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2 janvier 2008

Los pilares del capitalismo

El fetichismo del dinero :
La moneda entre comercio y soberanía.

 

Toda la historia de la moneda puede leerse como un conflicto entre el comercio y la soberanía.

Por Patrick Viveret
Transversales
. Francia, el 22 de diciembre de 2007.

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La moneda fue oficialmente inventada en la historia humana para facilitar el comercio. Adam Smith estableció lo que seguirá siendo, hasta Keynes, la teoría clásica de la moneda, al describir el nacimiento de la moneda y las etapas de su evolución como una serie de mejoras de la "natural inclinación de los seres humanos al comercio y al trueque". El carácter verdadero de esta hipótesis resulta bastante claro. El interés por elegir un patrón para evitar la incomodidad del trueque puro y elegir soportes divisibles y duraderos como los metales antes que el de las mercancías perecederas o poco divisibles (como el ganado) pone de relieve el papel desmultiplicador de la moneda en el comercio.

Si prolongamos hasta nuestro tiempo el análisis de Smith resulta evidente que, luego de la desmaterialización progresiva de la moneda, este fenómeno de abstracción continuó, conduciendo al abandono del patrón oro, después de la Primera Guerra Mundial, y más tarde a la desconexión entre el oro y el dólar producida en 1971. Nos hallamos hoy en presencia de una moneda casi completamente desmaterializada, transportada por soportes electrónicos que permiten su circulación instantánea durante las 24 horas del día y entre los cuatro rincones del planeta.

De la fetichización de la moneda a la instrumentación de su escasez.

Pero esto sólo importa a una pequeña parte de los seres humanos para quienes la moneda efectivamente ejerce su primera función, que es facilitar el comercio. Para muchos otros, que no tienen o tienen poca moneda (¡Tres mil millones de seres humanos no tienen acceso al sistema bancario !), su presencia se siente efectivamente como un freno al intercambio. ¿De dónde procede esta paradójica derogación que impide que seres humanos con capacidad y deseos de comerciar, de crear actividad, se hallen impedidos de hacerlo por falta de recursos monetarios ? Esta paradoja, sobre la cual reflexionó mucho Jacques Duboin [Más abajo en este mismo artículo leer la nota de Marie Louise Duboin sobre la tesis cara a su padre "Sobre la moneda de consumo"], fue teorizada por Marx. Deriva de ese proceso de "fetichización" que consiste en transferir el valor comercial de esta actividad entre seres humanos sobre la propia moneda. La fetichización es mucho más fuerte que lo que su soporte de metal precioso podría hacernos suponer, es decir que como lo afirmaba el mercantilismo denunciado por Smith, la moneda es en sí misma una riqueza. Es aquí donde intervienen las dos caras de la moneda, la que reduce su carácter de vector comercial y la que lo transforma en uno de dominación. Se trata entonces de una moneda cuya escasez, artificialmente creada por los protagonistas de la dominación, obliga al dominado a no utilizar más que una escasa parte de su potencial activo y comercial.

Este tema resulta tanto más decisivo por el hecho de que hoy en día la economía mundial se halla mucho más amenazada por la insuficiencia de moneda en un extremo y su exceso en el otro.

De la falta al exceso : la filigrana de la crisis monetaria

En el primer caso se trata de la pobreza, de la miseria y de sus consecuencias destructivas, problema que cada diez años las instituciones internacionales prometen erradicar sin ningún éxito debido a que tratan de combatir las causas y no los síntomas del mal. [1]

En el segundo caso se trata de haber inflado en forma absolutamente desproporcionada la "burbuja financiera" impulsando la circulación de cantidades de moneda sin ninguna relación con los bienes y servicios que se comercializan (relación 1 a 40 en los EEUU) y sin ninguna relación tampoco con lo que razonablemente se podría esperar de la riqueza futura. De modo que lo que Pierre Noel Girault llama "el comercio de las promesas" [2] crea una enorme cantidad de bonos sobre futuro, (las jubilaciones usamericanas [3] en particular a través de los fondos de pensión) que solo benefician a una pequeña minoría mundial. Cuando son honradas ahondan dramáticamente las desigualdades y contribuyen a la emergencia de grandes crisis sociales especialmente en los países en los que la desconfianza hacia la moneda local contribuye a una "dolarización" de la economía de hecho o de derecho (Rusia, Asia, Argentina). Pero también es posible que un día ya no puedan ser honradas, incluso por los EEUU, a pesar de la generosidad de los "prestamistas de última instancia" como el Banco Federal de los EEUU. [4]. Aparece entonces el espectro de la crisis financiera global y sistémica que anuncia George Soros [5] y que tanto secretamente temen muchos analistas financieros. [6]

Una reforma radical se aproxima desde lejos

Cuanto más lejos están los espacios y el tiempo cubiertos por la moneda (moneda comercial distante y moneda atesorada para usos futuros) más integra en realidad la moneda "las garantías de desconfianza" (especialmente de los dueños de la moneda en relación a los más pobres) y más de convierte en instrumento de dominación y para los que no la poseen o muy escasamente, en obstáculo para el comercio.

Este problema conduce a dos posibilidades de reforma que pueden ser complementarias más que sustitutivas. La primera, más radical consiste en reorganizar el conjunto de monedas más importantes, comenzando por el euro y a los sistemas de protagonistas que las crean, las recogen y las hacen circular (bancos centrales, bancos de crédito, mercados financieros) a partir de criterios de facilitación del comercio y del intercambio en su versión no belicosa. Este enfoque el de un reformismo radical mundial, requiere en primer lugar el establecimiento de reglamentaciones internacionales y la lucha contra el dinero mafioso de los paraísos fiscales. Y necesariamente a continuación la organización de un sistema de desincentivación de la financiación de actividades social y ecológicamente destructivas (y/o de incentivo a las actividades social y ecológicamente útiles). Este enfoque presupone un fuerte compromiso de Europa a través de una visión profundamente transformada del euro.

Confianza, proximidad, intercambio, democracia :
Cuatro razones para promover las monedas complementarias

El otro enfoque, más realizable en el corto plazo, siempre trabajando en el sentido de encarar una reforma radical, en favorecer o por lo menos en autorizar, las formas de intercambio, monetarias o no monetarias, basadas más en la confianza que en la desconfianza y que favorecen el intercambio de proximidad en el espacio y en el tiempo. [7] Este segundo enfoque goza también del mérito de conformar una red de seguridad en caso de producirse alguna gran crisis monetaria o financiera reintegrándole el poder sobre la moneda a la comunidad democrática puesto que la asignación de los "derechos de emisión en moneda social" puede depender directamente de las decisiones de la colectividad.

Los sistemas de intercambio no monetarios, las monedas afectadas, los sistemas tipo SEL y la experimentación del SOL en algunas regiones francesas deben ser abordados con este espíritu.

Si la moneda oficial cumpliera cabalmente su papel de pacificador del intercambio no habría necesidad de prever la existencia de otras monedas u otros usos de la moneda (como es el caso de las monedas que son afectadas). Todos los sistemas de intercambio inventados o reinventados en el transcurso de estos últimos años tienen por objeto recrear el intercambio de cercanía allí donde la moneda oficial ha dejado de cumplir su función. Es por eso que la imposibilidad de comerciar por falta de moneda, confina toda teoría monetaria al absurdo ya que su primera función es facilitar el intercambio !

En el sistema monetario clásico, existen dos elementos cuya naturaleza los inclina a impulsar el intercambio hacia la rivalidad (y el acaparamiento). El primero es el principio del interés compuesto que impulsa hacia la especulación sobre el dinero en sí mismo y disuade de su utilización como medio de intercambio. El otro elemento, portador de dominación e incluso de violencia se debe a que la moneda oficial es indiferente a la naturaleza y a la finalidad del intercambio- Se trata de lo que se ha convenido en llamar "dinero sucio" y de sus lugares privilegiados de circulación, los "paraísos fiscales"

La función de las monedas sociales como el "Sol" es actuar sobre estos dos elementos. Es una moneda que no devenga interés, que no autoriza la especulación y que se dedica a cierto tipo de actividades o de relaciones que han sido predefinidas en función de una utilidad ecológica y social.

Resulta esencial mantener el espíritu de que estas dos características están al servicio de un objetivo fundamental : orientar la moneda hacia su función pacifista. En tal sentido no se trata de monedas sustitutas de la moneda oficial, algo que sería absolutamente irreal sino de monedas complementarias que vuelven a asumir su función básica, la del intercambio y ejercen presión sobre la moneda oficial para que también sea en sí misma un vector de "comercio blando" (como se dice hoy en día de "comercio equitativo" ) más que un vector de violencia social (o incluso de actividades predominantemente mafiosas).

La moneda de consumo

Concebida para impedir que "el dinero produzca dinero" una moneda de consumo no puede ser colocada a interés. Basada en una economía distributiva, no circula ni es un factor de acumulación ya que solo tiene poder adquisitivo. Su función permite al que la posee adquirir un bien o un servicio, con toda libertad de elección. Cuando a través de esta moneda llega un producto al consumidor, ha cumplido con su papel y queda anulada, como se oblitera la estampilla con que se franquea una carta o un ticket de viaje en un subterráneo.

Esta moneda constituye por lo tanto un flujo que circula, que se consume al mismo tiempo que se venden los bienes producidos y la masa monetaria se renueva al mismo ritmo en que se producen las riquezas.

Esto implica la inversión de cierto orden establecido, puesto que es la moneda la que se adapta a la economía y esta la que está al servicio de las finanzas. Las decisiones de orden económico no se toman ya solo en función de la rentabilidad sino que existen otros criterios que pueden ser tenidos en consideración : se vuelven posible decidir que es lo que se va a producir teniendo en cuenta, por ejemplo, el respeto a los derechos humanos y los del ambiente.

La moneda ya no es otra cosa que el instrumento de distribución de lo que se produce en tales condiciones. La expresión "creación de valor" recupera su sentido real y no simbólico, la economía recupera su objetivo como productora de verdaderas riquezas y no beneficios financieros. La economía vuelve a su sitio, el de la administración y el del tener al servicio del ser.

Marie-Louise Duboin

[Traduccion del francés para El Correo de  : Susana Merino

Notas :

Notes

[1Véanse las cifras del PNUD que ponen claramente en evidencia que si no se logra erradicar la pobreza no es por falta de medios monetarios

[2Pedro Noel Giraud : "El Comercio de las promesas" (Le Commerce des Promesses, Ed.du Seuil, Paris, 2001).

[3NDLT : "Usamericano/a" es una expresión de reciente creación que intenta desterrar el tradicional uso de "americano" solo para los habitantes de los EEUU, por cuanto el gentilicio "americano" corresponde a los habitantes de las tres Américas : Norte, Centro y Sur.

[4Vinculada a la mayor parte de lod grandes bancos occidentales organizó la catástrofe del 23 de octubre de 1998, el salvataje del fondo especulativo LTCM ( Long Terme Capital Management) en contradicción con el liberalismo económico oficial.

[5Leer especialmente : "La crisis del capitalismo Global" de George Soros (La crise du capitalisme mondial, Plon, 1998)

[6En ocasión de la crisis de octubre de 1988, durante una reunión entre la FED y las principales instituciones financieras privadas, ante una pregunta sobre qué medios podrían impedir la cascada de quebrantos que se anunciaban, un responsabl de la FED habría contestado : " Recen !" ( contado por Pierre Noel Giraud, p.194 de la obra citada).

[7Lo que nada tiene que ver con el trabajo en negro o el rechazo a la contribución pública, denunciados por la mayoría de los sistemas comerciales de cercanías.

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