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Por Marcelo Larrea
(Adital)*
El mundo camina entre millares de recién muertos y el anuncio de Bush, Blair y Aznar, de océanos de cadáveres por venir. Pero hay quienes, en las calles de los continentes, en Buenos Aires y París, en Londres y Quito, en Sao Paulo y Madrid, en Caracas y Bombay, salen a escupir a la guerra, a orinarse en los mísiles, a gritar su desenfado contra la perversa obsesión del capital por el petróleo y el poder, contra su adoración a la muerte.
El conflicto, para los mitomaniáticos que reconocen en el dinero la presencia física de dios en la tierra, se resolverá exclusivamente por la superioridad bélica. ¿Será porque desconocen que no hay armas suficientemente inteligentes por sofisticadas que sean, para asesinar el sentido y asfixiar el impetuoso raudal de la vida ?
Y el autismo del vicioso círculo cotidiano, es estremecido cada minuto por las fieras imágenes del despliegue de la bandera yanqui en Irak. El verdadero rostro de la farsa trágica del mundo, de nuestro mundo en el que vivimos todos, se exhibe desnudo en los cuerpos calcinados, mutilados, ensangrentados, en el olor a horror, en el abominable terrorismo de Mister Bush, la tercera vía de Tony, la herencia franquista de Aznar y sus titiriteros.
A la hora de ajustar cuentas, cuando la hegemonía estadounidense se desploma con el más alto déficit comercial y la mayor deuda externa del mundo, el derecho internacional no sirve para nada. La declaración universal de los derechos del hombre es pisoteada como un periódico de ayer y el mismo Consejo de Seguridad exhibe su impotencia con gracia de eunuco. Denunciando a la ONU, su Secretario General, Kofy Anan, ordenó el abandono de Irak. El orden internacional de la segunda posguerra creado bajo el auspicio de EE.UU. se deshace purulento y con él inevitablemente también, el liderazgo de sus progenitores.
La ilusión de recolonizar el mundo empezando por el control despiadado de la energía, advierte que hoy es Bagdad, la catedral desde la que se pretende someter a Irak y a la nación árabe en su conjunto. Pero el drama no concluye ahí. El blanco real es : las potencias rivales de Europa y Asia que dependen del petróleo árabe. Y por supuesto, nosotros, los habitantes de tercera del patio trasero sobre quienes se cierne la tormenta.
Bush ha saltado de Afganistán a Irak. Y al mismo tiempo se han intensificado las operaciones de su Comando Sur para hacer de la Base de Manta, de la interdicción marítima en las aguas territoriales y de sus enclaves en la frontera norte de Ecuador, una cabeza de playa para regionalizar el Plan Colombia. Y ha avanzado hundiendo sus botas en Tres Esquinas, Alcántara y Tierra de Fuego, en Comalapa y Curazao y en una viciosa cadena de provocaciones contra Venezuela. Y le ha llevado al señor Uribe a convocar a las tropas yanquis a la ocupación de la Amazonía, donde se extienden Brasil, Venezuela, Guayana, Colombia, Ecuador, Perú.
Cuando vemos y sentimos los desastres de la guerra, bien vale empezar a responder en las palabras y en los actos, la pregunta que nos hace poético y sencillo ese grafiti escrito en una pared de las calles de Quito : ¿Y si mañana amanecemos en Bagdad ?
* Marcelo Larrea es Director del periódico ’El Sucre’.