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Por Victoria Richter
UTPBA
Cientos de periodistas abarrotan la sala de prensa del III Foro Social Mundial desesperados por restringir la cobertura de las múltiples actividades simultáneas que se suceden infinitamente y encontrar el objeto de su interés. Los trabajadores de redes de información, boletines, radios y diarios alternativos se apuran entre las cuatro sedes del Foro en un intento inútil de atrapar la dinámica arrasadora del evento.
En un descanso, Marina Riveros, corresponsal uruguaya del Socialist Worker se refirió a los medios de su país:’existen cientos de medios alternativos de calidad que no tienen nada que envidiarles a las empresas comerciales’. Riveros considera que ’lo alternativo es lo no oficial. Las grandes empresas de medios responden a intereses de determinados grupos de poder, entonces sus informaciones tienden a apoyar a ese grupo. Son los medios de unos pocos, mientras que los alternativos son de las mayorías’.
La periodista Janete Bonfanti, colaboradora de las publicaciones Panorama y Fato Novo, de San Sebastián do Cai, un pequeño pueblo de Brasil, considera que la comunicación alternativa debe contar ’lo que incomoda y perturba -como lo señaló el filosofo David Hume- ’lo único que las personas no quieren aumentar es su conciencia’’, afirma Janete en un correcto español. En cambio, la paulista Marcela Bergamasco, una estudiante secundaria que está trabajando para el diario estudiantil Fanzini, dice a toda velocidad ante la desesperación de la cronista, que ’la comunicación alternativa es posible y más eficaz que la tradicional. En nuestro caso, afirma, estamos más próximos a los estudiantes y nos podemos comunicar de una forma que ellos comprenden mejor’. Marcela sacude sus enormes rulos negros para terminar su idea,’además reproducimos la información que envían ellos mismos, a diferencia de la prensa tradicional que brinda poca información sobre muchas cosas’.
Para Vinicius Cerqueira, quien realiza el boletín de difusión de la ONG Tierra do homens, especializada en reinserción de chicos de la calle, ’los medios tradicionales no tienen en cuenta al tercer sector y las ONGs necesitan obtener fama para continuar con sus programas. De otro modo, es imposible’. Con una expresión de desazón, Ylva Lundkvist, estudiante de bachillerato sueca de 17 años, intenta deletrear el nombre del diario de su pueblo para el que trabaja:Gaule Dabblad, ella misma se ríe cuando lo pronuncia. El intento de entrevista culmina cuando a Ylva se le ilumina el rostro al comprender la pregunta, las expectativas que trae al Foro y finalmente dice: ’es una inspiración enorme para mi trabajo político en Suecia, en el partido ecológico. Voy a compartir con los demás jóvenes lo que este Foro me esta enseñando’. En los 17 años de Ylva y de todos los demás jóvenes que deambulan a la búsqueda de respuestas en este encuentro y comparten el mismo sentido de resistencia, gira, quizás, la posibilidad de un cambio.
Una marcha
’El pueblo de Cuba es la solución’ y ’viva Argentina y la revolución’ vociferan desde el camión de la Central Única de Trabajadores, la CUT de Brasil, mientras miles de manifestantes circulan vestidos de azul, rojo, amarillo, pintados, disfrazados, con afiches, pancartas, muñecos, dragones, mascaras, remeras con frases y consignas contra las múltiples formas que adquiere la injusticia en el mundo.
Si la palabra diversidad tuviera contextura física estaría seguramente en las calles tomadas de Porto Alegre, donde anoche se realizó la marcha multitudinaria que abrió las actividades del III Foro Social Mundial. Contra la deuda ecológica del Norte con el Sur, consumidores por otra integración, granjeros norteamericanos con sombreros de paja, sudafricanos negros con túnicas violetas a favor de eliminar la deuda del tercer mundo, una numerosa delegación china que canta incomprensibles verdades. Banderas de Colombia, Chile, Salvador, Cuba, Argentina, las omnipresentes insignias del PT. En medio de este enjambre Noam Chomsky se apura, acosado por una decena de periodistas que intentan obtener un testimonio de quien es una de las celebridades que desfila por el Foro.
Durante una semana, Porto Alegre se convirtió en la sede de los que resisten, curiosamente decorada por múltiples invitaciones a la rebelión, desde las más tímidas hasta las más radicales. Luego de dos décadas de aletargamiento, una respuesta colectiva al neoliberalismo parece haber despertado
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