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Las ciudades de La Paz y El Alto entran hoy miércoles en su tercera jornada de paralización y en el quinto día de aislamiento del resto de Bolivia a causa de las protestas que llevaron al gobierno a militarizar la región.
Por Luis Crespo
BBC Mundo, La Paz, Bolivia
Miércoles, 15 de octubre de 2003 - 14:48 GMT
La calma del martes fue utilizada para enterrar a los muertos. Tras una jornada de calma el martes, nuevas protestas han comenzado este miércoles convocadas por organizaciones campesinas, trabajadores mineros y otros sectores, en medio de informes acerca de la llegada de refuerzos militares procedentes de otras regiones del país.
A los anuncios de la reanudación de las manifestaciones en La Paz y la ciudad vecina de El Alto, se suman las convocatorias de organizaciones vecinales y sindicales a un paro indefinido en Potosí y a huelgas indefinidas de transporte público en Oruro y Sucre.
Además, en Chapare ha comenzado a organizarse el bloqueo de la principal carretera del país, que atraviesa esa región habitada por los cultivadores de hoja de coca, y en la ciudad de Cochabamba se ha llamado a realizar manifestaciones callejeras.
Mientras tanto, La Paz está paralizada y las actividades en Sucre, Cochabamba y Potosí se desarrollan con dificultad.
Sin señales de diálogo
Estas protestas pueden reanudar la convulsión, luego de la tregua que ayer martes convirtió a La Paz y El Alto en una zona silenciosa donde se realizaban los entierros de los 54 muertos a causa de los disparos efectuados por el ejército y la policía el pasado domingo y lunes contra los vecinos.
Las protestas se reanudaron en varias ciudades del país. No hay señales de que vaya a superarse en La Paz y El Alto la escasez de combustible de uso doméstico, de gasolina y de alimentos, pues los suministros, bajo fuerte custodia militar, sólo han podido superar las barricadas barriales en unas cuantas ocasiones.
En un intento por normalizar las actividades en la sede de gobierno, cuyas calles muestran numerosas barricadas que permanecen desde las protestas del lunes, el gobierno ha instruido que los empleados de la administración pública acudan a sus centros de trabajo.
Pero el paro indefinido de transporte público, la escasez de alimentos, de combustible de uso doméstico y de alimentos, así como las amenazas de manifestaciones callejeras hacen suponer que la normalización de actividades no será posible.
La inexistencia de negociaciones entre el gobierno y los sectores que piden la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada alejan las posibilidades de una solución rápida del conflicto.
El paro vecinal indefinido en la ciudad de El Alto, vecina a La Paz, y que desató enfrentamientos de la policía y el ejército con manifestantes, con un resultado de 63 muertos en cuatro semanas, se debió a la exigencia de que el gobierno retire su intención de exportar gas natural a Estados Unidos y México.
Ahora, sin embargo, muchos exigen también que el presidente de la república renuncie a su cargo.