Accueil > Empire et Résistance > Capitalisme sénile > El Tesoro de Argentina cerró julio 2004 con 13 mil millones de superávit. (…)
Jubilados y estatales tocan la puerta Plata es lo que sobra, el problema es que son muchos los que reclaman un resarcimiento. Así se podría leer el particular momento del fisco, con recaudación impositiva y previsional en niveles record y una diferencia a favor muy superior a la presupuestada.
Por David Cufré
Página 12, 24 de agosto del 2004
Aunque parezca difícil de creer, al Estado le sobra dinero. Desde que Roberto Lavagna asumió al frente del Ministerio de Economía, sólo dos meses terminaron con déficit. Los otros 27 hubo superávit. El de julio volvió a ser muy superior al previsto : 1656,2 millones de pesos, contra estimaciones oficiales y del sector privado que lo situaban en torno a los 1100 millones.
La diferencia entre ingresos y gastos es tan grande en favor de los primeros que el "problema" para el Gobierno es cómo resistir las presiones de quienes pretenden quedarse con una porción de ese excedente.
Los reclamos internos son principalmente de trabajadores estatales, jubilados y beneficiarios de planes sociales, que piden aumentos en sus haberes o subsidios. Desde el exterior, el FMI y los acreedores exigen una mejora en la propuesta de reestructuración de la deuda.
Se suponía que en todo el año el gobierno nacional debía obtener un superávit de 10.800 millones de pesos. Así figura en el acuerdo con el Fondo. Sin embargo, entre enero y julio ya se consiguieron 13.488,4 millones, y todavía quedan cinco meses por computar hasta el final de 2004. Si se excluyen febrero y mayo, que por cuestiones estacionales presentaron resultados muy distintos a los del resto de los meses (febrero por la cantidad de días y mayo por el vencimiento de Ganancias), lo normal este año ha sido que el superávit promediara los 1500 millones de pesos mensuales. A esta altura, en 2003 el superávit llegaba a 5510 millones de pesos. Es decir, este año se produjo una suba del 144 por ciento.
El último viernes, Lavagna contestó de antemano cuál es su plan, sabiendo que unos días después debería responder qué hará con el dinero sobrante. "Lo mejor es manejarse con prudencia y hacer reservas para aplicarlas a los fuertes vencimientos de deuda del año que viene", expresó. La recomendación valía tanto para la Nación como para las provincias, que también superaron largamente los objetivos fiscales planteados para el año. En el caso de los distritos del interior, el superávit primario trepó en el primer semestre a 6000 millones de pesos, equivalentes al 1,4 por ciento del PIB, contra un compromiso asumido con el Fondo de 0,6 por ciento.
En 2005, el Gobierno necesitará financiarse en los mercados por unos 2700 millones de dólares. Así lo estiman especialistas del sector privado en asuntos presupuestarios, en función del superávit que anticipó Lavagna (2,7 puntos del PIB) y a los compromisos de deuda impostergables. La opción del jefe de Hacienda es ahorrar ahora para no tener que pedir prestado después. Y para no pagar una tasa de interés de más del 10 por ciento, como dicen en la city que le pedirán al Gobierno.
"Hay que hacer como toda familia endeudada. Para recuperar libertad hay que ir cancelando la deuda, de una manera progresiva, en la medida de nuestras posibilidades", destacó Lavagna. También dijo que no es conveniente volcar el superávit a gastos corrientes -como aumentos de sueldos a estatales-, sino que es mejor ahorrarlo y, en todo caso, destinar una parte a la inversión.
Sobre los resultados de julio, el superávit primario de 1656,2 millones de pesos se explica en buena medida por el fuerte aumento de los ingresos de la seguridad social. El excedente en esa área llegó a 1287,6 millones de pesos. Es una cifra histórica. Hacía 17 años que el sistema no entregaba resultados positivos. Entre enero y junio se habían acumulado 234,6 millones de pesos, a los que hay que agregar ahora los 1287,6 millones. En total, son 1522,2 millones. La suba del 10 por ciento en las jubilaciones de hasta 1000 pesos que acaba de disponer el Poder Ejecutivo costará 454 millones hasta fin de año. Eso quiere decir que el sistema previsional terminará con plata sobrante.
Lavagna sugirió a la Anses guardar ese dinero para tenerlo como reserva frente a cualquier contingencia, en lugar de disponer nuevos aumentos de las jubilaciones.
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¿Qué hará el Gobierno con el superávit ?
Por Maximiliano Montenegro
Página 12, 24 de agosto del 2004
¿Es bueno o malo que el Estado siga embolsando un superávit fiscal record ? A priori, no es bueno ni malo. Un mayor ahorro fiscal dota al Gobierno de grados de libertad si en el futuro quisiera caminar sin los grilletes del Fondo Monetario. El problema es que el superávit que exige el FMI sólo puede asignarse para cancelar deuda ; si no, por definición del organismo, no es superávit : es más gasto público, sin importar si se destina a aumentar salarios (gasto corriente) o a financiar obras públicas, proyectos tecnológicos o educativos (gasto de inversión). En la definición del Fondo, el superávit es un ahorro fiscal del cual el Gobierno no puede disponer, porque sus verdaderos propietarios son los acreedores.
Al margen de esa disquisición, el superávit fiscal es siempre dinero que, en el corto plazo, el Estado aspira de los bolsillos de la sociedad, y que por lo tanto se fuga del circuito económico. Si el Gobierno lograra volcarlo luego en programas sociales, salarios u obras, entonces volvería a los bolsillos de (otros) ciudadanos, motorizando la actividad económica, pero recién en un período posterior. Si, en cambio, siguiera las instrucciones del Fondo, el superávit sería siempre recesivo.
Según algunos expertos, el fenomenal superávit que arrojan las cuentas públicas es uno de los motivos que explican el parate de la actividad entre abril y mayo.
Durante el primer semestre, el ahorro fiscal habría alcanzado al 5,5 por ciento del PBI, es decir, 3 puntos más de lo que figura en el Presupuesto 2004, acordado con el Fondo. En números redondos, en seis meses, el Estado acaparó en sus arcas unos 6000 millones más de lo previsto, dos veces lo que se gasta en el Plan Jefes de Hogar a lo largo de todo un año. Mientras esto ocurría, en el Ministerio de Trabajo recuerdan que, desde abril/mayo, cesaron los incrementos salariales por decreto para el sector privado. Del mismo modo, algunos funcionarios están convencidos de que la reactivación cobró impulso a partir de mediados de 2002, cuando se instrumentó el Plan Jefes y se largó la sucesión de aumentos de sueldos privados por decreto.
El otro elemento que le fija un techo a la expansión de la actividad económica es la dinámica propia de la devaluación en Argentina. Uno de los economistas latinoamericanos más brillantes del último siglo, el cubano Carlos Díaz Alejandro, explicó hace más de tres décadas las dinámica recesiva de las devaluaciones en Argentina : "El argumento que vincula la devaluación a las recesiones parece a primera vista paradójico. Un axioma bien conocido de la teoría del comercio dice que una devaluación (en un país pequeño) provoca una presión ascendente sobre la producción real, estimulando ante todo la producción de bienes exportables y de bienes que compitan con las importaciones. Pero si existe un desfasaje en los salarios, la devaluación provocará también una redistribución del ingreso en favor de los no asalariados (principalmente empresarios urbanos y rurales), quienes experimentarán en el corto plazo una menor propensión a gastar, especialmente en productos nacionales". En 1978, Paul Krugman y Lance Taylor, por otros caminos, llegaron a un conclusión similar (Los efectos contractivos de una devaluación).
Traducido : el empujón que sostiene a la reactivación no provendrá, al menos en el corto y mediano plazo, de un sector exportador basado en commodities industriales y agropecuarias, de baja intensidad de mano de obra. El motor estará en el mercado interno y, para ser más precisos, en la redistribución de ingresos en favor de los asalariados que a todo aumento lo transforman en consumo. Este año el Estado jugó ese papel redistributivo sólo con las módicas subas de jubilaciones. ¿Qué estrategia seguirá en el futuro ?