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’No hay país soberano que resigne el control de sus recursos
naturales a sabiendas que ello significa hipotecar su
crecimiento y desproteger a sus futuras generaciones’.
Arturo U. Illia
El semanario británico The Economist repite "...el mercado puede fallar, pero termina saliendo airoso, y siempre es mejor afrontar sus fallas, que depender de los burócratas...". Discurso que no pudo sostenerse en la famosa depresión del año 30, pero que se volvió a instalar gracias al olvido de la historia.
Parodiando a dicho semanario, podemos nosotros afirmar que es mejor que el Estado regule que esperar el desastre. No se trata de una frase de efecto. El país marcha hacia un colapso energético en el corto plazo. El mercado no va a planificar la disponibilidad energética del país en el futuro, ya que la razón de ser de la empresa privada es maximizar beneficios en el menor tiempo posible, y minimizar las inversiones de riesgo.
No podemos criticar a una empresa privada por querer ganar dinero, reduciendo los costos (personal), y subiendo precios. Menos aún si lo puede hacer gracias a una posición monopólica (otorgada por el Estado). Por el contrario, esta es la actitud esperable de un agente privado, de acuerdo con la teoría de mercado.
Lo criticable es que el Estado no se haya hecho cargo de esa problemática. A él le corresponde la responsabilidad de encausar mediante una intervención y regulación apropiada, los requerimientos sociales y el planeamiento Nacional, sin perder de vista el objetivo de la actividad privada de generar ganancias.
Las inversiones de riesgo son necesarias para evaluar las posibilidades energéticas de un país, que son la base sobre la que el Estado debe planificar su desarrollo y sustentabilidad. Si la actividad privada no encarara tales inversiones tiene la posibilidad de evitarlas.
Se entregaron yacimientos en explotación y con reservas comprobadas.
Las privatizaciones en el área petrolera tuvieron esa característica. Se entregaron yacimientos en explotación, con reservas probadas y cuya inversión de riesgo fue realizada por el Estado (YPF).
Una eficiente propaganda periodística hizo creer a un gran número de argentinos que su energía (petróleo y gas) son bienes transables, "commodities", y por lo tanto "conveniente su extracción y exportación". Este pensamiento es válido solo para las empresas, que explotaron los yacimientos sin control y sin normas por parte de un Estado que garantice una explotación racional del recurso (como por ejemplo se exige y se cumple en los EUA) y sin un objetivo concreto de desarrollo sustentable para el país.
Estas empresas privadas "nos enseñaron" que realizar inversiones para mantener el nivel de reservas es antieconómico y no condice con las leyes del mercado. Lo que no se dice es que los gobiernos de los principales países del mundo (Estados Unidos, Unión Europea, Canadá) obligan a sus empresas a mantener "reservas estratégicas" dentro o fuera de sus territorios.
Las recomendaciones de aquellos que discutieron el tema durante años, explicando que el Estado no debe dejar de lado su función específica, que consiste en proteger los intereses de la sociedad, quedaron sumergidos bajo el aparente éxito de la primera etapa privatizadora. ¿Por qué critican ? decían los enemigos del Estado, si ahora hay más teléfonos, más electricidad, más trenes. Este discurso ocultó que también habría mayores costos sociales y más peligros futuros. Hoy la sociedad comienza a palpar que estos costos son más altos que los beneficios aparentes.
Nuestras reservas solo alcanzan para 5 meses de consumo de Estados Unidos.
La realidad muestra que el Estado tiene una tarea inexcusable, que es la de regular la actividad privada, e incluirla dentro de un marco de Planeamiento Nacional al cual deben someterse.
El Estado para ello debe ser fuerte, para imponer los criterios de "desarrollo sustentable" por sobre los intereses particulares. Esta tarea es inexcusable, y hacerla nada tiene que ver con la polémica entre "capitalismo y socialismo", sino que es imperativa para atender una necesidad social.
Argentina dispone hoy del 0.3% de las reservas totales de petróleo del mundo ; el 0.4% de las reservas de gas, y el 0.3% de las de carbón : el total de las reservas de Argentina de petróleo solo alcanzarían para cubrir cinco meses del consumo de Estados Unidos. El Estado está obligado a cuantificar estos recursos, y disponer su utilización para que la Nación sea lo menos vulnerable y dependiente, hasta que otros recursos económicos brinden la posibilidad de sostener el desarrollo sin disminuir la calidad de vida de la sociedad.
Para ello, el Estado debería preguntarse :
– ¿Somos un país petrolero, con reservas para exportar indiscriminadamente ?
– ¿Cumple nuestro país con el concepto de ’desarrollo sustentable’ ? [1]
– ¿Es la energía necesaria y fundamental para el desarrollo ? [2]
– ¿Tiene nuestro país una política energética nacional ? [3]
Los países desarrollados, con el 25% de la población mundial, consumen el 75% de la energía producida en el planeta. Estos mismos países importan actualmente el 60% de los hidrocarburos que consumen y debido a su crecimiento económico, para el 2020, deberán importar el 80%.
Estudios recientes de las reservas mundiales indican que el petróleo comenzará a escasear cerca del 2040. Ante esta realidad los países centrales ya trazaron su estrategia : Irak es parte de ella, y la privatización de los recursos de América Latina es otra. Los principales países latinoamericanos productores de petróleo (Venezuela con el 6.7% de las reservas mundiales, México con el 4.5%, y Brasil con el 0.7%) han reafirmado el dominio imprescriptible del Estado sobre los hidrocarburos.
Pese a que el petróleo y el gas proveen al país el 87% del total de la energía que consume, Argentina entregó el dominio de lo que se extrae. Al ritmo actual de exportaciones nuestras reservas no llegarán más allá del 2017. No hace falta mucha imaginación para darse cuenta del problema que se nos avecina.
No es posible esperar inversiones en ningún área de la productividad o de la industria si no se asegura al inversor la disponibilidad de energía, por tiempo razonable y a precios que le permitan competir en los mercados internacionales.
Pensar que llegarán inversiones por la ’imagen del gobierno’ o por las "señales del mercado financiero", es menospreciar la capacidad de planeamiento de los países centrales, o de las empresas que a ellos responden, y no ver la realidad más allá de las narices.
Sin energía disponible no existirán inversiones para la producción.
¿Cómo hará nuestro país para disponer de energía después de 2017 ? No lo hará si no contamos con una política energética que priorice al país y al bien común de sus habitantes "por sobre los intereses económicos de las empresas", y un planeamiento que obligue a una explotación racional de nuestros escasos recursos petroleros.
Infomoreno. Buenos Aires, 16 de mayo del 2004
[1] Desarrollo sustentable es aquel capaz de satisfacer las necesidades de la actual generación sin amenazar las correspondientes a las generaciones futuras, dejándoles a las mismas la opción de elegir su propio estilo de vida (Comision on Enviromental and Development, Ginebra, 1987).
[2] Calificada en la Conferencia de Naciones Unidas de 1992 como "...factor decisivo del desarrollo sustentable". ’Sin energía los países subdesarrollados no saldrán del subdesarrollo’.
[3] La política energética debe ser en sí misma sustentable ; de no ser así se condiciona la gobernabilidad del país.