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Néstor Kirchner denunció ayer una campaña de desestabilización en contra del Gobierno, y si bien no precisó nombres, apuntó hacia los grupos económicos y de seguridad beneficiados o consentidos durante la década del ’90. "Hay gente que opera con los viejos métodos para tratar de enfrentar al Gobierno con la sociedad y con la gente, para tratar de inviabilizar cualquier cambio. Están al acecho", señaló el Presidente.
El detonante de la bronca presidencial fue, en esta oportunidad, el incendio en el centro de señalización y control de trenes de Constitución. Kirchner ya había denunciado que fue "intencional" y que respondía a la decisión del Gobierno de revisar la concesión de los servicios.
"No nos van a correr ni con un atentado, ni con amenazas, ni mucho menos", subió la apuesta el Presidente en el Salón Blanco de la Casa Rosada, adonde llegó para presentar junto a su hermana Alicia el balance de gestión del Ministerio de Desarrollo Social.
El tironeo con los trenes se remonta a la campaña presidencial. En esas álgidas jornadas, Kirchner hablaba de la posibilidad de rescindir las concesiones y reestatizar los servicios. Y ya generaba resistencia. "Somos el chivo expiatorio", se quejaba, por ejemplo, el entonces titular de Metropolitano, Mario Montoto. La firma, que actualmente lidera Sergio Taselli, opera los ramales San Martín, Belgrano Sur y Roca. Este último ramal es el que registra mayores demoras, producto de lo que el propio Gobierno arriesgó ayer como "autoatentado".
El tema motivó a la Secretaría de Transporte a insistir con la alternativa de quitarle la concesión a Metropolitano por incumplimiento de los contratos. Por eso, Kirchner imagina más sorpresas. "Hay gente que se mueve para que las actitudes, los privilegios, la concentración vuelvan. Van a pasar otras cosas, cada tanto se van a encontrar operaciones de todo tipo", alertó.
En el paquete incluyó a las empresas de luz y de gas, con las que el Gobierno negoció el último mes para evitar una profundización de la crisis energética, en un conflicto que llegó a producir resquemores con Chile por la exportación del fluido. Entonces, Kirchner salvó el papel del Estado en desmedro de las privatizadas, a quienes cargó la culpa por la falta de inversiones. Más aún, en su gira por los Estados Unidos habló de "extorsión" y llegó a acusar a algunas firmas de estar "tapando los pozos". Un día después depositó en Repsol-YPF gran parte de su furia. Por haber ganado 2600 millones de pesos y no haber reinvertido.
Afloró entonces el fantasma de los cortes programados de luz, una vieja postal de los tiempos de Raúl Alfonsín. El corolario de las negociaciones fue el sistema de "premios y castigos" que se puso en vigencia este lunes y que implica un incremento de tarifas únicamente en los hogares que consuman mayor energía que el año pasado.
"Nos encontramos de golpe con la política energética y estuvieron con el tema durante días. Gracias a Dios las lamparitas están prendidas", ironizó Kirchner, sabiendo que si hay un lugar donde se cumple a rajatabla el plan de ahorro de energía oficial es en la propia Casa Rosada. Y no es un chiste : hay noches en que los pasillos y despachos del poder son verdaderas bocas de lobo.
El tercer blanco del Presidente fue "la mano de obra desplazada" de la Policía Federal. Hace menos de un mes el Gobierno realizó una de las mayores purgas de la fuerza, dejando a 107 oficiales jefes en la calle. Del descabezamiento únicamente se salvó el jefe de la fuerza, Eduardo Prados. Kirchner ya había dado un duro golpe cuando desplazó a Roberto Giacomino, sospechado de cometer actos de corrupción.
En la Casa Rosada están convencidos de la existencia de una red, en la que se entrelazan medios, grupos económicos y ex miembros de la Federal, que interactúan para dar la sensación de mayor inseguridad, algo que no reflejan las estadísticas. Saben que el tema sensibiliza a la sociedad, y en ese sentido el caso Blumberg es un excelente botón de muestra. Por eso, Kirchner está especialmente preocupado en que el tema quede lo suficientemente aclarado.
Claro que la sospecha de la puesta en marcha de una campaña de desestabilización no queda acotada a las privatizadas y a las fuerzas de seguridad. También incluye a militares retirados y miembros afines al circuito castrense, espantados con la política de derechos humanos del kirchnerismo. La reciente cena en el casino de oficiales del Regimiento de Patricios encendió la luz de alerta en la Rosada. No sólo por su modalidad de clandestina, sino también por los conspicuos comensales : Daniel Raimundes, un general retirado sacado del servicio activo por Kirchner, el operador radical Enrique Nosiglia, y el director de La Nueva Provincia de Bahía Blanca, Vicente Massot. Durante la dictadura militar ese diario apostó fuertemente a la represión ejercida por Emilio Massera.
Al otro día, Kirchner leyó personalmente el listado con los nombres de los 70 invitados. Y salió de su boca la misma palabra que ayer : campaña de desestabilización.
LOS DATOS CONTRADICEN LA SUPUESTA INSEGURIDAD
Cómo se fabrica la sensación
Por Horacio Cecchi y Raúl Kollmann
Página 12, del 3 de junio del 2004
La firme sospecha oficial de que detrás de la supuesta ola delictiva en Capital hay una "movida de sectores desplazados", como anunció el propio presidente Néstor Kirchner, no sólo tiene su correlato en los números que indican disminución delictiva en la Capital, sino que además es acompañada por algunos indicios. El índice de delitos ha venido bajando, mientras que la ola, o su sensación, parece ir en sentido contrario. "Hoy, en promedio, cada comisaría registra un robo con armas por día -reveló una fuente gubernamental-. La cifra es menor al año pasado, pero la sensación es que ésta es una ciudad sitiada por delincuentes." De hecho, la ciudad tiene una tasa anual de homicidios en lento descenso, de 4,65 por cada 100 mil habitantes. Después de Santiago y Montevideo, es la tasa más baja de Latinoamérica, y en comparación con los 50,1 de Washington, la cifra es elocuente. Datos que circulan en el gobierno nacional coinciden en que alrededor de una docena de comisarías todavía responden a los desplazados. "Lo demás es cuestión de tener contactos aceitados con los medios y desparramar información inflada", citó la misma fuente.
Hasta ahora, es cierto, todo se trata de sospechas y ningún elemento cierto que pueda servir de prueba. Pero en los pasillos del Gobierno las sospechas son muchas y empiezan a transformarse en indicios. "Hay 53 comisarías en la ciudad -confió la fuente a Página/12-. Cada una hoy registra un robo armado por día. La cifra es menor a la de otros años. Pero el dato se informa los medios como si fuera un asalto tipo comando."
Según esta hipótesis, los desplazamientos en la cúpula de la Federal provocaron una reacción de algunos de esos mismos desplazados, tal como lo aseguró Kirchner ayer. "Hay unos cuantos ex jefes que siguen manteniendo sus contactos aceitados con algunos medios -sostuvo el funcionario-, y no les resulta nada difícil levantar el teléfono para informar." En el ámbito de Seguridad murmuran que de las 53 comisarías, alrededor de una docena sigue bajo la influencia de los ex capangas. "Con tener un solo policía que les responda en cada una de esas 12 comisarías ya se puede poner en marcha el circuito de información."
El tema no es sencillo y resulta algo urticante, ya que la información es uno de los pilares de las garantías de los derechos. Lo que se pone en duda, desde algunos sectores del Gobierno, es la difusión de datos inexistentes o inflados. Y tienen ejemplos en la mano :
– La semana pasada fue informada una violación en Belgrano. El caso fue detallado en algunos medios. La usina de información corrió por cuenta de fuentes policiales anónimas. El caso terminó siendo en realidad otra cosa : una prostituta que se peleó con su cliente por dinero.
– El asalto a la Universidad de Belgrano fue promocionado como un golpe comando y difundido como tal. Pero una hipótesis muy firme para los investigadores es que se trató de una entrega : "Había un solo sereno, y además de robar la plata se llevaron los cuatro videos de seguridad", aseguró a este diario uno de los participantes de la investigación.
"En general, la tendencia a la baja es defendible desde los números y desde una lógica racional y científica", sostuvo Claudio Suárez, director de Política de Seguridad y Prevención del Delito del gobierno porteño. Esos números sostienen que la tasa de homicidios en la ciudad mantiene una baja pronunciada (la de robo de autos también). La estadística proviene de la Federal, pero en estos dos rubros resulta confiable, ya que la mayor parte de los casos es denunciada. Los robos en general se mantienen en una meseta con leve tendencia al descenso.
Pagina 12, 3 de junio del 2004