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Caperucita le pagó toda la deuda al lobby feroz
Después de 50 años de una historia turbulenta, de recetas del fracaso, de presiones abusivas y de lobbies descarados, Argentina se desprendió ayer del FMI con un esfuerzo financiero mayúsculo. A partir de ahora, el Fondo no servirá de excusa por lo que no se hace. Las reservas descienden a 18.575 millones de dólares. Cómo fue la compleja operación de pago.
Por Claudio Zlotnik
Página 12. Buenos Aires, 4 de enero del 2006
A la una y media de la tarde de ayer, la Argentina le pagó toda la deuda al Fondo Monetario. En total se abonaron 9.530 millones de dólares en un simple giro. El desembolso, que demandó una compleja ingeniería financiera a nivel internacional, se tradujo en una sensible caída de las reservas del Banco Central. Pasaron de 28.045 a 18.575 millones de dólares. En forma paralela, el Gobierno envió una señal de la estrategia que se viene en la política monetaria : el Central adquirió ayer 51 millones de dólares en el mercado, y seguirá interviniendo con intensidad para recuperar gran parte de las reservas entregadas. "Este pago permite iniciar una nueva etapa, donde los argentinos podremos decidir sin demasiados cuestionamientos las políticas que llevaremos adelante", destacó Felisa Miceli al realizar el anuncio.
La ministra y el presidente del Banco Central, Martín Redrado, invirtieron apenas 15 minutos para comentar la operación. El jefe de la autoridad monetaria calificó como la "más importante y la más compleja en los 70 años de historia del banco". Admitieron sólo tres preguntas durante la conferencia de prensa.
El nivel actual de las reservas es similar al de hace poco más de un año : exactamente el 28 de octubre de 2004 había 18.576 millones de dólares, un millón más que ahora. A diferencia de sus últimas declaraciones sobre el tema, esta vez Miceli prefirió ser más cauta y ya no prometió recuperar las reservas a lo largo de este año. Confirmó la estrategia de acumulación de divisas, pero aclaró que el ritmo estará dado por las condiciones que vaya presentado el mercado cambiario.
La ministra enfatizó que las reservas respaldan en su totalidad la base monetaria (todos los pesos que circulan en la economía). Mencionó que así se cumplió con la ley, aunque su intervención fue para resaltar la solidez económica y financiera del país. De hecho, una de las "libertades" ganadas con la salida de la convertibilidad fue que había dejado de ser necesario que cada peso en circulación tuviera su respaldo con las reservas en divisas del Banco Central. Es posible que Redrado, recordando su paso en los gobiernos de los ’90, se haya confundido cuando ayer, durante la conferencia, aseguró "hacia adelante, el régimen cambiario y monetario de la Argentina implica un tipo de cambio fijo".
Miceli aseguró que con el pago de su deuda al FMI la Argentina "mejorará desde todo tipo de punto de vista". Y resaltó que esta decisión, "de un alto valor político y simbólico", servirá para "recuperar autonomía en las decisiones económicas". Está claro que, más allá de que el país se mantiene como miembro del Fondo, ya no necesitará cumplir con condicionalidades para lograr un refinanciamiento de su deuda con el organismo. Ni tampoco se escuchará el lobby de sus burócratas a favor de las privatizadas o de quienes quedaron afuera del canje de la deuda.
Sobre este punto en particular, la ministra dijo que sobre los holdouts "se mantiene la misma decisión" que a principios de 2005, cuando al final del canje Roberto Lavagna descartó la posibilidad de un acercamiento con quienes rechazaron esa operación. "El canje se cerró y se continúa con esta decisión", aseguró, ante la pregunta de un periodista.
¿Cómo queda la deuda pública ahora que se pagó al Fondo ? No habrá cambios en el stock, de unos 124.000 millones de dólares. El Tesoro cambió de acreedor : en lugar de deberle al organismo ahora le debe al Banco Central, pero a plazos, tasas y dependencia muchísimo más benigna. El BCRA recibirá del Tesoro una Letra a diez años de plazo, que no tendrá cotización en el mercado y que rendirá una tasa de interés similar a la de las reservas (alrededor de 3 por ciento anual). Según estimó la consultora MVA Macroeconomía, el BCRA se convirtió en el principal acreedor individual del Tesoro. Le adeuda 13.959 millones de dólares, el 11,2 % del total de los pasivos.
La operación para pagarle al Fondo fue compleja y demandó distintas etapas.
– El Banco Central se vio obligado a adquirir euros, yenes y libras esterlinas por el equivalente a 5.400 millones de dólares. El FMI cobró en DEG (Derechos Especiales de Giro), su propia unidad de cuenta, que es una canasta de monedas integrada, principalmente, por dólares, euros, libras y yenes.
– Argentina abonó 6.656 millones de DEG a una paridad de 1,4326 dólar. Si el pago se realizaba el mismo día del anuncio de Kirchner, la cuenta hubiese costado 82 millones de dólares más cara porque ese día, el DEG cotizó a 1,4442 dólar.
– Los 9.530 millones de dólares (6.656 millones de DEG) tuvieron dos puntos de partida. Unos 3.600 millones de DEG desde la cuenta en el Banco de Acuerdos de Basilea, mientras que los restantes 3000 millones de DEG partieron desde la cuenta que la Argentina tiene en el FMI. El destino fue común : todo el dinero se acreditó en 16 cuentas pertenecientes a bancos centrales de distintos países miembro del Fondo. Las instrucciones se realizaron electrónicamente pero hay constancia por escrito de cada una de esas operaciones. Miceli comentó que dialogó con Néstor Kirchner recién cuando le llegó la confirmación de esas acreditaciones. Al igual que los pagos anteriores al FMI, éste también quedó a salvo de los fondos buitres.
Anoche, una alta fuente del Fondo comentó a Página/12 que recién hoy se evaluará si la institución emitirá un comunicado. En la página de Internet del organismo no había mención sobre el tema.
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Adiós a un lobbista
Por David Cufré
La cancelación de la deuda con el FMI es una reforma estructural. No del tipo de las que pedía el organismo, como la transformación del régimen de jubilaciones, la degradación de los derechos laborales o la privatización de la banca pública, por mencionar sólo algunas de sus obsesiones. Es un cambio mayúsculo, porque desaparece la voz que bajaba ese tipo de recetas. Ya no vendrá el Anoop Singh de turno con un listado de medidas a aplicar, ni gobiernos que puedan ampararse en esas exigencias para diluir su propia responsabilidad. La presencia del Fondo estaba naturalizada. A favor o en contra, siempre había que responderle, había que dedicarle tiempo. Era como un zumbido y dejar de escucharlo es liberador. Eso no quiere decir que desaparezcan las presiones, pero los márgenes de maniobra se agrandan.
El hecho de pagar la deuda de una sola vez agiganta el impacto simbólico. El Gobierno tenía la opción de mantener la situación del último año : sin acuerdo y saldando en fecha cada vencimiento. Pero eso no operaba el cambio que efectivamente se produce en la relación con el organismo. El distanciamiento ahora es palpable. Si en el futuro a algún gobierno se le ocurre volver a firmar un programa con el FMI, tendrá que remontar la cuesta y asumir un fuerte costo político.
La alternativa de declarar el default con el Fondo no parecía viable en el actual contexto político y económico, y su efecto no hubiera sido más que de corto plazo. Cuando la Argentina no cubrió un vencimiento en 2003 lo hizo para negociar mejor, pero no pudo sostenerlo hasta el punto de la ruptura.
La imagen del FMI está asociada a los intereses concretos que defendía : el establishment financiero, las privatizadas, los acreedores y los sectores empresarios más concentrados. Hay una larga lista de ejemplos de presiones en favor de esos sectores en los últimos años. Desde la flexibilización laboral -apoyada por las cámaras patronales- hasta el bono compulsivo que exigía entregar a los ahorristas atrapados en el corralito, desde la creación de las AFJP hasta la eliminación de las retenciones, desde la compensación por los amparos bancarios hasta la suba de tarifas de los servicios públicos. Todas esas medidas intentaban ser impuestas -y en la mayoría de los casos lo lograron- desde afuera, pero eran pedidas con insistencia desde adentro.
Cada vez que alguien quería algo que internamente era muy difícil de pasar, recurría al Fondo. El organismo era vocero e instrumento de presión. Al quedar afuera de la discusión del día a día de la economía, esos grupos pierden a un poderoso representante. Ya no está la excusa de que hay que hacer tal cosa o dejar de hacer tal otra porque el organismo no aprobaría la revisión trimestral y se caería el acuerdo, y entonces el país sufriría gravísimas penalidades internacionales, como la imposibilidad de exportar o importar. Ese discurso, que se comprobó que era pura fantasía, queda en desuso.
El Gobierno también queda expuesto. Si no le quita la concesión a TBA, si no modifica la política de transporte, si mantiene privilegios a las petroleras, si subsidia las inversiones de los grupos más poderosos que invertirían de todos modos, si prefiere el superávit fiscal a un aumento de jubilaciones, si no restablece el impuesto a la herencia ni grava la renta financiera, no es porque el FMI lo reclama. Son decisiones que deberá justificar con otros argumentos. Lo que es seguro es que no hubiera podido convocar a los industriales formadores de precios, a los supermercados y a los ganaderos para acordar rebajas de precios en medio de una negociación con el Fondo. La vía heterodoxa estaba clausurada. Sólo fue posible empezar a aplicar medidas de ese manual cuando no hubo que soportar las auditorías del organismo.
Si en lugar del pago de la deuda al Fondo la noticia de ayer hubiera sido una reunión entre Singh y Miceli para firmar un nuevo acuerdo, el resultado habría sido que se estudia enfriar la economía para controlar lainflación, que se viene una suba de las tasas de interés y que el país recibiría un crédito de cientos de millones de dólares. En ese caso el Banco Central habría engordado aún más sus reservas en lugar de ceder 9500 millones de dólares, pero el costo final hubiera sido mucho más pesado.
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LOS MERCADOS LUCIERON TRANQUILOS
No lo extrañaron a Rato
Los mercados ya se hicieron a la idea de que la Argentina no tendrá más acuerdos con el Fondo, al menos por un largo rato. Ayer respondieron positivamente, todo lo contrario a lo que ocurrió a mediados de diciembre cuando Néstor Kirchner dio la noticia de la cancelación anticipada de la deuda con el organismo. En la Bolsa de Buenos Aires, el índice de acciones líderes MerVal cerró con una ganancia de 2,97 %, en 1602 puntos. El dólar registró un alza de apenas un centavo, para terminar en 3,02 para la compra y 3,06 para la venta. El Banco Central colaboró en esa suba con sus compras por 51 millones de dólares.
El pago al FMI pasó desapercibido en la Bolsa. Los operadores le prestaron más atención al ingreso de dinero desde el exterior para la compra de acciones. "Desde la apertura, se detectó la entrada de dinero ’fresco’ en todo la región. Por ese motivo las principales plazas tocaron nuevos máximos", señaló Ricardo Maied, gerente general de Federal Bursátil. La Bolsa de San Pablo, por caso, aumentó 3,1 %. Además, hubo un buen clima a nivel internacional, con las subas del Dow Jones (1,1 %) y el Nasdaq (1,8).
Con su cuarta suba consecutiva, el MerVal ganó 3,8 % en dos días. El balance de la sesión registró 64 alzas. Las más importantes fueron las de Distribuidora Gas Cuyano (7,8 %), Central Puerto (6,4) y Garovaglio (5,9). En el extremo opuesto, se ubicaron 15 papeles. Las caídas más relevantes fueron las de Sniafa (10), Telefónica de Argentina (4,8) y Banco Río (2,6). El volumen de transacciones superó en forma holgada al del día anterior. Las acciones sumaron 84,9 millones de pesos.
El resto de la deuda
Ahora que el Fondo es pasado, ¿qué sigue ? ¿Una reestructuración con quita de la deuda con el Club de París ? ¿Se continuará con el desendeudamiento del Banco Mundial y el BID ? ¿Una nueva chance para los holdouts ? Esta última posibilidad quedó desechada, al menos para el corto plazo, por la ministra Miceli. ¿Qué dijo sobre los otros dos organismos multilaterales ? Afirmó que la utilización futura de las reservas "dependerá de la posibilidad de acumulación que tengamos, que es muy buena". "Iremos viendo con el correr del año", respondió la funcionaria cuando le preguntaron sobre la cuestión. Mientras tanto, hay que esperar que continúe la política de seguir abonando los vencimientos.
La deuda con el BID asciende a 8507 millones de dólares y representa el 6,8 ù del total, mientras que el pasivo con el Banco Mundial suma 6837 millones (5,6 ù). Sobre el Club de París, Miceli tendrá que definir si sigue la estrategia negociadora que estaba a punto de iniciar Roberto Lavagna.