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El principal principio ideológico nazi que aseguró el masivo apoyo financiero y político de los principales industriales de Alemania fue la amenaza comunista y soviética. La principal fuerza militar nazi, que absorbió dos tercios de sus mejores tropas, fue dirigida hacia el este a la conquista y la destrucción de Rusia.
La « amenaza rusa » justificó la conquista y ocupación de Ucrania, los Balcanes, Europa del Este y los países bálticos por la Alemania nazi, con la ayuda de una sustancial proporción de colaboradores locales nazis.
Después de la derrota, la división y el desarme de Alemania, y con la extensión del poder soviético, los EE.UU. restableció la a los gigantes de la industria y la banca nazi, a los funcionarios y agentes de inteligencia. Al principio los dedicaron a la reconstrucción de la economía interna y a la consolidación del poder político, en colaboración con las fuerzas de ocupación militar de Estados Unidos.
Hacia finales de la década de los 60 Alemania recuperó la primacía económica en Europa y estaba en la vanguardia de la "integración" europea, en asociación con Francia e Inglaterra. Pronto llegó a dominar las instituciones que tomaban las decisiones y construían la Unión Europea (UE). La UE sirvió como instrumento de Alemania para la conquista sigilosa. Año tras año, a través de la « ayuda » y préstamos a bajo interés, la UE facilitó la penetración de mercado del capitalismo alemán y su expansión financiera, desde el sur y hasta el centro de Europa. Alemania sentó la agenda de la Europa Occidental, ganando dominio económico mientras se beneficiaba de la subversión y el cerco de EE.UU. hacia Europa del Este, Rusia y el Báltico, y los Balcanes.
El Gran Salto Adelante de Alemania: La anexión de Alemania del Este y el derrumbe de la URSS.
La proyección del poder de Alemania a escala mundial nunca habría ocurrido si no hubiera anexado República Democrática de Alemania (RDA). A pesar de que Alemania Occidental enfatiza la beneficencia y la « ayuda » al que dio a Alemania del Este, en realidad el régimen de Bonn se aseguró a varios millones de calificados ingenieros, obreros y técnicos, la adquisición de fábricas, granjas productivas y, lo más importante, los mercados de Europa del Este y Rusia con capacidad de comprar por miles de millones de dólares.
Alemania pasó de ser un emergente e influyente socio de la UE, al poder expansionista más dinámico de Europa, sobre todo en las economías del antiguo Pacto de Varsovia.
La anexión de la RDA y la caída de los gobiernos comunistas en el Este permitió a los capitalistas alemanes dominar los mercados en el antiguo bloque del Este. En tanto que principal socio comercial, tomó el control de las principales empresas industriales a través de la corrupción que acompaño las privatizaciones decretadas por los recién instalados regímenes clientes procapitalistas. A medida que la República Checa, Polonia, Eslovaquia, Hungría, Bulgaria, y los países bálticos « privatizaron » y « desnacionalizaron » los estratégicos sectores económicos, del comercio, de los medios de comunicación y de los servicios sociales, la Alemania « unificada » pudo recuperar su lugar privilegiado. Cuando Rusia cayó en manos de los gánster, oligarcas emergentes y apoderados políticos de los capitalistas occidentales, toda su infraestructura industrial fue diezmada y Rusia fue convertida en el mayor exportador de materias primas de la región.
Alemania convirtió sus relaciones comerciales con Rusia de una entre iguales en una de tipo « colonial »: Alemania exportando productos de alto valor industrial e importando gas, petróleo y materias primas de Rusia.
El poder alemán se expandió exponencialmente, con la anexión de la « otra Alemania », la restauración del capitalismo en Europa del Este y la llegada de « regímenes clientes » ansiosos y dispuestos a someterse a una Unión Europea dominada por Alemania y al comando militar de una OTAN dominada por EE.UU.
La expansión política y económica de Alemania a través de « levantamientos populares » creados por clientes políticos locales, y por movimiento separatistas, pronto fue acompañada por una ofensiva militar liderada por EE.UU.
Alemania intervino en Yugoslavia, ayudando e instigando a los separatistas en Eslovenia y Croacia. Apoyó los bombardeos de Serbia por parte de EE.UU. y la OTAN, y dio apoyo al autoproclamado Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), de extrema derecha y comprometido en una guerra de terror en Kosovo. El gobierno de Belgrado fue derrotado y el cambio de régimen llevó a un estado cliente neoliberal. Estados Unidos construyó la base militar más grande de Europa en Kosovo, y Montenegro y Macedonia fueron convertidos en satélites de la UE.
Mientras que la OTAN se expandió y aumentó la presencia militar estadounidense hasta las fronteras de Rusia, Alemania se convirtió en el poder económico dominante del continente.
Alemania y el Nuevo Orden Mundial.
Mientras que el presidente Bush y Clinton anunciaban un « nuevo orden mundial », basado en la supremacía militar unipolar, Alemania avanzó su nuevo orden imperial ejerciendo sus instrumentos políticos y económicos. Cada uno de los dos centros de poder, Alemania y EE.UU., compartían el objetivo de incorporar rápidamente los nuevos regímenes capitalistas en sus organizaciones regionales -la UE y la OTAN-, y extender su alcance a nivel mundial.
Teniendo en cuenta los orígenes reaccionarios y trayectoria del vasallaje en el Este, el Báltico y los regímenes de los Balcanes, y considerando los temores políticos de una reacción popular a la pérdida de empleo, el bienestar y la independencia que resulta de la aplicación de políticas neoliberales salvajes, los gobernantes de los regímenes clientes inmediatamente « pidieron » la adhesión como miembros subordinados de la UE y la OTAN, cediendo la soberanía de comercio, los mercados y la propiedad nacional de los medios de producción a cambio de limosnas económicas y el movimiento « libre » de la mano de obra, una válvula de escape para los millones de trabajadores recientemente desempleados.
El capital alemán e inglés recibió millones de trabajadores inmigrantes calificados y pagados muy por debajo de los salarios del mercado laboral, y ganaron el acceso sin trabas a los mercados y recursos naturales de esos países. Estados Unidos se aseguró las bases militares de la OTAN, y reclutó a las fuerzas militares de esos países para sus guerras imperiales en el Oriente Medio y el sur de Asia.
La dominación militar y económica de Estados Unidos y Alemania se basa en la premisa de retener como casi un Estado vasallo a una Rusia debilitada, y en el continuo crecimiento económico más allá del saqueo inicial de las economías ex comunistas.
Para EE.UU. la indiscutible supremacía militar en toda Europa fue el trampolín para su expansión imperial en el Medio Oriente, Asia del Sur, África y América Latina. La OTAN fue ’internacionalizada’ en una alianza militar global ofensiva: primero en Somalia y Afganistán, y luego Irak, Libia, Siria y Ucrania.
El ascenso de Rusia, La Resistencia Islámica y la Nueva Guerra Fría.
Durante la "década infame" (1991-2000) las medidas de privatización extremas por los clientes gobernantes en Rusia, en nombre de inversores de la UE, de EE.UU. y los oligarcas mafiosos, significó un vasto saqueo de toda la economía, de la hacienda pública y el patrimonio nacional. La imagen y la realidad de un gigante estado postrado y vasallo, incapaz de proseguir una política exterior independiente, e incapaz también de proporcionar la apariencia mínima de una economía moderna en estado de funcionar y de mantener un Estado de Derecho, se convirtió para la UE y EE.UU. en la imagen definitoria de Rusia.
La Rusia post-comunista, un Estado fallido según no importa que rasero, fue denominada una "democracia liberal" por cada uno de los políticos del capitalismo occidental y esto fue repetido por todos los acólitos de los medios masivos de comunicación.
El fortuito ascenso de Vladimir Putin y la sustitución gradual de algunos de los más atroces funcionarios neoliberales ’vendepatrias’, y lo más importante, la reconstrucción del Estado ruso con un presupuesto adecuado y el funcionamiento de las instituciones nacionales, fue inmediatamente percibido como una amenaza a la supremacía militar estadounidense y a la expansión económica alemana.
La transición de Rusia del vasallaje occidental a la recuperación de su condición de Estado soberano e independiente puso en marcha una agresiva contraofensiva de EE.UU. y la UE, que entonces financiaron una oposición política neoliberal-oligárquica en un intento de restaurar el vasallaje de Rusia a través de manifestaciones en las calles y en las elecciones. Sus esfuerzos para expulsar a Putin y restablecer el Estado vasallo occidental fracasó. Lo que había funcionado en 1991 con toma de poder de Yeltsin contra Gorbachov, fue ineficaz contra Putin. La vasta mayoría de los rusos no querían un retorno a la década infame.
Hacia el comienzo del nuevo siglo, Putin y su equipo propusieron nuevas reglas de juego, en los cuales los oligarcas podían conservar su riqueza ilícita y sus conglomerados, con tal de que no utilizaron sus palancas económicas para tomar el poder estatal. En segundo lugar, Putin revivió y restauró las instituciones técnicas y científica, militares, industriales y culturales, y centralizó la toma de decisiones comerciales y de inversiones dentro de un amplio círculo de de tomadores de decisiones públicas y privadas que no tienen compromisos políticos con los intereses y potencias occidentales.
En tercer lugar, comenzó a evaluar y rectificar la partición (que se había hecho) de las agencias de seguridad rusas, teniendo en cuenta las amenazas que emanan de los patrocinados « movimientos separatistas », por Occidente, en el Cáucaso, especialmente en Chechenia, y la aparición de las « revoluciones de colores » respaldadas por EE.UU. en Ucrania y Georgia.
En un primer momento, Putin asumió de manera optimista que, siendo Rusia un Estado capitalista, y sin ninguna ideología competidora, la normalización y la estabilización del Estado ruso sería bien recibida por EE.UU. y la UE. Incluso consideraba que aceptarían a Rusia como un socio económico, político, e incluso de la OTAN. Putin incluso hizo propuestas para unirse y cooperar con la OTAN y la UE. Los países occidentales no trataron de disuadir a Putin de sus ilusiones .De hecho, lo animaron incluso a medida que intensificaban el apoyo a la oposición interna contra Putin y preparaban una serie de guerras imperiales y de sanciones en el Oriente Medio, apuntando contra aliados rusos tradicionales, como Irak, Siria y Libia. Como la estrategia subversiva « interna » no pudo derrocar al presidente Putin, y el Estado ruso se impuso sobre los neo-vasallos, la demonización de Putin devino algo constante y estridente. Occidente cambió con decisión su estrategia para aislar, cercar y debilitar el Estado ruso, socavando a sus aliados y socios comerciales
EE.UU. y Alemania confrontan a Rusia: La fabricación de la « amenaza rusa ».
Rusia fue tentada para que apoyase las fuerzas de EE.UU. y la OTAN en Irak, Afganistán y Libia a cambio de la promesa de una mayor integración en los mercados occidentales. Washington y la UE aceptaron la cooperación de Rusia, incluyendo las rutas de suministro militar y bases, para su invasión y ocupación de Afganistán. Las potencias de la OTAN aseguraron el apoyo de Rusia a las sanciones contra Irán. Ellos explotaron el ingenuo apoyo de Rusia a una "zona de exclusión aérea" sobre Libia para lanzar una guerra aérea de gran escala. Estados Unidos financió abiertamente las llamadas "revoluciones de colores" en Georgia y Ucrania, el ensayo general para el golpe de Estado en 2014. Cada toma violenta del poder permitió la OTAN imponer gobernantes anti-rusos y dispuestos a servir como Estados vasallos de Alemania y de EE.UU.
Alemania encabezó el avance imperial europeo en los Balcanes y Moldavia, países con fuertes lazos económicos con Rusia. Los altos funcionarios alemanes "visitaron" los Balcanes para imponer lazos con regímenes vasallos en Eslovenia, Bulgaria, Eslovaquia y Croacia. Bajo la dirección de Alemania, la UE ordenó al vasallo régimen búlgaro de Boyko « el bobo » Borisov para bloquear el paso del gasoducto ruso South Stream destinado a Serbia, Hungría, Eslovenia y más allá. El Estado búlgaro perdió 400 millones de dólares en ingresos anuales... Alemania y los regímenes clientes de EE.UU. y la OTAN y la UE financiaron en Moldavia la elección de Iurie Leanca como primer ministro. Como resultado del servicial Leanca , Moldavia perdió $ 150 millones en exportaciones a Rusia. Las políticas pro-UE de Leanca van en contra de la opinión de la mayoría de los moldavos - 57% ve a Rusia como el socio económico más importante del país. Casi el 40% de la población en edad de trabajar de Moldavia trabaja en Rusia y 25% de los ocho mil millones dólares del PIB moldavo proviene de las remesas de los moldavos en el extranjero.
Las avanzadas del imperio alemán y estadounidense tratan de aplastar las voces disidentes en Hungría, Serbia y Eslovenia, así como en Moldavia y Bulgaria, cuyas economías y poblaciones sufren por el impuesto bloqueo de los gasoductos y oleoductos de Rusia. Pero para Alemania la guerra económica contra Rusia tiene prioridad sobre los intereses de sus Estados vasallos: ellos deben sacrificarse por el « Gran Bien » del emergente imperio económico alemán y el cerco militar de Rusia por EE.UU. y la OTAN. Los dictados extremadamente crudos de los intereses imperiales alemanas articulados a través de la UE, y la voluntad de los regímenes de los Balcanes y del Báltico en sacrificar sus intereses económicos fundamentales, son los mejores indicadores del emergente imperio alemán en Europa
Paralelamente a la rabiosa campaña económica anti-rusa de Alemania, a través de la OTAN Washington se comprometió en una vasta acumulación de poder militar a lo largo y ancho de la frontera de Rusia. El títere de EE.UU. y jefe de la OTAN Jens Stoltenberg, se jacta de que durante el presente año, la OTAN ha aumentado en cinco veces los aviones de combate y bombarderos que patrullan las fronteras marítimas y terrestres rusas, llevado a cabo ejercicios militares cada dos días, y enormemente aumentado el número de buques de guerra en el Báltico y el Mar Negro.
Conclusión.
Lo que es absolutamente claro es que EE.UU. y Alemania quieren que Rusia regrese a la condición de vasallaje de la década de 1990. Ellos no quieren "relaciones normales". Desde el momento en que Putin comenzó a restaurar el Estado y la economía de Rusia, las potencias occidentales se han involucrado en una serie de intervenciones políticas y militares, eliminando los aliados de Rusia, sus socios comerciales y los estados independientes.
La emergencia de los regímenes extremistas y viscerales anti-rusos en Polonia, Letonia, Estonia y Lituania sirvió de un avanzado escudo para la expansión de de la OTAN y la invasión económica alemana. El "sueño" de Hitler de realizar la conquista de Oriente a través de la conquista militar unilateral ha tomado ahora, bajo la Canciller Merkel, la forma de una conquista sigilosa en el norte y centro de Europa, mediante el chantaje económico en los Balcanes, y por violentas intentonas golpistas en Ucrania y Georgia.
La clase dominante en la economía alemana se divide entre el dominante sector pro-EE.UU., que está dispuesto a sacrificar lucrativo comercio con la Rusia de hoy con la esperanza de dominar y saquear toda la economía en una Rusia post-Putin (dominada por « renacidos clones » de Yeltsin); y un sector industrial minoritario, que quiere poner fin a las sanciones y volver a las relaciones económicas normales con Rusia.
Alemania teme que sus gobernantes clientelistas en el Este, sobre todo en los Balcanes, sean vulnerables a un levantamiento popular debido a los sacrificios económicos que imponen a la población. Por lo tanto, Alemania está totalmente a favor de la nueva fuerza de despliegue rápido de la OTAN, supuestamente diseñado para contrarrestar una inexistente « amenaza rusa », pero en realidad para apuntalar a vacilante regímenes vasallos.
La « amenaza rusa », la ideología que sustenta la ofensiva alemana y estadounidense a través de en toda Europa y el Cáucaso, es una representación de la misma doctrina que Hitler utilizó para asegurarse del apoyo de los banqueros del sector industrial nacional, y de los conservadores y colaboradores del ala derecha en el extranjero, entre ellos los extremistas en Ucrania, Hungría , Rumania y Bulgaria.
La toma del poder de EE.UU. y la UE a través de los clientes políticos vasallos respaldados por oligarcas corruptos y grupos nazis en Ucrania detonó la crisis actual. El golpe de Estado en Ucrania plantea una grave amenaza de seguridad a la propia existencia de Rusia como un Estado independiente. Después de la toma de poder en Kiev, la OTAN empujó a su régimen títere en Kiev hacia la eliminación por medios militares de las regiones autónomas en el sureste y recuperar Crimea, eliminando así la posición estratégica de Rusia en el Mar Negro. Rusia, la víctima de la toma de poder de la OTAN en Kiev es así etiquetada como « agresora ». Todo el aparato del oficialismo y los medios de comunicación se hicieron eco de esta Gran Mentira. Dos décadas de avances militares de EE.UU. y de la OTAN en las fronteras de Rusia y de expansión económica de Alemania en los mercados de Rusia fueron ofuscados. Ucrania es la más importante y estratégica plataforma militar a partir de la cual EE.UU. y la OTAN pueden lanzar un ataque contra el corazón de Rusia, y en el mercado más grande de Alemania desde la anexión de la RDA.
Estados Unidos y Alemania ven la conquista de Ucrania como de extremo valor en sí misma, pero también como la clave para lanzar una ofensiva total para estrangular a la economía de Rusia a través de sanciones, de la manipulación de los precios del petróleo y de las amenazas militares a Rusia. El objetivo estratégico es reducir la población de Rusia a la pobreza y reactivar la oposición casi moribunda para derrocar al gobierno de Putin y hacer regresar a Rusia a un vasallaje permanente. La elite imperial de EE.UU. y Alemania, mirando más allá de Rusia, creen que si controlan Rusia pueden rodear, aislar y atacar a China desde el Occidente, así como desde el Este.
No son fanáticos salvajes. Pero los rabiosos defensores de una guerra permanente para poner fin a la presencia de Rusia en Europa y para socavar el surgimiento de China como emergente potencia mundial, están dispuestos a ir al borde de una guerra nuclear.
La "amenaza rusa" es la pieza central ideológica de la expansión imperial germano-estadounidense para la conquista de Europa y el Cáucaso. Es la piedra de toque que define adversarios y aliados. Se ataca a los países que no respetan las sanciones. Los medios de comunicación repiten la mentira. La « amenaza rusa » se ha convertido en el grito de guerra para los obsequiosos vasallos - la falsa justificación para imponer sacrificios terribles para servir a sus imperiales « padrones » en Berlín y Washington - que temen a la rebelión de la población que está siendo forzada a hacer los sacrificios. Sitiada, no hay dudas, Rusia se verá obligada a hacer sacrificios. Los oligarcas huirán hacia el oeste; los liberales irán a esconderse debajo de sus camas. Pero así como los soviéticos cambiaron el curso de la guerra en Stalingrado, el pueblo ruso, pasados los dos primeros años de una operación de arranque, va a sobrevivir, prosperar y llegar a ser una vez más un faro de esperanza para todas las personas que buscan salirse de la tiranía del militarismo de EE.UU y la OTAN, del dictado económico de Alemania y la UE.
James Petras para informationclearinghouse.info
Original : « The Rise of German Imperialism and the Phony ’Russian Threat’ » (informationclearinghouse.info, anglais, 08-12-2014)
Traducido del inglés para El Correo par : Alberto Rabilotta
informationclearinghouse.info. USA, 8 décembre 2014.
El Correo. París, 14 de diciembre de 2014.
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