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10 mars 2003

Como desvalijaron el banco del Estado en Chile

El Mercurio y la Tercera, catedraticos de la moral ciudadana.

 

El periodista norteamericano Ken Dermota puede estar satisfecho. Becado por el International Center of Journalists de Washington para estudiar la situación de la prensa en Chile, permaneció en el país un año, trabajó en las universidades de Chile y Diego Portales, entrevistó a muchas personas, revisó cientos de documentos y colecciones polvorientas de periódicos. Comprendió muchas cosas. Finalmente escribió un libro de más de 400 páginas : ’Chile inédito : el periodismo bajo democracia’ (Ediciones B) que está dando que hablar.

Por Roberto Ortiz
Punto Final, Chile

Valiosa panorámica de los medios de expresión en Chile, está centrado en la prensa escrita pero analiza también la televisión y radio. Concluye que la libertad de expresión en nuestro país está gravemente distorsionada : ’El periodismo en Chile no está cumpliendo su responsabilidad social como institución democrática’, sostiene.

Ken Dermota denuncia hechos conocidos con nuevos antecedentes, agrega otros ignorados y articula un vasto material en una visión coherente, bien trabada con los procesos económicos y sociales que ha vivido Chile en los últimos treinta años.

Le llamó la atención que el periodismo de oposición a la dictadura, ese periodismo de trinchera que se hacía en medio de enormes dificultades y riesgos, era mejor que el periodismo de hoy.

¿Qué ha impedido el florecimiento de la prensa en democracia ? Ken Dermota responde sin ambages :
’Mi investigación descubrió la razón : un grupo de estos economistas (los Chicago Boys, N. de PF) utilizó el control del Banco del Estado para instalarse ellos mismos dentro del negocio de los periódicos. El hecho de colocar a sus ex ministros y amigos a cargo de los medios de prensa, era parte del ’seguro’ que tomó Pinochet para mantenerse fuera de prisión, evitar investigaciones de corrupción y estorbar la profundización de la emergente democracia en Chile. De la aparente variedad de medios de prensa escritos, todos los importantes terminaron en manos de amigos y colaboradores de Pinochet’.

El autor de este libro constata que en Chile hay poco periodismo investigativo y que los aspectos más sensibles del modelo y la sociedad, discriminatorios, represivos y ejemplos de mala distribución del ingreso, encuentran poco espacio en los medios. Los problemas de los sectores populares, de los mapuche, minorías sexuales, los derechos humanos, el manejo de los sistemas de previsión y salud privada, la educación elitista, la Iglesia Católica y la dictadura, son manipulados de manera que no alteren un ritmo de funcionamiento que han fijado la derecha y los sectores gobernantes.

La prensa escrita está controlada más o menos en partes iguales entre dos cadenas, El Mercurio y Copesa (consorcio que publica La Tercera, La Cuarta, Qué Pasa). Ken Dermota dedica más espacio a El Mercurio que por su importancia política, tradición y representatividad de un sector de la elite oligárquica se ha convertido en oráculo nacional. Para el autor, El Mercurio más que ninguna otra institución civil ayudó a colocar a los militares en el poder, a proporcionar equipo humano a la dictadura y a sostener a Pinochet en el poder durante más de diecisiete años.

El ’Gran Edwards’

El libro ’Chile inédito : el periodismo bajo democracia’ pasa revista al papel jugado por Agustín Edwards Eastman y su diario durante el gobierno del presidente Allende. Edwards encabezaba el tercer grupo económico más importante con intereses en la industria forestal y maderera, empresas industriales, seguros y en el sector bancario. El Mercurio se comprometió en la lucha contra Allende, para lo cual fue ayudado por la CIA que le pasó a lo menos un millón seiscientos mil dólares.

Pocos días después que Allende triunfara en las elecciones presidenciales -el 4 de septiembre de 1970-, Agustín Edwards viajó a Washington. Fue recibido por el presidente Richard Nixon a quien solicitó una actuación enérgica para impedir que Allende asumiera o para derrocarlo si lograba iniciar su gobierno. Edwards no volvió a Chile hasta varios años después, cuando ya se había consolidado la dictadura de Pinochet, pero a la distancia mantuvo férreo control sobre el diario y el conjunto de su grupo económico.

Con la dictadura, El Mercurio entendió que había llegado el tiempo de cobrar. El camino estaba despejado. Sus principales competidores -la prensa de Izquierda y entre ella, Clarín, Puro Chile, El Siglo y Ultima Hora que tenían más tiraje que los diarios de la cadena mercurial-, fueron clausurados. Hubo una depuración de periodistas. La Izquierda fue proscrita. La publicidad se canalizó hacia los diarios de Edwards y millones de dólares ingresaron a sus arcas. El Mercurio también ganó prestigio e influencia ante las nuevas autoridades. Su opinión fue escuchada y sus silencios apreciados debidamente. No hubo, sin embargo, un pleno despeje del campo competitivo. Copesa S.A. dio una dura pelea. Considerablemente más débil, tenía sin embargo habilidad y mayor dinamismo. Podía llegar donde El Mercurio no llegaba, excesivamente apegado a las informaciones de la dictadura, en especial a través del vespertino La Segunda que muchas veces fue simple vocero de la Dina y la CNI. Entre El Mercurio y La Tercera se trabó una competencia que les llevó a hacer cuantiosas inversiones. Renovaron equipos, adquirieron inmuebles y construyeron edificios imponentes. En La Tercera hubo gastos adicionales porque la familia Picó Cañas, principal accionista, decidió comprar la parte de los accionistas minoritarios para lo cual recurrió al endeudamiento. El Mercurio amplió su red de periódicos regionales pasando de ocho a catorce diarios.

Fabuloso endeudamiento

A comienzos de los 80, el grupo Edwards estaba al borde de la quiebra. La crisis económica lo golpeó sin compasión. Ken Dermota llama al Agustín Edwards de esos años ’el pobre de mayor alcurnia’ de Chile. El grupo se desprendió de otros negocios para concentrarse en el Banco de A. Edwards y la cadena periodística. Cuando el dólar subió de 39 a 160 pesos, la deuda de El Mercurio que era de alrededor de 13 millones de dólares se empinó a 100 millones.

En 1980, por inercia, la empresa El Mercurio tuvo utilidades de 14,5 millones de dólares. Tres años después, los números rojos aparecieron en el balance : las pérdidas ascendían a 22,5 millones de dólares.
La Tercera también cayó en picada. En 1987 no podía pagar las deudas. Su valor comercial se había reducido en un 50%.

La dictadura, entonces, les tendió la mano. A Pinochet le interesaba porque esa era también la forma de asegurar su control sobre esos medios. El Banco del Estado prestó a Copesa un millón de dólares y capitalizó otra empresa accionista de Copesa comprándole el 70% en 2,3 millones de dólares. El Banco Central se hizo cargo de la deuda externa del Banco de A. Edwards, de más de 201 millones de dólares, sin exigir garantías ni tampoco prenda de acciones como a los demás bancos.

Agustín Edwards volvió de Estados Unidos, despidió al director de El Mercurio, Arturo Fontaine Aldunate, y lo reemplazó por un médico joven, Juan Pablo Illanes, ex funcionario del Ministerio de Salud, vinculado al Opus Dei. Al diario llegaron refuerzos ultraconservadores. Entre ellos un economista que venía de Chicago, Joaquín Lavín, que se hizo cargo del cuerpo ’Economía y Negocios’. Más tarde publicó un best seller oficialista, ’La revolución silenciosa’, una apología del modelo.

Pero la dictadura se deterioraba. Pinochet apostó al plebiscito y perdió, en octubre de 1988. Aún quedaba tiempo porque las elecciones presidenciales se harían un año después, el 11 de diciembre de 1989, y el mando se entregaría el 11 de marzo de 1990 al nuevo presidente. Todo indicaba que este sería el representante de la Concertación. Era pues necesario dejar todo ’bien atado’.

El Mercurio y Copesa seguían endeudados en decenas de millones de dólares. Cuando se produjera el cambio de gobierno, sus acreedores podrían quedarse con los periódicos y lo más grave : el acreedor que podría hacerlo era el Banco del Estado que pasaría a control del nuevo gobierno. Pinochet y los militares necesitaban mantener los principales medios escritos en manos de sus partidarios. Serían una especie de ’seguro de vida’. A Edwards y a Copesa, que ya no era de la familia Picó Cañas sino de Alvaro Saieh y Carlos Abumohor a los que se sumaron luego ex ministros de la dictadura como Sergio de Castro, Miguel Angel Poduje y Hernán Büchi, más empresarios como Juan Carlos Latorre y otros, les interesaba seguir siendo propietarios de los medios. Podían ser buen negocio pero sobre todo eran parcelas de poder, de mucho poder.

Oscuro salvataje de ’El Mercurio’ y ’La Tercera’

La operación salvataje quedó en manos de Alvaro Bardón, presidente del Banco del Estado, el hombre clave en el lugar clave.

Dice Ken Dermota : ’Si Bardón no hubiese montado esta conspiración, el gobierno de la Concertación habría podido controlar la deuda de los dos periódicos de mayor circulación, una cadena de 18 diarios regionales, la principal revista semanal y su gran tajada de ingresos por avisaje. Para evitar esta catástrofe, Bardón ideó una serie de swaps de deuda. El Banco del Estado canjearía las deudas de los periódicos por otras carteras de deudas que estaban en poder de bancos del sector privado, dejando las deudas fuera del alcance de la Concertación. ’Si no la Izquierda habría tenido el monopolio sobre la prensa’, dijo Bardón una década después.

Alvaro Bardón dejó pasar el tiempo para que la operación se notara menos. Faltaban cuatro días para el 31 de diciembre de 1989, y quedaban poco más de tres meses para que Pinochet entregara el mando, cuando inició sus manipulaciones. Las terminó el 9 de marzo de 1990, el día antes que asumiera Patricio Aylwin. Las permutas se hicieron entre el Banco del Estado y los bancos de Chile y Sudamericano. En canjes terciarios se incluyó al Banco Osorno -donde estaba Alvaro Saieh de Copesa- y a la empresa CFI, con sede en Estados Unidos.

Los bancos privados tomaron las deudas de El Mercurio y Copesa, traspasaron a cambio al Banco del Estado otros créditos, no pocos incobrables o de poco valor, que aparecieron sobrevaluados. Se ’maquillaron’ balances y la documentación de base fue eliminada para no dejar huellas.

’Los dueños de los bancos privados -escribe Ken Dermota- recibieron, además, otros beneficios : los préstamos que el Banco Osorno recibió del Banco del Estado fueron a parar a Copesa. Los principales accionistas del Banco Osorno en 1989 eran Carlos Abumohor y Alvaro Saieh que compraron Copesa. El resultado de este triple canje : los propietarios de Copesa se las arreglaron para comprar gran parte de su deuda con un 50% de descuento’. El Banco de Chile permitió levantar la hipoteca sobre el campus de Avenida Santa María de El Mercurio, de 4 millones de dólares, reemplazándola por 180 marcas registradas (entre otras los nombres en los diarios regionales de El Mercurio y el nombre del mismo diario en otros idiomas), nombres que nunca fueron utilizados y cuyo valor no fue establecido. Entre esos 180 nombres estaba Clarín, diario expropiado por los militares al ciudadano español Víctor Pey Casado.

Con estos canjes, Agustín Edwards pudo, entonces, pagar 11,2 millones de dólares al Banco de Chile para cubrir una deuda que tres días antes era de 33,4 millones de dólares. Según se estima, para el Banco del Estado el salvataje tuvo un costo de 26 millones de dólares, contabilizados directamente, y dirigidos en especial a El Mercurio. Se cree, sin embargo, que la pérdida fue mucho mayor porque en las permutas se recibieron deudas de empresas que en definitiva valían mucho menos de lo estimado.

Hubo situaciones pintorescas. La más curiosa es relatada así por Ken Dermota : ’Otro canje de deuda no es digno de destacar por su tamaño -117 mil dólares- sino por su aval. El Banco del Estado pasó a ser dueño del pagaré Nº 7529, en el cual la Asociación Proveedora de Manzanas (Asproman) avaló su deuda con varios miles de cajones de manzanas’. La generosidad del Banco del Estado no se redujo al juego con las deudas. Compró espacio publicitario para los diez años siguientes, pagándolo por adelantado. A El Mercurio le compró 223.307 cm./columna de espacio, descontando inmediatamente 1,8 millones de dólares de las deudas de ese año. La Tercera consiguió más : vendió 82 mil cm./columna de espacio a cambio de 1,6 millones de dólares a cuenta de la deuda. Pero si El Mercurio había debido vender más barato el espacio, tuvo una forma inmediata de resarcimiento. La compra adelantada de espacio publicitario le permitió calificar para un préstamo del Citibank por 6,8 millones de dólares.

Pocos rastros subsisten de todo esto en la documentación del Banco del Estado. Al terminar la dictadura, Bardón y otros ejecutivos fueron procesados. Bardón fue encargado reo y estuvo unos días detenido. Pero todo quedó en nada. Las operaciones -verdaderos subsidios encubiertos- quedaron consolidadas. El Mercurio y Copesa entraron al escenario democrático con finanzas ordenadas, pasivos reducidos y manejables, listos para proseguir la defensa del neoliberalismo y dar apoyo a Pinochet. Alvaro Bardón volvió a El Mercurio en gloria y majestad, donde sigue como columnista. Se dedicó también a actividades académicas : enseña en la Universidad Finis Terrae, en la cual es rector Pablo Baraona, también del grupo Chicago Boys.

Agonía de la prensa independiente

Entretanto, comenzaba la más bien rápida agonía de los medios que habían sido opositores a la dictadura. Fortín Mapocho, La Epoca, entre los diarios, y revistas como Análisis, Apsi, Cauce, Hoy, Solidaridad y otras murieron en medio de la sepulcral indiferencia de la Concertación.

’De hecho -escribe Dermota-, los años posteriores al gobierno de Pinochet vieron no sólo morir al periodismo de centro izquierda, sino al periodismo audaz en general. Los mecenas de las publicaciones opositoras ’desaparecidas’, esperaban que sus periodistas tuvieran una postura democrática enérgica. Cuando llegó la democracia, la Concertación esperó que ’la prensa de oposición’ ya no estuviera en la oposición. Ser inquisitivos y preguntar ’lo que no se debe’ en épocas electorales de pronto se consideró inaceptable, por miedo a que derrumbara la nueva democracia’.

La torta publicitaria

El duopolio El Mercurio - Copesa ha seguido progresando. Su motor es la publicidad, aunque entre uno y otro grupo hay matices y diferencias. Estas últimas no rompen la compartida adhesión a las políticas neoliberales de los Chicago Boys. Pero la oligarquía emergente que controla Copesa es menos conservadora, bastante liberal en materia de costumbres y se permite a veces hacer críticas al pinochetismo.

La inversión publicitaria en Chile representa el 1% del PGB, lo que equivale a unos 600 millones de dólares. La prensa escrita se lleva un 35%. El Mercurio recibe -según se estima- más o menos 100 millones de dólares al año sin incluir los avisos clasificados que le reportan 1,3 millones de dólares de ingreso semanal.
Por lo tanto, por concepto de publicidad El Mercurio percibe anualmente unos 165 millones de dólares. Sin embargo, hay más. ’Muchos de los avisos de los medios de prensa escritos están disfrazados de periodismo. De éstos, los más lucrativos son las páginas de Vida Social. El Mercurio en realidad vende este servicio que cuesta hasta 10 mil dólares en la edición dominical’.

Todo beneficia al duopolio de la prensa nacional. ’En una sociedad como la chilena, cuya concentración de riqueza es alta y donde hay una fuerte relación entre riqueza y posturas políticas, los avisadores no tienen grandes dificultades para saber dónde está el dinero. Incluso, si no tuvieran predisposición para promover puntos de vista de derecha, las publicaciones del duopolio El Mercurio - La Tercera estarían obligadas a hacerlo para sobrevivir... Ostentar la circulación más alta del país no garantiza ingresos publicitarios, si los lectores son pobres como ocurre con La Cuarta’.

’El Mercurio -concluye Dermota- es el único medio que articula la agenda de otras organizaciones de prensa, de los legisladores, los líderes de opinión, los pasillos del poder, los poderes fácticos y el único que presta un ’servicio completo’. Podrá mantenerse en este rol mientras siga ocultando sus cifras de circulación y noqueando a sus competidores, y en tanto no se le obligue a restituir los subsidios recibidos del Estado. Los salvavidas del gobierno, la tradición y circulación oculta han transformado un negocio fracasado en algo que está fuera del alcance de los mecenas del mercado porque El Mercurio no necesita elevar su circulación ni se ve obligado a ser más pluralista para llegar a más lectores. Pero su ’pluralismo calculado’, derivado a suplementos y secciones no noticiosas, hace del diario una entidad liberal para la mayoría de los gustos. Las hábiles maniobras durante la dictadura le dieron independencia económica para exponer la ideología política que desea sin necesidad de responder a las necesidades de los chilenos en la era democrática’.

Ver también :

EL DUOPOLIO EL MERCURIO-LA TERCERA CONTROLA LA PRENSA ESCRITA (del 30/01/2003)

’LOS DUEÑOS DE CHILE’ (del 03/01/2003)

¿POR QUE CNN AGREDE AL GOBIERNO VENEZOLANO ? (del 01/01/2003)

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