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5 janvier 2010

2009 Desengaños, crisis y esperanzas

par Nidia Diaz

 

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La Habana, Cuba, 31 de diciembre de 2009.

Concluyó el año 2009 y el panorama internacional ofrece una curiosa gama de conflictos, encrucijadas, frustraciones y situaciones límites que se mezclan con positivas esperanzas y desarrollos, todo en unión de la grave crisis económica global provocada por Estados Unidos y cuyos devastadores efectos se expandieron vertiginosamente al resto del planeta, a partir de los países capitalistas desarrollados, pero causando los mayores estragos en las naciones del Tercer Mundo.

En medio de ese desplome de los indicadores económicos internacionales y de sus consecuencias sociales que condujeron a un crecimiento de la pobreza, el hambre y las enfermedades,-según fue confirmado por los organismos internacionales y las agencias especializadas de Naciones Unidas-, el año que terminó se vio ensombrecido también por la continuación de las guerras de agresión y la ocupación militar en Iraq y Afganistán, extendida peligrosamente a Paquistán, el golpe de Estado militar-oligárquico que interrumpió el gobierno constitucional de José Manuel Zelaya en Honduras y la instalación de siete bases militares estadounidenses en Colombia.

La gran frustración del año fue sin dudas la gestión presidencial de Barack Obama, quien tomó posesión en el mes de enero rodeado de una aureola que parecía presagiar la posibilidad de algunos cambios, aunque fueran mínimos,-tal como había prometido el candidato en su espectacular campaña-, y que rápidamente, al cabo de pocos meses, mostró con sus acciones la verdadera esencia de lo que será su administración y confirmó así las previsiones de quienes siempre dudaron de esa eventualidad, teniendo en cuenta la naturaleza inalterable e invariable del fenómeno imperialista y su necesidad de guerras, agresiones, dominación y saqueo para subsistir e imponerse al mundo como tal.

La imposibilidad de revertir esos propósitos ha quedado en evidencia en sólo unos pocos meses, pero no sólo eso : el nuevo mandatario de Estados Unidos tomó medidas y dio pasos agresivos que nada tienen que envidiar a los de su nefasto predecesor.

Si lo ha hecho bajo brutales presiones, si ha sido fruto de las contradicciones internas dentro del propio gobierno, si lo hace en busca de asegurar una eventual reelección, todo eso hoy es objeto de debate y discusión mundial pero que en nada cambian los resultados.

Lo cierto es que los meses transcurridos ya con el nuevo inquilino de la Casa Blanca muestran la necesidad de seguir enfrentando con nuevos bríos las políticas del Imperio, particularmente por parte de los países de Asia, África y América Latina y el Caribe que siguen siendo el terreno preferido y propicio para el ejercicio del hegemonismo y el saqueo.

La crisis económica global se vio acompañada por una crisis ambiental cuyo elemento más visible y amenazante es el cambio climático, que avanza incontenible y no ha sido posible detener ni con el maltratado Protocolo de Kyoto ni con cumbres como la de Copenhague, cuyo bochornoso desarrollo y vergonzosos resultados mostraron que Estados Unidos y el mundo capitalista desarrollado se desentienden de manera suicida de estos peligros que pueden derivar en el fin de la humanidad.

Las naciones del Tercer Mundo pagarán las culpas de los depredadores del capitalismo mundial y los pequeños estados insulares desaparecerán poco a poco si no se pone fin a la contaminación irresponsable del medio ambiente por parte de quienes hoy la practican de modo criminal en aras de enriquecer los bolsillos, acelerando así los deshielos y la elevación del nivel de los mares, las sequías y los desastres naturales.

La crisis económica global vino acompañada asimismo de una crisis energética, que ya venía asomando como consecuencia de los elevadísimos precios que alcanzó el petróleo y que, alentada por la voracidad insaciable de Estados Unidos, trajo como consecuencia el auge indiscriminado de los llamados biocombustibles, que con el pretexto de sustituir al petróleo y evadir sus altos precios provocó una crisis alimentaria que afectó también, obviamente, a los países más pobres y a los sectores poblacionales más vulnerables.

La pandemia de la influenza conocida como A H1N1 se hizo presente también a lo largo del año, añadiendo una calamidad más para los habitantes de la Tierra, quienes aún no se han librado del VIH-sida y luchan contra el dengue en las regiones tropicales. La crisis económica, pero también la negligencia, la abulia y el desvío de recursos por parte de gobiernos insensibles e irresponsables hizo que en algunos países los efectos de estos flagelos fueran particularmente graves.

La Unión Europea logró al fin ponerse de acuerdo para que entrase en vigor el llamado Tratado de Lisboa, que sustituyó al tratado constitucional que infructuosamente trataron durante años de hacer aprobar y luego de las reticencias postreras de Polonia y la República Checa, que de este modo lograron arrancar algunas concesiones, se firmó este nuevo marco jurídico para la Unión de 27 países.

Sin embargo, el papel político independiente que la Unión Europea pudiera jugar en el mundo, -y dentro de la propia Europa-, sigue sin manifestarse y en el 2009 digamos que continuó alegándose de sus propósitos originales, haciéndose cada vez más dependiente de las posiciones del gobierno de Estados Unidos, sean Bush u Obama, a las que prácticamente se subordina en las más importantes coyunturas internacionales. La existencia en su seno de una mayoría de gobiernos de derecha ; las relaciones que muchos de los integrantes de la Unión se ven obligados a mantener con Washington por su pertenencia al pacto político-militar de la OTAN ; así como el alto grado de penetración económica y cultural de Estados Unidos con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial y la desintegración de la URSS y el campo socialista europeo, son factores que de una u otra forma se combinan e impiden a la Unión Europea actualmente un protagonismo propio más relevante.

En Japón, por el contrario, la llegada al gobierno del Partido Democrático y sus aliados puso fin a 50 años casi ininterrumpidos del Partido Liberal Democrático, estrechamente asociado a Estados Unidos a lo largo de ese extenso período, razón de los acuerdos suscritos en materia de Defensa que convirtieron a esa nación en una especie de gran portaaviones asiático de las fuerzas armadas norteamericanas. Como había anunciado durante su campaña electoral, el nuevo primer ministro Hatoyama se dispone a discutir con Washington otras modalidades que transformen y regulen de manera más efectiva para el país del Sol Naciente la numerosa presencia militar estadounidense.

En el transcurso del año siguieron produciéndose procesos iniciados con anterioridad pero que en 2009 merecieron destaque y fueron factores de incidencia regional y mundial. Uno de ellos fue, a pesar de la crisis mundial, el sostenido crecimiento de la economía de la República Popular China y su consolidación como gran potencia económica que ha llevado a muchos expertos a considerarla ya como la segunda del mundo.

En cuanto a África, continuó su conversión como gran suministrador de petróleo al mundo mediante contratos y acuerdos de diferente carácter, según el país de que se trate, aumentando la presencia de las transnacionales petroleras y sus ganancias, así como los ingresos de los gobiernos locales beneficiados con el auge petrolero. No se reporta, sin embargo, que en la misma medida se haya logrado una notable elevación del nivel de vida de esos pueblos y una sostenida disminución de la pobreza y el subdesarrollo.

Un rayo de esperanza, junto a múltiples realidades concretas, siguió alumbrando desde América Latina y el Caribe. Los procesos de transformaciones económicas, políticas y sociales que envuelven de diversa forma a numerosos países latinoamericanos y caribeños se consolidaron y, a pesar de los embates de la crisis económica y de la política premeditada por parte del Gobierno de Estados Unidos y las oligarquías locales asociadas y dependientes por entorpecerlos y liquidarlos, avanzaron en múltiples esferas de cooperación e integración.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), creada hace cinco años a partir de los acuerdos entre Cuba y Venezuela suscritos por los presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez, surgió como un esquema sin precedente de integración solidaria y de beneficio recíproco, más allá de los puramente comercial que había caracterizado otros esfuerzos integradores en la región anteriormente. Los logros del ALBA se hicieron evidentes con rapidez y ello marcó la extensión de la Alianza a otros países como Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Dominica, Antigua-Barbuda, san Vicente y las Granadinas y Honduras. Logros que fueron celebrados este año que concluyó con nuevas metas y aspiraciones bajo los principios bolivariano y martiano de la construcción de la Patria Grande.

El golpe de Estado del 28 de junio en Honduras contra el presidente constitucional José Manuel Zelaya se atribuye, entre otras cosas, a la decisión de incorporarse al ALBA e intentar conducir al país por caminos de soberanía y desarrollo propios, al margen de la cerrada oligarquía local de unas pocas familias que han explotado al país secularmente. Como se ha reiterado, este fue un golpe contra el ALBA al que no es ajeno Estados Unidos, que sentía ya la necesidad de exponer su rechazo a la Alianza y hacer patente que estaba dispuesto a enfrentarla en lo que consideró como su eslabón más débil.

A contrapelo de sus aspiraciones, el año que termina vio renacer un movimiento de resistencia popular dispuesto a convertir este revés en victoria y cuentan para ello su firme decisión de no desmovilizarse y dar batalla como dignos herederos de Morazán.

Es incuestionable que América Latina y el Caribe viven un cambio de época y que allí nada es ni será como antes. El fracaso de Washington en imponer la llamada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) marcó un punto definitivo de viraje en la situación, acompañado de los sucesivos ascensos al gobierno de diversas fuerzas progresistas, nacionalistas, populares e incluso antiimperialistas de distintos signos y composición, pero unidas en un denominador común que las integra y acerca.

El ingreso de Cuba al Grupo de Río y el levantamiento de las sanciones que Estados Unidos había logrado imponerle en el seno de la OEA, expresaron igualmente la decadencia del poder del Imperio y la pérdida de su influencia omnímoda en su otrora "patio trasero".

El nuevo año no llega de forma exactamente igual a todas las regiones del planeta, aunque problemas globales como el cambio climático y la crisis económica parecen no admitir testigos y en ellos somos todos protagonistas. Desengaños, crisis y esperanzas podrán seguir caracterizando al sucesor de este convulso 2009.

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