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14 mars 2003

La corrupción estructural en América Latina

par Emilo J. Corbière

 

La corrupción estructural, estatal, empresaria, sindical, militar y de otros sectores sociales no vino del cielo o es un problema de moral individual. Es parte del sistema neoliberal en tiempos de la integración mundial del capital financiero.

El martes próximo el presidente del Paraguay, Luis González Macchi estará en la picota. Todo parecería indicar que el senado guaraní tendría los votos suficientes para destituirlo. Lo acusan de enviar fuera del país 16 millones de dólares y utilizar, indebidamente, otros 5 millones de igual moneda. Hasta utilizaría un automóvil robado o contrabandeado.

En Chile, el escándalo sacudió a la alianza en el gobierno. Cinco legisladores, democristianos y de otras fracciones, han sido procesados. En Nicaragua, otra vez el escándalo del ex presidente Arnaldo Alemán, hace crujir el andamio institucional. Alemán fue un mimado de los Estados Unidos contra el ogro izquierdista "sandinista". Creyó que eso le daba impunidad pero sus propios correligionarios le movieron el piso y está al borde de la prisión.

Desde luego que estos hechos son solo una muestra. En Colombia y en México, la corrupción del narcotráfico, el lavado de dólares y otros delitos, van de la mano del crimen organizado por mafias, a las que muchos políticos no son ajenos.

Parece un pecado venial el cometido por Chico Ferramenta, del Partido de los Trabajadores, alcalde la ciudad de Ipatinga, que se escapó con dos jovencitas "non sanctas". Desapareció por dos días y el presidente Lula, alarmado por los asesinatos recientes de alcaldes, ordenó buscarlo por la policía, la inteligencia y el ejército. Lo encontraron de francachela en un lujoso hotel de la capital de Minas Gerais, Belo Horizonte. Es probable que lo expulsen del PT por hacerse el vivo, si antes la mujer no lo mata.

De todas maneras los políticos mafiosos le están buscando una salida a González Macchi, si renuncia. Lo harían senador vitalicio, a cambio de su renuncia y para que no salpique a otros de sus conmilitones. Alemán tiene muchos amigos y enchufes en Washington y los luchadores contra el "eje del mal" de George W. Bush nunca abandona a sus títeres. Lo hizo durante el siglo XX apoyando a sangrientos dictadores, como la dinastía Somoza, ahora lo hace con los corruptos propios y ajenos.

Pero por lo menos, en los casos de Chile, Nicaragua y Paraguay, hay una investigación penal o parlamentaria. En la Argentina, la década menemista pervirtió al Poder Judicial, disolvió el Tribunal de Cuentas de la Nación, puso una "mayoría automática" en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, para que la muchachada política pudiera hacer negocios de todo tipo.

Por eso, el ex fiscal italiano Antonio Di Pietro dijo el 17 de febrero del 2002, que "la Argentina es diez veces más corrupta que Italia". Puede que haya exagerado un poco Di Pietro, el mayor símbolo de la operación "mani pulite" (manos limpias) que puso bajo luz pública un esquema de financiación ilegal de los partidos políticos italianos.

"En cierto sentido, bajo el aspecto moral, la realidad argentina es parecida a la italiana", dijo Di Pietro, y agregó : "pero amplificada".

La corrupción -confluyó el ex fiscal a su paso por la Argentina-, existe en todo el mundo. Hay corrupción en Francia, en Alemania, ni qué hablar en la Argentina, que es diez veces más corrupta que Italia, y hay que combatirla.

Es cierto que la clase política y los burócratas sindicales, mayoritariamente, son corruptos. Pero la culpa la tiene el que le da de comer al chancho. Grandes multinacionales o burgueses presuntamente nacionales, se acostumbraron a pagar a los corruptos para lograr sus objetivos. El caso IBM-Banco Nación o la "mafia del oro" han sido elocuentes. Los luchadores contra "el eje del mal", que se dicen buenos caballeros cristianos, asistidos por teleevangelistas, muchos de ellos corruptos o fundamentalistas, y las Multinacionales de la Fe, han quedado como el rey desnudo cuando explotó el caso Enron Co. y los fraudes fiscales-contables de una docena de megaempresas. Es que el mal está en el sistema de economía segmentada, los capitales financieros usurarios y otras formas de opresión a la que no es ajeno el Fondo Monetario Internacional (FMI) cuando pide impunidad para banqueros y directivos del Banco Central.

Argenpress.info

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