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19 mars 2008

Israel en Colombia

par José Steinsleger *

 

Luego del « fuego cruzado » que en julio pasado acabó con la vida de 11 diputados cautivos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el comandante Raúl Reyes advirtió en entrevista con Telesur que mercenarios estadunidenses, ingleses e israelíes merodeaban por las selvas amazónicas con el propósito de « dar de baja » a algunos jefes de esta organización.

Profecía autocumplida. El primero de marzo, el vocero y negociador de las FARC fue asesinado por el ejército mientras pernoctaba con otros guerrilleros en un campamento montado en Sucumbíos, provincia de Ecuador lindante con Colombia. La operación contrainsurgente llamó la atención de los expertos militares.

Previsiblemente, Washington justificó y defendió la operación militar ordenada por el presidente Álvaro Uribe, su fiel y único aliado en América del Sur. No obstante, y acaso de un modo no tan invisible, quien también sintió regocijo fue el general Israel Ziv, ex comandante del regimiento de Gaza, y el de más alto rango entre los oficiales israelíes que ocupan tareas relacionadas con el entrenamiento de personal en el gobierno colombiano.

Los nexos militares entre Israel y Colombia datan del primer lustro de 1980, cuando un contingente de soldados del Batallón Colombia « … uno los peores violadores de los derechos humanos en el hemisferio occidental, recibieron entrenamiento en el desierto del Sinaí por algunos de los peores violadores de los derechos humanos en Medio Oriente », según el investigador estadunidense Jeremy Bigwood.

Experto en utilizar la ley de Libertad de Información para liberar documentos censurados por el gobierno de Estados Unidos, Bigwood observa que el entrenamiento de los jóvenes paras colombianos no podría haberse dado sin el permiso expreso de las más altas autoridades de las fuerzas de defensa de Israel.

El caso es que en aquellos años los latifundistas y ganaderos de la región caribeña del Urabá y el Magdalena Medio (Uribe entre ellos) no estaban conformes con la « inoperancia » del ejército (leáse : « estado de derecho ») en su lucha contra las guerrillas de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Por lo que, en 1983, un grupo de jóvenes « idealistas » de su propia clase social viajó a Israel, y no precisamente para estudiar el « socialismo agrario » del pueblo elegido.

De familia terrateniente, Carlos Castaño tenía entonces 18 años. Dieciséis meses después, henchido de « fervor patrio », retornó a Colombia y trató de aplicar a pie juntillas lo aprendido en el curso 562 impartido por el Ejército de Defensa (sic) de Israel. Revistó en el Batallón Bombona pero, desilusionado, concluyó que el ejército no mataba « en serio ».

Junto con su hermano mayor (Fidel), Carlos organizó el escuadrón de la muerte Los Tangueros, nombre tomado de su rancho Las Tangas. En Mi confesión declara : "De hecho, el concepto de ’autodefensa’ en armas lo copié de los israelíes". Concepto que rápidamente se desdibujó conforme los grupos paras de distintas regiones del país amarraban sus intereses con los de las mafias políticas del narcotráfico. Cosa que inquietaba a los agentes de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).

Gran boom editorial, el testimonio de Castaño (serie de entrevistas realizadas por el periodista español Mauricio Aranguren Molina) se explaya en las connotaciones que usualmente disocian lo « militar » de lo « paramilitar ». En Mi confesión queda claro que, en teoría, un ejército institucional se ajusta al « monopolio de la violencia » que le confiere el Estado. En cambio, los paramilitares matan con apoyo de la "mano invisible" del mercado, que regula las restricciones legales del Estado burgués.

La modalidad « paramilitar » cuenta con algunas ventajas : permite, por ejemplo, que funcionarios, políticos, intelectuales, medios de comunicación y « analistas serios » se rasguen las vestiduras hablando de los « extremos de uno y otro signo ». Pero en su testimonio, Castaño destaca las relaciones que cultivó en el curso 562 con el coronel del Ejército Alfonso Martínez Poveda y « otros hombres del Batallón Colombia ».

El asesino serial abunda en comentarios acerca de « la firmeza del sionismo… que siempre ha estado en función de defenderse, invadir y ganar territorio… De allí, vine convencido de que es posible derrotar a la guerrilla en Colombia ». Castaño murió en 2004, y la historia reciente lo recuerda como lo que fue : uno de los paramilitares más sanguinarios de Colombia.

Sin embargo, no sólo Castaño fue entrenado en Israel, sino también Salvatore Mancuso, otro « líder histórico » de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC, 1997), actualmente en prisión. A mediados del decenio de 1990, Mancuso organizó a los paramilitares de Cooperativas Convivir, financiadas por Álvaro Uribe Vélez, entonces gobernador del departamento de Antioquia.

En una entrevista con la corresponsal Margarita Martínez de la agencia de noticias Associated Press (13/2/02), el jefe paramilitar se jactó de « … no ejecutar a más de tres personas al mismo tiempo ». Actualmente Mancuso purga condena en prisión, donde cuenta con una página web para explicarle al mundo en qué consiste la « democracia occidental ».

La empresa de « seguridad » Hod He’ hanitin (Sperhead Ltd.), dirigida por el coronel israelí (R) Yair Klein, empezó a entrenar paramilitares en Puerto Boyacá, luego del acuerdo de cese de fuego, suscrito en mayo de 1984 por el presidente Belisario Betancur (conservador, 1982-86), y el secretariado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Época de avances de la derecha mundial, los agricultores y ganaderos agremiados del Magdalena Medio (ACDEGAM) no estaban interesados en paz alguna. Así fue que al cartel de « bienvenida » de la pequeña urbe fluvial se le estampó el añadido : « … tierra de paz, progreso y capital antisubversiva de Colombia ».

ACDEGAM compraba las armas fabricadas por Industrias Militares (Indumil), y oficiales del Ejército, como el teniente coronel Luis Bohórquez (Brigada 14, Batallón Bárbula), las entregaban a los paras. Todo legal, todo en orden.

El modelo paramilitar de Klein resultó « exitoso ». Fuera de las alucinantes masacres de humildes pobladores urbanos y rurales, cuatro candidatos a la presidencia fueron asesinados. Entusiasmado con los resultados (« contratista » privado al fin), Klein filmó el entrenamiento de sus perros con fines publicitarios. La difusión del filme por la cadena de televisión estadunidense ABC News desencadenó el escándalo mundial. A más de los profes israelíes, la película mostraba a conocidos mercenarios australianos y británicos del Special Air Service (SAS).

El Departamento Administrativo de Seguridad (DAS, policía política) fue obligado a revelar los nombres y número de pasaportes con las fechas de ingreso y salida del país de los mercenarios. Hasta John Mayor, canciller de Gran Bretaña, manifestó su contrariedad. Milagrosamente, el general Miguel Maza Márquez, jefe del DAS, salvó su vida de un atentado con dinamita. Pero había otro problema. Como los chicos de Klein también se entendían con los capos de la droga (Gonzalo Rodríguez Gacha, Fabio Ochoa, Pablo Escobar y otros), el modelo paramilitar resultaba algo caótico : indistintamente, los sicarios mataban y secuestraban a oficiales del ejército y de la policía, políticos de izquierda y derecha, guerrilleros y agentes antinarcóticos de Washington.

Desprolijidad operativa que chocaba con la creciente importancia de las relaciones económicas colombo-israelíes, tal como fue la compra de 14 aviones de combate Kfir, en abril de 1988. Entonces, el gobierno israelí decidió, a su modo, contener a sus « perros ». En febrero de 1989, una "investigación especial" del periódico Yediot Ahronot de Tel Aviv daba cuenta de la "posible participación" de israelíes en el tráfico de drogas.

El grupo de Klein hizo las valijas. Sin embargo, los « contratistas » continuaron operando en el país sudamericano. Caso resonante en 2001 fue la venta triangulada de 3 mil fusiles AK-47 y 2.5 millones de municiones. Negocio acordado en Guatemala por Oris Zoller, director de la empresa GIRSA, filial del de la industria bélica israelí.

Se dijo que la policía de Nicaragua había comprado las armas. Inclusive, el ex presidente de Colombia, César Gaviria, secretario de la OEA, culpó a los nicaragüenses en un informe. Wes Carrington, vocero del Departamento de Estado, fue más imaginativo. Dijo que los fusiles automáticos iban con destino a « coleccionistas de armas en Estados Unidos » (sic).

Finalmente, el ágil traficante israelí Simon Yelinek, residente en Panamá, logró que el mortífero cargamento llegase a manos del cliente : las Autodefensas Unidas de Colombia. Ni Leonardo Di Caprio en Diamantes de sangre lo hubiese hecho mejor.

Ahora bien. La presencia oficial de Israel Ziv en Colombia, general (r) del Ejército de Defensa (sic) de Israel, representa un « salto de calidad » en los planes guerreristas subregionales de Uribe y su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.

Contratado por la módica suma de 10 millones de dólares, Ziv promete dejar atrás el modus operandi de personajes menores como Klein, y bien pudo haber colaborado en la planificación del ataque contra las FARC en territorio ecuatoriano. Su experiencia lo delata : en octubre de 2002, al mando de la Brigada Givati, Ziv invadió el campo de refugiados de Al Amal (Gaza). Las tropas de infantería, tanques y carros blindados causaron una masacre en la que murieron ancianos, mujeres, inválidos, niños y bebés.

El general Ziv figura en la nómina de Counterterrorism International y es miembro de la Task Force on Future Terrorism (FOTFF), creada en junio de 2006 por la Oficina de Seguridad de la Patria de… ¿Israel ? No, de Estados Unidos.

El FOTFF funciona bajo las órdenes del secretario Michael Chertoff y Lee Hamilton, director del ultraconservador Woodrow Wilson Center, nido de académicos, sicólogos, empresarios y expertos en "inteligencia".

En Colombia, la base de operaciones de Ziv queda en Tolemaida, departamento de Cundinamarca. Su injerencia es al más alto nivel. El viceministro de Defensa, Sergio Jaramillo, calificó de "preciosa" la asistencia israelí. « Son como sicoanalistas para nosotros : nos plantean temas en los cuales no habíamos pensado ». ¿Cuáles serán ?

La Jornada. México 12 y 19 de marzo de 2008.

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