Portada del sitio > Argentina > Economía > Hidrocarburos > Argentina con frío y a tientas. ¿Porque se oculta la causa?
Por Nora Ciapponi
9 de mayo del 2004
Si uno escucha radio 10 o mira Canal 9, habría encontrado respuesta a la crisis energética. Sencillamente, se deberían haber otorgado los aumentos de tarifas, habrían entonces inversiones, y colorín, colorado... El gobierno - en cambio - no logró en muchos días dar alguna explicación, negándose a utilizar la palabra "crisis", como si se pudiera tapar el sol con la mano.
Lo que es inadmisible es que se oculte la causa: la restricción de oferta de gas por parte de los productores. Según Roberto Kozulj (de la Fundación Bariloche), entre 1993-2001, las empresas de gas obtuvieron cerca de 3.800 millones de dólares de beneficios. El reparto de dividendos fue del 81%, mientras las redes crecieron en un magro 27%, (con un fuerte aporte de los propios usuarios).
El argumento de que no pudieron invertir en obras por el atraso tarifario no sólo es mentira, sino revela a las claras que estamos presos de la voracidad de un puñado de empresas que no sólo se apoderan de nuestros recursos naturales para privilegiar la exportación y llevarse cuantiosas ganancias, como chantajean al restringir servicios esenciales para la población y la producción.
La rapidez con que el gobierno anunció la constitución de la Empresa estatal ’Enarsa’, en colaboración con PDVSA (petrolera venezolana que aportaría tecnología) para una exploración en el Atlántico Sur, -como otras medidas-, representan de esta manera, intentos desesperados (como de dudosa proyección) para tener alguna capacidad de maniobra e información en un sector decisivo como es el energético. Las preocupaciones e insistentes reclamos de industriales por la no renovación de los servicios ’ininterrumpibles’ (también de los expendedores de GNC), lo demuestran, todo lo que pone en peligro la continuidad de la producción, los pronósticos económicos, como pueden abrir una ola de despidos y/o suspensiones de trabajadores.
Y si bien los contratos fueron realizados en la época Menemista, no hubo revisión ni control alguno como había prometido K. Y lo que es peor -contra todo su discurso-, el gobierno otorgó los aumentos tarifarios, convocándose luego a una farsa de ’audiencia pública’ con la pretensión de que se avalara el decreto. Pero la cosa no les salió bien. Furiosos usuarios enfrentaron a las empresas gasíferas, criticaron duramente al gobierno, para terminar apelando a la Justicia.
Este valioso paso positivo, deberemos ahora extenderlo a los barrios y lugares de trabajo, preparando movilizaciones que exijan la inmediata anulación de los aumentos como la plena provisión de los servicios. El amplio sentimiento de rechazo a los aumentos, como la bronca contra las empresas saqueadoras, es un fundamental punto de partida para lograr la más amplia unidad por estos objetivos.
Sin duda alguna, y contra todos los gestos optimistas del equipo gubernamental, la profunda crisis estructural que vive nuestro país, ha vuelto a emerger en el escenario nacional.
Y no es la única manifestación
El tema inseguridad hizo volar la tapa de otra olla podrida. En este tema, al igual que en la crisis energética, el gobierno actuó de contragolpe acicateado por las masivas convocatorias de Blumberg. Aprovechó -sin embargo- para avanzar en su propia política, consistente en una ampliación y centralización del aparato de represión y espionaje interno.
El emergente de esta crisis, -’honesto’ Señor Blumberg-, no solo corrió del centro de la escena a la figura presidencial, como puso en vilo a las Cámaras de Diputados y Senadores, para terminar logrando (apoyado por altos sectores de la clase media y reaccionarios medios) que se voten medidas que amenazan con coartar el derecho a la protesta social como condenan a quienes son utilizados para delinquir, pero dejan impunes a los verdaderos responsables del delito.
Frente a los primeros reveses del Presidente K., los pases de factura y las recriminaciones en el PJ no se hicieron esperar. No solo hubo cruces verbales entre Duhalde y Kirchner, sino que de manera secreta Duhalde convocó al PJ a la reunión de San Vicente. ’La transversalidad está enfermita’ dijo Antonio Cafiero, aludiendo claramente a la política de Kirchner de apoyarse en otros sectores por fuera del PJ o a sus intentos de depurar el mismo.
Evidentemente, la crisis de las instituciones -lejos de estar resuelta-, sigue teniendo su propia dinámica y actúa como un revulsivo frente a cualquiera de los problemas que enfrenta el gobierno, el que dando mensajes equívocos y manotazos en uno y otro sentido, no ha logrado construir un piso propio que amortigüe los embates, como tampoco evitar tocar el techo al que ha llegado su popularidad.
Y como si algo faltara, la crisis abierta en San Luis por la insistente movilización democrática del pueblo para poner fin a la administración de los Rodríguez Saá, fue respondida por el gobierno nacional con pedidos a los docentes de levantar el paro y de ’un compás de espera’ en las movilizaciones, recibiendo al mismo tiempo al cuestionado Gobernador.
Otros actores se integran a la escena
Después de más de diez años en que los trabajadores no reclamaban salarios ni mejores condiciones de trabajo -por el temor al desempleo-, numerosos gremios y sectores productivos han comenzado a hacerlo. Los estatales, acicateados por la exitosa recaudación fiscal, se cobraron una parte de su retraso a través de paros y movilizaciones, como antes los bancarios. La CONADU (profesores universitarios) hacen lo mismo. Los petroleros en el sur del país obtuvieron aumentos luego de la lucha. Y algunas empresas que están al tope en su producción (esencialmente las ligadas a la exportación) se ven enfrentadas al reclamo de sus trabajadores que no aceptan jornadas permanentes de horas extras sin aumentos, obligando a varias empresas a otorgarlos (Ford, Paty y otras).
Estos reclamos han revitalizado la actividad sindical generándose encuentros de trabajadores de distintas ramas de la actividad que buscan coordinar acciones ante la inoperancia de las burocracias sindicales, de solidaridad efectiva contra los despidos y atropellos patronales en distintos establecimientos, como los esbozos de proyectos que van más allá de reclamos corporativos: el reclamo de las 6 horas para todos los trabajadores del país, o la preparación de un encuentro del transporte, (estos últimos a partir del triunfo de la huelga de subterráneos), todo lo que marca un reverdecer de la actividad en sectores de trabajadores.
Los desafíos que enfrentamos -sin embargo-, superan con creces los justos reclamos sectoriales. Resulta imperioso que de manera colectiva y decidida nos pronunciemos y participemos activamente en los grandes problemas nacionales: el tema energético; la inseguridad global que sufrimos; la defensa de los recursos naturales como lo hace el pueblo boliviano; contra la imposición del ALCA, o el posible envío de tropas a Haití...
No delegar
Muchos y variados intentos ha hecho el gobierno K y las distintas instituciones, por hacer retroceder los procesos de autoorganización que se desarrollaron a partir de la rebelión del 2001. Y es necesario reconocer que han avanzado con algunas organizaciones y activistas, que de manera equivocada depositan confianza y delegan en la figura presidencial. Así, viejos e interesados discursos, intentan cobrar actualidad: ’Hay que rodear al gobierno para impedir que avance la derecha’. Esa política, como tantas otras veces, sirve a objetivos precisos: debilitar la acción y organización independientes del pueblo, que nos permitan -colectivamente y desde abajo- involucrarnos en todos los problemas, para avanzar hacia un radical proyecto transformador de la sociedad.
En otras páginas publicamos un artículo sobre Ecuador. Allí el pueblo está pagando el duro precio de haber confiado en Lucio Gutiérrez, quien mucho prometió para lograr apoyo popular, pero a la hora de la hora siguió siendo fiel a sus propios intereses.
Kirchner no es lo mismo que Menem. Pero tampoco es nuestro gobierno.