Accueil > Les Cousins > Bolivie > Gonzalo Sánchez de Lozada, un Presidente de Bolivia ficticio, inventado por (…)
El escenario político de crisis ha puesto en juego dos fuerzas, la que sostiene en Palacio a Sánchez de Lozada, la Embajada de Estados Unidos, y la que ha abierto el Vicepresidente con su retirada del Poder Ejecutivo.
Por Gustavo Guzmán
Pulso Bolivia.Com, 16 de octubre 2003
Gonzalo Sánchez de Lozada es, todavía, Presidente. Pero es un Presidente ficticio si se lo mira desde la ira popular, un Presidente vestido de muerte y, en términos políticos, un Presidente sin Vicepresidente. En lo sustancial de la política en su zona de emergencia, Sánchez de Lozada es un Presidente que sobrevive, en términos del poder real, gracias al apoyo de la Embajada de Estados Unidos y de una especie de comando militar estadounidense que ha tomado el mando de las "Fuerzas Armadas de la Nación".
La Embajada de Estados Unidos en Bolivia no sólo ha articulado el "apoyo internacional" al Presidente ficticio, no sólo ha convocado a los medios de comunicación "en nombre de la democracia", sino que "aporta", además, con cuatro hombres que operan en el país, tres en el Estado Mayor del Ejército -en el "Gran Cuartel" de Miraflores"- y uno en la propia embajada de la avenida Arce. En el apoyo de la Embajada reposa el verdadero poder que sustenta a Sánchez de Lozada y a sus vacilantes socios, el MIR y NFR.
Uno de los tres hombres que opera en el Cuartel de Miraflores es una suerte de coordinador político-militar ; se ocupa de concentrar y procesar la información con destino al ejército boliviano y, fundamentalmente, a la Embajada de Estados Unidos. El segundo de esos militares ejerce la coordinación general de las tres fuerzas militares bolivianas ; de él ha surgido la idea, por ejemplo, de movilizar "soldados cambas a El Alto". El tercero de esos hombres se ocupa de eso que, en términos militares, se llama logística, abastecimiento de municiones y alimentación de las tropas bolivianas que están bajo su mando (el aprovisionamiento estadounidense llega en aviones Hércules, desde Miami).
El cuarto de esos hombres opera en la embajada de la avenida Arce, es el Agregado de Defensa de Estados Unidos, el que se relaciona directamente con el Ministro de Defensa de Bolivia, Carlos Sánchez Berzaín, el comodín perfecto, el nexo entre la Embajada y la residencia presidencial, donde vive y "manda" el Presidente ficticio. A partir de esta verdadera ocupación del poder que soporta a Sánchez de Lozada, las Fuerzas Armadas, es que se explican las crecientes versiones de un "cabreo" militar en marcha, un cabreo de uniformados que todavía lucen la banderita boliviana en algún lugar de su uniforme. Ése es el ámbito del poder real con el que Sánchez de Lozada todavía ejerce el poder que le queda, pero es un Presidente sin Vicepresidente.
La carta de Carlos D. Mesa
Carlos D. Mesa ha jugado una carta definitiva en el marco de una probable solución política a la crisis. El Vicepresidente, obligado por la infamia de tanta muerte sin nombre, ha tomado distancia de Sánchez de Lozada y le ha dicho al país que está dispuesto a asumir el mando del país, por eso no ha renunciado a la Vicepresidencia. Más claro, agua. Ahora sí, y ya sin Macororó de por medio, resulta inimaginable un nueva foto oficial de Sánchez de Lozada y Carlos D. Mesa juntos, presenciando algún desfile militar de ocasión, por ejemplo. Lo otro -una marcha atrás del actual Vicepresidente- supone, simple y llanamente, el suicidio político, público y vergonzoso de un intelectual. Uno más.
Se le puede poner el nombre que uno quiera, pero lo que no deja dudas es que Carlos D. Mesa ha abierto las puertas para un gobierno de transición y de reafirmación de la democracia, póngale usted el nombre que quiera. Y por supuesto, se trataría de un gobierno donde no puede asomar uno solo de los nombres y los hombres de la maquinaria política que ha armado el Presidente ficticio. Ese es el tamaño del desafío para el Vicepresidente.
Si Carlos D. Mesa asume la Presidencia, se trataría de un gobierno y de un futuro Presidente que juraría en el Congreso Nacional con una agenda clara bajo el brazo. Una agenda que surja, imprescindiblemente, de la fuerza de la masa, de la ira popular. Una agenda, así debería entenderlo la política en ejercicio, administrada por el Congreso. Carlos D. Mesa lo sabe y hay por lo menos tres puntos de esa agenda en su cabeza :
- 1) Si el gas se exporta, se lo hará sólo a través de un referéndum o plebiscito -póngale usted el nombre que quiera- que consulte verdaderamente la opinión de los bolivianos ;
- 2) Asamblea Constituyente o Asamblea Constitucional -póngale el nombre que usted quiera- como el único mecanismo capaz de apaciguar la ira popular y abrir el debate nacional sobre el país posible ; y
- 3) elecciones en el plazo que la prudencia política aconseje.
¿Ilusiones ?, ¿desvaríos ? : hace menos de una semana, posiblemente, ahora no tanto. Y como es obvio, el principal escollo para la supervivencia de la política en democracia se llama Gonzalo Sánchez de Lozada, a quien -después de los cerca de 50 muertos en sólo dos días de su gobierno- sólo se le puede decir que se marche con la infamia de esas muertes sobre sus hombros.