispuesta por el Indec, dicha tasa es inferior a la registrada en los primeros dos trimestres del año, con un 20,4% en el primero y 17,8% en el segundo.

Sin embargo, pese a la buena noticia, la "política comunicacional" del Palacio de Hacienda consideró recomendable ocultar el dato hasta después del fin de semana y difundir, en cambio, una "proyección estadística" que arrojara un índice más bajo, del 14,3 por ciento, aunque alejado de la realidad. La tasa de desempleo que se informará oficialmente el martes permite estimar en más de dos millones 750 mil el número de personas desocupadas, a los que cabría sumar otros 870 mil que son beneficiarios de planes Jefas y Jefes de Hogar y que en la medición figuran como ocupados (totalizarían, así, más de 3,6 millones de desocupados). En tanto, los subocupados superarían los 2,8 millones.

La decisión de "política comunicacional" del Palacio de Hacienda provocó un gran disgusto en el Indec, ya que obligó al organismo a incumplir por primera vez en muchos años con su obligación de difundir las estadísticas en la fecha comprometida. El Instituto ha elaborado una nueva serie en base a un rediseño del cuestionario que se toma como base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), de donde surgen no sólo los datos de empleo sino también los referidos al ingreso de los hogares. A partir de éstos, luego se elaboran las estadísticas sobre pobreza e indigencia.

Pero como los datos resultantes de la nueva metodología arrojaban un índice de desocupación (16,3) superior al índice de la medición de mayo pasado con la vieja metodología (15,6), Economía prefirió ahorrarse el trabajo de tener que explicar que los indicadores no son comparables y, simplemente, "cajoneó" los datos nuevos y dio a conocer una simulación de los datos con la vieja metodología ya que, en rigor, la encuesta con los viejos formularios ya dejó de hacerse. Más aún, se anticipó que los datos sobre indigencia y pobreza recién se darán a conocer en marzo de 2004 (con las cifras de empleo del cuarto trimestre de este año).

Los datos desagregados, que se conocieron a partir de la información difundida por el Instituto Provincial de Estadística y Censos de Santa Fe, dan cuenta de que las zonas urbanas del Gran Rosario y el conurbano bonaerense son las que aún conservan los niveles más altos de desocupación, con tasas del 19,4 en el primer y 19,3% en el segundo caso. En ambos, los indicadores señalan una recuperación del empleo en lo que va de este año, ya que parten de tasas de desocupación superiores al 22% en el primer trimestre (siempre de acuerdo con la nueva metodología). En tanto, el problema de la subocupación es una preocupación más marcada en el área metropolitana bonaerense, con una cifra similar a la de desocupación (19,3).

Otro dato revelador surgido de la nueva metodología aplicada por el Indec es que la tasa de actividad es más alta de lo que se estimaba hasta ahora. Es decir, hay más gente en el mercado de trabajo de lo que se suponía. De allí también que la cantidad de desocupados resultante sea superior a la que podía estimarse antes a igual tasa de desempleo. Contra 43% de tasa de actividad estimada anteriormente, las nuevas encuestas arrojan un 45,7. Ello significa un millón más de personas en el mercado.

Las cifras difundidas por el instituto de estadística santafesino -antes que Lavagna pudiera hacer extensivo el cerrojo a la provincia litoraleña- no revelan la situación laboral de los 28 aglomerados relevados en la muestra del Indec. A muchas zonas del interior las refleja agrupadas por regiones. Así, se observa que la tasa de desocupación alcanza niveles elevados en las áreas Pampeana y Noroeste (16,4 y 14,1), se ubican en un nivel medio en Cuyo y Nordeste (12,4 y 11,3) y sigue siendo relativamente baja en la Patagonia (8,6).

Tomados por grandes centros urbanos, las cifras revelan algún signo preocupante en el Gran La Plata y en Mar del Plata-Batán, donde los índices del tercer trimestre (15,2 y 16,8%, respectivamente) son levemente más altos que los respectivos del segundo trimestre, quebrando la tendencia que se observa en el resto del país.

El nuevo diseño de encuestas del Indec le permitirá acercarse más a la realidad de la población laboral. Se realizará un relevamiento continuo y no puntual en sólo dos fechas (mayo y octubre) del año. Tampoco será tan rígida como la anterior, en la que el solo hecho de que el encuestado hubiera trabajado una sola hora en la última semana le daba el carácter de "ocupado". "El cuestionario mejora sustantivamente y hay un mayor rigor en la estadística al tomar promedios trimestrales en vez de muestras puntuales", comentan, en forma coincidente, varios especialistas.

De allí que los datos que surgen de la nueva modalidad son muchos más confiables que los resultantes de la vieja metodología y, más aún, de una "proyección" o "interpolación" de los datos entre una y otra forma de recabarlos. Roberto Lavagna, sin embargo, prefirió evitarse tantas explicaciones y eligió seguir por unos días más con la vieja metodología y postergar hasta vísperas de Nochebuena el anuncio del nuevo índice. Con la esperanza, quizás, de que para entonces pase desapercibido.

Página 12 , 20 de diciembre del 2003

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