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9 de septiembre de 2011

Libia… La guerra por venir
Partes I, II, III

por Guadi Calvo *

 

« Cuando el ganado cae,
lucen los cuchillos.
»
Proverbio libio.

« Primera parte »

Las veintitrés mil operaciones de la aviación de la OTAN sobre el territorio libio en los últimos seis meses han dejado más de cinco mil muertos civiles. Esos mismos civiles, niños, mujeres, ancianos, enfermos, que las potencias occidentales están empeñadas en salvar del dictador Gaddafi.

La caída de Trípoli esta próxima. Quizás en el mismo momento en que se están escribiendo estas líneas el Coronel Muamar Gaddafi esté muerto, prisionero o definitivamente vencido, acabando así con cuarenta y dos años de liderazgo absoluto en la antigua colonia italiana de Tripolitania.

Las bandas terroristas capitaneadas por Barack Obama, Nicolás Sarkozy y David Cameron por fin han quebrado la resistencia del ejército libio, gracias a aquellos ataques aéreos y a los miles de mercenarios que la inteligencia norteamericana ha podido infiltrar entre los alzados en las últimas semanas. Después de un rápido avance, el que no tuvieron desde marzo hasta hace una semana, ya han tomado una buena parte de la capital, Trípoli, lo que incluye el cuartel general del Coronel Gaddafi, en el barrio de Bab Al Aziziya, donde los sicarios de occidente descargan su fusiles de asaltos franceses al aire en señal de un festejo amenazante, lleno de anuncios de revanchas, revanchas que ya televisan los medios internacionales y muestran cómo son golpeados y humillados los leales al Coronel vencido, en manos del Consejo Nacional de Transición (CNT).

Mucho más que un milagro tendría que suceder para que el gobierno legal de Libia resista el asedio y reconquiste el territorio perdido. Ya sabemos que la humanidad anda escasa de milagros. Tanto como de petróleo.

La operación Sirena podrá anotarse como un nuevo éxito de la alianza anglo-franco-norteamericana. Igual que en Afganistán e Irak.

Luego de sacarse de encima a su único rival en las próximas elecciones presidenciales, Dominique Strauss Khan, con una acusación inventada por la mucama de un hotel en Nueva York y el FBI, causa que lo retuvo en Estados Unidos, que le hizo perder su cargo como director gerente del FMI, convertirse en blanco del escarnio de la prensa del cotilleo y no tanto y que el partido socialista lo desactive a las presidenciales, Sarkozy, jugador sucio si los hay, es el que como ministro del interior del presidente Jacques Chirac, a sangre y fuego, acalló las protestas de los franceses, hijos de migrantes, en las barriadas pobres de Clichy-sous-Bois, Sevran, Aulnay-sous-Bois, Bondy, todos en la región de Seine-Saint-Denis, a las afueras de Paris en 2005. Es también quien urgido de logros inicia las acciones militares contra Libia.

La toma de Libia parece ser la única solución que han encontrado los Estados Unidos y sus socios para salvar sus economías quebradas. Libia posee 46 mil millones de barriles de petróleo que subyacen bajó las arenas de ese desierto que además guarda ciento cuarenta y cuatro toneladas de oro, unos seis mil millones de dólares, y quizás lo más importante de todo: las reservas acuíferas más grandes del planeta. Un botín demasiado atractivo para dejarlo en manos de un Coronel que alguna vez había desafiado el poder de los Estados Unidos, y más allá de sus acercamientos y coqueteos con occidente post caída del campo socialista. Toda la región esta convulsionada y si bien los Estados Unidos han debido de entregar peones importantes como Hosni Mubarak, presidente de Egipto durante treinta años y sostén de una aberrante paz con Israel, no estaban dispuestos a apostar por Gaddafi, viejo amigo de todos los grupos insurreccionales de occidente desde el See Feín irlandés a los Montoneros argentinos.

El Occidente quebrado y en las diez de última ha lanzado su zarpa sanguinolenta sobre el país con las tasas de bienestar más altas de África. Los enemigos árabes de Gaddafi son todos, desde Arabia Saudita la más pro-occidental de las naciones musulmanas hasta los virulentos fedayines de al-Qaeda, la jihad islámica, sunitas y chiítas embarcados en la misma cruzada contra el demasiado laico Muamar Gaddafi. En la cruzada mundial contra Jamahiriya (Estado de las Masas), nombre oficial de Libia, hasta un tilingo de estas pampas ha intentado rebañar el pan en el tuco que han armado las grandes potencias. Luis Moreno Ocampo, fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, el epítome del jaurechano medio pelo, ha buscado un lugar en la fotos pero sus últimos resbalones quizás lo acomoden en un rincón demasiado oscuro para que lo alcance el flash después de haber pedido la captura del coronel, varios de sus hijos y asesores, tal como si Gaddafi fuera un ladrón de estéreos del conurbano bonaerense. Moreno Ocampo, para hacer más patético su papel, había declarado hace unos meses que Gaddafi había comprado varios containers de Viagra para incentivar a sus tropas a violaciones masivas. Y si triste y ridícula había sido tal aseveración, hace unos días en su paupérrimo inglés salió a capturar cámaras anunciando la detención uno de los hijos de Gaddafi, Saif Al Islam, que para a esa hora estaba armado la defensa de la ciudad no solo a la vista de su pueblo, sino de toda la prensa internacional. Sería importante preguntarle a Moreno Ocampo, quien le dio la información, si esta “imprecisión” no ha querido jugar un rol táctico dentro del drama libio, socavando la moral de los que resisten desde hace seis meses los bombardeos de la “libertad”.

La tercera piedra

Se le achaca al general Douglas Mc Arthur la frase acerca de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Al parecer las fuerza de la OTAN están empeñadas en superar la marca.

Desde hace poco menos de una década las fuerzas aliadas están metidas hasta el cuello en las montañas de Afganistán y en las arenas de Irak, sin encontrar un digno camino de vuelta a sus países. Los únicos que regresan, de a miles y embolsados, son los soldados muertos, los mutilados y los locos.

Sin contar los cientos de miles de víctimas civiles de aquellos pueblos que también las potencias occidentales han ido a proteger, llevando al mundo al borde de la más monumental crisis financiera de la que se tenga memoria, que puede convertir a la de 1930 en un buen recuerdo.

Sobre el territorio libio los Estados Unidos pueden activar un Osama Bin Laden en cualquier momento. Recuérdese que el legendario líder de al-Qaeda fue entrenado y armado por la CIA, vía el servicio de la ISI paquistaní, para que resistiera y combatiera a las tropas soviéticas que habían invadido Afganistán por pedido de su presidente Babrak Kamal, lo que significaría la operación encubierta más grande en la historia de la Agencia Central de Inteligencia. Catorce años después el joven y aplicado alumno de William Casey, el entonces jefe de la Agency, saltaría al hall de la fama cargándose casi 5500 norteamericanos, al tiempo que practicaba la más rápida demolición hecha en el centro de Nueva York.

Libia post Gaddafi

El CNT pareciera ser la base de unificación del poder en la Libia post Gaddafi, pero el CNT es solo una entelequia armada ad hoc para posibilitar que las tropas de la Otan no tuvieran que inmiscuirse en combates terrestres y darle una fachada legal a la insubordinación contra el poder central de Trípoli. La jerarquía del CNT está constituida por ministros, secretarios de Estado, embajadores y militares que hasta hace pocos meses servían al cruel criminal que con tanto empeño intentan derrocar. Estos, asentados en la ciudad de Bengazi, convirtiéndola en la capital transitoria del CNT, lo primero que hicieron fue crear un banco central, para poder operar con las potencias invasoras y seguir abasteciendo de petróleo a los sensibles mercados internacionales.

La caída de Gaddafi produciría un efecto dominó en los precio del barril, provocando una considerable baja en los precios y tranquilizando a los contribuyentes, especialmente de los Estados Unidos.

El armado del poder en Libia no se estructura en partidos políticos sino en tribus, y la reacción de estas todavía es imprevisible, ya que muchas de ellas, con poder político y militar no apoyaban hasta hace pocos días al legendario líder.

Camuflados como “rebeldes” han entrado a Libia grupos entrenados y armados de chiitas y sumitas, los dos grandes brazos de la religión musulmana, enemigos jurados que pueden desatar una guerra religiosa de un momento a otro. Resultado de ella, cualquiera fuera, será una política beligerante hacía Estadios Unidos y Europa. Sin olvidar finalmente que las fuerzas y seguidores de Gaddafi pueden reagruparse e iniciar a su vez otra guerra en torno a la recuperación del poder.

Los intereses en juego son muchos, los poderes a mediar fuerzas también. El representante (diputado) demócrata Edward Markey acaba de declarar con tanto desparpajo como obviedad: “Nosotros estamos en Libia por el petróleo” y allí está centrada toda la atención del mundo.

Gaddafi posiblemente ya sea parte de la historia de Libia y del mundo. Lo que sin duda no está en la historia sino en el futuro inmediato, es la guerra por venir.

« Segunda parte »

No se sabe todavía cuánto les falta a los Estados Unidos, sus socios menores de la OTAN y sus representantes en Libia (el Consejo Nacional de Transición, CNT) para que terminen con la conquista absoluta del país. Todo está muy confuso.

Del líder de la revolución verde Coronel Muamar Gaddafi, hace días que no se sabe nada. Se lo sospecha refugiado desde Caracas a Argelia, escondido junto a su hijo Saade en Bani Walid, una localidad que se encuentra a 100 kilómetros de Trípoli, o quizás en Sirte, su ciudad natal, preparando junto a cincuenta mil de sus hombres la última batalla.

A la vez, algunas informaciones todavía sostienen que el anuncio de la caída de Trípoli es una gran operación de prensa, y que todavía se resiste en muchos más barrios de la capital de los que se reconocen en occidente.

Esta semana, un canal de televisión ruso, RT Televisión, denunció como montaje cinematográfico la toma de la plaza verde de Trípoli, aduciendo que las escenas habían sido grabadas en decorados de un inmenso set de filmación en Qatar, donde el actor Omar Jali interpretó al hijo de Gaddafi, Seif el Islam, en el momento que caía prisionero. Seif el Islam, horas después de la información, a la vista de todo el mundo alistaba la defensa de la ciudad. A una semana de ese hecho, Seif aún continúa en Trípoli, llamado a resistir la toma que según algunos medios no es tan absoluta como la mentan los medios prooccidentales.

Mientras tanto, los francotiradores todavía resisten en Trípoli a las hordas del CNT, que saquean y roban lo que pueden y el resto lo destruyen. Las imágenes de las agencias internacionales muestran claramente que “rebeldes” poco hacen más que festejar los triunfos que sin duda está logrando la aviación de la OTAN.

El CNT y su presidente, Mustafá Abdel Yalil, ex ministro de Justicia del nuevo “tirano prófugo”, reconocieron ya cincuenta mil muertos y dieron plazo hasta el próximo sábado para que se rindan todas las tropas de Gaddafi que aún resisten, incluso en la ciudad de Trípoli.

La capital de Libia y sus dos millones de habitantes están jaqueados por la falta de agua y energía, alimentos y medicinas. Estos padecimientos acabarán pronto, ya que un puente de abastecimiento se está tendiendo desde Europa a Trípoli, el mismo que se han cuidado mucho de no generar hacia Somalia, donde los muertos por la hambruna se cuentan por miles cada día.

El enemigo, de mi enemigo…

Uno de los pilares de Muammar Gaddafi desde siempre fue su capacidad de control de las tribus. Se estiman en todo el país una ciento cuarenta, pero sólo treinta son las que se consideran de importancia. La estructura de poder de Gaddafi, de todo su gobierno, se ha basado en la alianza con las dos tribus más grandes del país: el Warfallah y el Magariha.

Las tribus de la región de Cirenaica son las que han comenzado el levantamiento en febrero. Históricamente, ese territorio ha sido muy difícil de controlar tanto para Gaddafi como para cualquier otro gobernante de la región de Tripolitania, por su difícil acceso geográfico, lo que les ha dado un fuerte sentimiento de independencia.

La Cirenaica fue también la región natal del rey Idris, primer gobernante moderno de Libia, quien fue derrocado por Gaddafi en 1969. Por esa razón la bandera que enarbolan los sicarios del CNT es, justamente, el viejo pabellón verde, rojo y negro de la monarquía depuesta por la revolución verde.

En esta región, la Cirenaica, siempre han sido muy fuerte los jihasgistas (jihaad o guerra santa) del Grupo Islámico Combatiente Libio, organización muy violenta y ultra conservadora con fuertes lazos con Al Qaida. Abdelhakim Belhash, líder militar de los « rebeldes » del CNT, que se sabe ha participado en la guerra de Afganistán, está fichado por servicios de inteligencia occidentales como terrorista de Al Qaida. Para este grupo, Gaddafi ha sido siempre un kafir (infiel), y sin dudas montado en la Primavera Árabe, que ya destronó a las tiranías de Túnez y Egipto, tuvo en jaque a Bahrein y Yemen y se está por cargar a Bashar al Assad de Siria, se está cobrando las deudas del viejo líder libio.

Seguramente el difícil entramado de las relaciones entre las tribus poco influya en el destino final del coronel Gaddafi, cuya suerte está prácticamente echada. Pero sí el continuo acomodamiento de las relaciones tribales y la influencia de los grupos islamitas más radicalizados, que hoy son la vanguardia del CNT, y que sin duda están esperando el momento para convertirse en el foco de resistencia anti-occidente. Esta ecuación la maneja el trío de Obama, Sarkozy y Cameron, y estarán alistando sus planes para matar la siguiente guerra santa en su nido.

Pero hoy se necesitan todos. Para Sarkozy, la guerra de Libia viene a ser como una primaria que lo pone a las puertas de su reelección. Obama y Cameron se hacen de unos cuanto miles de millones de dólares que Gaddafi en su plan de seducción de occidente dejó en bancos de los Estados Unidos, Inglaterra y otros países de Europa, además de las muchas empresas norteamericanas e inglesas que ya pelean por “colaborar” en la reconstrucción de Libia. Italia, por intermedio de la ENI (Ente Nazionale Idrocarburi), ya está cerrando grandes negocios petroleros junto a la Francesa Total, lo que otras petroleras de occidente acudirán a hacer en las próximas horas.

Los veintiocho países miembros de la OTAN también querrán su parte. Son muchas las incógnitas que quizás se comiencen a revelar en las próximas semanas. ¿Rusia y China seguirán mirando sin comprender muy bien en qué parte del juego entran? El Coronel Muamar Gaddafi, que sigue sin aparecer, ¿piensa en resistir desde las montañas del sur o ya se ha retirado para siempre? ¿Cómo funcionará el difícil entramado de las tribus y cuánto falta para que el primer atentado terrorista en Libia anuncie que Occidente se ha metido en otra guerra de la que no va a salir fácilmente?

Y un último interrogante. Los servicios de inteligencia franceses que ya están operando en Trípoli, ¿podrán encontrar las pruebas que incriminan a Sarkozy al haber recibido fondos de Gaddafi para su campaña presidencial de 2007 ?

Tercera parte

La invasión, conquista y masacre de Libia muestra a las grandes agencias internacionales de noticias como simples gacetilleras de las fuerzas de ocupación. Estados Unidos continúa rediseñando África para cortarle camino a los chinos, que en silencio van copando el continente negro.

Como pocas veces en la historia, periodistas y analistas internacionales recordaron la frase atribuida al senador norteamericano Hiram Johnson, quien en 1918 dijo: “En una guerra la primera víctima es la verdad”.

De eso se trata esta invasión, conquista y masacre a Libia. No hay información. Las grandes agencias internacionales de noticias (excepto Telesur y alguna otra) se han convertido en simples gacetilleras de las fuerzas de ocupación. Han dado una y otra vez por muertos o prisioneros a los hijos de Gaddafi, y al mismo coronel lo reasignan en diferentes lugares al mismo tiempo. Para sacar ventajas estratégicas, han anunciado la toma de la Plaza Verde de Trípoli mostrando filmaciones realizadas semanas antes en un set de Qatar. El fiscal universal Moreno Ocampo salió a repetir de memoria el guión que pareciera escrito en el simpático pueblito de Langley, sobre las atrocidades cometidas y por cometer por Gaddafi.

Es curioso. En esta guerra no hay imágenes de muertos ni de heridos, por lo menos del bando invasor. A los combatientes libios del Consejo Nacional de Transición, (CNT) se los muestra siempre muy dispuestos a plantarse frente a las cámaras y a disparar sus fusiles al cielo. Nunca cansados, nunca transpirados, ni siquiera mal afeitados, como se estima debe estar cualquier combatiente de cualquier guerra. Siempre muy acicalados, como si no combatieran con nadie o fueran otros los que en realidad combaten. No hay cifras de muertos, desaparecidos y torturados. Todo pareciera un gran montaje cinematográfico.

En los momentos en que se escriben están líneas, algunas fuentes hablan de que Muamar Gaddafi se ha echado a recorrer los más de tres mil kilómetros que separan Sirte, última guarida conocida del “tirano ubicuo”con Ouagadougou, capital de Burkina-Faso, en una columna de doscientos cincuenta vehículos, todos ellos rebosantes de oro y divisas extranjeras, que se acaban de robar de los bancos de Sirte. No mencionan que para llegar de Libia a Burkina-Faso deben cruzar un tercer país que es Níger. De ser cierta esta homérica travesía, sin duda quedará en la historia como la más grande fuga jamás realizada. El martes lo habían visto llegar con otra caravana, o la misma quién sabe, a Nigeria.

Desde hace ya casi diez días se ha anunciado el sitio a Sirte, ciudad natal del líder de la Revolución Verde, donde resistirían las últimas fuerzas gaddafistas. Aviones de la OTAN bombardean esta ciudad de ochenta mil habitantes ya sin muchas posibilidades de resistencia.

Junto a Sirte, Bani Salid, el oasis de Al Jufrah y la región de Sebha son los últimos cuatro enclaves de la resistencia gaddafismo. Así y todo, las fuerzas occidentales se niegan a abrir la información y todo queda en suposiciones. O no tanto: se ha confirmado que son centenares los muertos a manos de las células islamistas del antiguo Grupo Salafista de Predicación y Combate argelino (GSPC), ahora reconvertidos como Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), que se enmascaran como fuerzas del CNT (Consejo Nacional de Transición) y que se están moviendo con toda libertad por Trípoli y todo el territorio “liberado”. En Libia vivían más de un millón de trabajadores de países subsaharianos, obviamente negros. Acusándolos de mercenarios contratados por Gaddafi, los están aniquilando. Cientos de cuerpos de estos trabajadores, maniatados, han sido encontrados en barracones cercanos al antiguo cuartel general de Gaddafi. Una ola de racimo filo nazi se ha liberado con la llegada de los libertadores.

Los rebeldes de Al-Qaeda que están dirigiendo las acciones en Libia dan lugar al odio milenario por los africanos negros de parte de los árabes musulmanes. En árabe, se usa la misma palabra para designar un negro y un esclavo.

Hablando en plata

Ya poco importa la suerte de Gaddafi. Si huyó, robó y lo pescaron o no. Los vencedores de este gran atraco a escala planetaria se deben sentar a hablar de plata y merecimientos. Sin dudas, Nicolás Sarkozy ha conseguido lo que más le importaba: oxígeno. O mejor dicho, petróleo.

Gaddafi confió demasiado en los consejos de sus hijos acerca de liquidar su programa armamentístico y ponerse en sintonía con la OTAN. Quizás cuando se inició la primavera árabe Gaddafi pensó que correría la misma suerte que el rey Hamad de Bahréin, un ladronzuelo muy bien visto por occidente; o la de los tiranos de la casa de Saud que siguen apoltronados en Riad, Dubai o Doha; e incluso la suerte de Bashar El-Assad en Siria, al que todavía occidente no decide cuándo lo derribará.

Quizás Gaddafi no supo que la guerra contra él había empezado en octubre de 2010 cuando su jefe de protocolo, Nuri Mesmari, alentado por la inteligencia francesa, desertó a París. Junto con el ministro de Relaciones Exteriores, Mussa Kussa, eran los más próximos a Gaddafi de todos sus colaboradores. Mesmari fue comprado por la inteligencia francesa y a partir de su información se planeó el golpe. No es casualidad que el CNT haya sido un invento francés y que la petrolera francesa Total haya sido hasta ahora la primera y más beneficiada de las empresas occidentales con el cambio de gobierno en Trípoli.

Los servicios franceses supieron que Gaddafi estaba a punto de transferir a bancos chinos sus cuentas depositadas en Francia. Más allá del golpe al sistema financiero galo, este cambio podría haberse convertido en un efecto dominó con otras naciones árabes y africanas. Supieron que Gaddafi tampoco iba a seguir comprando aviones de caza Rafale y que iba a prescindir de los franceses para construir una planta nuclear; desviando esos fondos para mejorar los servicios sociales libios.

La resolución de las Naciones Unidos 1973, que le dio el marco legal a occidente para hacer lo que hace en Libia, fue pensada por Francia e Inglaterra, sin duda obviamente con la anuencia de los Estados Unidos, que hasta aquí parece un socio menor. Pero como es obvio, el rol de la Casa Blanca ha sido decisorio y son quienes se van a llevar la mayor tajada de todo esto. Francia, Inglaterra y, más atrás, Italia están compitiendo por un poco más de petróleo libio. Los Estados Unidos, por África entera, a la que han comenzado a rediseñar desde los hechos de Sudán y Costa de Marfil el año pasado.

Estados Unidos ha allanado todos los posibles « pero » de la Liga Árabe, negociando con Arabia Saudita a cambio de permitirles a estas tiranías reprimir cualquier intento de sublevación en el Golfo Pérsico, como pasó en Yemen y Bahréin.

Gaddafi y su intento por retornar a sus fuentes ya ha quedado atrás. Los Estados Unidos mandaron a ensuciarse al arenal libio a sus socios menores. Mientras, continúan rediseñando África para cortarle el camino a los chinos, que en silencio van copando el continente negro. Con Gaddafi, los chinos han perdido un socio y su juego ha quedado desequilibrado. Ahora les toca mover a ellos.

Revista Zoom. Buenos Aires, 25 de agosto, 1° y 9 de septiembre de 2011

*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. Colabora con diferentes medios escritos y radiales de América Latina. Dirige en Facebook : « Línea Internacional », « Revista Hamartia » y « Jornada Latinoamericanas », « Revista Archipielago » (México), « Caratula » (Nicaragua), « A Plena Voz » (Venezuela), Radio Madre (AM. 530) y Radio Grafica (FM 89.3)

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