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26 juillet 2023

« La guerra inminente contra China »

par Michael Hudson *

 

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La lógica económica ha sido sustituida por imperativos de « seguridad nacional »

La cumbre de la OTAN celebrada en Vilna en julio pareció un funeral, como si los participantes acabaran de perder a un miembro de su familia, Ucrania. Para borrar el fracaso de la OTAN a la hora de expulsar a Rusia de Ucrania y trasladar la OTAN a la frontera rusa, sus miembros trataron de levantar la moral movilizando apoyos para la próxima gran lucha : contra China, designada ahora como su enemigo estratégico por excelencia. Como preparación para este enfrentamiento, la OTAN ha anunciado su compromiso de ampliar su presencia militar al Pacífico.

El plan consiste en dividir a los aliados militares y socios comerciales de China, especialmente Rusia, empezando por la lucha en Ucrania. El presidente Biden ha declarado que esta guerra será de alcance mundial y durará varias décadas, con el objetivo de aislar y doblegar a China.

Las sanciones impuestas por Estados Unidos contra el comercio con Rusia son un ensayo general para la imposición de sanciones similares contra China. Pero sólo los aliados de la OTAN se han unido a la lucha. Y en lugar de destruir la economía rusa y « hacer añicos el rublo », como había predicho el presidente Biden, las sanciones de la OTAN han hecho a Rusia más autosuficiente, aumentando su balanza de pagos y sus reservas internacionales de divisas, y por lo tanto el tipo de cambio del rublo.

Para colmo, a pesar del fracaso de las sanciones comerciales y financieras contra Rusia, y a pesar de los fracasos de la OTAN en Afganistán y Libia, los países de la OTAN están decididos a intentar las mismas tácticas contra China. La economía mundial debe dividirse entre Estados Unidos, la OTAN y los Cinco Ojos, por un lado, y el resto del mundo -la mayoría global-, por otro. Según el Comisario europeo Joseph Borrell, se trata de una división entre el jardín EEUU/Europa (los mil millones de oro) y la jungla que amenaza con engullirlo, como la invasión de su cuidado césped por una especie invasora.

Desde el punto de vista económico, el comportamiento de la OTAN desde su concentración militar para atacar a los Estados rusoparlantes del este de Ucrania en febrero de 2022 ha sido un rotundo fracaso. El plan de Estados Unidos consistía en desangrar a Rusia y dejarla tan desamparada económicamente que su pueblo se rebelaría, destituiría a Vladimir Putin y reinstauraría a un líder neoliberal pro-occidental que alejara a Rusia de su alianza con China, y luego seguir con el gran plan estadounidense de movilizar a Europa para que impusiera sanciones a China.

La razón por la que resulta tan difícil evaluar el rumbo de la OTAN, Europa y Estados Unidos es que la suposición tradicional de que las naciones y las clases sociales actúan en su propio interés económico no resulta de ninguna ayuda. La lógica tradicional del análisis geopolítico consiste en suponer que los intereses comerciales y financieros dirigen la política de casi todos los países. La suposición auxiliar es que los funcionarios gubernamentales tienen una comprensión bastante realista de la dinámica económica y política en juego.

El Occidente de EEUU/OTAN estuvo en el origen de esta fractura global, pero será el gran perdedor. Los miembros de la OTAN ya han visto cómo Ucrania agotaba sus reservas de fusiles y balas, artillería y munición, tanques, helicópteros, armas y otros armamentos acumulados durante cinco décadas. Pero la pérdida de Europa se convirtió en una oportunidad de venta para Estados Unidos, creando un nuevo y vasto mercado para que el complejo militar-industrial estadounidense reabasteciera a Europa. Para conseguir este apoyo, Estados Unidos fomentó una nueva forma de concebir el comercio y la inversión internacionales. Se hizo hincapié en la « seguridad nacional », es decir, en garantizar un orden unipolar centrado en Estados Unidos.

El mundo se divide en dos bloques : los EEUU postindustriales y la OTAN frente a la mayoría mundial.

A los diplomáticos estadounidenses les preocupa cada vez más que Alemania y otros países europeos dependan de las importaciones de gas, petróleo y fertilizantes rusos para sus industrias del acero, el vidrio y otras. Se preocuparon aún más cuando China se convirtió en el « taller del mundo » mientras la economía estadounidense se desindustrializaba. El temor era que el crecimiento de China y de los países vecinos de Eurasia que se beneficiaban de la expansión de la Franja y la Ruta amenazara con convertir esta parte del mundo en la principal zona de crecimiento y, por tanto, en un imán para la inversión europea. La perspectiva lógica era que la política siguiera a los intereses económicos en detrimento de la capacidad de Estados Unidos para mantener una economía mundial unipolar con el dólar como centro financiero y el comercio sujeto al unilateralismo proteccionista estadounidense.

Al unirse a la cruzada estadounidense para destruir la economía rusa y promover el cambio de régimen, la negativa de Alemania y otros países europeos a comerciar con Rusia ha destruido los cimientos energéticos de su industria. La destrucción de los gasoductos Nord Stream ha sumido en la depresión a la economía alemana y a otras economías europeas, con las consiguientes quiebras y desempleo. En lugar del gas ruso, los países de la OTAN tienen que pagar ahora hasta seis veces más caro el precio del Gas Natural Licuado (GNL) procedente de Estados Unidos y además deben construir nuevas instalaciones portuarias para importar físicamente este gas.

Los líderes europeos patrocinados y financiados por la injerencia electoral estadounidense durante los últimos setenta años han hecho lo que Boris Yeltsin hizo en Rusia en los noventa : han acordado sacrificar las economías industriales de Europa y poner fin a lo que había sido una provechosa integración comercial y de inversiones con Rusia y China.

El siguiente paso es que Europa y Estados Unidos dejen de comerciar e invertir con China, a pesar de que estos países de la OTAN se han beneficiado del auge de este comercio, del que dependen para una amplia gama de bienes de consumo e insumos industriales. Esta próspera línea de comercio llegará ahora a su fin. Los dirigentes de la OTAN han anunciado que las importaciones de gas ruso y otras materias primas (incluido el helio y muchos metales) corren el « riesgo » de volverse dependientes -como si Rusia o China pudieran encontrar algún interés económico o político en poner fin a este comercio simplemente para perjudicar a Europa y hacer con ella lo que Estados Unidos ha hecho para forzarla a la sumisión.

¿Pero sumisión a qué ? La respuesta es : ¡Sumisión a la lógica del beneficio mutuo en líneas que dejan a la economía estadounidense fuera de la ecuación !

Irónicamente, la política de Estados Unidos y de la OTAN está obligando a Rusia, China y sus aliados del BRICS a seguir su propio camino, empezando por una Eurasia unida. Este nuevo núcleo de China, Rusia y Eurasia con el Sur Mundial crea una esfera mutuamente beneficiosa de comercio e inversión multipolar.

La industria europea, por su parte, ha quedado devastada. Sus economías han pasado a depender total y abyectamente de EEUU, con un coste mucho mayor para ellos mismos que para sus antiguos socios comerciales. Los exportadores europeos han perdido el mercado ruso y ahora siguen las exigencias estadounidenses de abandonar e incluso rechazar el mercado chino. Los mercados de los países BRICS, que se extienden a Oriente Medio, África y América Latina, también serán rechazados a su debido tiempo.

En lugar de aislar a Rusia y China y hacerlas dependientes del control económico US, la diplomacia unipolar de Estados Unidos se ha aislado a sí misma y a sus satélites de la OTAN del resto del mundo, la mayoría global que crece mientras las economías de la OTAN se precipitan hacia la desindustrialización. Lo que llama la atención es que mientras la OTAN advierte del « riesgo » del comercio con Rusia y China, no considera un riesgo su pérdida de viabilidad industrial y de soberanía económica frente a Estados Unidos.

Esto no es lo que habría predicho la « interpretación económica de la historia », pues se espera que los gobiernos apoyen los intereses comerciales básicos de sus economías. Así que volvemos a la cuestión de si los factores económicos determinarán la forma del comercio mundial, la inversión y la diplomacia. ¿Es realmente posible crear un conjunto de economías pos-OTAN cuyos miembros se parezcan mucho a los Estados Bálticos y la Ucrania pos-soviética, que se están despoblando y desindustrializando rápidamente ?

Sería, en efecto, una extraña forma de « seguridad nacional ». En términos económicos, parece que la estrategia estadounidense y europea de autoaislamiento del resto del mundo es un error tan masivo y profundo que sus efectos equivalen a una guerra mundial.

La lucha actual contra Rusia en el frente ucraniano puede considerarse como la campaña de apertura de la Tercera Guerra Mundial. En muchos sentidos, es una prolongación de la Segunda Guerra Mundial y sus secuelas, en las que Estados Unidos creó organizaciones económicas y políticas internacionales al servicio de sus propios intereses nacionales. El Fondo Monetario Internacional impone el control financiero estadounidense y contribuye a la dolarización de la economía mundial.

El Banco Mundial presta dólares a los gobiernos para construir infraestructuras de exportación con el fin de subvencionar a los inversores US y de la OTAN que controlan el petróleo, la minería y los recursos naturales, y para promover la dependencia comercial de las exportaciones agrícolas estadounidenses, al tiempo que fomenta la agricultura de plantación en lugar de la producción nacional de cereales alimentarios. Estados Unidos insiste en tener poder de veto en todas las organizaciones internacionales a las que pertenece, incluidas las Naciones Unidas y sus agencias.

A menudo se malinterpreta la creación de la OTAN. A primera vista, se creó como una alianza militar, originalmente para defenderse de la idea de que la Unión Soviética pudiera tener motivos para conquistar Europa Occidental. Pero el papel más importante de la OTAN ha sido utilizar la « seguridad nacional » como excusa para anular la política interior y exterior de Europa y subordinarla al control de Estados Unidos. La dependencia de la OTAN quedó consagrada en la constitución de la Unión Europea. Su propósito era garantizar que los líderes de los partidos europeos siguieran las directrices de Estados Unidos de América y se opusieran a las políticas de izquierdas o anti-US, a las políticas a favor de los trabajadores y a gobiernos lo suficientemente fuertes como para impedir el control de una oligarquía financiera cliente de Estados Unidos.

La agenda económica de la OTAN ha consistido en abrazar la financiarización neoliberal, la privatización, la desregulación de los gobiernos y la imposición de la austeridad a los trabajadores. La normativa de la UE impide a los gobiernos registrar déficits presupuestarios superiores al 3% del PIB. Esto bloquea las políticas de estilo keynesiano destinadas a estimular la recuperación. Hoy, el aumento del coste del armamento militar y las subvenciones públicas a los precios de la energía obligan a los gobiernos europeos a recortar el gasto social. La política bancaria, la política comercial y la legislación nacional siguen el mismo modelo neoliberal estadounidense que ha desindustrializado la economía de Estados Unidos y la ha endeudado con el sector financiero, en cuyas manos se concentra ahora la mayor parte de la riqueza y la renta.

Abandonar del interés económico propio en favor de la dependencia de Estados Unidos por razones de « seguridad nacional »

En el mundo post-Vilnius, el comercio y las relaciones internacionales no se consideran una cuestión económica, sino de « seguridad nacional ». Cualquier forma de comercio representa el « riesgo » de quedar aislado y desestabilizado. El objetivo no es obtener beneficios en el comercio y la inversión, sino hacerse autónomo e independiente. Para Occidente, esto significa aislar a China, Rusia y a los BRICS para depender totalmente de Estados Unidos. Para EEUU, su propia seguridad significa hacer que otros países dependan de él, para que los diplomáticos US no pierdan el control de su diplomacia militar y política.

Tratar el comercio y la inversión con países distintos de Estados Unidos como algo que implica un « riesgo », ipso facto, es una proyección de la forma en que la diplomacia estadounidense ha impuesto sanciones a los países que se resisten a su dominación, a la privatización y a la subordinación de sus economías al control de Estados Unidos. El temor a que el comercio con Rusia y China conduzca a la dependencia política es una fantasía. El objetivo de la alianza emergente de Eurasia, los BRICS y el Sur Global es aprovechar el comercio exterior entre sí en beneficio mutuo, con gobiernos lo suficientemente fuertes como para tratar el dinero y la banca como servicios públicos, así como los monopolios básicos necesarios para proporcionar los derechos humanos normales, incluyendo la asistencia sanitaria y la educación, y mantener monopolios como el transporte y la comunicación en el dominio público para mantener el coste de la vida y hacer negocios bajos en lugar de cobrar precios de monopolio.

El odio hacia China fue expresado en particular por Annalena Baerbock, Ministra alemana de Asuntos Exteriores, que pidió a la OTAN que « redujera los riesgos » en sus relaciones con China.

Los « riesgos » son los siguientes :

  1. China podría interrumpir exportaciones esenciales, al igual que Estados Unidos interrumpió el acceso de Europa a las exportaciones de petróleo ruso ;
  2. Las exportaciones podrían utilizarse para reforzar el poderío militar de China. Casi todas las exportaciones económicas PODRÍAN ser militares, incluso los alimentos para alimentar al ejército chino.

El viaje de la Secretaria del Tesoro Janet Yellen a China también explicó que todo el comercio tiene potencial militar y, por tanto, está vinculado a la seguridad nacional. Todo el comercio tiene potencial militar, incluso la venta de alimentos a China podría servir para alimentar a los soldados.

Estados Unidos y la OTAN piden a Alemania y otros países europeos que impongan un telón de acero al comercio con China, Rusia y sus aliados para reducir los riesgos comerciales. Sin embargo, sólo Estados Unidos ha impuesto sanciones comerciales a otros países, no China ni otros países del Sur. El verdadero riesgo no es que China imponga sanciones comerciales para perturbar las economías europeas, sino que Estados Unidos imponga sanciones a los países que violen el boicot comercial patrocinado por Estados Unidos.

Esta visión de que « el comercio es un riesgo » trata al comercio exterior no en términos económicos, sino en términos de « seguridad nacional ». En la práctica, « seguridad nacional » significa sumarse al intento estadounidense de mantener su control unipolar sobre toda la economía mundial. No existe ningún riesgo reconocido en reorientar el comercio europeo de gas y energía hacia empresas estadounidenses. El riesgo estaría en comerciar con países que los diplomáticos estadounidenses consideran « autocracias », es decir, naciones en las que los gobiernos invierten y regulan activamente las infraestructuras en lugar de practicar el neoliberalismo al estilo estadounidense.

El mundo está dividido en dos bloques, con filosofías económicas muy diferentes. Sólo Estados Unidos ha impuesto sanciones comerciales a otros países, y sólo Estados Unidos ha rechazado las normas internacionales de libre comercio por considerarlas una amenaza para su seguridad nacional y su control económico y militar. A primera vista, la división mundial resultante entre EEUU/OTAN, por un lado, y la alianza en expansión de los BRICS (Rusia, China, Irán y el Sur Global), por otro, puede parecer un conflicto entre capitalismo y socialismo (es decir, socialismo de Estado en una economía mixta con regulación pública en interés de los trabajadores).

Pero esta contraposición entre capitalismo y socialismo no sirve de nada si se analiza con detenimiento. El problema radica en el significado de la palabra « capitalismo » en el mundo actual. En el siglo XIX y principios del XX, se suponía que el capitalismo industrial evolucionaría hacia el socialismo. EEUU y otras economías industriales acogieron con satisfacción e incluso insistieron en que sus gobiernos subvencionaran una gama cada vez más amplia de servicios básicos con cargo al erario público, en lugar de obligar a los empresarios a correr con los costes de la contratación de mano de obra que tenía que pagar necesidades básicas como la sanidad y la educación. Se evitaron los precios de monopolio manteniendo como servicios públicos monopolios naturales como los ferrocarriles y otros medios de transporte, los sistemas telefónicos y otras comunicaciones, los parques y otros servicios. Hacer que los gobiernos pagaran por estos servicios, en lugar de las empresas y sus empleados, aumentó la competitividad global de la industria nacional en Estados Unidos.

China ha seguido este planteamiento fundamental del capitalismo industrial, con políticas socialistas destinadas a aumentar su mano de obra, no sólo la riqueza de los capitalistas industriales, y menos aún la de banqueros, terratenientes absentistas y monopolistas. Y lo que es más importante, industrializó la banca, creando crédito para financiar inversiones tangibles en los medios de producción, no el tipo de crédito depredador e improductivo característico del capitalismo financiero actual.

Pero la política de economía mixta del capitalismo industrial no es la forma en que ha evolucionado el capitalismo en Occidente desde la Primera Guerra Mundial.

Rechazando la economía política clásica y su deseo de liberar a los mercados de las clases rentistas heredadas del feudalismo -una clase de terratenientes hereditarios, una clase de banqueros financieros y monopolistas- el sector rentista ha luchado por reafirmar su privatización de la renta de la tierra, los intereses y las ganancias del monopolio. Ha intentado revertir la fiscalidad progresiva y, de hecho, favorecer fiscalmente a la riqueza financiera, a los terratenientes y a los monopolistas.

El sector Financiero, Asegurador e Inmobiliario (FIRE) [Finance, Insurance and Real Estate (FIRE)] se ha convertido en el interés dominante y en el planificador económico del capitalismo financiero actual. De ahí que a menudo se hable de economías neo-feudales (o, eufemísticamente, neo-liberales).

A lo largo de la historia, la dinámica de la financiarización ha polarizado la riqueza y los ingresos entre acreedores y deudores, dando lugar a oligarquías. A medida que la deuda con intereses crece exponencialmente, más y más ingresos del trabajo y de las empresas tienen que dedicarse al servicio de la deuda. Esta dinámica financiera está reduciendo el mercado interior de bienes y servicios, y la economía está sufriendo la austeridad inducida por la deuda.

El resultado es la desindustrialización, con economías polarizadas entre acreedores y deudores. Esto ocurrió de forma más notoria en Gran Bretaña, en la estela de Margaret Thatcher y el Nuevo Partido [Anti]Laborista de Tony Blair y Gordon Brown, que adoptó un enfoque desregulador de « toque ligero » frente a la manipulación financiera y el fraude descarado.

Estados Unidos sufrió una transferencia igualmente devastadora de riqueza e ingresos a los sectores Financiero, Asegurador e Inmobiliario (FIRE) a raíz de los recortes fiscales de Ronald Reagan para los ricos, la desregulación antigubernamental y la absorción de Wall Street por la « Tercera Vía » de Bill Clinton. La « Tercera Vía » no era ni capitalismo industrial ni socialismo, sino capitalismo financiero, que ganó robando y endeudando a la industria y al trabajo.

La nueva ideología del Partido Demócrata de las finanzas desreguladas se vio coronada por el colapso masivo del fraude bancario en 2008 y la protección de Barack Obama a los prestamistas hipotecarios de Fondos de acciones basura y las ejecuciones hipotecarias masivas de sus víctimas financieras. La planificación y la política económica se transfirieron de los gobiernos a Wall Street y otros centros financieros, que se habían hecho con el control del gobierno, la banca central y las agencias reguladoras.

Los diplomáticos estadounidenses y británicos intentan promover esta filosofía económica depredadora, pro-financiera e inherentemente anti-industrial al resto del mundo. Pero este evangelismo ideológico se ve amenazado por el claro contraste entre las economías en bancarrota y desindustrializadas de EEUU y del Reino Unido y el notable crecimiento económico de China bajo el socialismo industrial.

Este contraste entre el éxito económico de China y el endeudado « jardín » de austeridad del Occidente de la OTAN es la esencia de la actual campaña de Occidente contra los países de la « Jungla » que buscan la libertad política frente a la diplomacia estadounidense para mejorar su nivel de vida. Esta guerra mundial ideológica e intrínsecamente política es la contrapartida actual de las guerras de religión que desgarraron a los países europeos durante muchos siglos.

Estamos asistiendo a lo que parece ser el declive inexorable de Occidente. Los diplomáticos estadounidenses han conseguido reforzar su control económico, político y militar sobre sus aliados europeos de la OTAN. La facilidad con la que han podido conseguirlo les ha llevado a imaginar que podrían conquistar el resto del mundo a pesar de la desindustrialización y el endeudamiento de sus economías, hasta el punto de que no hay forma previsible de devolver su deuda oficial a países extranjeros y en realidad tienen muy poco que ofrecer.

Se acabó el imperialismo tradicional de conquista militar y financiera

Hay una serie de tácticas que permiten a una nación gobernante labrarse un imperio. La más antigua es la conquista militar. Pero no se puede ocupar y tomar el control de un país sin un ejército, y Estados Unidos no tiene un ejército lo suficientemente grande. La guerra de Vietnam puso fin al servicio militar obligatorio. Así que tienen que depender de ejércitos extranjeros como Al Qaeda, ISIS y, más recientemente, Ucrania y Polonia, al igual que dependen de productos industriales extranjeros. Su armamento está agotado y ya no puede movilizar un ejército nacional para ocupar un país. Estados Unidos sólo tiene un arma : los misiles y las bombas que pueden destruir, pero no pueden ocupar y tomar el control de un país.

La segunda forma de crear poder imperial fue utilizar el poder económico para hacer que otros países dependieran de las exportaciones. Tras la Segunda Guerra Mundial, el resto del mundo quedó devastado y se vio obligado a aceptar las maniobras diplomáticas de Estados Unidos para dar a su economía el monopolio de las necesidades básicas. La agricultura se convirtió en una de las principales armas para crear dependencia exterior. El Banco Mundial no quiso apoyar a los países extranjeros que cultivaban sus propios alimentos, sino que presionó para que se plantaran cultivos de exportación y luchó contra la reforma agraria. En cuanto al petróleo y el comercio energético, las empresas estadounidenses y sus aliados de la OTAN en Gran Bretaña y Holanda (British Petroleum y Shell) controlaban el comercio mundial de petróleo.

Controlar el comercio mundial de petróleo ha sido un objetivo central de la diplomacia comercial estadounidense.

Esta estrategia ha permitido a Estados Unidos afirmar su control sobre Alemania y otros países de la OTAN, dinamitando los gasoductos Nord Stream y negando a Europa Occidental el acceso al gas, al petróleo, los fertilizantes y a los cultivos rusos. Europa ha entrado ahora en una depresión industrial y en la austeridad económica, mientras su industria siderúrgica y otros sectores de alta tecnología son invitados a emigrar a Estados Unidos, junto con la mano de obra cualificada de Europa.

En la actualidad, la tecnología electrónica y los microchips constituyen el núcleo del establecimiento de la dependencia económica mundial de la tecnología estadounidense. Estados Unidos pretende monopolizar la « propiedad intelectual » y extraer rentas económicas cobrando precios elevados por los microchips de alta tecnología, las comunicaciones y la producción de armamento.

Pero Estados Unidos se ha desindustrializado y se ha permitido depender de los países asiáticos y de otros países para obtener sus productos, en lugar de hacer que éstos dependan de Estados Unidos. Esta dependencia comercial está en la raíz del sentimiento de inseguridad entre los diplomáticos estadounidenses, que temen que otros países intenten utilizar la misma diplomacia comercial y financiera coercitiva que Estados Unidos ha utilizado desde 1944-1945.

A Estados Unidos sólo le queda una táctica para controlar a otros países : las sanciones comerciales, impuestas por Estados Unidos y sus satélites de la OTAN en un intento de perturbar las economías que no aceptan el dominio económico, político y militar unipolar de Estados Unidos. Han persuadido a los Países Bajos para que bloqueen las sofisticadas máquinas de grabado de chips que vendían a China, y a otros países para que bloqueen todo lo que pueda contribuir al desarrollo económico de China. Se está introduciendo una nueva forma de proteccionismo industrial Made in USA por razones de seguridad nacional.

Si la política comercial de China reflejara la de la diplomacia estadounidense, dejaría de suministrar a los países de la OTAN las exportaciones de minerales y metales necesarias para producir los microchips y los insumos relacionados que la economía estadounidense necesita para ejercer su diplomacia mundial.

Estados Unidos está tan endeudado, sus precios inmobiliarios son tan elevados y sus gastos médicos son tan elevados (18% del PIB) que no puede competir. No puede reindustrializarse sin tomar medidas radicales para cancelar su deuda, desprivatizar la sanidad y la educación, acabar con los monopolios y restablecer una fiscalidad progresiva. Los intereses « Financieros, Aseguradores e Inmobiliarios (FIRE) » [Financial, Insurance and Real Estate] son demasiado poderosos para permitir estas reformas.

Esto convierte a la economía US en una economía en bancarrota y a los Estados Unidos de América en un Estado en bancarrota.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos acumuló el 75% del oro monetario mundial en 1950. Esto les permitió imponer la dolarización a todo el mundo. Pero hoy, nadie sabe si el Tesoro estadounidense y la Reserva Federal de Nueva York poseen oro que no haya sido pignorado a compradores privados y especuladores ? El problema es que ha vendido las reservas de oro de los bancos centrales europeos. Alemania pidió que le devolvieran sus reservas de oro desde Nueva York, pero EEUU respondió que no estaban disponibles, y Alemania fue demasiado tímida para hacer públicas sus preocupaciones y quejas.

El dilema financiero de EEUU es aún más grave cuando tratamos de imaginar cómo podrá pagar algún día su deuda externa a los países que pretenden retirar sus dólares. Estados Unidos sólo puede imprimir su propia moneda. No están dispuestos a vender sus activos nacionales, como ellos exigen a otros países deudores ?

¿Qué pueden aceptar otros países en lugar del oro ? Las inversiones estadounidenses en Europa y otros países son una forma de activo que puede tomarse como garantía. Pero si gobiernos extranjeros intentan hacerlo, las autoridades estadounidenses pueden tomar represalias embargando sus inversiones en Estados Unidos. Se trataría de un embargo mutuo.

Estados Unidos intenta monopolizar la tecnología electrónica. El problema es que para ello necesita materias primas cuya producción domina actualmente China, en particular metales de tierras raras (que abundan pero cuyo refinado es destructivo para el medio ambiente), galio, níquel (China domina el refinado), así como el helio ruso y otros gases utilizados para grabar los chips electrónicos. China anunció recientemente que empezaría a restringir estas exportaciones clave a partir del 1° de agosto. En efecto, tiene la capacidad de detener las entregas de materiales y tecnologías vitales a Occidente, con el fin de protegerse de las sanciones de « seguridad nacional » adoptadas por Occidente contra China. Tal es la profecía auto-cumplida que han creado las advertencias estadounidenses de una batalla comercial.

Si la diplomacia estadounidense obliga a sus aliados de la OTAN a boicotear la tecnología china de Huawei, Europa se quedará con una alternativa menos eficaz y más costosa, cuyas consecuencias contribuirán a separarla de China, los BRICS y que se ha convertido en la mayoría mundial en un alineamiento autosuficiente mucho más amplio que el creado por Sukarno en 1954.

 Original : The Looming War Against China. Usa, July 22, 2023

Michael Hudson* pour sa página personnel

MichelHudson. EEUU, 23 de julio de 2023.

* Michael Hudson trabajó como economista en Wall Street y actualmente es Distinguished Professor en la University of Misoury, Kansas City, y presidente del Institute for the Study of Long-Term Economic Trends (ISLET). Es autor de varios libros, entre los que destacan : « Super Imperialism : The Economic Strategy of American Empire » (nueva ed., Pluto Press, 2003) y « Trade, Development and Foreign Debt : How Trade and Development Concentrate Economic Power in the Hands of Dominant Nations » (ISLET, 2009). Página web : Michel Hudson

Traducido del inglés para El Correo de la Diáspora por : Carlos Debiasi

El Correo de la Diáspora. París, 26 de julio de 2023

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