Portada del sitio > Imperio y Resistencia > Unión Europea > « Un mundo en guerra » por Alastair Crooke.
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Los actores externos, alejados del frenesí que se centra en gran medida en Europa, deben sacudir la cabeza con incredulidad ante el celo de Europa por unirse a esta « guerra ». ¿Fue provocado deliberadamente? ¿Hay una escalada « en preparación »?
¿Cuál es el evento geoestratégico más importante de la semana? Bueno, es el de la India que insistió en eliminar el dólar estadounidense de su comercio con Rusia y reemplazarlo con la moneda local (mientras que EEUU respondió amenazando a India con sanciones separadas). La lista de « recalcitrantes » crece: China también ha sido amenazada con sanciones por parte de Estados Unidos por no sumarse a las sanciones contra Rusia. Otros estados, incluidos Turquía, Brasil (con un Bolsonaro escéptico) y los estados del Golfo, están boicoteando la « guerra contra Rusia ». De hecho, es principalmente Europa la que se ha embarcada en una « guerra económica y financiera total contra Rusia », como comentó el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire. « Vamos a provocar el colapso de la economía rusa ». El resto del mundo sigue siendo particularmente « cool » y distante.
Recuerdo que un panjandrum [pez gordo] británico de alto rango me dijo en 2006 que la guerra en Irak ya se había decidido y transformaría el Medio Oriente (en beneficio de los Estados Unidos). Cuando planteé dudas, me dijeron que me ocupara de ello o que me despidieran (en caso de que me exiliaran).
Recuerdo este incidente porque me parece que algo muy similar se le debe haber dicho a Olaf Scholz en Washington en el período previo a su reunión de febrero con Putin en Moscú: algo así como « vamos a provocar el colapso de la economía rusa », lo que probablemente resultará en la expulsión del presidente Putin en la agitación subsiguiente ». Arréglatelas.
Scholz hizo exactamente eso, y más, al sacrificar en última instancia Nord Stream 2, prometiendo un gran aumento en el tamaño del ejército alemán e incluso aprobando el envío de armas a zonas de conflicto (como Ucrania).
Boris Johnson ya estaba utilizando el conflicto de Ucrania para tratar de reclamar un « rol global » para una Gran Bretaña posterior al Brexit; y quizás Scholz decidió hacer una « virtud de la necesidad » mucho antes de los acontecimientos en Ucrania, para cumplir el deseo de ver a Alemania convertirse una vez más en un participante « poderoso » en la política mundial al deshacerse del complejo de culpa alemán de la Segunda Guerra Mundial y preparándose para la batalla (a lo que aspira el partido de Scholz).
Sea como fuere, Europa se ha embarcado en una guerra económica total contra Rusia con un celo inusual. Occidente ha llevado su guerra económica contra Rusia a niveles nuevos, nunca antes alcanzados: las reservas de divisas del Banco Central Ruso han sido incautadas, sus instituciones financieras han sido congeladas en los mercados de capitales externos, algunos bancos rusos han sido excluidos de SWIFT y el rublo sufrió una operación de « venta » concertada montada desde Nueva York (como en 2014).
Sin embargo, no son los detalles los que importan. Ni siquiera los medios por los que Rusia evitó su ruina económica predestinada. No, lo que importa es la expropiación de las reservas de divisas de un Estado, la parálisis de sus instituciones y el ataque a su moneda, en un santiamén.
Entonces, igual de súbitamente, Europa volvió a levantar una Cortina de Hierro
(pero esta vez contra Rusia) mediante una operación psicológica de narrativa mediática que, superpuesta a imágenes emotivas, desató una indignación moral que exige ciertas represalias.
El presidente Putin se convierte en la antítesis fría, inhumana e irracional del orden liberal racional, lo que requiere una cruzada moral, tal vez incluso militar, para enfrentar esta inhumanidad. Todo esto resultó en un frenesí en toda Europa, en un abrir y cerrar de ojos.
Y, en un santiamén, el discurso y las perspectivas rusas se anulan en el espacio de información occidental: el objetivo de Bruselas es la singularidad y la unidad de los mensajes.
Una vez más, es el contexto lo que importa. En cierto sentido, la tragedia en Ucrania es una distracción: el punto importante, que no pasa desapercibido para el resto del mundo, es cómo se « desató » todo esto contra una gran potencia en un día. Se dan cuenta de que les podría pasar fácilmente a ellos también.
Esta es la razón por la que la decisión de la India de comerciar con rupias y rublos es un presagio de lo que vendrá. Al arrojar la piedra a Rusia, Occidente ha resaltado los riesgos para el resto del mundo que son inherentes a la participación en este « orden mundial basado en reglas » dirigido por Occidente.
Y al desatar, a través de la gestión de los medios, la indignación que exige ciertas represalias punitivas, y al prohibir los puntos de vista alternativos, envían escalofríos a muchos líderes no occidentales, cuyas distinciones de civilización y valor claramente no significan nada para Occidente. Veremos más y más de estos países « abandonar el barco ».
Finalmente, los actores externos que están fuera del frenesí concentrado en gran medida en Europa deben sacudir la cabeza con incredulidad ante el celo de Europa por unirse a esta « guerra ». ¿Fue provocado deliberadamente? ¿Hay una escalada « en preparación »?
Un « mundo en guerra », ya sea cinético o financiero, significará un desastre para Europa. La guerra es inflacionaria. La guerra es contractiva (y también inflacionaria). Actúa como un impuesto sobre cualquier gran importador como Europa. Los precios de la energía y las materias primas son actualmente más altos, relativamente, que cualquier año desde 1915. Los precios del trigo (el 25% del suministro mundial proviene de Ucrania y Rusia) están en su nivel más alto desde 2008. Todo aumenta verticalmente. Toda la cadena de producción de alimentos está bajo presión por todos lados.
¿Por qué Europa dijo « sí »?
Alastair Crooke* para Al-Mayadeen
Original : « A world at war » Al-Mayadeen, 13 de marzo de 2022
Traducido del francés para El Correo de la Diáspora por : Carlos Debiasi
El Correo de la Diaspora. París, 15 de marzo de 2022.
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