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11 février 2007

La nueva estrategia de EE.UU. en Irak con mercenarios y prensa partidaria.

 

Los medios ocultan la verdad. Atribuyen toda acción violenta a enfrentamientos entre chiítas y sunnitas, sin pruebas ni fundamentos. Son cómplices del genocidio perpetrado por Washington.

Por Stella Calloni
APM
. La Plata. Argentina, 8 de febrero de 2007.

Guerra sucia y prensa cómplice, en la nueva estrategia de Estados Unidos en Irak

Organismos humanitarios de Europa han puesto en duda en los últimos días las informaciones de los ocupantes de Irak sobre los supuestos atentados de la resistencia iraquí, que han disparado las matanzas en ese país. Pero mientras tanto los medios masivos de comunicación, incluyendo a algunos considerados como progresistas, siguen manejándose con la información de los jefes militares de la invasión y ocupación ilegal de Irak, que perdura desde principios de 2003.

Los titulares no dejan lugar a duda. En los últimos tiempos todos los atentados se atribuyen-sin ninguna investigación previa- a los seguidores del ex presidente de Irak, Saddam Hussein, ejecutado por mandato de esas mismas tropas de ocupación, con despiadada exposición pública del ahorcamiento.

"Seguidores del ex líder iraquí mataron a 120 personas con una bomba". ¿Quien lo dice ? "Otra venganza de los hijos de Hussein", subtitula un periódico local. Y esto se acepta sin dudar.

La pregunta es inevitable ¿existe una guerra sectaria en Irak, como pretenden dar a entender estas informaciones, donde escasamente vemos denunciar otros hechos que suceden simultáneamente como son las matanzas de cientos de personas, secuestradas, torturadas y arrojadas en calles y caminos de ese país ?

La complicidad inmoral de los medios con el genocidio iraquí, cuando las cifras de muertos ascienden a más de 700 mil es hoy por hoy también una afrenta para la humanidad.

Difícilmente un redactor en cualquier periódico puede asegurar, cuando existen innumerables denuncias sobre "sospechosas matanzas" que han sido las milicias sunnitas o chiítas, según de qué se trate el atentado, las responsables de esos actos.

Y menos aún cuando el presidente George W. Bush, en su momento de mayor debilidad política y jaqueado por críticas sobre la guerra en Irak, la corrupción y los gastos para mantenerse en el país ocupado, lo que promete es una estrategia de expansión de la guerra infinita y la "limpieza general". Sus asesores más fundamentalistas y socios interesados como el gobierno derechista de Israel, le soplan a los oídos y le advierten que no debe abandonar el escenario. No importa el precio humano que se pague.

Es la estrategia de control de Medio Oriente y sus recursos lo que se juega y también es el esquema de corrupción y enriquecimiento de los militaristas. "Otras 50 personas murieron en actos de violencia en el resto del país. Mientras tanto, Bush advirtió al presidente iraquí que su paciencia se acaba" se lee en otra noticia.

Es indudablemente una burla cínica a los pueblos del mundo. Y mientras Bush "se impacienta" nada se publica sobre la resistencia iraquí que advierte diariamente y en forma desesperada que ellos "no matan a su gente como hacen creer los asesinos" y denuncia con testimonios conmovedores el horror vivido por toda la sociedad de Irak en manos de los ejércitos de ocupación y los mercenarios.

Entre cien y 200 personas mueren ahora por día desde que Bush lanzó su "nueva estrategia". Bombas que explotan al paso de autobuses, en escuelas ; atentados cerca de mercados y entonces comienza a estar claro por qué ejecutaron a Hussein y televisaron su muerte y las burlas - se supone de chiítas - todo esto destinado a una reacción de los sunnitas, para provocar enfrentamientos y justificar su presencia y las matanzas.

Es lógico que -con apoyo de los medios manejados por el imperio en su casi absoluta mayoría- se estimara que iba a llegar "la venganza" sunnita. Pero ni estos ni los chiítas atentarían cada día contra los civiles, su único refugio para seguir resistiendo.

"Las autoridades iraquíes -¿existen autoridades iraquíes en un gobierno colonial ?- no dudaron en responsabilizar a los grupos sunnitas extremistas, muchos de ellos seguidores del fallecido Saddam Hussein", escriben los medios.

Por supuesto hay añadidos asombrosos como "la ola de violencia coincidió con el tirón de orejas del presidente George Bush al primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, y al resto de la dirigencia local". Y la noticia continúa con los dichos de Bush : "Tiene que haber éxito no sólo en el frente militar", reclamó el mandatario, que además advirtió que el apoyo estadounidense no durará por siempre.

Pobre presidente Bush, que manda miles de nuevas tropas de "refresco", con estos iraquíes que puso en el poder y no le responden. El cinismo llega a grados extremos pero en Irak es mortal. "En medio de los cuerpos destrozados, los charcos de sangre y una enorme nube de humo blanco, algunos de los sobrevivientes entraron en pánico y comenzaron a tirar piedras contra los policías que no los dejaban irse.

Cuando la situación se tranquilizaba en Sadriya, al sur de allí más de una decena de obuses cayeron sobre varios barrios. Los ataques, que dejaron tres muertos, más de doce heridos y casas destruidas, son habituales. Lo que también son habituales son las decenas de cuerpos mutilados y con señales de tortura que se encuentran en los suburbios".

Aquí ya estamos diciendo algunas verdades entre tantas ambigüedades. Pero sin contexto ninguno sobre las curiosas víctimas que apedrean a la "buena policía" colonial que supuestamente los cuida, ni sobre los verdaderos responsables de estas masacres.

Y están los toques de queda a casi cuatro años de que los ejércitos imperiales entraran a ese país, mintiendo en los argumentos ofensivos y en sus objetivos reales. Cuatro años de muerte y muerte para "instalar la democracia".

Y cada tanto aparece Al Qaida que llegó a Irak con los invasores, porque antes nunca estuvo, ya que para "el amigo americano" Ben Laden, Irak era un país enemigo. Eso cuando ¿era ? socio de Estados Unidos.

La resistencia iraquí advierte al mundo que sus acciones en defensa de su tierra y su derecho a la soberanía real están dirigidas contra el ocupante y sus cómplices. "Derribar helicópteros enemigos es un acto heroico y se festeja", como sucedió en las últimas semanas. "Porque defender un país ocupado no es terrorismo. El terrorismo lo aplica el invasor y ocupante. No hay dos o tres verdades. Hay una sola" dice un comunicado de la resistencia.

A cuatro años, el gobierno títere de Irak propone "apurar el lanzamiento de un plan de seguridad para recuperar de una vez por todas Bagdad". Quiere decir que semejante fuerza de ataque con las armas más poderosas del mundo después de cuatro años ni siquiera pueden controlar la capital. Pero eso sólo alienta a Bush no a irse del cementerio iraquí sino a pedir más dinero. Ahora son 245 mil millones de dólares más que solicita para financiar la nueva cantidad de tropas y renovar armamento. Esta industria sí tiene sus asociados esperando para producir más y más, no importa el precio en vidas ni lo que sucede al interior de Estados Unidos.

Conmovedora, la demócrata Nancy Pelosi que preside el Congreso, le exige a Bush que "tiene que dejarle claro al pueblo iraquí que su gobierno tiene que actuar’".

Habría que advertir a la señora Pelosi que el pueblo iraquí no tiene "su" gobierno, sino el que impuso las fuerzas atacantes, que además están cometiendo genocidio. Pero sigamos con la nota periodística en cuestión. "En lo que fue interpretado como un guiño hacia Washington, el gobierno iraquí difundió un informe que aseguraba que el 50 por ciento de los terroristas que realizan atentados en el país provienen de Siria. Para la Casa Blanca las dos principales amenazas regionales para sus planes en Irak son el gobierno de Damasco y el iraní".

Es muy importante este informe. Es lo que necesita, entre cosas Bush y compañía, para demandar que la guerra debe seguir y extenderse. Medio Oriente después de todo tiene quien pueda asumir el control en representación de Estados Unidos o propio. En Tel Aviv los ultraderechistas, especialistas en guerra sucia y en infiltrar los movimientos árabes más fundamentalistas, se frotan las manos.

En tanto además de las masivas manifestaciones contra la guerra al interior de Estados Unidos, los ex generales Robert Gard, Joseph Hoar y Jack Shanahan del ejército de ese país advirtieron mediante una carta pública (Sunday Times, de Gran Bretaña) que un ataque a Irán "tendría "consecuencias desastrosas para la seguridad en la región y para las fuerzas de la coalición en Irak, además de exacerbar las tensiones regionales y globales" y recomendaron a Bush el diálogo. No son los únicos. También algunos viejos estrategas del imperio están preocupados y advierten que una guerra contra Irán será funesta y sin salida.

En tanto se habla ya de que si el Congreso estadounidense aprueba el presupuesto solicitado por Bush "los gastos destinados a las guerras de Irak y Afganistán rondarán los 750.000 millones de dólares, una cifra mayor a lo que Washington gastó en Vietnam". Pero hay analistas que aseguran que esa cifra es falsa y que el gasto ya suma unos dos billones de dólares. Una buena parte embolsada en la corrupción.

Fuerzas privadas, mercenarios y "guerra religiosa"

Tropas especiales contratadas por el Pentágono. Cada mes, asesinan a no menos de tres mil personas. Los atentados de la CIA y la Mossad que se atribuyen a chiítas y sunnitas.

En el Congreso de Estados Unidos, sólo se han escuchado escasas voces que demanden saber sobre los integrantes de las fuerzas de seguridad privadas (mercenarios) que acompañan al ejército ocupante de Irak y son claves para las criminales fuerzas especiales. Sobre los mercenarios poco habla la prensa del mundo, pero en dos meses cualquiera en el calendario, matan entre dos y tres mil personas...

También se silencian al interior de ese país los detalles de las operaciones ilegales realizadas por la CIA en territorio europeo, supuestamente como parte de la lucha contra el terrorismo internacional en el traslado de detenidos desaparecidos, como una gran Operación Cóndor, más sofisticada.

Poco se informó sobre la decisión de la Justicia alemana de ordenar la captura de 13 agentes de la CIA sospechosos del secuestro del germano libanés Khaled el Masri, sucedido a comienzos de 2004, en la frontera entre Serbia y Macedonia.

Sólo basta con seguir los pasos de los secuestradores, que llevaron a su víctima en avión a Afganistán -con varias escalas -, donde fue sometido a torturas inenarrables y retenido durante meses en una cárcel secreta.

Los muchachos de la CIA, como para sellar un pacto de silencio - una verdadera "omertá"- comprometieron a su paso a varios países. El avión que trasladó a El Masri salió de Mallorca hacia Macedonia el 23 de enero de 2004 y fue la policía española la que luego pudo dar los nombres del grupo de secuestradores.

Esos son los hombres de la CIA que ahora busca Alemania. Aún quedan problemas, como la posible identidad falsificada de los agentes y el hecho de que Estados Unidos no los entregue. Pero algunos inquietos reporteros del programa Panorama, del canal de la televisión alemana NDR, habrían logrado ubicar ya a tres de ellos, que tranquilamente estarían viviendo en Carolina del Norte, e incluso uno de ellos trabajando en una línea aérea de la CIA, como lo es Aero Contractors.

Regresando al tema de los miles de mercenarios contratados en el primer y el tercer mundo, a mediados del 2005 el periodista Jean-Guy Allard escribía sobre la presencia del coronel del ejército norteamericano James Steele, "uno más de los famosos delincuentes de la Administración Reagan, reciclados ahora por George W. Bush" en operaciones encubiertas en Irak.

La información se basó en un pedido de informes del congresista norteamericano Dennis J. Kucinich, dirigido al Departamento de Estado donde reclama obtener copia de todos los documentos sobre los planes del Pentágono en la utilización de miembros de las Fuerzas Especiales norteamericanas, "para constituir en Irak equipos de asesinato y secuestro".

El congresista citó que el 8 de enero del 2005, la revista Newsweek ya se refería a tales planes, designados como la "Opción Salvadoreña", para aplastar la insurgencia de los sunnitas. ¿Por qué El Salvador y por qué el coronel James Steele ? Este había desarrollado en el pequeño país centroamericano el siniestro plan para acabar con los dirigentes de las fuerzas revolucionarias, dejando decenas de miles de salvadoreños "desaparecidos" y asesinados, incluyendo al arzobispo Oscar Romero, sacerdotes y cuatro monjas norteamericanas.

Informaba el congresista J. Kucinich que "el coronel Steele ha sido asignado a trabajar con la nueva unidad de contrainsurgencia conocida como Comandos de Policía Especial, operando bajo la autoridad del Ministerio del Interior de Iraq", como mencionó Allard.

Pero advertía asimismo : "Sabemos que una ola de secuestros y ejecuciones, en el estilo de los escuadrones de la muerte, teniendo lazos con un patrocinador oficial del gobierno iraquí y con los Estados Unidos, se desencadenó en Irak".

También mencionaba que diversos informes de prensa demostraban que las fuerzas estadounidenses han entrenado y apoyado brigadas de comandos iraquíes altamente organizados "y que algunas de esas brigadas han actuado como escuadrones de la muerte, secuestrando y asesinando a miles de iraquíes".

Steele era amigo nada menos que de quien fue hombre clave en Irak como el ex embajador John Negroponte, actualmente el número dos en el Departamento de Estado y acusado de graves violaciones a los derechos humanos en Honduras, donde, durante la pasada década de los ’80, hizo posible la unión de los militares argentinos de dictadura- connotados asesinos en su país- con los "contras" nicaragüenses y sus apoyos militares hondureños. En ese tiempo desaparecieron en Honduras unas 200 personas y también se actuó en matanzas colectivas en zonas campesinas, como se registró en aquellos años de la guerra de Estados Unidos contra la Nicaragua sandinista.

Estos son los "buenos muchachos" que envió Washington a Irak cuando el viejo aparato de muerte estaba en pie, con los Negroponte, Elliot Abrams, Otto Reich, John Poindexter, John Bolton, Oliver North, Robert Kagan, y Michael Ledeen, como también señala Allard.

Pero para entender lo que hay por delante y por detrás, hay que recordar los trabajos conjuntos de Steele con otro terrorista confeso amparado por Estados Unidos, como es el "cubano americano" de Miami, Luis Posada Carrilles.

"Además de su participación en las operaciones de abastecimiento de la contrarrevolución nicaragüense desde la base aérea salvadoreña de Ilopango, donde estuvo Posada Carrilles, Steele es identificado como el creador de los escuadrones de la muerte que sembraron el terror en aquél mismo país centroamericano entre 1984-1986, con decenas de miles de víctimas".

Posada Carriles informó a dos investigadores del FBI "sobre su participación en la enorme operación de tráfico de drogas y de armas que había realizado bajo las órdenes del coronel Steele, entonces oficial de confianza en El Salvador del coronel Oliver North y de sus jefes de la Casa Blanca", según descubrió el periodista Robert Parry en 1996.

Pero ajeno a todo esto, el 30 de junio del 2005 el presidente George W. Bush hablaba en la base militar de Fort Bragg negándose a presentar el cronograma de la retirada del contingente de 135 mil efectivos norteamericanos acantonados en Irak porque, según dijo, "esto alentaría al enemigo y desmoralizaría a los iraquíes y a los soldados estadounidenses".

Ya entonces la estrategia que Bush estaba armando era la de dividir a la resistencia iraquí y nada mejor que hacer atentados contra unos y otros poniendo la firma del adversario. Sólo entre 2004-2005 se produjeron cientos de ataques de supuestos suicidas, donde era claro que el objetivo era el pueblo.

A mediados de 2005, la CIA inventó en un informe secreto que filtró a la prensa, que Irak se había convertido "en un centro para entrenar a terroristas" y que "los comandos iraquíes y los islámicos foráneos perfeccionan allí sus técnicas subversivas (...) y salen desde allí preparados para llevar el terrorismo urbano a otros países".

Nadie explicó cómo podían llegar por las fronteras supervigiladas los "foráneos" islamitas para entrenarse en un país ocupado por el mayor poder mundial, pero en realidad este informe servía para justificar la llegada en masa de mercenarios, destinados a sembrar terror no a evitarlo.

Esta estrategia no era nueva. En agosto de 2005. The Washington Post escribía que "la CIA fomentó la rebelión interna en Irak antes de la invasión" de 2003, con el empleo de paramilitares. Con la autorización del presidente Bush, la CIA "reclutó y entrenó grupos armados iraquíes, denominados Escorpiones, para desestabilizar al entonces gobierno de Saddam Hussein. Orden que fue dada en febrero o marzo de 2002, y que tenía como fin impulsar "un cambio de régimen en el país árabe", según los oficiales de la inteligencia citados por el periódico...

En la formación de estos grupos paramilitares la CIA utilizó a integrantes de la comunidad kurda, "quienes fueron infiltrados en Bagdad, Qaim, Faluja y otras ciudades para fomentar un alzamiento, con el objetivo de simular un conflicto armado interno de gran magnitud".

Como antes había hecho con los talibanes en Afganistán, cuyo jefe y amigo era Ben Laden, la Administración Bush "dedicó millones de dólares a su entrenamiento, el cual incluyó la preparación de los paramilitares en el empleo de helicópteros y acciones de sabotaje".

Aunque algunas misiones no alcanzaron a realizarse por la invasión de 2003, estos grupos quedaron y los Escorpiones no sólo crecieron, sino que fueron luego alimentados por los mercenarios contratados en Colombia, Europa, El Salvador, Perú y otros países.

Después de la ocupación- y en esto siempre se oculta el papel clave de la inteligencia israelí- "la CIA utilizó a los mercenarios para tratar de infiltrar los grupos de la insurgencia y hacer otros trabajos sucios", decía The Washington Post.

El 23 de septiembre de 2005 una información que salió de Bagdad por agencias internacionales puso en blanco cómo estaban trabajando las fuerzas especiales para llevar a enfrentarse violentamente a los iraquíes, con la misma estrategia actual.

Ese día, militares británicos que aparentemente cumplían una misión de inteligencia en la ciudad de Basora fueron detenidos disfrazados de árabes, cuando iban a cometer un atentado terrorista para lograr el desencadenamiento de una "guerra confesional", algo en lo que los gobiernos derechistas de Israel son maestros.

Fuerzas británicas, al enterarse de la detención no dudaron en tomar la comisaría y arrancarlos a la justicia iraquí. Sin embargo ya había salido al mundo en la voz de un vocero del ministerio del Interior, "que ambos militares planeaban actos terroristas que crearan condiciones para el estallido desencadenar de una guerra entre comunidades y religiosas distintas", haciendo explotar bombas en lugares sagrados para los chiítas, por ejemplo, y culpar a los sunnitas", y advirtió que confesaron su trabajo para el Mossad, la inteligencia israelí.

Sólo que ahora, dos años después, la nueva estrategia ya no se ocupa de lograr enfrentamientos sino en matar la mayor cantidad de personas en corto tiempo mediante atentados, bombardeos, allanamientos, secuestros y ejecuciones masivas. Bush entiende que esta es la estrategia correcta y los atentados son preparados por las tropas especiales y los mercenarios, que actúan con amparo y zonas liberadas.

Sobre qué hacen los escuadrones de la muerte, el hombre de la CIA, las fuerzas especiales, los torturadores, nada se dice porque es secreto de Estado en el imperio. La actuación brutal que se ejerció bajo el nombre de "conmoción y pavor" en los comienzos de la invasión ahora es llanamente "terror y limpieza", es decir matanza indiscriminada como solución final.

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