Balance semestral de Bolivia

Por Antonio Ormachea Méndez
La Paz, 20 de abril del 2004

Dos cualidades deben ser anotadas como positivas en el gobierno de Carlos D. Mesa, al cumplir sus primeros seis meses de gobierno. Honestidad y buena voluntad. Brillaron éstas en medio de las idas y venidas, andadas y desandadas de un gobierno compuesto por gente con muy poca experiencia política, salvando excepciones. Debemos ser justos. Tener un gobierno honesto y con ganas de trabajar es muy bueno, aunque no suficiente, para un país cuyas últimas administraciones tuvieron muy poco de ello.

Las circunstancias en que Mesa se hizo cargo del gobierno de la nación no eran las más promisorias ni mucho menos fáciles. Mesa se equivocó al iniciar su misión renegando de los políticos y eso le costó tener que sobrellevar una relación muy poco fluida con quienes tendrían luego que apoyarlo en la aprobación de leyes. Se equivocó también en ciertos detalles de la política de hidrocarburos, pero no en el fondo. La indecisión fue su peor enemigo. Pero, veamos lo bueno. En esta gestión de gobierno se puso en claro que es posible negociar nuestro gas con dignidad, patriotismo y ventajas. Se vio que la palabra de las compañías petroleras no es el sumum de la verdad.

Los dos anteriores presidentes, Quiroga y Sánchez de Lozada, pretendieron negociar el gas en condiciones sumamente inconvenientes para el país. Los arreglos con Pacific LNG tenían todas las características para hacer sospechar al más ingenuo. La urgencia de cerrar tratos cuanto antes, so pena de quedarnos para siempre con nuestro gas bajo tierra, ha quedado desvirtuada, felizmente. Ahora, sin prisas interesadas, vemos que California no es el único mercado. Ahí está México, Argentina, Brasil, Uruguay y, ¿Por qué no ? Chile, pero en otras condiciones. Y la revelación efectuada por el ex ministro Fernando Illanes en sentido de que Quiroga ya había llegado a acuerdos con Chile, a espaldas del pueblo boliviano, marca definitivamente a aquel ex mandatario como responsable de intentar llevar a cabo un delito de lesa patria.

La buena voluntad y las ganas de trabajar estuvieron acompañadas de un intenso ejercicio del diálogo. El beneficio es evidente pues con ello se logró un período de paz social y el renacimiento de esperanzas de que días mejores son posibles. El deseo del presidente de gobernar sin coerción, tuvo resultados mixtos, le dio al gobierno una imagen de debilidad. El uso de la fuerza está previsto por la Constitución y las leyes y, a veces, se hace necesaria. Un gobierno constitucional como el actual, no debe renunciar a prerrogativas que le otorga la Carta Magna. La legalidad sufre cuando, por ejemplo, un desaforado dirigente sindical mella la dignidad presidencial con insultos intolerables y queda impune. Ese señor debería ser acusado, sin temores, por el Ministerio Público y juzgado por delitos previstos en nuestro ordenamiento jurídico. Se trata de un elemento inconveniente para la sociedad actuando fuera de la ley. Ese procedimiento debería ser extensivo a toda acción ilegal realizada para lograr algún beneficio o atención de los poderes públicos con prácticas que atentan a los derechos de los demás como los bloqueos, dinamitazos y pedreas.

Es deseable que, en el curso del segundo semestre, previsiblemente más difícil que el primero, se encaren con agilidad y eficiencia los problemas económicos que afligen al país. La atención a ellos se hace imperativa y el tema no admite más demoras ni indecisiones. Las medidas hasta ahora propuestas son simples paliativos y no significan un programa económico sino meros atenuantes para el déficit fiscal. No se puede promover una reactivación económica en base a medidas recesivas. El gobierno debe planificar cómo introducir más dinero a la economía, dentro de un plan coherente y de largo plazo.

En fin, debe borrarse del diccionario del gobierno el concepto "transitorio" o "provisorio". Ésta es una administración constitucional que debe proyectarse hasta 2007. Hasta entonces, ¡Buena suerte y éxito don Carlos Mesa !