recherche

Portada del sitio > Nuestra América > Observaciones metodológicas para el estudio de la mundializacion dirigida (…)

4 de noviembre de 2003

Observaciones metodológicas para el estudio de la mundializacion dirigida por el capital financiero

Ponencia para el III Coloquio de Economistas políticos de Sudamérica.

por Guillermo Almeyra *

 

- 1- Desgraciadamente, es demasiado común, sobre todo entre los economistas, analizar la mundialización dirigida por el capital financiero esencialmente como políticas impuestas por éste mediante sus instrumentos político-financieros (Organización Mundial del Comercio, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) y la presión de los gobiernos de los países centrales aquéllos de los dependientes, como los latinoamericanos.

Dichas políticas y el comportamiento de las cifras y estadísticas macroeconómicas son, por lo tanto, la materia principal de los estudios. Además, muchas veces al hablar de Estados se habla en realidad de los gobiernos, del aparato político de los mismos y no propiamente de la relación estatal, o sea, de la interacción, acción-reacción, que existe entre la sociedad civil y la sociedad política. Se excluye así del análisis del comportamiento de la mundialización dirigida por el capital financiero lo social, lo subjetivo.

Ahora bien, el capitalismo no podría funcionar sin la dominación, sin llenar las mentes de los subordinados con las ideas y valores que éstos aceptan e introyectan, consideran propios del sentido común. Sin la sensación tan difundida de que la política neoliberal no tiene alternativa, sin el fatalismo, la confusión, la ignorancia de las mayorías, el capital financiero no podría imponer sus políticas sólo con el apoyo de un puñado de serviles en los gobiernos.

Lo primero de todo, entonces, es ver las contradicciones en los Estados los cuales, aunque sean capitalistas y tengan todos una política similar, son muy diferentes, dado que son el resultado de una relación social, profundamente marcada por las historias, culturas y tradiciones de resistencia de las clases dominadas locales tal como lo revela tan claramente, en estos mismos momentos, el levantamiento insurreccional de los campesinos, obreros e indígenas bolivianos.

Para ver entonces la fuerza relativa de las políticas del capital financiero mundial hay que medir su grado de aceptación o la resignación ante las mismas. Desde Seattle crece sin cesar la masa de quines, en todos los continentes, buscan una alternativa, tienen esperanza y no resignación fatalista. Como reflejo de esto, en los propios gobiernos que aplican las políticas neoliberales, como el mexicano, nadie se anima a presentarlas como una panacea y, por el contrario, comienzan las críticas públicas a las mismas precisamente para poder seguir aplicándolas.

Es cierto que la inmensa mayoría de la población mundial no se plantea aún cambios (en la Argentina, por ejemplo, entre el menemismo y otras derechas se llega a la mitad de los votantes y entre quienes se oponen a esos sectores hay una buena porción que apoyó las políticas neoliberales y sienten añoranza por los años en que ellas no afectaban sino a los trabajadores industriales). Pero se han abierto brechas importantes en la dominación y los propios esfuerzos de los gobiernos de los países industrializados para evitar la profundización de la crisis actual, con sus medidas proteccionistas y estatalistas, minan las bases teóricas mismas del neoliberalismo y debilitan aún más la dominación.

Bajo los efectos combinados de los movimientos sociales de masa y de las contradicciones entre las distintas clases gobernantes y sus gobiernos, la visión totalitaria del mundo (el "pensamiento único", el Fin de la Historia de F.Fukuyama) está hecha pedazos. Dado que el capitalismo es una relación de poder entre clases en conflicto, la nueva visión de sí mismas y de sus explotadores-dominadores que puedan tener las clases subordinadas, reduce el poder de las dominantes y establece nuevas relaciones de fuerza. Puesto que la economía es una relación entre personas y no entre cosas y la política es economía concentrada, los cambios subjetivos son fundamentales para analizar tanto la economía como la política no como registro de hechos consumados sino como tendencias en devenir.

- 2- Al error común de analizar la economía y la política sin prestar mucha atención a lo que está cambiando en la visión del mundo y el grado de decisión de los que, aparentemente en forma espontánea, estallan luego y dan forma a los movimientos sociales, se agrega el de los especialistas, gubernamentales o no, que hacen proyecciones económicas como si su país estuviese en una probeta o en la Luna, sin tener en cuenta el contexto internacional.

Un ejemplo claro de esto lo dio el equipo de economistas del entonces candidato a presidente de México, Vicente Fox, que predijo un crecimiento anual del PIB del 7% sin tener en cuenta la alta dependencia del país de la economía de Estados Unidos, que estaba ya en recesión. Como no se puede pensar que haber ofrecido crear un millón de puestos de trabajo en un año o ese crecimiento era sólo cínica demagogia electoral o ignorancia (nadie en su sano juicio miente descaradamente si su mentira le caerá en la cara en pocos meses), la deducción obligada es que el localismo provincial de esos economistas y su concepción atrasada de las relaciones entre los Estados (como si se estuviera en la época de la Paz de Westfalia y cada Estado correspondiese a un mercado claramente establecido en sus fronteras, dentro de las cuales podía hacer y deshacer con instrumentos económicos propios) hizo que esos profesores universitarios y banqueros e empresarios cometiesen errores de principiantes.

- 3- Estamos ante una profundización de la recesión estadounidense y mundial y ante una reducción del intercambio comercial mundial. Los acontecimientos bolivianos estimularán las resistencias sociales y políticas en Brasil a la política neoliberal del gobierno, tendrán repercusión en la Argentina en los movimientos rurales, harán más difícil la imposición del ALCA pero, sobre todo, harán que la palabra América Latina sea sinónimo de inseguridad para los inversores extranjeros. Ahora bien, un monto importante de inversiones extranjeras frescas es fundamental para mantener una política neoliberal, basada en la apertura a las importaciones y en el pago prioritario de la deuda. Estamos pues en la víspera de cambios obligados en las políticas de muchos gobiernos, a contrapelo de su disposición y de su cultura política. No se puede analizar lo que le sucede a un país sin colocarlo en su contexto mundial.

  4- Dicho sea de paso, si la invasión de Irak demostró que las transnacionales no ejercen un gobierno mundial, que los Estados imperialistas subsisten y tienen contradicciones entre sí, que lejos de desaparecer la necesidad para el capital imperialista de invadir y ocupar otros territorios esa necesidad es aún más imperiosa cuando los recursos son tendencialmente escasos y los territorios en que están situados están en manos de Estados no controlables -"canallas"- los acontecimientos en Bolivia, como los piquetes en Argentina, que son una expresión del movimiento obrero y de sus tradiciones entre los obreros desocupados, demostraron a su vez que no es la multitud informe e indistinta la protagonista, el sujeto de los cambios sociales. Los errores de las concepciones económicas de Toni Negri no aguantan la prueba de los acontecimientos. Ni la ley del valor puede ser arrojada a la basura sin substituirla con otra teoría más adecuada ni se puede enterrar sin más la teoría del imperialismo sin quedar al garete ante la crisis del capitalismo mundial. La supresión teórica del conflicto entre las clases (que, por supuesto, no explica todo) lleva a una visión subjetiva de las clases dominantes y de sus planes y posibilidades e impide ver al capitalismo como una relación social cambiante.

  5-Gramsci sintetizaba su visión del Estado hablando de una suma de coerción y de consenso. Si el consenso se debilita y se reduce la confianza en el aparato estatal (gobierno, instituciones, aparatos de mediación, como los partidos y direcciones sindicales) los gobiernos podrán ser más duros, pero son más frágiles. Joachim Hirsch [1] destaca cómo el debilitamiento del Estado, debido a la pérdida de consenso en el plano nacional y a la subordinación al capital financiero internacional, en el mundial, abre grietas en el aparato de dominación. Además, el retiro del gobierno de las actividades productoras de consenso (destrucción del sistema sanitario, educativo, jubilatorio y de la protección legal a los trabajadores, etc) abre camino a la substitución del gobierno por ONG’s o por la autoorganización y la autogestión. Por eso el reclamo de autonomía es general en toda América Latina, sobre todo en el mundo rural y entre los indígenas, y las experiencias de autoorganización y de autogestión de todo tipo están por todos lados en el orden del día. Ellas, dicho sea de paso, son el resultado de la defensa frente a la crisis y de la resistencia frente a las políticas que provocan y agravan dicha crisis y, al mismo tiempo, sientan las bases de poderes locales en germen y de una construcción horizontal y desde debajo de nuevas relaciones estatales no piramidales, democráticas, que se apoyan en la democracia directa y no en la delegación de la representación política. Cuando John Holloway [2] encara "cambiar el mundo" (no crear otro nuevo) sin oponer al poder capitalista, en todos los campos, ningún germen de poder contrapuesto, porque eso, según él, reproduciría la dominación y la enajenación, se mueve en el campo de las abstracciones. Ni el ejemplo zapatista confirma lo que plantea (por el contrario, la formación de las Juntas de Buen Gobierno sobre base regional en las zonas zapatistas de Chiapas, oponen al Estado central un poder propio) ni el ejemplo boliviano abandona la tradición, vigente desde 1952, del desarrollo del doble poder. Holloway veía en el "que se vayan todos"una consigna revolucionaria. En realidad, la misma demostraba una desconfianza en el establishment de miles de personas, muchas de las cuales incluso habían votado por Menem y creído en la insostenible patraña de la convertibilidad. Pero esa consigna era vacía y reflejaba impotencia pues dejaba en manos de los repudiados la decisión de "irse". La demanda boliviana de Asamblea Constituyente, de un gobierno transitorio que convoque a elecciones generales inmediatas y las reivindicaciones concretas obreras y campesinas no tienen margen -como las del EZLN o las de los caceroleros- para ningún tipo de elucubración interpretativa ambigua. Se entienden directamente a la luz de la Historia de las luchas sociales y del marxismo.

  6- Los movimientos indígenas se fusionan con los movimientos campesinos desde México hasta Argentina, pasando por todo el continente.

En México 100.000 campesinos llenaron las calles de la capital organizados por la alianza de pequeños productores llamada ’El Campo no Aguanta Más’ que plantea la renegación del capítulo agroganadero del Tratado de Libre Comercio Norteamericano (TLCAN) y exige al Estado créditos, protección, una política de desarrollo. En realidad su proyecto nacionalista esboza otro país, basado en el mercado interno, las necesidades sociales, la alianza con los pequeños productores estadounidenses y canadienses contra las transnacionales y las empresas agroquímicas. Aunque los dirigentes zapatistas ignoraron ese movimiento (acusándolo de estar dirigido por oportunistas) la fuerza de la manifestación y de la organización zapatista, campesina e indígena (la Confederación Nacional Plan de Ayala, anterior al EZLN), obligó a éste a hablar ahora de organizar los campesinos y de responder a sus reivindicaciones concretas (todos los 300.000 pequeños cafetaleros, hundidos por los precios mundiales del café, son indígenas). El movimiento campesino sacudió al anquilosado EZLN. La constitución de las cinco regiones autónomas chiapanecas en parte se debió a esta necesidad de moverse. Aunque el EZLN, organización militar verticalista, decidió la constitución de las Juntas de Buen Gobierno y quiénes las integrarían y mantiene su control y vigilancia sobre las mismas, estas JBG administran justicia, ejercen funciones de policía, controlan la economía y el comercio de sus zonas respectivas. Son, en resumen, Órganos de poder paralelo que, además, se sobreponen a la tendencia étnica, esencialista, de muchos municipios zapatistas a organizarse en torno a una etnia dominante (separando tojolobales zapatistas de tzeltales zapatistas, como en el ex municipio único Flores Magón)

Para las JBG y el EZLN no está claro si la autonomía es sólo para los municipios indígenas que coinciden con una comunidad étnicamente homogénea y se parece a la autarquía o si, por el contrario, es sinónimo de autoorganización democrática local y no excluye las relaciones con el resto de la sociedad. No está claro tampoco si es el resultado no exportable del cerco militar y de10 años de resistencia en Chiapas o un modelo que se ofrece a todos los indios (o zapatistas) del país. Pero es indudable que las JBG expresan un innegable progreso del EZLN y la continua fragmentación del poder estatal central.

En la Montaña, en la Costa Chica del estado mexicano de Guerrero, los indígenas, sobre todo amuzgos, pero en estrecha relación con los otros grupos étnicos han creado su policía comunitaria. Esta vigila detiene, condena a los delincuentes y les impone penas comunitarias. Reconoce formalmente al poder del estado local, a su justicia y su policía, pero depende de asambleas, que nombran los policías y sus jefes, y no se subordina a las autoridades e instituciones estatales (incluso las armas son de la comunidad). También allí se ha decidido aplicar la autonomía, al igual que en otras 18 comunidades de Michoacán, sin definir muy bien qué se entiende por autonomía pero sabiendo muy bien que quiere decir no al Estado opresor al servicio de los explotadores.

En Ecuador, la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador (CONAIE) derribó ya dos presidentes de la República (Abdala Bucaram y Jamil Mahuad), tomó efímeramente el gobierno en alianza con grupos militares y civiles y participó en el actual gobierno del Coronel Lucio Gutiérrez mediante su partido, Pachakutik. Esta experiencia de ruptura con su autonomía del gobierno y del Estado le creó una crisis interna entre los "participacionistas" y los que privilegian la independencia de la organización, que se retiró del gobierno en el que militaban más de 200 cuadros indígenas. La facilidad con que se dejaron de lado las tradiciones y experiencias, buenas y malas, de la izquierda ecuatoriana, el pragmatismo que sustituyó la política, las ilusiones de recambiar el aparato estatal desde dentro del mismo y la carencia de una política común clara y coherente dio un golpe muy duro a Pachakutik y a la misma CONAIE. Incluso el esencialismo indio (nada con los mestizos) reapareció con fuerza. Pero la vida de las comunidades indígenas, que controlan los municipios que de ellas dependen, es garantía de autonomía, de control sobre los dirigentes y de renovación de los mismos. La relación entre la comunidad indígena y el resto de la población así como entre ella y las instituciones deben ser aún discutidas a fondo, pero la autonomía está fuera de cuestión.

En Bolivia, también, se plantea el problema del gobierno y del enfrentamiento entre el poder oficial y el de los trabajadores. Y entre los quechuas cocaleros que antes eran mineros (o sea, lo más avanzado del continente desde el punto de vista político) y los campesinos aymaras hay un abismo político. Mientras los últimos hablan de Kollasullo y siguen a su mallcu, planteando una república india, los primeros hacen política de alianzas y tienen un programa político y social de cambios de estructuras a nivel nacional. Es temprano aún para ver cómo se resolverá la lucha entre los dos poderes, si con una terrible masacre y una dictadura militar proimperialista o por una salida de transición, favorecida por la división en las clases dominantes bolivianas y en las propias fuerzas armadas, que consista en la renuncia del neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada y el fin de sus planes de exportar gas por Chile -o sea, con una victoria popular incompleta que prepararía una nueva prueba de fuerzas, pero dividiría aymaras y quechuas, a Quispe y a Morales.

A los movimientos sociales hay que juzgarlos por su dinámica, no sólo por las posiciones de sus dirigentes o sus documentos. Por ella y por sus movilizaciones, pesan en la política económica y también en la formación de la conciencia política de las clases subordinadas.

- 7- En nuestros países no faltan en cambio los gurúes que confunden movilizaciones con movimientos sociales duraderos, que ven en toda lucha de los campesinos la revolución social (como hace J. Petras) y que miden lo que sucede en cada país por las posiciones de los gobiernos (Lula sería un "traidor"y el Brasil iría a un empeoramiento del neoliberalismo, o Gutiérrez, también "traidor" sería mucho más que la CONAIE). A los que se desilusionan porque antes, contra toda lógica, se ilusionaron, a los que creen que los gobiernos y no los pueblos hacen la historia, se suman los neodependentistas que esperan de caudillos, Hugo Chávez o Néstor Kirchner o quien sea, pues podría ser incluso un Evo Morales, mucho más sólido teóricamente pero que tendría que lidiar con la realidad de un país mucho más pobre que Argentina o Venezuela. El neodependentismo va unido a un nacionalismo o localista que impide ver los problemas reales y combatir la falta de preparación política de las grandes masas. Se necesita sin duda más protagonismo y peso del Estado en la defensa del mercado interno, pero se necesita aún más otro Estado y otro gobierno del mismo, que redistribuya los recursos que existen -en Argentina, por ejemplo, encarando el problema del control de la economía rural por la oligarquía, pues sin hacerlo no hay solución financiera ni plan de empleo, ni reconstrucción y defensa del territorio y de los recursos ambientales, ni hay fin de la corrupción. Eso exige economistas y profesionales socialistas, integrantes de los movimientos sociales, ajenos al dogmatismo, el sectarismo y el radicalismo impresionista e infantil. Si en muchos países latinoamericanos hay que construir una izquierda, para hacerlo hay que construir un pensamiento coherente, ligado a la realidad y a los movimientos sociales, creativo en las propuestas económicas y políticas.

Buenos Aires, 13 de octubre del 2003

Notas

Notas

[1Joachim Hirsch, El Estado Nacional de Competencia, UAM-X, México, 2001

[2En su libro Cómo cambiar el mundo sin tomar el poder, Buenos Aires, Herramienta-BUAP, 2002. Ver la crítica mía El dificultoso no asalto al no cielo, Memoria, México, 2002.

Retour en haut de la page

Objetivo

|

Trigo limpio

|

Mapa del sitio