Accueil > Empire et Résistance > Capitalisme sénile > ¿Es bueno o malo el 14,8% de desocupación para la Argentina ?
Javier Lindenboim *
"La Gaceta de Económicas"
Buenos Aires, 18 de setiembre de 2004
Hace exactamente diez años Argentina inauguró el lamentable período de un nivel de desocupación de dos dígitos. Pasamos el 10% en medio del aparente auge de la política económica centrada en el más crudo ejemplo de la aplicación de las recetas del Fondo y el Consenso de Washington.
Junto con el desempleo subieron otros indicadores como el de la pobreza y la desigualdad social. Ninguno de ellos empezó con Menem y Cavallo. Pero tampoco ninguno de ellos había trepado antes a los niveles dramáticos de los que todavía no hemos logrado desprendernos.
Así pensado, discutir el sentido de cuatro décimas más o dos puntos porcentuales de menos podría parecer una mezquindad. Sin embargo, no son detalles.
Se ha dicho hasta el cansancio que muchas veces las estadísticas sirven para un barrido como para un fregado. Pero el problema, en todo caso, no está en los números sino en cómo se los construye y cómo se los usa.
Durante los casi treinta años de existencia de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) se observó -mayoritariamente- que los valores de la tasa desempleo de mayo eran superiores a los de octubre. Es decir que había un tema de estacionalidad. Lo mismo pasa con cualquier serie correspondiente a fenómenos de comportamiento variable a lo largo del año. Es por eso que las comparaciones deben ser hechas interanualmente. Esto es, los datos del segundo trimestre de 2004 deben contrastarse con los de igual lapso de 2003. Al hacerlo así, se observa que la tasa de desocupación cayó tres puntos, pues entonces estaba en el 17, 8 %. De modo que la "suba" de casi medio punto en rigor se multiplica varias veces,…..pero con signo contrario.
Pero esto puede parecer demasiado técnico o alejado de la cotidianeidad. Por eso, tanto o más atractivo resulta analizar qué ha pasado con el empleo. La tasa respectiva mide la proporción de personas que declaran estar ocupadas respecto del conjunto de la población. No es la contracara del desempleo en términos de indicadores.
¿Qué dicen las cifras ? La tasa de empleo creció en un año dos puntos, pero también subió, aunque en proporciones muy modestas, respecto del primer trimestre de este año. En otras palabras, en abril-mayo-junio se han creado algunos puestos de trabajo más, que los que había en el verano. Y no sólo eso sino que el número de puestos creados ha superado la cifra necesaria para compensar el mayor número de habitantes. De tal manera, todavía es muy alto el ritmo de creación anual de puestos de trabajo, en valores próximos a una elasticidad unitaria. Esto es, por cada punto de aumento del producto se verifica un incremento porcentual similar en la ocupación. No es ocioso recordar que en la mayor parte de los noventa hacía falta un crecimiento del producto de tres o cuatro puntos para lograr un aumento del uno por ciento en el empleo.
Si en relación al desempleo no estamos tan mal y si la ocupación aumenta, ¿estamos bien ? Desafortunadamente la respuesta no es sencilla, ya que sobre la calidad de los empleos nada puede decirse aunque hay cifras dando vueltas. Expliquemos.
Desde el cambio de la metodología en el relevamiento de la EPH (que trataremos en otra ocasión), y aunque hace ya 2 años que se utiliza el nuevo criterio, los usuarios tienen a disposición sólo los datos del 4º trimestre del 2003, a la vez que el último dato de la "vieja" encuesta es de mayo de ese año. Esto limita las posibilidades de conocer en detalle las características del mercado de trabajo En honor a la verdad, esto discontinúa una antigua tradición del propio INDEC, que ponía a disposición crecientemente y de manera oportuna, información variada para permitir a los estudiosos hacer sus propias indagaciones.
A cambio de ello hay ciertos análisis hechos en el Ministerio de Trabajo de los que surgiría que una parte mayoritaria aunque no predominante de los nuevos puestos asalariados creados en los últimos doce meses habrían sido de carácter protegido aunque en el stock estemos próximos a la mitad. También abundan los estudios privados aunque las informaciones en las que se basan no sean igualmente verificables.
La misma inaccesibilidad a la información impide analizar con detenimiento qué pasa con un aspecto crucial del mercado de trabajo : las características de las ocupaciones en relación con otros atributos relevantes como el nivel de remuneraciones y su evolución.
Lo interesante y valioso que resulta el análisis de la distribución personal o familiar de los ingresos, habitualmente realizado sobre la base de la EPH hoy está en suspenso. Pero, y esto es quizás más serio aún, tampoco existen desde hace treinta años datos oficiales sobre la distribución funcional, es decir, cuánto se llevan en el reparto los trabajadores y cuánto se llevan los demás. De manera que tampoco estamos en condiciones de discutir sobre bases ciertas cómo se reparten los esfuerzos y cómo se reparten socialmente los resultados del proceso de creación anual de riqueza.
Durante largos períodos buena parte de los argentinos ha vivido pendiente del fatídico número mensual que era el Índice de Precios al Consumidor ; más recientemente, se sufría con los vaivenes del "riesgo país". Sin embargo ni esos índices eran lo determinantes que parecían ni -con lo relevante que es en cualquier caso- el índice de desocupación en sí mismo expresa una presunta "esencia" de la realidad. Lo cual no obsta para que, cuando tenemos un dato, nos esforcemos para interpretarlo en su verdadero alcance y significado. Y también para aquilatar los datos importantes de los que, esperemos que transitoriamente, no se dispone. Más aún, para poner los datos al servicio de la comprensión de la sociedad que es siempre más rica y compleja que cualquier información cuantitativa.
En ese contexto debemos decir algo que es más que una frase. Hay bastantes facetas relevantes en las que hay mucho por mejorar.
* Director del CEPED e Investigador del CONICET