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Por Emilio Marín
La Arena. 2/12/2004
La fecha elegida para lanzar la Unión Sudamericana tiene mucho simbolismo, pues coincide con los 180 años de la batalla de Ayacucho que selló la suerte de la primera independencia. Habrá que ver si por sus resultados prácticos, esta cita que vienen trabajando los líderes del MERCOSUR y de la Comunidad Andina de Naciones en Cuzco, se acerca en algo a la batalla ganada por el mariscal Antonio José de Sucre a los realistas. No hay que dar mucho crédito a los modernos ’libertadores’ como Eduardo Duhalde, que se siente un prócer. Pero es cierto que Washington recela de la movida en Perú del 9 de diciembre próximo.
Los Diez
Los países involucrados en la reunión de Cuzco (en Perú lo escriben Cusco), son diez. A saber: el dueño de casa y los otros cuatro miembros de la Comunidad Andina de Naciones (Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela), más los cuatro del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), que llevan a remolque a un miembro asociado un tanto distante, Chile. Los remilgos de Chile -como los de Colombia, Perú y Ecuador- tienen que ver con sus acuerdos bilaterales con Estados Unidos en el marco del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Quienes tomaron con más énfasis los anuncios sobre la Unión Sudamericana (US) recalcan que será el quinto espacio económico mundial. Para ubicarlo en ese pedestal sacan cuentas de que tendrá un PBI de 360 mil millones de dólares, sumado el producto bruto de cada uno de los diez futuros socios. Esos mismos entusiastas se frotan las manos con la capacidad de negociación que podría tener este espacio en el orbe en base a sus exportaciones sumadas de 160 mil millones de dólares anuales.
Todo eso está por verse. El MERCOSUR y la CAN oficializaron en octubre último su intención ’matrimonial’ ante la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi). Eso despejó las dudas y reafirmó que el 9 de diciembre se consumará esa unión en Cuzco, muy cerca de Ayacucho donde el mariscal Sucre logró el triunfo decisivo anticolonialista. ¿Cuánto tendrá la US del legado del lugarteniente de Simón Bolívar? De evocación, mucho. De realidad, eso está por verse.
Por ahora fuera del bloque quedarán Surinam, Guyana y Guayana francesa, que no tienen tanta importancia y podrían servir -de ingresar a la mesa de los acuerdos- como peones de ajedrez de potencias europeas.
La decena de naciones del sur se va a juntar en Perú a los apurones, como para envolverse en la capa nostálgica y épica de tiempos bolivarianos y sanmartinianos. Recién en abril de 2005 en Río de Janeiro habrá nacido la mentada Unión, pues cuando los delegados se encuentren en Cuzco no sabrán siquiera cuáles son las instituciones políticas que tendrá la entidad. Se estima que en 2015 los socios habrán emparejado sus aranceles como para funcionar como zona de libre comercio. Si el MERCOSUR no logró ese objetivo en trece años, ¿cómo lo conseguirán Los Diez?
Dos entusiastas
El proyecto político sudamericano tiene en el presidente Hugo Chávez uno de sus más firmes impulsores. Siendo su país miembro de la Comunidad Andina, ese líder cortejó a los cuatro fundadores del MERCOSUR para que aceptaran la membresía de Venezuela. Y se la concedieron como estado asociado en la última cumbre en Iguazú, a mediados de 2004.
En el caso de ese mandatario hay una coincidencia ideológica muy fuerte con la unión de la región. Su país se llama formalmente República Bolivariana de Venezuela, luego de la reforma constitucional de 1999. ¿Cómo no iba a estar de acuerdo con lanzar la Unión Sudamericana con sus colegas en la misma pampa de la Quinua, Ayacucho, donde se libró la histórica batalla? Ya en 1974 los presidentes de entonces habían firmado allí la primera Declaración de Ayacucho.
El único inconveniente que puede tener Chávez para llegar a la cita peruana es su apretada agenda internacional y los conflictos que le genera la derecha proestadounidense en el frente interno. El venezolano ha estado en estos días en Madrid, Tripoli, Moscú y Teherán, entre otros destinos, siempre pregonando ideales bolivarianos y acuerdos tercermundistas.
Es de esperar que la derecha mencionada no incurra en un nuevo atentado terrorista como el que mató al fiscal Danilo Anderson, que frustre su concurrencia a Cuzco. Es que después de Fidel Castro, retirado de estos cónclaves desde 2000, el ocupante del palacio de Miraflores en Caracas, es el gran animador de las juntadas latinoamericanas.
El otro político de la región que hizo de propagandista, organizador y vendedor de la cita peruana es Eduardo Duhalde, secretario de la comisión de representantes permanentes del MERCOSUR. El no estaba en esas funciones en 2000, cuando ese Mercado y la Comunidad Andina decidieron avanzar hacia un horizonte común. Pero lo cierto es que al salir apresuradamente del gobierno -tras los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki por la ’mejor maldita policía del mundo’- el pope del PJ bonaerense se metió de lleno a tejer acuerdos para lo que terminó siendo la reunión de Cuzco.
En menos de dos años, al frente de esa comisión del MERCOSUR, Duhalde ha viajado y conversado con la decena de mandatarios que es parte de la jugada. Incluso por momentos tuvo diferencias con su ahijado Néstor Kirchner, al que criticó en los diarios brasileños por ser demasiado doméstico y reacio a la construcción política regional. Lula era el modelo a imitar, según esas manifestaciones mediáticas que irritaron al patagónico. Por supuesto, Duhalde se atribuye casi todos los méritos. Según su relato fantástico parece creerse parte de la saga de próceres del siglo XIX, casi como si estuviera en las botas del mariscal Sucre. Esto es un despropósito del vendedor del MERCOSUR al que entre tanto viaje, ningún juez citó a declarar por la matanza de Avellaneda. Los adalides del posibilismo no pueden compararse con los héroes de la Primera Independencia.
Peligros de afuera y adentro
La Unión Sudamericana no nació aún y ya la acechan peligros de afuera y de adentro. Los primeros están fogoneados por Washington y los segundos se originan en los propios límites de los políticos regionales, ya ilustrados con la mención a Duhalde.
El secretario de Comercio Exterior norteamericano, Robert Zoellick, viene pegando a las costillas del MERCOSUR. La última vez fue en el Foro de Cooperación del Pacífico (APEC) reunido en Santiago de Chile. El funcionario acusó a los miembros del mercado del sur como responsables de que el ALCA tuviera un formato ’mini’ o ’light’, ’un acuerdo base que no fue prolífico’.
Combinando la zanahoria y el gran garrote, la superpotencia no se limitó al rostro desagradable del representante comercial. Por esos mismos, el segundo de esa Secretaría, William Lash, ofrecía al ministro Julio De Vido, el secretario de Comunicaciones Guillermo Moreno y el interventor del Comfer Julio Bárbaro, ’oportunidades de negocios’ en alta tecnología, gas natural y telecomunicaciones.
El ALCA no da para nada perdida la plaza argentina. Y entre otros promotores cuenta con periodistas como Andrés Oppenheimer, del Nuevo Herald de Miami y espacios en Canal 9 y diarios argentinos. El frustrado escritor de ’La hora final de Castro’ recomendó a la región una mayor apertura económica, tras quejarse de que Argentina, Uruguay, Bolivia, Venezuela, Brasil, México y Cuba ’parecen estar encaminadas en dirección opuesta’ a las privatizaciones. Así Lash y Zoellick tienen las espaldas bien cubiertas para ofrecer sus propios negocios dentro del proyecto ALCA.
La cúpula de la Unión Europea tampoco quiso hacer concesiones al MERCOSUR en la última reunión de ambas partes en Portugal, el 21 de octubre. El nuevo representante comercial de la UE es el británico Peter Mandelson en reemplazo de Pascal Lamy, quien no ofreció novedades en materia de subsidios agrícolas y comercio. ¿Acaso el inglés será mejor?
No se trata sólo de las conjuras, presiones y lobbies hechos por la superpotencia estadounidense y sus rivales-socios de la Unión Europea de 25 socios. También pesan las políticas de los presidentes sudamericanos que actúan de acuerdo con aquéllos. En efecto, el Chile de Ricardo Lagos nunca fue muy fanático del MERCOSUR y no integra la Comunidad Andina porque su apuesta comercial preponderante fue hasta hoy el ALCA. Una de las mejores cartas de la campaña presidencial de la democristiana Soledad Alvear será que como canciller de Lagos firmó un tratado de libre comercio con Washington.
Otros que no quieren caerse del mapa de amigos de Estados Unidos son los jefes de Estado de Colombia, Ecuador y Perú. Alvaro Uribe, Lucio Gutiérrez y Alejandro Toledo secundan a George Bush: tienen firmados acuerdos por separado con el imperio, le cedieron bases militares y apoyaron su tesis ’antiterrorista’ para la Junta Interamericana de Defensa.
El saliente gobierno uruguayo, también del ’palo’ proyanqui, quiere hacerle una última gauchada a la Casa Blanca antes de ceder el poder a Tabaré Vázquez. Se especula que daría una declaración expresa restando importancia política a la firma de la Declaración de Ayacucho.
Quiere decir que algunos de los firmantes de ese documento histórico no se parecen en nada al mariscal Sucre. Más aún, varios de ellos son los mariscales de la derrota.