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9 décembre 2005

La batalla de la carne argentina

 

Por Claudio Scaletta
Página 12
. Buenos Aires, 9 de diciembre de 2005

¿Quién es quién ?

Por la suba de retenciones a las exportaciones y la amenaza de más, la cadena cárnica acusa al Gobierno de no dejarla aprovechar el buen momento de los mercados internacionales. Ciertos economistas creen que el problema de los precios no es más que de oferta y demanda, siendo la clave que la primera es menor que la segunda. El Gobierno, en tanto, considera que el punto crítico está en la comercialización, donde algunos actores parecen tener más influencia que otros. Entonces : ¿por qué continúan subiendo los valores de la carne ? Y, fundamentalmente, ¿será posible frenar las alzas ?

Luego de la crisis de la aftosa del 2001, que entre otros efectos provocó el remate de muchos stocks ganaderos y, en muchos campos, el reemplazo de la actividad pecuaria por la sojera, la producción de vacunos recompuso sus niveles históricos. La recuperación se produjo en un marco sumamente positivo. La devaluación aportó una estructura de costos favorable y, como sucedió con otras commodities agropecuarias e industriales, la mayor demanda provocada por la consolidación de las revoluciones industriales asiáticas abrieron un ciclo expansivo de los precios internacionales.

Los vientos favorables no se detuvieron aquí. Así como la Argentina quedó total o parcialmente fuera de los mercados de exportación en el 2001 y en el 2002 por su problemas sanitarios, lo mismo sucede actualmente con algunos de los grandes oferentes mundiales. Estados Unidos y Canadá, por la aparición del mal de la vaca loca ; y Brasil, por los brotes de aftosa en algunos de sus estados. En el 2005, luego de la reapertura de más de ’80 nuevos mercados en los últimos tres años, las ventas argentinas al exterior serán de 800 mil toneladas, por encima de las 300 mil del 2002, aunque por debajo del millón alcanzado durante los ’80, cuando el país era el primer exportador mundial. A la demanda externa se sumó fronteras adentro el mayor consumo provocado por la recuperación económica. El consumo per cápita ya se encuentra cerca de los 70 kilos por habitante, todavía 10 kilos menos que en los años ’90 y casi 20 por debajo de los ’80. Por el lado de la oferta, las alrededor de 10,5 millones de cabezas que se faenarán en el 2005 representan un valor apenas superior al pico de 1991 y un nivel similar al del 2004.

En pocas palabras, mientras el mundo y los consumidores locales demandan más carnes, la producción no acompaña. La ley de hierro de la oferta y la demanda, dicen los manuales básicos de Economía, tiene solución para este tipo de desajustes : el aumento de precios. Según el Indec, el año pasado los precios minoristas de la carne subieron el 10,7%. En los primeros once meses del 2005 sumaron otro impresionante 17,5%.

Aunque las buenas noticias para los productores no lo fueron para los consumidores, dieron lugar a un tibio proceso inversor en plantas de engorde con maíz, algunos frigoríficos orientados al mercado externo y en el cambio de manos, con extranjerización incluida, de algunas de las principales firmas de la plaza.

En principio, todas las concesiones realizadas por el Ministerio de Economía en los últimos días apuntaron a corregir el problema de oferta. A los productores se les otorgó el miércoles la postergación del peso mínimo para enviar a faena, lo que en principio supone que dispondrán de más animales para mandar al mercado. A los consignatarios se les otorgó la suba del peso de los bovinos que se incluyen en el Indice Novillo del Mercado de Liniers, lo que amplía la base de los animales que pueden incluirse en esta franja de mayores precios. A los frigoríficos exportadores -98 plantas de las que la primeras 20 poseen alrededor del 70% del mercado-, la eliminación de la obligatoriedad de exportar dos toneladas por cada una de la cuota Hilton (como consecuencia de la anulación del criterio de past performance), con lo que dispondrán de estos excedentes para enviar al mercado interno.

A partir de hoy, en consecuencia, estas medidas deberían traducirse en una mayor oferta en los mercados, entre ellos Liniers. En su defecto, la medida volverá a ser sobre la demanda, más retenciones para desalentar las exportaciones. Pero si el problema parece estructural -más demanda que oferta-, ¿por qué el Gobierno se opone al libre juego del mercado y no deja que simplemente opere el mecanismo de corrección automática (precios) ? En el Gobierno responden que tal mercado libre no existe.

De las ventas a través de los consignatarios participan como compradores los frigoríficos, los llamados matarifes -que en muchos casos tercerizan la tarea de faena en los frigoríficos (a quienes les pagan con el cuero y las vísceras) para distribuir luego entre las carnicerías- y por último algunas cadenas de supermercados. Otra modalidad de venta es la directa. Muchos frigoríficos adquieren la hacienda directamente en los campos ; ello ocurre, por ejemplo, con la totalidad de lo destinado a cubrir las 28 mil toneladas de la cuota Hilton.

En Agricultura evalúan que si bien hay sectores más atomizados, como los matarifes, las carnicerías o los alrededor de 135 frigoríficos que trabajan exclusivamente para el mercado interno, también existen otros actores con capacidad de influir sobre las expectativas, amplificando las señales de precios que llegan del exterior. En la Secretaría de Agricultura creen que los consignatarios, que se llevan el 5 por ciento de comisión sobre las ventas, actuaron de esta manera luego de la noticia de la aftosa en Brasil.

Según esta visión, las expectativas exageradas provocaron que la retención de animales en los campos a la espera de la profecía autocumplida. Por otra parte, no son pocos quienes culpan a los frigoríficos, unos por pagar poco y otros por vender muy caro sin respetar los acuerdos de precios. Los ganaderos sostienen que luego de las retenciones, los frigoríficos intentaron trasladar la totalidad de la pérdida a lo pagado por la materia prima, reduciendo el valor del kilo vivo en los campos de 4,70 a 4,30 pesos. Pero mientras esto sucedía, no bajaron los precios en el mercado interno. El efecto fue una nueva retención de animales.

A todas estas posiciones de fuerza relativa al interior de la cadena se suma el factor estacional. Los analistas del mercado cárnico saben que pasadas las fiestas de fin de año la demanda cae fuertemente. En enero, los mares rusos (invierno boreal) se congelan y Rusia es el destino del grueso de las exportaciones. A la vez, el consumo interno retrocede durante los meses de verano a partir de enero. La cadena sabe que el momento de convalidar altos precios es fin de año. Se trata precisamente de lo que Economía intenta evitar con la posibilidad de hacer efectiva la amenaza de un nuevo aumento de las retenciones.

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DENUNCIAS CRUZADAS NTRE GANADEROS Y FRIGORIFICOS POR EL ALZA DEL PRECIO DE LA CARNE
La amenaza de una lapicera para seguir negociando

Elevar las retenciones del 15 l 25% redundaría en una fuerte caída de las exportaciones de carne.

Fuentes del Ministerio de Economía informaron ayer que la resolución de aumento de las retenciones de la carne del 15 al 25% "está lista", pero aclararon que todavía "no está firmada" y que se esperará a ver cómo evoluciona la oferta de vacunos en el Mercado de Liniers entre hoy y el martes para tomar la decisión final. Se supone que sólo si aumenta la oferta de cabezas de ganado y los precios bajan, entonces podría darse marcha atrás con la medida. Así, con la amenaza de la lapicera en mano, el Gobierno pretende otorgar una última oportunidad a los empresarios de la carne para ponerles coto a los precios internos, que subieron fuertemente en las últimas semanas.

Por lo pronto, el anuncio del miércoles de que se elevarían una vez más las retenciones desató durante el feriado de ayer una guerra de acusaciones cruzadas entre los distintos integrantes del sector cárnico. Los frigoríficos advirtieron que la medida terminaría con el negocio de la exportación -un 20% de la producción total- y que se perderían miles de puestos de trabajo. Los productores ganaderos, en tanto, acusaron al selecto grupo de frigoríficos exportadores de haber boicoteado la posibilidad de alcanzar un acuerdo de precios.

"Después del caso de aftosa en la Argentina se recrearon entre 15 mil y 20 mil puestos de trabajo, pero esto prácticamente saca a la Argentina del mercado de la exportación y si es permanente sin duda va a generar pérdida de puestos de trabajo", afirmó el presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de la Carne, Miguel Schiaritti. Aún así, el empresario reconoció que con una suba de las retenciones "es posible que los precios bajen", pero insistió en que "es muy mala señal para un sector que tiene 40 años de atraso y que había empezado a retomar el crecimiento". En la misma línea, el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens, dijo que de subirse las retenciones "se pueden perder mercados que después son difíciles de recuperar".

Sin embargo, el vicepresidente de la Federación Agraria Argentina, Ulises Forte, aseguró que se estuvo "muy cerquita de un acuerdo", pero remarcó que "un sector muy minoritario, el exportador, fue el que rompió el acuerdo". diferencia de la Sociedad Rural, que nuclea a los grandes productores agropecuarios, la FAA es una de las entidades que agrupa a los productores pequeños y medianos. El dirigente ruralista indicó que "la última propuesta del secretario de Agricultura, Miguel Campos, fue que se acordara una rebaja, y en diez días analizar el tema de las retenciones". "El sector exportador no aceptó, y el Gobierno anunció una contramedida. Fue un exabrupto, pero provocada por la actitud de este sector", reveló Forte.

Esta última versión coincide con lo que sostienen algunos colaboradores de confianza de Felisa Miceli. Según fuentes de Economía, la ministra planteó que cualquier revisión a la baja de las retenciones debía ser precedida de una caída efectiva del precio interno de la carne. Al revés, los frigoríficos planteaban que primero disminuyeran los impuestos a la exportaciones contra la promesa de futuras bajas de precios. Más aún, en Economía dicen que fue el lobby de los grandes frigoríficos el que echó a rodar en las últimas horas la versión del desplazamiento de Campos al frente de Agricultura. No obstante, Miceli le ratificó ayer su respaldo al secretario de Agricultura, a quien, a diferencia de otros funcionarios que lo precedieron, considera que "no está contaminado" por los poderosos lobbies del sector.

En medio de este cruce de acusaciones, el subsecretario de Agricultura, Javier de Urquiza, declaró que "el Gobierno les está pidiendo a todos los sectores de la canasta (básica de alimentos) un sacrificio", y subrayó que "la cuestión de la carne debe resolverse para mejorar la situación y el bolsillo" de la gente.

Por otro lado, el funcionario dejó abierta la puerta para continuar las negociaciones con el sector y se mostró optimista sobre la posibilidad de llegar a un entendimiento en los próximos días. "Se está tratando de ver si en el marco de la negociación se puede llegar al acuerdo que está pidiendo el Gobierno hace un tiempo", aseguró De Urquiza. Tras la salida de Lavagna, el subsecretario de Agricultura fue confirmado en su puesto por el propio presidente Kirchner y se sabe que, además de tener un fluido diálogo con los frigoríficos más grandes, mantiene una dura interna con el secretario Campos. "Hay que seguir trabajando. Esperemos que este cuarto intermedio permita acercar posiciones", agregó De Urquiza, conciliador.

Carniceros desconfiados

El vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías, Alberto Williams, se manifestó "pesimista" respecto de que la suba de las retenciones a las exportaciones vaya a traducirse en una caída de los precios de la carne para los consumidores. "Yo soy más pesimista que optimista. No hay suficiente cantidad de hacienda chica para reemplazar un 15% de terneros que faltan", afirmó Williams. Además, dijo que "con el aumento de retenciones no va a bajar el corte. Lo que puede pasar es que todo lo que iba a exportación se quede adentro, pero en lugar de despacharse al mercado la hacienda se quede en el campo engordando", explicó Williams. Quienes creen que la suba de las retenciones no provocará una caída de los precios de la carne, sostienen que la demanda interna es tan fuerte en la actualidad que aun sin exportaciones seguiría observándose un faltante en la oferta de ganado.

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