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3 novembre 2005

Estados Unidos pide el ALCA y Argentina pide la baja de subsidios

 

En un encuentro de empresarios de la región, previo a la Cumbre, el secretario de Comercio de Estados Unidos y el ministro tuvieron un contrapunto sobre la amplitud de la liberalización del comercio.

Por Cledis Candelaresi
Página 12
. Buenos Aires, 3 de noviembre de 2005

Con un discurso previsible, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, clamó al mediodía de ayer por la integración continental vía ALCA, proclamándola como la fórmula para estimular el crecimiento. "El Producto Bruto de los países crece un uno por ciento más si una economía se abre", sentenció el colaborador de George Bush. Por la tarde se escuchó la réplica de Roberto Lavagna, igualmente esperable y contundente, poniendo en duda aquel enunciado. "O la liberación es global o estamos en presencia de comercio administrado en favor de algunos y en perjuicio de otros", advirtió el ministro de Economía, sin desechar la iniciativa propiciada por Washington, pero destacando sus límites. En particular, si los países desarrollados sostienen la vocación de proteger su producción agrícola.

Todo fue en el marco del Encuentro Hemisférico del Sector Privado, un evento paralelo a la Cumbre de Mar del Plata que se desarrolló ayer en un hotel porteño. Lavagna fue responsable de cerrarlo, con un discurso en el que también descolló el énfasis que puso en la necesidad de promover el crecimiento "con reglas de juego claras, con respeto de la propiedad privada y de los contratos". Una idea que reiteró y fundamentó en otro pasaje de su intervención, subrayando el nexo que existe entre esa estabilidad y la solidez de un programa macroeconómico.

Los dichos del ministro sonaron casi a un eco de la demanda que se había escuchado durante todo el día en boca de los empresarios locales que asistieron al evento, donde a nadie sorprendió escuchar de un asistente de la Casa Blanca la invocación a la demorada integración continental. "El comercio libre es la mejor manera de combatir la pobreza", proclamó Gutiérrez, para quien es imprescindible "buscar el ALCA en el plazo que fuere : en uno, cinco, diez o veinte años".
Para fundamentar su recomendación, el secretario de Comercio se esmeró en recalcar los enormes éxitos económicos acumulados por Estados Unidos, presuntamente gracias a la laxitud de sus fronteras. "Creció un 3,6% en los últimos doce meses, el desempleo es del 5,1% , por debajo del promedio del último decenio, la productividad es la mayor registrada en los últimos cincuenta años, y el 68% de los habitantes tiene vivienda propia", puntualizó. El Nafta, que EE.UU. integra junto a Canadá y México, habría aportado su propia bonanza, estimulando las exportaciones por encima del 40% en cada caso.
Más allá de la consistencia de tal información, Gutiérrez dejó en el olvido tanto las fortísimas barreras arancelarias de su país, como la política de subsidios a la producción, básicamente agrícola, que atentan contra la libre competencia internacional que Washington luego proclama invitando al resto de las naciones a sumarse al ALCA.

Lavagna sí aludió a la trampa implícita en ese convite cuando subrayó que "no es libre comercio la liberación en bienes industriales y servicios y el proteccionismo subsidiado en bienes agrícolas", apuntando al esquema que tratan de imponer las naciones ricas al resto. Según esa fórmula, éstas deben importar sin restricciones bienes con valor agregado y tolerar las barreras de las otras a la hora de venderles productos primarios, en los que los países subdesarrollados sueles ser más competitivos.

Según el ministro de Economía, una de las lecciones que aprendió Argentina de la última crisis es el vínculo entre "la apertura comercial y el programa macroeconómico". Si aquélla se diera en un contexto "errado, con atraso de tipo de cambio, por ejemplo" se padecería una serie de consecuencias negativas. Pero lo inverso es igualmente errado. "Un programa macroeconómico cerrado, que no incluya algún grado de apertura e inserción comercial, termina afectando la calidad de la inversión...y, en última instancia el crecimiento", alertó Lavagna.
No es que Economía denueste el ALCA ni la integración económica. El propio titular del Palacio de Hacienda asegura que la apertura comercial tiene sus ventajas, tanto como lo señalaron en un reciente informe los técnicos del Centro Económico Internacional de la Cancillería, en el que se trata de cuantificar cuánto subirían las ventas argentinas al exterior si se concretara la iniciativa Bush. El ministro sólo plantea un reparo casi de sentido común. "Hay que enfrentar la apertura comercial con un criterio de pari passu, de simultaneidad entre la propia apertura y la de los mercados prioritarios para nuestros países."

A favor y en contra

"Deberíamos ir al ALCA como un tren. Las automotrices, al menos, estamos esperando esos acuerdos que nos permitan ampliar horizontes. ¿En qué nos puede afectar la apertura cuando el coche más barato que se consigue afuera cuesta 10 mil dólares contra los 6 mil de acá ?", se sinceraba ante este diario el titular de Fiat, Cristiano Ratazzi, aclarando que no hablaba como miembro de la Unión Industrial Argentina. Hizo bien.
Ningún miembro de la UIA suscribiría esos dichos.

El Encuentro Hemisférico patronal -que volverá a reunirse junto a la próxima cumbre política- está presidido por Ernesto Gutiérrez, de Aeropuertos Argentina 2000, quien también compartió el escenario con Carlos de la Vega, de la Cámara Argentina de Comercio y Héctor Méndez, titular de la UIA.

Frente al micrófono, Méndez aludió a las bondades del libre comercio, básicamente como un modo de empujar las exportaciones. Pero fuera del estrado, los dirigentes fabriles admiten sus reparos a cualquier fórmula que entrañe más apertura y los exponga a competencia. "Está bien el ALCA. Pero debería hacerse al estilo de la Unión Europea : dando tiempo para la reconversión. España y Portugal recibieron 100 mil millones de dólares cada una", se regodeaba Ignacio de Mendiguren, fantaseando con un destino similar para una Argentina sin barreras arancelarias.

Finalmente, no hay hombre de empresa que se presente como un detractor neto de la iniciativa hemisférica que tiene el costado seductor de poder vender más y se ve como un destino ineludible, aun en las charlas de café. "Ahora o en años, se hace", vaticinaba Alvarez Gaiani. "La cuestión es cómo : primero, que bajen los subsidios", relativizaba De la Vega.

El magnate elogioso

Extrañamente, fue una voz de afuera la que viró el discurso empresario dejando de lado los reclamos de mayor seguridad jurídica para invertir y dándole un toque casi oficialista. El magnate mexicano Carlos Slim no sólo prometió desembolsar 400 millones de dólares durante 2006 en su negocio de la telefonía móvil, sino que vaticinó que continuará "el vigoroso crecimiento de la economía argentina".

El dueño de América Móvil -propietaria de CTI- aseguró que ve al país "financieramente sólido, ya que redujo su deuda y tiene un importante superávit comercial", entre otros "factores positivos", por los cuales el empresario manifiesta estar dispuesto a seguir invirtiendo. ¿Cree que Argentina le ofrece seguridad jurídica ?, le preguntó una periodista. "Sí. En todos los países en que estamos existe seguridad jurídica", sostuvo el mexicano, a quien las cíclicas crisis latinoamericanas no amedrentan : "Siempre pasan", dijo.

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