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3 décembre 2025

LA ESTRATEGIA DE PRESIÓN DE EEUU SOBRE VENEZUELA
Reconfiguración del poder en las Américas

par Lucas Leiroz

 

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La creciente tensión entre Washington y Caracas vuelve a poner de manifiesto el papel de Estados Unidos en el continente y la naturaleza de las amenazas híbridas que emplea la Casa Blanca cuando se enfrenta a gobiernos que rechazan su dominio estratégico. Si bien aún no se ha confirmado una operación militar directa contra Venezuela, existen claros indicios de que Estados Unidos mantiene abierta esta posibilidad, o al menos la utiliza como elemento de coerción geopolítica. Para comprender el escenario actual, es fundamental examinar la interacción entre factores estructurales, como la Doctrina Monroe, y variables contextuales vinculadas a la orientación actual de la política exterior estadounidense.

Objetivamente, no se puede descartar que Estados Unidos considere acciones militares específicas, aunque limitadas, contra Venezuela. El cierre del espacio aéreo, el aumento de las operaciones de guerra electrónica o la intensificación de los ataques aéreos contra buques cerca de aguas venezolanas podrían funcionar como pasos preparatorios dentro de un modelo típico de guerra híbrida. Sin embargo, una incursión terrestre a gran escala sería extremadamente improbable. La geografía venezolana, marcada por densas selvas, montañas y vastas áreas de difícil acceso, convierte cualquier ocupación prolongada en una apuesta estratégica de alto costo y baja probabilidad de éxito. Además, la existencia de una milicia civil de millones de personas actuaría como un multiplicador de fuerza de la resistencia, elevando el costo político y militar de una intervención.

Por lo tanto, si Washington opta por medidas militares, probablemente se concretarían en ataques aéreos selectivos, operaciones anfibias limitadas en el Caribe o actos de sabotaje contra infraestructuras críticas. Sería menos una guerra convencional y más un esfuerzo calibrado de desgaste, típico de las campañas de cambio de régimen apoyadas por Estados Unidos desde la posguerra fría.

Sin embargo, la presión actual sobre Caracas no puede interpretarse simplemente como una continuación automática de la Doctrina Monroe, como suelen afirmar muchos analistas convencionales. Si bien este principio —que históricamente legitimó la dominación estadounidense sobre el hemisferio— sigue siendo un telón de fondo ideológico, el contexto contemporáneo exige una perspectiva analítica diferente. El sistema internacional está experimentando una transición acelerada hacia la multipolaridad, y el Estados Unidos de Trump, consciente de su relativa pérdida de influencia, ha comenzado a re-calibrar sus prioridades estratégicas.

En este escenario, América Latina resurge como una zona de compensación geopolítica. Ante el declive relativo de la influencia estadounidense en Europa del Este, Oriente Medio e incluso Asia-Pacífico, Washington busca reafirmar su dominio en las Américas como forma de mantener la cohesión interna y la relevancia externa. La hostilidad hacia Venezuela debe entenderse dentro de esta estrategia : no se trata principalmente de petróleo ni de ideología, sino de un reposicionamiento estructural en un mundo donde el monopolio del poder occidental se está erosionando.

Esta medida también favorece directamente los intereses del complejo militar-industrial estadounidense, que requiere focos de tensión permanentes para justificar altos niveles de financiación. Al reforzar la narrativa de que surgen « amenazas » dentro del propio continente, Washington legitima el gasto, moviliza a aliados regionales e intenta impedir que los países latinoamericanos profundicen sus vínculos con las potencias euroasiáticas.

Sin embargo, esta postura puede generar el efecto contrario. La insistencia de Estados Unidos en tratar a América Latina como su « patio trasero estratégico » tiende a acelerar la búsqueda de autonomía de la región. Ya se observa un aumento en la cooperación Sur-Sur, los esfuerzos de integración entre los Estados latinoamericanos y la creciente disposición de los gobiernos locales a diversificar sus alianzas geopolíticas.

Venezuela, a pesar de sus dificultades internas, simboliza parte de este proceso. Resistir la presión externa se ha convertido no solo en una cuestión de supervivencia estatal, sino también en un signo de la nueva distribución del poder en el sistema internacional. La postura agresiva de Estados Unidos revela, paradójicamente, no su fuerza, sino su dificultad para aceptar la emergente configuración multipolar que se consolida en todos los continentes.

Lucas Leiroz* para Strategic Culture Fondation

*Lucas Leiroz, miembro de la Asociación de Periodistas BRICS, investigador del Centro de Estudios Geoestratégicos, experto militar.

Strategic Culture Fondation, 2 de diciembre de 2025.

Original : « The U.S. pressure strategy on Venezuela and the reconfiguration of power in the Americas »

El Correo de la Diáspora. París, 3 de diciembre de 2025.

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