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El acaparamiento de tierras agrícolas por parte de inversores extranjeros, un fenómeno mundial, es un tema que inquieta cada vez más a los países de América Latina preocupados por preservar su soberanía alimentaria. Temor confirmado por un estudio realizado por GRAIN en 66 países y 35 millones de hectáreas.
Los emprendimientos del agronegocio en el mundo a expensas de los productores locales y la velocidad con que se han desarrollado a partir de las crisis financieras del 2008, son ciertamente evidentes.
Un muy interesante estudio acaba de ser publicado por GRAIN (ver documento adjunto) proporciona información sobre 416 ejemplos mundiales de acaparamiento en gran escala con destino a la producción de alimentos, por parte de inversores extranjeros. El estudio toma en cuenta los acuerdos alcanzados en 2006 – que no han sido anulados – y que incluyen vastas superficies. Si bien es cierto que el blanco principal de acaparamiento de tierras es Africa, también lo es América Latina.
En diciembre último – luego de meses de debates y de intensas presiones – los diputados argentinos votaron una ley que limita la venta y el control de tierras a manos de inversores extranjeros a un 15% del territorio nacional, pero también en las comunas, los departamentos y las provincias. También ha fijado un umbral del 30% para la apropiación de tierras por parte de personas físicas o legales de la misma nacionalidad. Establece asimismo estrictas restricciones en zonas linderas a ríos y lagos. La iniciativa tiende a « proteger, para los argentinos, un recurso que es estratégico y no renovable », considerando que la compra o la venta de tierras no podrá ser consideradas como inversiones. Es bien comprensible la urgencia y la necesidad de esta clase de marco legislativo a la luz de las informaciones vertidas por GRAIN.
El estudio permite conocer además quienes son los acaparadores de tierras. La mayor parte, aunque no sea ninguna sorpresa, pertenecen al sector agroalimentario, pero tampoco son de desestimar los sectores
financieros y los fondos soberanos representados en una tercera parte de los acuerdos. « Y muy a menudo los intereses de las sociedades se funden. Vemos así que Cargill, una de las más grandes empresas de agronegocios del mundo ha adquirido centenares de miles de hectáreas de tierras agrícolas a través de su fondo asociado Black River Asset Management » comenta GRAIN.
Los inversores con sede en Europa y en Asia son los responsables de alrededor de los dos tercios de los casos de acaparamiento de tierras incluidos en el análisis. Están a la cabeza China e India. El Reino Unido – como paraíso fiscal que alberga sociedades que compran tierras – Sin ignorar a los EE.UU., con unos 40 casos de acaparamiento ni los 39 casos atribuidos a los Emiratos Arabes y Arabia Saudita.
En cuanto a la Argentina, además del mega proyecto chino que incluia 320 mil hectáreas y que ha sido suspendido pueden citarse especialmente las 12 mil hectáreas adquiridas por la empresa Almarai, originada en los países del Golfo o las 17 mil hectáreas compradas, para el cultivo de maíz y de soja, por Olam Internacional surgida de una empresa india establecida en Singapur. También figuran en el estudio empresas francesas como Calyx Agro derivada de Louis Dreyfus Commodities con unas 6 mil hectáreas o Campos Orientales gerenciada por Pergam Finances, que habría comprado 19 mil Has.
El proyecto de ley argentino se inserta en una tendencia regional : ya que se trata de una respuesta de varios países vecinos a la fiebre especulativa que acapara tierras en un contexto de crisis.
Según el estudio de GRAIN, también Bolivia constituye un blanco en el que la China a través del grupo Penxin ha comprado 12.500 Has ; en Brasil, por ejemplo, Louis Dreyfus es dueño unas 320 mil Has de caña de azúcar y otra empresa india ha comprado unas 133 mil ; Corea del Sur también ha comprado unas 72 mil Has en áreas pertenecientes a las comunidades amazónicas del Perú.
El acaparamietno de tierras o el arrendamiento de tierras en gran escala por inversores extranjeros, constituye una amenaza para la soberanía alimentaria, un peligro de modificación de los ecosistemas a través de la introducción de nuevos cultivos, lo que también constituye otra forma de atentar contra la soberanía, teniendo en cuenta la magnitud de las superficies involucradas.
Traducción del francés para El Correo de : Susana Merino.
El Correo. París, 8 de abril de 2012
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