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Las élites llegan a creer su narrativa, olvidando que fue concebida como una ilusión creada para capturar la imaginación dentro de su sociedad.
Pat Buchanan tiene absolutamente razón : cuando se trata de insurgencias, la historia depende de quién la escribe. En general, es la clase oligárquica la que se ocupa (si acaba ganando). Sin embargo, recuerdo a varios « terroristas » que posteriormente se convirtieron en « estadistas » muy conocidos. Así que, la rueda del tiempo gira y sigue siempre girando.
Por supuesto, simplemente el hecho de establecer una narrativa, una realidad indiscutible, que se ve como demasiado segura, demasiado comprometida para fallar, no significa que no será cuestionada. Existe una antigua expresión británica que describe acertadamente la experiencia colonial de cuestionar (en silencio) la ’narrativa’ entonces dominante (en Irlanda e India, entre otros). Ella era conocida como « estúpida insolencia ». Es decir, cuando los actos individuales de rebelión son demasiado costosos a nivel personal e innecesario, la expresión silenciosa y amarga del estúpido desprecio por sus « señores supremos » lo dice todo. Esto enfureció a la clase dominante británica recordándoles diariamente su falta de legitimidad. Gandhi lo llevó al más alto nivel. Y es, en última instancia, su relato el más memorable de la historia.
Sin embargo, con el dominio mundial de la narración vía la Big Tech, hemos entrado en un orden completamente diferente de las cosas que aquellos primeros esfuerzos británicos para mantener la disidencia a un bajo nivel - como lo remarca el Profesor Shoshana Zuboff de la Harvard Business School :
« Durante las últimas dos décadas, he observado las consecuencias de nuestra sorprendente metamorfosis en imperios de vigilancia alimentados por arquitecturas mundiales de vigilancia, análisis, focalización y predicción del comportamiento, lo que he llamado capitalismo de vigilancia. Confiando en sus capacidades de vigilancia y en nombre de sus beneficios de la vigilancia, los Nuevos Imperios protagonizaron un golpe epistémico [1] fundamentalmente antidemocrático, marcado por concentraciones sin precedentes de conocimiento sobre nosotros y el poder inexplicable que fluye de él ».
El control narrativo ahora ha asaltado al tiburón :
Claramente, esto representa un nivel completamente nuevo de « control », y cuando se combina con las técnicas occidentales de contrainsurgencia para interrumpir la narrativa « terrorista », iniciada durante la « Gran Guerra contra el Terrorismo », es una herramienta formidable para frenar la disidencia, tanto a nivel nacional como internacional.
Sencillamente, al estar tan comprometidos, tan inmersos en una « realidad » particular, las « verdades » de los demás no serán - no podrán - ser escuchadas. No sobresalen con orgullo por encima de la llanura interminable del discurso consensuado. No pueden penetrar el caparazón endurecido de una burbuja narrativa dominante, ni reclamar la atención de las élites tan dedicadas a manejar su propia versión de la realidad.
¿La « gran debilidad » ? Las élites llegan a creer a sus propias narrativas, olvidando que la narrativa fue concebida como una ilusión, entre otras, creada para capturar la imaginación dentro de su sociedad (y no la de los demás).
Pierden la capacidad de distinguirse y verse a sí mismos, como los ven los demás. Están tan embelesados por la virtud de su versión del mundo que pierden toda capacidad de empatía o de aceptar las verdades de los demás. Ya no pueden escuchar las señales. El punto es que, en este pasado de diálogo (y no escuchar) con otros estados, sus motivos e intenciones serán malinterpretados, a veces de manera trágica.
Los ejemplos son innumerables, pero la percepción de la administración Biden de que el tiempo se congeló, desde el momento en que Obama dejó el cargo, y se descongeló el 20 de enero, justo a tiempo para que Biden se hiciera cargo de esa era. Antes (como si el tiempo fuera ininterrumpido) y es un ejemplo de creer en el propio meme. El asombro -y la ira- de la UE, que ha sido descrita como « un socio poco confiable » por Lavrov desde Moscú, es solo un ejemplo más de la alienación de las élites del mundo real y su cautiverio con respecto a su propia percepción.
La frase « Estados Unidos ha vuelto » para liderar y « establecer las reglas del juego » para el resto del mundo puede estar destinada a irradiar la fuerza de Estados Unidos, pero sugiere una comprensión débil de las realidades a las que Estados Unidos se enfrentan : las relaciones de Estados Unidos con Europa y Asia estaban cada vez más distantes mucho antes de que Biden entrara en la Casa Blanca y, por lo tanto, antes del mandato (voluntariamente disruptivo) de Trump también.
Por un lado, tras siete décadas de primacía mundial, existe inevitablemente una cierta inercia que impediría a cualquier potencia dominante registrar y asimilar los cambios significativos del pasado reciente. En cambio, para los Estados Unidos, otro factor contribuye a explicar su « oreja de hierro » : es la fijación del establishment en general para evitar que las elecciones presidenciales de 2020 validen los resultados de la anterior. Realmente tuvo prioridad sobre todo lo demás. Nada más importaba. La atención fue tan intensa que escondió el mundo cambiante, allí mismo, frente a sus ventanas.
Esta situación no es exclusiva de los Estados Unidos. Es fácil entender por qué la UE ha estado tan cegada por el hecho que Lavrov la haya calificado de « socio no fiable » (lo que ha claramente sido). Yanis Varoufakis, ex ministro de Economía griego, escribió que él mismo había intentado que la UE escuchara sus detallados resúmenes y propuestas sobre la crisis financiera de su país : « Ellos (el Eurogrupo) se han quedado sentados, sin notar nada : yo podría simplemente "Bien, hemos cantado el himno nacional sueco, por toda la atención que prestaron a mis contribuciones », relató Varoufakis. Su experiencia fue el modus operandi estándar de la UE. La UE no « negocia ». Los candidatos, sean griegos o británicos, deben aceptar los valores de la UE y sus « reglas de club ».
El Alto Representante Josep Borrell llegó con su larga lista de quejas, provenientes de 27 estados (algunos de los cuales tienen una lista histórica de quejas contra Rusia). Leyó las solicitudes y sin duda esperaba que Lavrov, como Varoufakis, se sentara en silencio mientras aceptaba las reprimendas y las « reglas del club » apropiadas para cualquier aspirante que considerara algún tipo de relación laboral con el « mayor mercado de consumidores del mundo ». Ésta es la cultura de la UE.
Y luego, la famosa conferencia de prensa que siguió, durante la cual se describió a la UE como « poco confiable ». Cualquiera que haya asistido a una reunión de un órgano de toma de decisiones de la UE conoce el protocolo, pero deje que un ex alto funcionario de la UE lo describa : El Consejo se ocupa de los jefes de estado o de gobierno, que es una alta política y no una baja regulación, durante las sesiones cerradas. Los 28 jefes de gobierno (antes del Brexit) se llaman entre sí por su nombre de pila y pueden encontrarse aceptando decisiones que ni siquiera habían imaginado antes, antes de reunirse para una « foto familiar » frente a las cámaras de mil periodistas reunidos para escuchar la noticia, cuya presencia hace « imposible » el fracaso, ya que cada cumbre (con una lamentable excepción) termina con un mensaje de esperanza y determinación común.
Lavrov, como un pariente lejano « rudo como un diamante », no supo comportarse en una sociedad europea educada ; no insultamos a la UE. ¡Oh, noooo !
Varoufakis explica : « A diferencia de los Estados-nación que parecen estabilizar los conflictos entre clases y grupos sociales, la UE se creó como un cartel con la misión de estabilizar los márgenes de beneficio de las grandes empresas centro-europeas. » (Nació con el nombre de Comunidad Europea del Carbón y del Acero). « Visto a través de este prisma, la obstinada lealtad de la UE a las prácticas fallidas comienza a tener sentido. Los cárteles son razonablemente buenos para distribuir las ganancias del monopolio entre los oligarcas, pero son terribles para distribuir las pérdidas ». También sabemos que, a diferencia de los estados, los cárteles resistirán cualquier democratización o cualquier intervención externa dentro de su círculo interno de toma de decisiones.
Este incidente en Moscú puede ser algo divertido, excepto que destaca cómo la mirada de su ombligo de Bruselas (diferente a la del equipo Biden) produce un resultado similar : se desconecta del mundo exterior. Él « escucha », pero no oye. La estrategia hostil de Occidente hacia Rusia, como lo observó Pepe Escobar en su análisis estratégico de la posición rusa, está condicionado por la idea de que Rusia no tiene adónde ir y, por lo tanto, debe sentirse satisfecha y honrada por la idea de que la UE sea condescendiente en empujar un « tentáculo de pulpo » hacia Eurasia. Ahora que el centro de gravedad geoeconómico se desplaza hacia China y Asia oriental, es más realista preguntarse si la gran región euroasiática, con sus 2 200 millones de habitantes, cree que vale la pena extender su tentáculo a la Unión Europea.
No es poca cosa : la UE que se enoja por cómo Lavrov rechazó a la UE en Moscú es una cosa. Pero la posibilidad de que Estados Unidos esté escuchando, pero sin oír, Rusia y China, es otra. La mala escucha, es una mala concepción de estos dos Estados, dado que tocan cuestiones de guerra y paz.
Alastair Crooke * para Strategic Culture
Original : « Cultural Deafness Defines the West » , February 15, 2021, 15 de febrero de 2020
Traducido del francés para El Correo de la Diaspora->http://www.elcorreo.eu.org/La-surdite-culturelle-definit-l-Occident] por : Carlos Debiasi
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[1] El marco epistémico refiere a una cosmovisión del mundo, una concepción o visión de la naturaleza y de la sociedad. Se trata en todos los casos de sistemas de ideas de carácter muy general, que por ser rara vez explicitadas y formar parte del sustento ideológico de su época, escapan a críticas detalladas.