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18 août 2013

Argentina : Apuntalando el debate post PASO

par Lido Iacomini

 

Casi con seguridad el debate sobre la significación y las consecuencias del traspié electoral del 11 de Agosto del 2013 no acabará hasta que hayamos atravesado las elecciones de Octubre. Y nos vaya mal o bien, atravesaremos un enconado proceso político que recién desembocará en las elecciones del 2015.

Opiniones diversas y abundantes ya se han volcado y esto solo recién empieza. Me toca intentar una aproximación desde un ángulo que pretende ser distinto. Luis Bruchstein el día previo al acto electoral escribió una nota titulada FIN DE CICLO, profunda observación sobre un tema que la oposición puso en boga, con el claro objetivo de desalentar a las fuerzas políticas y sociales que han visto en el kirchnerismo la perspectiva para un cambio drástico pero a la vez de largo aliento en la sociedad argentina.

Un ciclo sobre el que señala : ¨Algunas de sus ideas centrales son la defensa del Estado frente a la destrucción del neoliberalismo, la integración regional frente a la subordinación a las grandes potencias, la distribución de la renta para alimentar el mercado interno frente a los procesos de concentración y exclusión durante el neoliberalismo. Y en general todas las políticas de ampliación de derechos para los trabajadores, las mujeres y las minorías en general.¨

Yo coincido en lo fundamental con sus apreciaciones pero quisiera llamar la atención sobre el hecho que los ciclos históricos no son producto exclusivo, o lo son cada vez menos, de determinismos naturales cual si fueran condicionados por un tsunami, sino que están determinados por la voluntad y la acción humanas. Resultaría sino que esa derecha que se la pasó criticando a los marxistas por adherir presuntamente a una teoría de la historia que marchaba hacia un destino ineluctable ahora pretende vendernos la inexorabilidad de la decadencia del auge kirchnerista : el ¨inexorable¨ fin de ciclo de esta experiencia “populista”.

Por eso la terminación de este proyecto será poco probable en la medida que depende del vigor y convicción que tengamos sus defensores y la capacidad de acumulación de fuerzas que demostremos. También de la capacidad de daño que tengan sus enemigos. Sintetizando estamos en medio de una lucha. Que no depende tan sólo de un acto eleccionario, aunque sus resultados de ninguna manera sean de despreciar.

El ciclo virtuoso que está puesto en cuestión no es el que está sucediendo en Argentina, al menos no tan sólo en ella. Lo que estamos librando es una lucha denodada contra quienes, encabezados por el gran imperio del norte, pretenden ponerle un cierre final a la experiencia autonomista, liberadora y de reivindicación de los más desprotegidos, que se está llevando adelante en Latinoamérica, principalmente en esos territorios que damos en llamar ´La Patria Grande’.

A su favor contabilizan la muerte de Néstor Kirchner y Hugo Chávez, quienes junto a Lula han sido los pivotes de este inédito suceso como ha sido la creación de un polo latinoamericano alternativo a lo que hasta hace poco se consideraba un ineludible mundo unipolar. Sin menospreciar lo poderoso de la emergencia China y todo lo que gire alrededor del desarrollo de los BRICS ha sido de este lado del Atlántico donde se han desarrollado los rasgos mas avanzados, mas inclusivos, de sociedades en tránsito a una etapa postneoliberal.

Incapaces de resolver las actuales encrucijadas de la humanidad, como lo han demostrado al provocar esta crisis gigante a nivel global, fuerzan a través de las nuevas formas del neogolpismo o de la manipulación de las conciencias a partir de las divisiones internas generados por su misma rapacidad, a subordinar a una parte de nuestra sociedad. Es su método en ésta parte del globo. En el Medio Oriente estos métodos son llevados al extremo caliente de la confrontación violenta. Pero son parte de la misma situación que implica el intento actual de EEUU, hoy más claramente hegemonizado por Obama en su segundo período, de reconquistar y reconfigurar el mapa mundial a su servicio. El ciclo virtuoso latinoamericano está amenazado de verdad, porque por una parte los norteamericanos vienen logrando salir de, al menos, el lado más político de sus crisis y logran tomar iniciativas como la Alianza del Pacífico que están construyendo en oposición a la UNASUR y la CELAC. Y por otro la demora en la recomposición del liderazgo latinoamericano – probable producto de las diferencias no explicitadas suficientemente en su seno- impiden nuevos pasos de avance decisivos, como la creación efectiva y ya del Banco del Sur, como bien explicitara Wierzba esta semana en el Seminario del Cefid Ar.

Este marco es el determinante para ubicar como en un gran tablero dónde se ubican las piezas políticas internas de nuestro país, es decir de nuestra oposición, ya que las nuestras son indubitablemente más claras. Por eso el discurso de Cristina en Tecnópolis tiene un alto valor en su convocatoria a explicitar sus proyectos a los patronos verdaderos del conglomerado opositor. O a desmarcarse a los políticos que aún tengan algo de vergüenza.

Y teniendo esta frontalidad en el discurso de la Presidenta resulta contradictorio que la línea impulsada para la campaña electoral en la Provincia de Buenos Aires sea la contraria. A Insaurralde se lo impulsa a mimetizarse con el discurso light de Massa (o el anterior de Scioli) en vez de delimitar con claridad la diferenciación de proyectos, estilos y propuestas. Si lo que se busca es superar la confusión que puede generar un Massa que alguna vez fue ¨nuestro` el camino no parece ser mostrar al verdadero pero parecido sino poner blanco sobre negro, en un contraste rotundo.

La importancia de los resultados en la Pcia. de Buenos Aires se ve magnificada porque se puso a prueba la capacidad de Cristina como gran electora de la sucesión en el 2015, en una suerte de prueba piloto : un candidato que no luce y al que no se le exige demasiado pero una líder que lo señala ostensiblemente como ¨su¨ candidato. Si no consigue imponerlo será una cuesta adicional a remontar.

Hay un dato de suma importancia que es necesario evaluar : sacamos ¨tan sòlo¨ el 30% de los votos, es decir hay un 70% que no nos votó. Pero esto no nos hace solamente acreedores a una primera minoría porque ese 30% tiene un valor adicional. Con toda la campaña en contra de los medios, los llamados poderes fácticos y la encadenada oposición constituyen un 30% de sólida adhesión y compromiso con el ¨modelo¨. El kirchnerismo demostró que tiene el activismo mas coherente, organizado y militante que cualquier otra fuerza política argentina. No se puede dejar de relacionar a esto con la agudísima crisis de ¨representaciòn¨ que hizo eclosión en las jornadas de fines del 2001.

Sólo el kirchnerismo, rescatando y revitalizando a un peronismo que estaba boqueando, pero además traspasando sus fronteras en busca de una rejuvenecida identidad política, está en vías de alcanzar ese valor. Contrasta con lo que sucede entre el resto del arco político, una licuadora de identidades confundidas, una labilidad a veces grotesca que evidencia el drama de la oposición. Es entonces un 30% de alto valor.

Pero no es serio conformarse con esto : no es posible enfrentar al poder económico concentrado, a la oligarquía que se siente con el poder de una revalorizada producción primaria, a un capitalismo trasnacional que intenta una contraofensiva de la mano norteamericana, con el 70% del otro lado. Ni siquiera con el 65% que quedaría si conquistamos en Octubre el 35% del padrón electoral. Las limitaciones de un empuje a mitad de camino de las necesidades verdaderas de transformación económica y social no se resuelven con la contabilidad de diputados y senadores conquistados, sino con la potencia política de un gobierno solidamente sostenido por la mayoría popular.

Queda claro que las elecciones no resultaron como era nuestro deseo ni nuestra necesidad. Pero debemos comprender que mas allá de los presuntos cantos de alegría de la oposición, mas fingidos o histéricos como el baile de Mauri que sustentables, los resultados electorales tampoco fueron como ellos esperaban, que era la concreción de una derrota rotunda del kirchnerismo. Amén, y esto no es menor en el corazón de cada uno de los opositores, de prevalecer sobre los otros opositores en competencia.

Y aquí se cuelan las debilidades de ellos que tenemos que analizar para poder bien aprovechar. El bloque de poder real, es decir los dueños del poder económico concentrado –independientemente de los políticos circunstanciales e intercambiables a su servicio- obtuvieron lo que era previsible y hace mucho esperaban : un Menem rubio, un proyecto de Capriles en este extremo sur. Pero que aún tiene un arduo rubicón que atravesar, cual es unir al menos una parte importante de la oposición, doblegándola ya que esta es la única manera posible. O sustraerle al kirchnerismo una porción sustancial de su base electoral actual, lo que aparece, al menos en el horizonte inmediato, mas que improbable. La posibilidad es que logren trabar la gobernabilidad y por esa vía echen a pique los resortes sustanciales del modelo de inclusión.

En ese plano (defensivo) los resultados concretos medidos en diputados y senadores resultarán vitales. Pero cuidado que Massa posee las condiciones básicas de imagen mediática y de insubstancialidad necesarias (según el modelo que internacionalmente vienen probando) para liderar el retorno al país del neoliberalismo o como se llame en ese momento el nuevo modelo de acumulación y exclusión.

Un resultado no deseado de las dificultades de esta etapa de la confrontación, y particularmente de la imposibilidad de la re reelección de Cristina, ha sido la reubicación y revalorización de Scioli. Pieza importante en la lucha en la Pcia. de Buenos Aires se alineó y viene peleándola bien para instalar a Insaurralde, con la expectativa de ser el candidato ineludible a la sucesión no traumática del kirchnerismo. La cuestión de la relación entre kirchnerismo y peronismo retoma una relevancia que no siempre navega a flor de piel. ¿Será el kirchnerismo una corriente interna del peronismo, a la vez que una etapa más de su larga trayectoria, es decir solo la nominación de éstos años del mismo peronismo de siempre ? Si así fuera menemismo, kirchnerismo o sciolismo serían simples adaptaciones a los vaivenes de época y no identidades surgidas de proyectos diferenciados y nítidos en su significación. ¿ O es el kirchnerismo una resignificación del viejo proyecto nacional y popular, inclusivo de las viejas identidades, expansivo y abarcador de nuevas fronteras que marca una época que recién despunta y que tiene todo por hacer y muchísimo que dar ?

¿Quién conduce a quién ? ¿El peronismo al kirchnerismo o como hasta ahora el kirchnerismo al peronismo, dejando afuera al residuo arcaico que sellaron a fuego el menemismo y el duhaldismo como su sucesión ?

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