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21 août 2003

Profunda crisis económica que viven los bolivianos que pierden la sexta parte de sus ingresos

 

El ingreso promedio de los bolivianos disminuyó en una sexta parte en los últimos cuatro años, revela un informe oficial al que tuvo acceso ECONOTICIAS.

Por Gabriel Tabera
Econoticias

Entre 1998 y el 2002, el ingreso per cápita anual se redujo desde 1.057 dólares a tan sólo 882 dólares, con una pérdida neta de 175 dólares. Esta drástica caída se origina en la profunda crisis económica que vive el país y que virtualmente ha paralizado a los principales sectores productivos como la industria manufacturera, la agricultura, la construcción y el comercio.

Las consecuencias directas de esta drástica reducción del ingreso per cápita han sido funestas para la mayor parte de la población, que experimenta un descenso en el nivel de bienestar, una disminución en el consumo de productos y un menor acceso a servicios básicos.

Hoy, en promedio, los bolivianos disponen de una cantidad de bienes y servicios menor a la que tenían hace cuatro años. ’Hoy somos más pobres que ayer’, confirmó el director del Instituto Nacional de Estadística (INE), José Luis Carvajal.

Caída sistemática

Según los datos del INE y de la Unidad de Análisis de Política Económica (UDAPE), la reducción del ingreso per cápita ha sido sistemática y permanente en los últimos cuatro años, aunque su intensidad ha sido mayor a partir del 2000, siendo los sectores más vulnerables y empobrecidos los más afectados.

Particularmente crítica es la situación del 45,5 por ciento de la población boliviana que, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), cuenta con un ingreso anual que no alcanza ni siquiera a la mitad del promedio nacional.

Los más afectados

Sin embargo, mucho peor es la realidad del tercio de la población más pobre que tiene un ingreso promedio anual per cápita menor a los 200 dólares. Es, en este segmento poblacional que alcanza a tres millones de personas, que el deterioro en las condiciones de vida y de trabajo han sido las más alarmantes.

Así, desde 1998, la población que carece de energía eléctrica en sus viviendas aumentó en 800 mil personas y la que no dispone de conexión de agua potable en sus domicilios en más de un millón, en tanto que el porcentaje de hogares sin servicio sanitario creció en 2,4 por ciento y el de los hogares sin sistemas de eliminación de aguas servidas en 3,3 por ciento, según datos del INE.

Una lucha perdida

La reducción del ingreso ha sido también un duro golpe para los millonarios planes de lucha contra la pobreza emprendidos en Bolivia. Los estudios oficiales establecían que el nivel de ingresos y consumo de la población debía aumentar en por lo menos un tercio para vencer la pobreza. ’En promedio, la población requiere incrementar su nivel de consumo por un valor equivalente al 31,13 por ciento de la línea de pobreza para superar la situación de pobreza en la cual se encuentra’, señala el INE.

Pero, si el ingreso per cápita disminuye en vez de crecer, como ocurre en Bolivia, queda claro que la lucha contra la pobreza está perdida. Así, no es de extrañar que los niveles de pobreza e indigencia se hayan acrecentado en los sectores urbano marginales de las ciudades y en el área rural.

Según establece un reciente informe de Naciones Unidas, la extrema pobreza se incrementó en el área rural desde 1998 llegando la situación a extremos alarmantes.

’El ingreso medio de los indigentes (casi una cuarta parte de la población) es 25 por ciento inferior al costo de la canasta básica de alimentos, llegando a ser hasta 33,7 por ciento inferior en las zonas rurales, donde el consumo diario de alimentos muestra una brecha mayor al 28 por ciento con respecto al nivel recomendado por el PMA/FAO de 2.100 kilocalorías, lo que expresa una desnutrición crónica que afecta al 50 por ciento de los niños menores de cinco años de los hogares más pobres’, agrega Naciones Unidas.

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