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24 février 2003

Deuda y jubilaciones en Bolivia
Preferencia por una economía mentirosa

 

Por Alberto Bonadona Cossio
Texte en français

La quiebra de fondos de pensión del sistema jubilatorio de Bolivia hizo que se blanqueara una deuda cercana a los dos mil millones de dólares, que se mantenía oculta. Al igual que en Argentina y Chile los fondos aportados por los trabajadores por su trabajo, a la hora de su jubilación, terminan en manos de las empresas privadas y no de quienes lo aportaron y el estado haciéndose cargo.

Al observar lo que ocurre en estos convulsionados días es fácil llegar a conclusiones que son tan engañosas como seductoras. Así, por ejemplo, se dice : "Si no se hacia la reforma de pensiones no era necesario un impuestazo". O, según el ex presidente Paz Zamora "la reforma de pensiones fue una estupidez". Algunos comentarios, claro que venidos del exterior, incluso se animan a señalar que "el FMI busca la paz y el bienestar de los pueblos de la misma forma que no impone nada a ningún país".

Hay que recordar que la reforma del sistema de pensiones surge como una solución a la inminente quiebra de cerca de 26 fondos complementarios de un total de 37 que no presentaban las condiciones de continuar con un regular funcionamiento.

Frente a la quiebra que se hubiese producido paulatina y aceleradamente de esos fondos en el curso de los años 1996 hasta la fecha, la reforma de pensiones actúa preventivamente. La deuda, de esos fondos, sin embargo, se mantenía oculta y se aproximaba a los 2.000 millones de dólares. Con la reforma no se crea esta deuda sino se la hace explicita. De no habérsela hecho en 1995, los sucesivos cierres de cada uno de esos fondos hubiesen significado que el Estado asuma, de todas maneras, el pago de las rentas que ellos no hubiesen podido pagar porque no contaban con las necesarias reservas para solventarlas.

En conclusión, el déficit para el Estado hubiese llegado de todas maneras y, aunque pausado en un número de años, hubiese significado un creciente trauma. Sin embargo mientras la deuda permanecía oculta ni el FMI la tomaba en cuenta. Era una deuda que iba a llegar en la medida que las personas se jubilaban. De todas maneras iban a llegar masivamente a la edad de jubilación, como demuestra la cantidad en la que ha crecido el número de jubilados en los últimos años.

Sin embargo, entre una quiebra y otra, la deuda de los que se hubiesen mantenido a flote hubiese permanecido oculta y el déficit fiscal habría sido aparentemente menor. Si esa es una solución para evitar tomar medidas preventivas aunque no favorecen la creación de sistemas de pensiones más sólidos, entonces lo mejor era seguir con la deuda oculta en los libros de contabilidad de los fondos complementarios. Es fácil jugar con los números y los libros de contabilidad.

El problema radica en que al final la verdad sacará la cabeza y será más costosa la solución ; económica y social. Estos aspectos son los que deben entender, no tanto el ex presidente, como las personas que negocian con el FMI porque deben explicar estos aspectos a sus ortodoxos funcionarios. Si no lo entienden será porque prefieren que se les mienta. Muchos países han aprendido a hacerlo y por periodos relativamente largos, como lo hizo la Argentina con las contabilidades de las provincias, al menos hasta que le llegó el momento de la verdad que todos conocen.

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