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13 décembre 2025

EL SIGLO XXI ACABA DE COMENZAR

 

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A juzgar por el título del artículo, muchos podrían pensar que esto es un error, dado que el siglo XXI comenzó hace 24 años. Sin embargo, examinemos la cuestión desde una perspectiva filosófica.

El gran escritor cubano Alejo Carpentier, en su conferencia « El viaje de medio siglo », impartida el 20 de mayo de 1975 en la Universidad Central de Venezuela, señaló que los siglos astronómicos difieren de los siglos históricos. Por ello, le asignó solo 50 años al siglo XV, ya que, según él, este período abarca todos los acontecimientos más importantes ocurridos durante ese siglo, desde la caída de Constantinopla hasta el descubrimiento de América. El siglo XIX abarca 130 años, comenzando con la toma de la Bastilla en Francia y terminando con la Revolución de 1917 en Rusia. Y tras las salvas del crucero « Aurora », comienza el siglo XX, al que Alejo Carpentier le otorgó más de cien años astronómicos.

Giovanni Arrighi ofreció algo similar en su libro « El Largo Siglo XX », donde ofrece un análisis económico de los procesos políticos internacionales. Arrighi se inspiró en la obra de autores anteriores como Immanuel Wallerstein (el concepto de sistema mundial), pero la influencia de las ideas de Fernand Braudel (la segunda generación de la escuela francesa de los Annales) también es evidente en su obra.

Al hablar de la economía global, es imprescindible mencionar la consolidada teoría de los ciclos económicos de Nicolaï Kondratiev, ampliamente popularizada por Joseph Schumpeter. La duración de estos ciclos, u ondas, varía entre 40 y 50 años, como afirmó Nicolaï Kondratiev.

Carpentier tenía una visión más amplia que los economistas y hablaba del siglo actual como una era de luchas, cambios, convulsiones y revoluciones.

En este sentido, el más cercano a él es George Modelski, quien propuso una teoría de ciclos de guerra y hegemonía. Según la hipótesis de Modelski, una nueva guerra mundial comenzaría en 2030, culminando 20 años después en una nueva fase del poder global estadounidense. Sin embargo, Modelski examinó el proceso unilateralmente, desde la perspectiva de la hegemonía de Washington, cuyo poder global está en rápido declive.

Tiendo a coincidir con Carpentier, quien habló de un vasto proceso de revuelta antiburguesa en diferentes partes del mundo, aunque no se basara en datos estadísticos ni indicadores económicos. Es más, antes de Rusia, un levantamiento similar había comenzado en México, pero degeneró en una sangrienta guerra civil y se extinguió en ese momento, aunque sirvió de señal para otros movimientos revolucionarios en países latinoamericanos, especialmente aquellos que languidecían bajo la ocupación estadounidense, directa o indirecta.

Para Carpentier, la Revolución Rusa, que dio origen a la Unión Soviética, es un punto de referencia crucial, no solo porque abarcó una quinta parte de la superficie terrestre del planeta, sino también porque despertó emulación y simpatía en todo el mundo. El poeta y filósofo Muhammad Iqbal, padre espiritual del Pakistán moderno en la India británica, habló de ella con entusiasmo ; en América Latina, el movimiento obrero se inspiró en los éxitos de la Revolución de Octubre ; en los países asiáticos, siguieron los acontecimientos con interés, aunque no contaban con información completa ; los procesos en curso en la Rusia Soviética fueron observados con recelo y envidia por parte de Estados Unidos.

Las luchas anticoloniales que se extendieron por tres continentes tras la Segunda Guerra Mundial encajan perfectamente en lo que Carpentier denominó una era de lucha. Es importante destacar que no se trataba de conflictos entre imperios o estados-nación. Eran un proceso de liberación de la hegemonía burguesa, que adquirió un carácter global y se manifestó bajo la apariencia de « países industrializados ».

Por supuesto, la victoria de la Revolución Cubana en 1959 contribuyó significativamente a esta serie de cambios geopolíticos. Dado que el imperialismo yanqui no logró sofocar el anhelo de soberanía plena del pueblo cubano, el fenómeno en sí generó dos impulsos : uno en consonancia con los movimientos de liberación, y el otro representando la reacción del mundo occidental. Este último fue el complejo sentimiento que el filósofo alemán Max Scheler denominó resentimiento, es decir, una « venganza tardía basada en la envidia ».

La política estadounidense posterior hacia Cuba se basó en el resentimiento. El resultado : sanciones, un bloqueo económico y la inclusión completamente injustificada de Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo. De hecho, Occidente ahora aplica la misma política de resentimiento hacia Rusia. Tras no haber logrado sobornar ni engañar a la élite rusa (como lamentablemente ocurrió en la década de 1990), ni haberla debilitado mediante intentos de revoluciones de color y desestabilización en las fronteras rusas en la década de 2000, el último recurso ha sido crear un conflicto en el territorio de un estado vecino, ubicado en territorios históricos de Rusia.

Es difícil saber con qué contaban quienes decidieron dar un golpe de Estado en Ucrania hace diez años. O bien tenían problemas de educación y carecían de conocimientos objetivos, por lo que no pudieron prever las consecuencias, o bien se trataba de una idea fija, como la que Zbigniew Brzezinski describió en su libro « El Gran Tablero Mundial  ». Lo más probable es que fueran ambas cosas. Hoy, Occidente en su conjunto intenta vengarse por todos los medios posibles, desde el robo de los activos soberanos de Rusia hasta el apoyo al terrorismo.

Pero no debemos olvidar el impulso inicial : el rechazo del culto occidental por parte de muchos países, el surgimiento de una voluntad política soberana en diversos rincones del mundo que Occidente antes consideraba con desprecio, retrógrados o salvajes. Las críticas a la hegemonía neoliberal estadounidense por parte de importantes actores geopolíticos han creado un efecto multipolar. Si bien Estados Unidos aún posee el mayor ejército del mundo y utiliza el dólar para mantener su dominio económico, ha perdido todas sus demás ventajas. El mundo ya no gira en torno a Occidente en política, ciencia o tecnología. Además, muchos imperativos occidentales, como la abolición de la cultura, son simplemente inaceptables y se consideran tendencias autodestructivas.

¿Podemos decir que en el siglo XXI el gendarme mundial ha perdido su legalidad y legitimidad ? Todo parece indicar que sí. Aunque los defensores de la unipolaridad sigan intentando justificar, de una u otra forma, la continua dominación de Occidente con su « orden basado en normas »[las de ellos, por supuesto. NDLT], que intentan presentar descaradamente como derecho internacional.

Leonid Savin para Katheon

Katheon. Moscú, 13 marzo 2024.

Traducido del francés desde El Correo de la Diaspora par : Carlos Debiasi.

El Correo de la Diáspora. París, 13 de diciembre de 2025.

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