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20 de noviembre de 2007

"El peor error de mi vida fue haber ido a España", relata una madre paraguaya.

 

Por Pedro Gómez Silgueira
ABC
. Asunción, Paraguay, Domingo 18 de Noviembre de 2007

Adelaida Meza de Fernández, de 29 años, es una peluquera que vive en el barrio San Antonio de Guazu Rokái de Piribebuy y decidió probar suerte en España. Consiguió trabajar, pero no soportó los maltratos ni haber dejado a sus tres hijos, su marido y su madre en Paraguay.Decidió regresar tras siete meses. "Ni loca vuelvo allá. Fue el peor error de mi vida", asegura al señalar que prefirió salvar su matrimonio y tener la familia reunida antes que luchar por lo material. Al conversar con ABC cuenta en forma cruda y franca cómo vio a los paraguayos allá. Muchas se prostituyen, otros hurgan en basureros, varios mueren y destruyen sus familias.

Adelaida Meza de Fernández con su esposo Roberto Carlos Fernández y sus hijos Oscar Adrián (11), Elías Ezequiel (9) y Carlos (7), que de nuevo están felices con papá y mamá.

Con toda la ilusión del mundo, Adela dejó su trabajo de peluquera en la pasada Semana Santa y se embarcó para la Madre Patria. Pese al miedo de rebotar superó sin ningún problema los controles, pues llegó a la Costa del Sol, cerca de Marbella, en pleno Viernes Santo (6 de abril). "Tenía una carta de invitación de mi cuñada, pero igual iba con miedo porque para el viaje tuvimos que endeudarnos por G. 15 millones", comienza a relatar. "Los primeros 15 días estuve todavía como dopada, no salía a la calle. Luego empecé a trabajar y es como que me desperté. Empecé a extrañarles muchísimo a mis hijos y veía un ambiente muy extraño alrededor. España es un país de maravillas, por el Mar Mediterráneo y todo lo que es Marbella, donde estuve, pero en mi caso era la primera vez que salía de mi país, de mi casa. Nunca trabajé como doméstica y me encontré allá en total oscuridad".

¿Es tan fácil encontrar trabajo en España, como dicen?

Si te quedás de brazos cruzados a esperar, no funciona. Yo salía a preguntar negocio tras negocio. Gracias a Dios encontré trabajo en un restaurante donde me fue muy bien en comparación con otras que van y se meten en las casas donde les pagan 400 a 600 euros. Si logras que te paguen 800 es porque te están explotando al máximo. Hay mucha gente buena allá, pero a veces te tocan familias donde te hacen arrodillar y arrastrarte para limpiar y hacer brillar el piso porque no les gustó como lo dejaste.

¿Al menos les dan seguro médico?

Nada de nada. Es una lástima que la gente no sepa lo que es España y se haga una falsa imagen. Muchos de nuestros parientes que están allá, cuando nos llaman, no nos cuentan toda la realidad, tal vez para no preocupar a los padres. Hay gente que ya lleva tres años o más y no puede conseguir los papeles de residencia, por tanto sigue de ilegal y no puede tener un buen trabajo. Además, muchos españoles ya se cuidan de emplear a ilegales porque si los sorprenden los multan con 60.000 euros. Si no tenés los papeles es muy difícil trabajar y todavía más para el hombre. Una mujer tiene más posibilidades, pero el varón sólo consigue como albañil o en jardinería.

Pero aun así cada vez son más los paraguayos que van allá.

Hay muchísimos paraguayos en las calles y cientos buscando trabajo. Hacen changas para sobrevivir, pero no hay puesto para los que no tienen papeles.

¿Cuál era tu ritmo de trabajo?

Unos días estuve en una casa de familia, pero luego conseguí en un restaurante donde hacía dos turnos, desde las 11:00 hasta las 04:00 de la tarde y desde las 06:30 de la tarde hasta las 12:00 de la noche. Atendía las mesas y también hacía las facturas. El primer mes trabajé por 400 euros, pero luego al ir aprendiendo rápidamente a manejar el ordenador llegué a ganar 900 euros, que para un indocumentado es muchísimo. Mi fracaso era no hablar inglés, porque en Marbella van muchos turistas y los locales te exigen idiomas. Si hablas inglés podés ganar hasta 1.500 euros.

¿Pese a ganar los 900 euros, por qué decidiste regresar?

Decidí volver con mi familia porque no estoy preparada para esto. Desde que me casé, hace diez años, he estado unida a mi familia, trabajando en Asunción y volviendo para la noche a estar con mi esposo y mis hijos. Además, cuando uno tiene a su madre y a su padre todavía, es muy difícil soportar. No sé si yo nomás soy tan frágil, pero cada persona tiene su forma de sentir las cosas. Mucha gente que me rodeaba allá no estaba de acuerdo con que vuelva a Paraguay y me decía que habiendo tanta gente que arriesga todo, vende todo y aun así rebota, por qué debo volver yo, que tuve la suerte de superar todo eso. Incluso, hay personas que vuelven sin nada y hasta quieren suicidarse de la desesperación. Tal vez si no conseguía trabajar allá, a estas alturas ya vendíamos nuestra casita.

¿Pero en qué momento decidiste, cuál fue el hecho que te hizo volver?

A los 15 días cuando empecé a trabajar me di cuenta del error que había cometido en mi vida. Ya dije que ir a España era mi peor error. Dejé en Paraguay mi casa, que no es gran cosa, pero lo hemos construido luchando con mi marido. Tengo a mis tres hijos sanitos y pensaba en ellos. Pero en realidad vine porque no pude soportar el maltrato. La gente en España es muy racista. En los días en que debía changar estuve en casa de una pareja joven con dos hijos. Los niños me llamaban "negra" en forma despectiva para pedir las cosas y si no les daba pisoteaban, me pateaban y me pinchaban. No me podía quejarme porque sus padres decían que los niños son así y si no soportaba eso, que me vaya porque todos los días hay gente que toca el timbre buscando trabajo.

Con todo eso, aguantaste siete meses...

Decidí quedarme con el aliento que me daban mi cuñada y mis amigos sólo para terminar de pagar la cuenta que habíamos contraído para el viaje. Muchos matrimonios se pierden por este tipo de cosas y yo no quería que eso me pasara. Además, mis padres son pobres y me necesitan. Ellos son chiperos y hacen tres o cuatro canastas al día que salíamos a vender en la ruta. Con la venta de chipas no iba a poder pagar los 15 millones. Lloraba con mi cuñada que me decía: "aguantá un poco más". Tal vez si decidía venir en ese momento le perdía a mi marido, que sacó el préstamo. Por eso aguanté los siete meses, pagué las cuentas y volví. No traigo casi nada de euros, hasta debí pagar una multa de 250 dólares para adelantar mi pasaje (que vence en abril del 2008). Pero sí tengo un dinerito para rehacer mi vida.

¿Llamabas mucho a tu familia?

La verdad que no, porque me hacía sentir peor. En tres meses empecé a cambiar y mi cuerpo mismo cambiaba, mi manera de sentir. Me volvía más fría. Me llegaban temblores, ansiedades, me deprimía mucho, empezaba a llorar por nada y parecía que no tenía consuelo. Gracias a una amiga conseguí un carnet para ir a consultar a un médico. Me dijo que era depresión. Extrañaba tanto a mis hijos. Sólo después de venir supe que uno se había internado dos veces y que mamá había empeorado y se le complicó todo. Pero no me contaban nada. Decían que todos estaban bien.

¿Ahora ya no pensás regresar a España?

Ni loca voy a volver, pero sí le quiero decir a la gente que si no tiene responsabilidades, si no tiene hijos, una familia, puede arriesgarse y probar. La gente sin compromisos tiene futuro allá y si tiene cabeza todo lo que gana puede emplear bien para tener casa, auto y un pequeño negocio en cinco años para retornar. Va a tener que sufrir, pero podrá aguantar más aunque uno siempre extraña a sus padres. Una persona que no es demasiado materialista, y que tiene la posibilidad de trabajar en su país, es mejor que no salga.

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