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16 de julio de 2010

Marinaleda : Tierra y socialismo

por Stefano Vergine

 

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A primera vista, diríamos una aldea andaluza típica, con sus olivos, su puesto a churros, su tierra roja, sus casas blancas y bien mantenidas. Hasta hay una iglesia. Pero los fideles son raros. Levantando la cabeza, comprendemos por qué : el campanario se levanta a dos pasos del calle Ernesto Che Guevara, entre el avenida Libertad y el calle Salvador Allende. En dirección del centro, un fresco proclama : « Guerra social contra el capital ». Sin los dos restaurantes, el pequeño almacén, el quiosco de periódicos y la estación de servicio, nos creeríamos en pleno enclave comunista, en el corazón de Europa. Sólo el derecho a la propiedad privada relaciona a Marinaleda con el sistema capitalista. « Hacemos lo que podemos, dentro de los límites de la Constitución española », dice sonriendo Manuel Sánchez Gordillo, 54 años, hijo de un electricista y de una ama de casa, diplomado de la universidad de Séville, barba a la Fidel Castro y keffieh. Desde hace treinta y un años, es el alcalde de este municipio situado entre Cordoba y Séville.

Con sus 2 700 habitantes, Marinaleda es un resumen de experimentaciones igualitarias, la puesta en marcha en escala reducida de los principios anarco-socialistas neutralizados por cuarenta años de franquismo y de vuelta sobre la escena desde que la recesión puso España de rodillas. Mientras que el resto del país paga las consecuencias de la crisis inmobiliaria, con una tasa de desempleo que alcanzó el 20 %, aquí todo el mundo tiene trabajo, gracias a un modelo único en Europa fundado sobre una economía a 90 % pública. La mayoría de los habitantes son empleados por una cooperativa agrícola donde cada uno recibe el mismo salario : 47 euros por día.

Para resolver el problema de la vivienda (« un derecho y no una mercancía »), tal es el tema del alcalde), la municipalidad lanzó hace unos años un programa de autoconstrucción. La ciudad pone a disposición un terreno, materiales, una excavadora, un proyecto de arquitectura y dos albañiles : a ciudadanos de arremangarse las mangas para construir su casa. « Me hicieron falta cuatrocientos diez días, pero tengo finalmente algo que no hubiera podido obtener en otro pueblo », cuenta Antonio Martínez, de 40 años casado y padre de dos niños. El resultado : una casa de 100 metros cuadrado, con un gran patio y doble garaje. ¿El precio ? Quince euros al mes durante ciento treinta y tres años, el tercio del precio exigido en los pueblos limítrofes para una casa del mismo tipo.

Los críticos recuerdan que todo esto sería imposible sin fondos de la comunidad autónoma de Andalucía y acusan al alcalde de alimentar la utopía comunista con el dinero del capitalismo. Él responde : « Sacamos provecho del sistema, como todo el mundo ».

En Marinaleda, no hay policía municipal y las asambleas públicas se efectúan cada semana en la plaza del pueblo. El domingo, los habitantes trabajan gratuitamente en el mantenimiento de las calles y de los canteros. El Colectivo de la Unidad de los Trabajadores (CUT), El partido del alcalde, gobierna desde el 1979 : su programa político preveía la expropiación de 1 200 hectáreas de tierra del Duque del Infantado, objetivo conseguido en 1991 después de numerosas luchas. Desde entonces, hay trabajo para todos en la cooperativa, que produce habas, pimientos morrones y coliflores, cosechada por los hombres y puesta en conserva en la fábrica por una cincuentena de mujeres.

L’Expressso, Roma, 11 de junio de 2010.
Más información : http://www.marinaleda.com

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