Accueil > Notre Amérique > La Revolución Bolivariana y la estrategia imperialista
Por Misión Conciencia
Venezuela, 12 de junio del 2005
La Revolución bolivariana avanza hacia una nueva etapa después obtener importantes victorias sobre el Imperialismo y sus aliados internos. La derrota del Golpe de Estado y del paro petrolero en el 2002, el triunfo en el Referendo Revocatorio, los éxitos de las misiones sociales y en la economía contribuyeron a consolidar el proceso bolivariano. Ahora la Revolución enfrenta los desafíos del poderío mundial de la mayor potencia de la historia humana y a sí misma, a sus propios retos, a su autosuperación. En lo sucesivo estos dos aspectos serán opuestos e inseparables, inevitables e indivisibles : infinitos en la lucha revolucionaria, hasta la derrota del Imperio y la victoria revolucionaria.
Algunos pudieran considerar que ya se derrotó al enemigo, que es el momento de dirimir diferencias internas entre distintos sectores y corrientes bolivarianas. Todas estas posturas políticas e ideológicas son expresiones lógicas de la diversidad que integra el proceso revolucionario. La diversidad y la heterogeneidad son inherentes a la especie humana, pero vivir de ilusiones, puede hacer sucumbir de desengaños.
La Revolución es un desafío a la hegemonía regional y global de los Estados Unidos, en momentos en que su proyecto ’América Siglo XXI’, para establecer un poder omnímodo sobre el resto del mundo, está en crisis. El Imperialismo y sus aliados internos recibieron severos reveses en sus intentos de derrotar la Revolución, pero no hay que subestimar, un revés no es una derrota y en Venezuela se juegan intereses estratégicos de los Estados Unidos.
El Imperio y sus instituciones para la subversión, los planificadores y conductores de la contrarrevolución mundial no descansan en su labor de zapa. La consigna imperialista de hoy, es : ’si no pudimos destruir la Revolución desde afuera, ahora hay que socavarla y destruirla desde dentro’. En esa dirección se trabaja sin descanso, de forma menos visible : el plan ya está en marcha, hay que estar muy embriagado y poseído, para no percatarse de la maniobra imperialista.
La nueva-vieja táctica imperial se encamina a destruir la Revolución o hacerle pagar una alta cuota de sufrimiento antes y durante las elecciones del 2006. Hay que debilitar o acabar con el liderazgo de Chávez a como de lugar y para ello no esperarán hasta el 2021. En esa dirección se avanza un plan internacional y nacional, que supone una labor de zapa a corto y mediano plazo, con un mayor nivel de elaboración.
En el plano internacional tratan de deslegitimar la imagen de la Revolución bolivariana, la muestran como un factor de desestabilización regional : por su supuesta colaboración con el terrorismo y el narcotráfico, como una amenaza a la democracia, a la seguridad continental y a los intereses de los grupos de poder regional. Se estimulan conflictos con los distintos gobiernos latinoamericanos y caribeños, atizan las contradicciones colombiano-venezolanas, con la complicidad de un sector guerrerista de la oligarquía colombiana, así como estimulan la creciente presencia de paramilitares en Venezuela, una reserva contrarrevolucionaria interna, preparada militarmente. Se pretende una reforma de la Carta de la OEA que permita avalar acciones futuras contra el país, mientras trabajan con los medios de difusión para distorsionar la imagen de Chávez.
En Venezuela han variado de manera notable su modo de actuación para ir en pos de los mismos objetivos. Mientras la mayoría de los bolivarianos miran con desdén y un cierto triunfalismo los viejos partidos y los liderazgos políticos tradicionales del Imperio, no se percatan que la celada está en otra dirección.
El Imperialismo siempre remoza y readecua sus planes, está dispuesto a utilizar todas las tretas o subterfugios. Los planificadores aprenden de sus derrotas, experimentan nuevos caminos e instrumentos, utilizan las contradicciones internas, las agudizan artificialmente. Buscan oportunistas, conciliadores y renegados, compran voluntades, corrompen y chantajean a los débiles, explotan las aspiraciones personales y de grupos, deslegitiman la imagen de la Revolución y sus principales dirigentes, infiltran las instituciones bolivarianas. ¡Que nadie sueñe que será perdonado ! Ningún Imperio perdona a profanadores de su hegemonía.
La opción del magnicidio cobra gran fuerza en un momento en que la contrarrevolución se siente desesperada y sin una salida cierta visible. Un magnicidio en un contexto de división y polarización revolucionaria sería el camino para anarquizar y debilitar el proceso revolucionario. En sólo unos meses el Imperio se verá obligado a virar sus cartas marcadas, develar su estrategia y mostrar su juego criminal.
¿Cuál debe ser la actitud de la Revolución frente a la nueva estrategia imperialista ? ¿Cómo deben ser la naturaleza y los alcances de la respuesta revolucionaria ? ¿Está la Revolución lista para la nueva batalla que se avecina ?
Lo primero y lo más relevante es tener un diagnóstico adecuado y entender la naturaleza integral del plan enemigo. No es posible responder revolucionariamente al Imperialismo con los mismos instrumentos y recursos, en muchas ocasiones criminales, sin ética y terroristas. Pero es necesario responder con criterio e instrumentos revolucionarios en todos los terrenos donde se realiza la labor de zapa.
Las Revoluciones son grandes acontecimientos que involucran a millones de hombres y mujeres por un cambio integral de las relaciones económicas, políticas y sociales de una sociedad. Sólo la participación organizada del pueblo puede avalar y garantizar la continuidad de los procesos revolucionarios. Pero eso no tiene lugar de manera espontánea. La profundización de las revoluciones, que no es otra cosa que convertirla en ’pueblo consciente y organizado’, supone la existencia de mediaciones políticas, cuyo papel es concientizar y unir al pueblo revolucionario a todos los niveles. De la única manera en que una Revolución puede derrotar a un Imperio es desde la más amplia, consciente y organizada participación del pueblo en la lucha antiimperialista.
En esta hora crucial, profundizar y enfrentar la subversión imperialista supone hacer todo para unir a los revolucionarios a todos los niveles como en un haz de luz. Tan intenso que llegue a todos los confines del país, apretado que no deje fisuras a la labor enemiga, tan flexible que se adapte a todas las necesidades de la lucha, tan nítido que contribuya a la claridad ideológica sin dejar dudas y reproduciendo los niveles de conciencia necesarios para mover al pueblo a la realización de los tributos revolucionarios que exige el momento.
El Presidente Chávez y su liderazgo crecen de manera incontenible, lo que constituyen una garantía revolucionaria. Pero ya vimos que el enemigo se prepara para un magnicidio. La Revolución necesita ir hacia una dirección colectiva, el imperialismo debe saber, que sería costosa una aventura de esta naturaleza. Que bajo cualquier circunstancia, esta Revolución tendría una continuidad. Que un asesinato desataría de forma inevitable una batalla de todo el pueblo organizado contra el imperialismo.
Hay que establecer una dirección colectiva que se ocupe de los problemas trascendentes, que conduzca los destinos del país. Que ayude al Presidente a repartir las tareas, a compartir esfuerzos, sobre todo a la organización y la conscientización del pueblo, a garantizar el cumplimiento de las tareas y las orientaciones de Chávez.
Hay que avanzar hacia nuevos partidos, movimientos y organizaciones políticas y sociales bolivarianas, que respondan a las necesidades actuales de la Revolución. Las elecciones son un elemento importante de las organizaciones políticas y sociales, pero no puede ser el aspecto fundamental. Hay que avanzar en una labor política desde lo social. Las organizaciones e instituciones bolivarianas deben hacer política allí donde más las necesita la Revolución. En la actualidad no hay tarea más relevante que organizar y concientizar el pueblo en todos los ámbitos de nuestra sociedad.